POÉTICAS DE MARRUECOS
Aunque la creación poética es una actividad
individual y siempre refrendada por la autocrítica, el bagaje lector personal y
los idearios estéticos subjetivos, cada etapa histórica comparte un espacio
común. Aglutina contexto, mapa relacional entre escritores y percepciones afines del hecho literario condicionadas por las
estéticas en boga. Por eso, las antologías constituyen instrumentos cognitivos
muy útiles, si son ecuánimes y afianzan criterio editorial, más allá de la mera
yuxtaposición de nombres.
Juan Antonio Tello, Doctor en Teoría de la Literatura, Licenciado en
Filología Francesa por la Universidad de Zaragoza, ensayista y poeta, impulsa la
edición Al sur de la palabra, un
compendio de veintitrés autores marroquíes contemporáneos que pretende reflejar el territorio lírico del país colindante.
La apertura crítica argumenta la
novedad de una poesía cuyo trayecto es fruto de un mínimo recorrido por la Historia. El país
formaliza su independencia en 1956, tras una larga ocupación colonial de
potencias europeas que buscan controlar su ubicación geográfica, como puerta
del Mediterráneo, y como cruce de caminos intercontinentales. Además, la
tradición escrita está desdibujada, y la expresión poética es casi una rareza
en los diferentes periodos culturales. Solo ahora, en el tramo finisecular, a
partir de los años sesenta, comienza un trabajo creador más denso, fruto de un plurilingüismo normalizado que moldea un cuerpo idiomático
con evidentes asimetrías.
La
estabilización editorial de las últimas décadas ha facilitado la aparición de
libros en el entorno y la creación de organismos impulsores del quehacer lírico
como La Unión de Escritores Marroquíes, que diversifica encuentros,
festivales, revistas, y que, poco a poco, va concediendo voz a sensibilidades
femeninas. Pero los condicionamientos políticos han sido evidentes y la
represión ha lastrado con frecuencia los perfiles más críticos de esta poesía.
La poesía actual dibuja un proceso de
evolución que subraya la vitalidad del género en las últimas generaciones. Sus
integrantes no difieren mucho de otros entornos gracias a la
expansión tecnológica, cuyo uso va uniformando el prisma cultural.
En la muestra, se percibe de inmediato
la floración del coloquialismo; los versos abren los ojos a lo real y hacen de
la escritura una prolongación del discurrir existencial. De esa búsqueda de la
transparencia intimista participan los poemas de Aycha Bassy. Otras propuestas
postulan una expresión más elíptica o con un mayor tejido metafórico para
incidir en la identidad del hablante poético o en esos vericuetos de la
imaginación que aportan perspectivas y enfoques en la piel del tiempo. Sucede con los poemas que representan la voz de Mohamed Ahmed Bennis. M. Bentalha confía en el tono solemne
de los versículos con poemas narrativos, y cuajados, a veces, de
referentes culturales. En Jamal Boudouma emerge una intencionalidad social; lo
cotidiano teje la extrañeza de una geografía tangencial y discordante, como si
nos mostrara una realidad trastocada, y dispuesta a compartir sus destellos
simbólicos. Mirada crítica e indagación introspectiva son signos percibidos en
los breves poemas de Mohamed El Annaz,
con logradas composiciones como “La brecha”.
Casi ningún enclave argumental pasa
desapercibido. Los hilos versales entrelazan búsqueda y conocimiento,
pensamiento y celebración del existir. Malika El Assimi explora el goce
sensitivo del deseo, desde la crónica visual del entorno estival de Barcelona,
como si las presencias anónimas del litoral condensaran el amor y el deseo, la
belleza del cuerpo y la entrega al otro. Sin embargo, hay aspectos como la reflexión
metaliteraria que apenas adquieren formulación y aparecen como estelas mínimas.
Uno de los pocos que reflexionan sobre el sentido del lenguaje es Mohamed Hmoudane en el poema “Las palabras”. Sostiene que el creador
dibuja un punto de azar, un camino ciego en el que se refugian los
pensamientos, como si lo escrito necesitase un cobijo interior. También Abdelkhaled Jayed escribe sobre la razón del poema, y su
función catártica para aventar las disidencias.
Resulta complejo unificar en unas líneas la
dispersión de voces y el granado semillero de quehaceres poéticos. En general
predomina en los poemas la representación de lo real, una expresión escrita que
unifica experiencia y memoria y que se va conformando con los movimientos de lo
transitorio. Lo escrito es una representación de lo que somos. Permite
adentrarse en las espirales reflexivas y sentimentales de quienes se contemplan a sí mismos, o miran las borrosas instantáneas del recuerdo.
No se me escapa que la influencia en nuestro
escaparate cultural de la poesía marroquí es mínima, un asunto paradójico dada
la cercanía geográfica y el amplio asentamiento emigratorio que ha elegido
nuestras ciudades como estación laboral. Al
sur de la palabra concreta posibilidades de acercamiento, es un referente
que busca resonancia para la tierra fértil de la poesía marroquí, sin bucles
programáticos, incorporando el proceso de maduración de una cosecha plural, convertida
en galería de espejos, que sabe nombrar las insistencias del hecho de
vivir.
La dimensión de una propuesta como Al sur de la palabra se mide por la
calidad de sus versiones, por el empeño tenaz de que las postales poéticas
preserven colores auténticos. Ese acierto se encarna con naturalidad en las
traducciones de Victoria Khraiche
Ruiz-Zorrilla, Doctora en estudios Semióticos por la Universidad
Complutense de Madrid y Licenciada en Filología Árabe por la Universidad de
Salamanca. La investigadora y experta en poesía árabe, en colaboración con Juan Antonio Tello, nos acerca el discurso abierto del legado marroquí contemporáneo. Y corresponde al lector familiarizarse con esta propuesta, dejar en el árbol de la poesía savia pujante.
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