viernes, 21 de abril de 2017

SERGIO GARCÍA. MIRAR DE REOJO

Mirar de reojoSergio García ClementeCuadernos del Vigía, Aforismos
Granada, 2017

MIRADAS
  
   Las líneas de situación de Sergio García Clemente son conocidas; con su primera entrega aforística Dar que pensar logró el I Premio Internacional José Bergamín de Aforismos. El certamen argumentaba su logro principal: dar a conocer una voz emergente que apenas tenía unos pasos de prometedor recorrido y poemas dispersos en revistas. El premio además dio un toque de atención a algunos especialistas del género, como Manuel Neila y José Luis Trullo Herrera que mostraron el trabajo del escritor en sus antologías.
   No hace mucho la Fundación Mapfre Guanarteme conmemoraba el Día de las Letras Canarias con la edición de un libro dedicado a dos jóvenes creadores: Ramiro Rosón Mesa y Sergio García Clemente, de quien se recuperaba un muestrario de breves titulado Ángulo muerto. Así que el autor canario en plena ebullición es ya  aplicado oficiantes de la nueva hornada.
   Su último trabajo, Mirar de reojo arranca desde una cota destacada. Dejo el rastro inaugural de los tres primeros destellos: “Basta un gesto sensual de la vida para que la tristeza nos sea infiel”, “Cuida las cenizas de tu amor: son las semillas del siguiente”; “Todos somos de carne y hueso, excepto el prójimo”. Teselas así parecen contradecir el título; quien escribe no mira de reojo, con retina declinante y ángulos muertos, sino con la profundidad del mediodía y la lucidez del encuentro con el asombro.
   La provincia cromática del aforismo lleva a menudo un contrapeso de solemnidad que ralentiza el paso; lo sabe bien uno de los aforistas centrales del ahora breve, Ramón Eder que deja la siguiente impresión: “Irónicos, desengañados y lúcidos, los aforismos de Mirar de reojo son certeros y dan que pensar. En este libro hay aforismos memorables (…) “cuando un imbécil te da la espalda te ofrece su mejor cara”  Un juicio que comparto y que no resulta hiperbólico en su definición porque Sergio García Clemente hace del género un expresión intensa de las cualidades de convivencia de nuestro tiempo y  las dota de un carácter narrativo y coloquial.
  Al cabo, una de las justificaciones más reiteradas de la literatura sintética actual es atribuir al aforismo capacidad para leer de modo fragmentario una realidad ambivalente y discontinua que mezcla un panorama ecléctico. En el buen aforismo encontramos una singular conjunción de autobiografía velada, certezas cardinales y restos varios de ceniza y cal sobre esperanzas ilusiones y sueños. La experiencia concreta se trasciende  para transformarse en  estado anímico y en emoción; para distanciarse, Sergio García Clemente recurre a los verbos en plural: hace de su voz un nosotros consentido que añade el contrapeso de la experiencia común: la emoción se objetiva y los hechos se visualizan desde la distancia: “El amor es el mejor lazarillo para nuestra ceguera”, “Detrás de ciertas sonrisas adivinamos los escombros”, “Para algunos tan solo somos el escenario ideal de sus monólogos”…
  Otras veces recurre a la ironía y aliña con sus dedos frescos la masa moldeable de la percepción: “La habilidad más importante de un escritor es utilizar bien la papelera”, “De la luz solo veo sus sombras”, “Tener que darle una buena noticia a un cretino te estropea el día”. De esta forma, la mirada interior se aleja de los espejos del narcisismo para mostrar los rasgos de un sujeto común que es paradigma de normalidad.
 Mirar de reojo nos presenta la vertiente interior de un cultivador maduro, que pugna por aprender las claves del ser con una objetivación verbal concisa y con un innegable punto de poesía que no menoscaba los procedimientos expresivos del aforismo. En su fondo argumental se mezclan sentimiento e intuición, un registro lleno de frescor natural que hace del lenguaje representación y símbolo, gozo lector.

 



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