Ex-clavo Álvaro Hernando Freile Dibujos poéticos de Ricardo Ranz Karima Editora Madrid, 2018 |
BAJORRELIEVES
La dificultad de iniciar el
quehacer literario en plena madurez, deja fuera de sitio el tanteo y
la indefinición. Quien sale a la ventana del poema muestra, sin reparos, una sensibilidad que no ignora ninguno de los rasgos que la personalizan.
Álvaro Hernando Freile (Madrid, 1971), maestro y antropólogo, publicó en 2016
el poemario Mantras para bailar, tras
una leve estela de poemas y relatos desperdigados por algunas revistas. En 2018
recibió el Premio Poesía en Abril 2018, dentro del Festival Internacional de
Poesía de Chicago y, mientras prepara la edición de dos nuevas entregas, deja
en las estanterías Ex-clavo, un
poemario ilustrado por Ricardo Ranz.
La introducción engloba dos citas de textura clásica. Rilke y Shakespeare son referentes tan lapidarios que parecen condicionar de inmediato cualquier reflexión liviana. Álvaro Hernando Freile aliña un texto meditativo que elige como eje de simetría el concepto de libertad. No enuncia su semántica desde el optimismo, como expresión natural del devenir existencial, sino como paradoja y contraluz; sabe que los límites de la libertad expenden fragilidad y construyen espejismos. “Algo nos ata, nos clava, nos inmoviliza”; y de esa aceptación nace la necesidad de buscar un hilo de Ariadna, capaz de ser elemento salvador que ayude a salir del laberinto.
La introducción engloba dos citas de textura clásica. Rilke y Shakespeare son referentes tan lapidarios que parecen condicionar de inmediato cualquier reflexión liviana. Álvaro Hernando Freile aliña un texto meditativo que elige como eje de simetría el concepto de libertad. No enuncia su semántica desde el optimismo, como expresión natural del devenir existencial, sino como paradoja y contraluz; sabe que los límites de la libertad expenden fragilidad y construyen espejismos. “Algo nos ata, nos clava, nos inmoviliza”; y de esa aceptación nace la necesidad de buscar un hilo de Ariadna, capaz de ser elemento salvador que ayude a salir del laberinto.
Desde los versos de apertura,
el escritor adopta un esquema comunicativo fijo: tras el título de la
composición, siempre directo y explícito, incluye a modo de cita una caligrafía
reflexiva, un mínimo hilo que llega al entramado argumental de la composición.
De este modo el lector, cuenta con un bagaje previo que remansa el discurrir
versal. Leemos en el primer poema “El Ex-Clavo: “Las pequeñas esclavitudes o
clavados a la excusa”; y así se define la indagación meditativa en el fin del
poema: “¿Cuándo ese clavo se convertirá en cicatriz y recuerdo? / Quiero ser ex-clavo liberado / que desata nudos de
madera”
La dificultad de resolver en
el ahora el laberinto vital, siempre repleto de azar y contingencia, da
pie a una incisión meditativa, protagonizada por un figurante cercano al yo
biográfico. En ella se recupera el mapa de la memoria individual. Perduran imágenes aurorales que se contraponen a la opacidad de lo
diario, tan proclive al absurdo, que deja entre las manos las ganas de ser
otro, de habitar un espejo donde es posible aún la luz limpia
de la amanecida.
Así se va construyendo un mapa
del yo al que se incorporan claroscuros que contaminan relieves y paisajes. La
propia identidad se convierte en espacio descriptivo que avanza hacia en la
búsqueda de esa supuesta verdad que da sentido al ser, una verdad cuestionada
por la duda y la decepción, por la fragilidad y el derrumbe. Ilusiones y
anhelos pocas veces son capaces de levitar en el azul: “La rama seca bebe del
charco vacío, / hasta quedarse en sed. / La rama es sed”.
El poemario adquiere en
ocasiones una visión nocturnal, como si las palabras acogieran una quiebra de
expectativas que focaliza la decepción; también se percibe ese concepto
desasosegado en la forma de entender la escritura o la crítica. En sus poemas
metaliterarios, el crítico no deja de ser un aderezo innecesario que plasma
objetividad en un suelo maleable y repleto de inestabilidad; las palabras no
son dogmas sino argumentos fallidos: “Habláis de poesía como levitando, /
caminando igual por aire inconsistente / que por fuego destructivo, / que por
agua desta que moja el papel / y lo
deshace, como vuestra voz, / quebrando todo lo que penetra”.
Ex-clavo sugiere una sensibilidad en crisis. Recurre al verbo coloquial, aunque no exento de apoyos culturales y plásticos, para entrelazar, con un lenguaje despojado, evocación, memoria y visión crítica.
Son los bajorrelieves que confrontan los enigmas del transitar diario y la posibilidad de soñar
libre. Ese es el paisaje de ánimo que clausura la entrega: “ardo / liberando de
nudos la madera del álamo”.
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