Mirar de reojoSergio García ClementeCuadernos del Vigía, Aforismos Granada, 2017 |
MIRADAS
Las líneas de situación de Sergio García Clemente son conocidas; con su
primera entrega aforística Dar que pensar
logró el I Premio Internacional José Bergamín de Aforismos. El certamen
argumentaba su logro principal: dar a conocer una voz emergente que
apenas tenía unos pasos de prometedor recorrido y poemas dispersos en revistas.
El premio además dio un toque de atención a algunos especialistas del género,
como Manuel Neila y José Luis Trullo Herrera que mostraron el trabajo del escritor en sus
antologías.
No hace mucho la Fundación Mapfre Guanarteme conmemoraba el Día de las
Letras Canarias con la edición de un libro dedicado a dos jóvenes creadores:
Ramiro Rosón Mesa y Sergio García Clemente, de quien se recuperaba un
muestrario de breves titulado Ángulo
muerto. Así que el autor canario en plena ebullición es ya aplicado oficiantes de la nueva hornada.
Su último trabajo, Mirar de reojo
arranca desde una cota destacada. Dejo el rastro inaugural de los tres primeros
destellos: “Basta un gesto sensual de la vida para que la tristeza nos sea
infiel”, “Cuida las cenizas de tu amor: son las semillas del siguiente”; “Todos
somos de carne y hueso, excepto el prójimo”. Teselas así parecen contradecir el
título; quien escribe no mira de reojo, con retina declinante y ángulos
muertos, sino con la profundidad del mediodía y la lucidez del encuentro con el
asombro.
La provincia cromática del aforismo lleva a menudo un contrapeso de
solemnidad que ralentiza el paso; lo sabe bien uno de los aforistas centrales
del ahora breve, Ramón Eder que deja la siguiente
impresión: “Irónicos, desengañados y lúcidos, los aforismos de Mirar de reojo son certeros y dan que
pensar. En este libro hay aforismos memorables (…) “cuando un imbécil te da la
espalda te ofrece su mejor cara” Un
juicio que comparto y que no resulta hiperbólico en su definición porque Sergio
García Clemente hace del género un expresión intensa de las cualidades de convivencia
de nuestro tiempo y las dota de un
carácter narrativo y coloquial.
Al cabo, una de las justificaciones más reiteradas de la literatura
sintética actual es atribuir al aforismo capacidad para leer de modo
fragmentario una realidad ambivalente y discontinua que mezcla un panorama
ecléctico. En el buen aforismo encontramos una singular conjunción de
autobiografía velada, certezas cardinales y restos varios de ceniza y cal sobre
esperanzas ilusiones y sueños. La experiencia concreta se trasciende para transformarse en estado anímico y en emoción; para
distanciarse, Sergio García Clemente recurre a los verbos en plural: hace de su
voz un nosotros consentido que añade el contrapeso de la experiencia común: la emoción
se objetiva y los hechos se visualizan desde la distancia: “El amor es el mejor
lazarillo para nuestra ceguera”, “Detrás de ciertas sonrisas adivinamos los
escombros”, “Para algunos tan solo somos el escenario ideal de sus monólogos”…
Otras veces recurre a la ironía y aliña con sus dedos frescos la masa
moldeable de la percepción: “La habilidad más importante de un escritor es
utilizar bien la papelera”, “De la luz solo veo sus sombras”, “Tener que darle
una buena noticia a un cretino te estropea el día”. De esta forma, la mirada
interior se aleja de los espejos del narcisismo para mostrar los rasgos de un
sujeto común que es paradigma de normalidad.
Mirar de reojo nos presenta
la vertiente interior de un cultivador maduro, que pugna por aprender las
claves del ser con una objetivación verbal concisa y con un innegable punto de
poesía que no menoscaba los procedimientos expresivos del aforismo. En su fondo
argumental se mezclan sentimiento e intuición, un registro lleno de frescor
natural que hace del lenguaje representación y símbolo, gozo lector.
Qué interesante. Tomo buena nota, muchas gracias José Luis. Un abrazo.
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