miércoles, 19 de abril de 2017

MARCOS MATACANA MARTÍN. POLVO EN EL AIRE

Polvo en el aire
Marcos Matacana Martín
Ilustración de cubierta
Hilario Barrero
Palimpsesto Editorial, Colección de_sastre
Sevilla, 2017
 AUTORRETRATO

   Aunque ha ido sembrando colaboraciones poéticas en revistas digitales e impresas, la biografía literaria de Marcos Matacana Martín (Sevilla, 1973) hace de Polvo en el aire su punto cero. El autor, licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad de Sevilla y docente en ejercicio reúne en este volumen un atinado perfil poético.
   La entrega, con ilustración de cubierta del incansable  Hilario Barrero, pone como pórtico unos versos de T. S. Eliot pertenecientes a Four Quartets, texto clásico de la poesía inglesa y uno de los hitos de una poética radical que hace de la subjetividad el último reducto de lo inefable. Pero Marcos Matacana Martín desdibuja de inmediato cualquier especulación sobre su ideario con el poema prologal “Autorretrato”; en él presenta al sujeto verbal con la voz directa de una dicción intimista y comunicativa, que empatiza con el lector a través de un diálogo confesional. El lenguaje se distancia de cualquier hermetismo y solo aspira a enunciar un recorrido biográfico.
   Llama la atención el número de poemas que contiene el libro; de ahí que el autor haya optado por integrar las composiciones en un esquema argumental formado por tres agrupamientos. El primero “A humo de pajas” tiene un arranque diáfano, a partir de aquel verso postrero encontrado en la despedida vital de Machado en Colliure: “Estos días azules y este sol de la infancia”: “Días azules porque nada / de lo que ha ocurrido luego / nos iba a pasar a nosotros” Aquel memorable ejercicio de melancolía que buscaba un reflejo en la esperanza se renueva, como si el tiempo fuese una montaña rusa empeñada en acometer ese nivel dispar de la superficie.
   La palabra propende a la elegía y hace del pasado una estación que espera. En ese remanso el recuerdo tiene mucho de crónica generacional compartida por las identidades, convulsionada por el discurrir brumoso de lo social: “Y eran nuestras vidas / dos vagones que subían lentos / ansiosos por precipitarse / sin comprender ciegos aún / que tras la bajada / vertiginosamente inevitable / esperaba el final / de la noche / de la feria / del verano / del amor / y de la vida”. Cada época vital poco a poco se va convirtiendo en una moldura apagada, en un marco cuarteado que acumula en sus contornos el polvo del olvido en el cristal opaco que diluye la luz y solo contiene un espacio oscuro de irrealidad.
   En ese largo rastro por los calendarios el aprendizaje de los sentidos deja un azaroso patrimonio. El amor se convierte en sustrato fuerte del existir. Es palimpsesto del deseo y depositario de un largo historial de llamadas perdidas y de paraísos desplomados y señales tristes que hablan del desengaño de estar vivos.
   La segunda compilación de poemas llega con un aserto sugerente: “Teoría del compost”. El uso de un término tan mimado por la ecología extiende al paso una analogía con el poema; al cabo la escritura no consiste más que en una operación de reciclado de sentimientos, experiencia y reflexión. y en esa mezcla residual que sirve como fertilizante de nuevos brotes, están fundidas las secuencias del propio yo y los esquejes de semejantes que viven el discurrir de los relojes con las mismas frustraciones y con similares esperanzas de cambio. Al cabo la soledad y el desamparo son telas que se venden en las rebajas de esos grandes almacenes que abren sus puertas a la grisura ambiental de lo diario. Son cuerpos que se encuentran en el mismo lecho de soledad. La felicidad es flor de un día. Todo parece abocado a respirar una fisiología caduca e infectada; hay pesimismo, un aire enrarecido, una conciencia que abre los ojos en la oscuridad.
   El apartado final “Habitaciones de paso” no cambia el marco que muestra en su andar los desajustes y que acepta el rumor cercano del derrumbe. “Quien entra aquí sabe de sobra / que ha fracasado y solo / es cuestión de esperar para ver cómo / la felicidad se va a la mierda / si no se le ha ido antes / por el sumidero de la bragueta / y solo queda entonces /  un consuelo / joder o que te jodan”.
   La poesía de Marcos Matacana Martín podría adscribirse –si se me permite una vez más ese recurso crítico de las etiquetas- al realismo figurativo, a esa lírica enunciativa que destila insatisfacción y que fuerza al lenguaje a mostrarse crítico con el conformismo. Las citas que el autor emplea en sus poemas son muchas y hacen guiños  registros dispares, desde los clásicos grecolatinos a la generación beat, desde Carver a Manuel Vázquez Montalbán, un paratexto complejo del que mana una expresión austera, incómoda a ratos, hecha para negar reflejos idealizados. Versos que recuerdan que cualquier encuentro con la felicidad sucedió en el pasado, en algún sitio que ahora huele a lejía.  



      

8 comentarios:

  1. Como siempre, maestro Morante, un excelente trabajo que va mucho más allá de una mera reseña. Un ahondamiento en la poesia, en las raíces del comportamiento humano, en el desamor. Muchas gracias de este amigo "incansable" de aprender de tu inteligencia y de elogiar tu corazón. Abrazos de madrugada.

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    1. Es hermoso pensar que estás ahí en la distancia, siempre atento a animar a los amigos.Ese es uno de los privilegios de tu amistad, así que un abrazo entrañable y la alegría e compartir espacios literarios, afectos y libros... Qué poquito queda para vernos de nuevo. Un saludo de abril que en este estar sin horarios ya no es un mes cruel sino un tiempo casi vacacional. Saludos.

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  2. Un abrazo, José Luis, porque no me queda nada que añadir a lo dicho por Hilario. Gracias.

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    1. Te debo muchas cosas, Valle, una de ellas es tu antología y el disfrute lector; otra, el caminar en compañía de nombres propios como Marcos, que muestra en sus versos cuánto de sueño hay en lo diario. Un abrazo entrañable

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  3. Muchas gracias, José Luis, por tu lectura, por tu tiempo, por tu generosidad. Un fuerte abrazo.

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    1. Gracias a ti por ese recorrido interior que enseña a ver los sentimientos y su carácter versátil. Y enhorabuena por tu libro. Un abrazo

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  4. Me ha parecido una reseña, en sí misma, interesantísima José Luis. Creo que este poemario me gustaría.
    Gracias por compartir.
    Un abrazo,
    Sandra.

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    1. Hola Sandra, es un poemario confesional e intimista, hecho con los hilos de la memoria. Una poesía cercana que plantea con acierto los interrogantes habituales del sujeto en su mirada a lo diario. Un fuerte abrazo.

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