Días en Camboya Fotografía de Adela Sánchez Santana |
APARICIONES
Como si necesitase propagar las nociones del miedo, su
desastrada imagen regresa de improviso al laberinto. Recuerda un destello diluido, que va
perdiendo intensidad. Hay en su gesto un estar apocado. No entiende que permanezca en el interior, sin traspasar los descubiertos vanos hacia la luz.
Multiplica el aforo de las conjeturas. Sospecha que estoy en
ese tiempo en el que los fantasmas no son pesadillas sino compañía.
(De Cuentos diminutos)
El texto se inspira, como es evidente, en un conocido cuento de Juan José Arreola. Quede aquí mi homenaje al escritor y mi gratitud por las horas de felicidad lectora.
ResponderEliminarAsí es amigo, la noria de nuestras lecturas llenando de agua poética los cangilones de la vida. Enhorabuena
ResponderEliminarGracias por tu cercanía, Luis, los microrrelatos que prefiero están llenos de poesía, así que parecen bifurcaciones pactadas de un único camino. En él sigo, al paso. Un fuerte abrazo.
EliminarTú estás lleno. Gran homenaje. Fuerte abrazo
ResponderEliminarGracias por tu cercanía, Gabriela; contigo cerca nunca hieren las desilusiones cotidianas. Abrazos.
ResponderEliminarEl último párrafo es definitorio de una etapa de la vida.
ResponderEliminarSiempre hay que cuidar que los cierres del texto, querida amiga, dejen en el lector su aporte lapidario, esa fuerza tenaz de echarse el contenido del texto a las espaldas. un fuerte abrazo.
EliminarCierto eso de que llega un tiempo en que los fantasmas no son pesadillas sino compañía. Un buen aforismo, sin duda.
ResponderEliminarFeliz finde!
Querida Sandra, siempre es una alegría este diálogo de afecto y sensaciones que nos dejan estos puentes de papel. Que disfrutes del día.
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