Descenso Archivo de Internet |
ESPEJISMOS DIGITALES
Descubro a diario que la
comunicación digital es una tierra pequeña donde no cabe nadie. Los mensajes
privados crean una sensación de cercanía aparente. Son escaleras que ascienden y descienden a lugares que no existen. Dibujan trampantojos. Alumbran una mirada
cómplice, dispuesta a compartir emociones, deseos y otros rincones de la conciencia a desconocidos, como si fueran
protagonistas de una relación real, cimentada en el tiempo. Todo es falso, un puñado de palabras sin ningún sentido, espejismos que siembran de inmediato tachaduras y decepción.
Llega el ocaso. Al otro lado no hay
nadie. Solo un frío de nieve que no quema las manos.
(Cuaderno de apuntes)
Me encanta tu reflexión, porque lleva a pensar, y si eso ocurre es que hay alguien detrás de este trampantojo que muchas veces es lo digital. Ese es uno de los motivos por los que no publico mis poemas por estos lares. Seguro que me equivoco, porque sí leo los de muchos compañeros y amigos digitales o no digitales (no me atrevo a escribir reales). Huyamos del espejismo, José Luis. Guitarra y vino, conversación y amigos; y la poesía siéndoles testigo. Abrazos amigo y gracias por la claridad!!
ResponderEliminarHuyamos del espejismo, Luis, guitarra y vino, conversación y abrazo; es verdad que las redes han propiciado un mayor recorrido a nuestra literatura y han sido puertas a gente entrañable que ha llegado desde la distancia para quedarse; pero es verdad, también, que a veces se distorsionan los mensajes y las sensaciones, como si fuesen fantasmas en la niebla... Como en todo, luces y sombras; la vida es eso.
EliminarEstoy de acuerdo contigo sólo a medias, te aseguro que yo no soy un espejismo.
ResponderEliminarLo sé, querida amiga, y sé también que la reflexión no aleja de mi amistad a tantos pasos que han echo de este trayecto digital un recorrido de afecto y compañía; solo se refiere a esas presencias aparienciales que cambian de rumbo a cada instante, como laberintos que no llevan a ninguna parte. Un fuerte abrazo, Tracy. Tú siempre estás.
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