domingo, 7 de abril de 2019

RAQUEL LANSEROS. ITINERARIO EN CLAVE POÉTICA

Raquel Lanseros
Fotografía de
Infolibre


RAQUEL LANSEROS EN CLAVE POÉTICA

   Ayer sábado, Raquel Lanseros (Jerez de la Frontera, Cádiz, 1973) fue galardonada con el Premio de la Crítica 2018 por su poemario Matria (Madrid, Visor Libros, Colección Palabra de Honor, 2018). Está en imprenta el nuevo número de la revista Turia, donde comento en profundidad esta salida, y es ahora el momento de abordar su itinerario en clave poética, para que reverbere fuerte ante el lector y aporte luz de mediodía, desplegando registros y sensibilidad.
 Ya es letra de manual que el cambio de siglo acoge una amplia conjunción de idearios. Es un interludio de enlace, donde no se percibe una tendencia central, que fije modas y directrices para mayorías, sino un cruce de caminos. Convive una búsqueda de sitios que se fortalece al paso, con nuevas entregas. Y es en este contexto polifónico, cumplido el primer lustro, cuando amanece la voz poética de Raquel Lanseros.
  La escritora es licenciada en Filología Inglesa por la Universidad de León, ciudad donde discurrió casi toda su infancia y juventud. Un uso idiomático plural ha impulsado sus versiones al castellano, como traductora de Edgar Allan Poe y Gordon E. McNeer. Asimismo, colabora con reseñas y artículos en publicaciones escritas y digitales. Tras un paréntesis laboral en Murcia como Asesora de Formación de Idiomas y Programas europeos, ejerce la docencia en un instituto madrileño de Educación Secundaria y Bachillerato.
  Su libro inaugural, Leyendas del promontorio, editado en 2005, ofrece una mirada lírica proclive a la evocación; con verbo ajustado muestra las sensaciones que convoca  cualquier travesía temporal: espera, soledad, aislamiento y pérdidas. Para conocer la textura interna del hablante verbal, se indaga sobre una existencia que acostumbra a prodigar fragmentos de un pasado con aire de regreso. Nítido el ayer, dibuja trazos que adquieren nuevos cromatismos en los espacios del ahora. La travesía cotidiana asume una tarea artesanal, restauradora, en la que hay sitio para la esperanza, aunque sea costoso superar carencias: “Desnudo, abandonado por su viejo entusiasmo / el hombre es muy pequeño. / Huérfano de sí mismo, reedita sus temores / ubica por tamaños todas sus pretensiones. / Y se convence que, después de todo, / quizás el infinito no merezca la pena / y las uvas ansiadas estén verdes”.   
  Apenas un año después llega a las librerías Diario de un destello, tras conseguir un accésit del Premio Adonais en 2005. Los poemas sondean la relación entre personaje lírico y entorno; en el devenir, ni la luz ni la sombra tienen ubicaciones estables; las dos se conjugan con azarosa cronología y precisan la disposición natural del hablante para dar cuenta de sus incertidumbres, aunque sea a través de mínimas ranuras, de leves claridades incipientes. En el apartado inicial conviven subjetividad e intimismo. En él germina un paisaje emocional donde se constatan las modulaciones del acontecer con una voluntad que trasmite sensaciones de de epifanía, como resalta el poema “Evocación”. La sección central, “Tres antorchas” abre otro registro; en este tramo sobresalen protagonistas que personifican cualidades definitorias y singulares: un derrotado de aquella guerra incivil cobija pasos clandestinos monte arriba, sin amanecida y sin futuro; se hace arquetipo de empeños furtivos arrastrados por el destino. Otra figura central histórica es Doña Juana, paradigma de locura amorosa, que hace del sentimiento un viaje a lo desconocido. Son palabras de homenaje a quienes evitaron que los ideales mudaran en ceniza. El amor toma cuerpo en el último apartado donde la perspectiva idealista es palpable al ubicar los sentimientos en planos cortos. Los versos se tornan cálidos y vitalistas, hechos de acordes que conectan la piel y sus preguntas.
  En Diario de un destello también la indagación busca su espacio en composiciones con sustrato aforístico. El hablante define actitudes: “Aunque he cambiado mucho de color / sigo siendo camaleón / y no rama”. La luz queda a resguardo, para que alumbre limpia cualquier sueño y tenga una claridad afectiva y estival.
   Con su tercer fruto, Los ojos de la niebla, que obtuvo el XXII Premio Unicaja de Poesía, la poeta abre campo al intimismo.  Desde la entrañable dedicatoria inicial a sus padres, verdaderos ojos en la niebla, percibimos el recuerdo vivo de quienes horadaron la senda habitable por la que transitan los días. El monólogo dramático propicia una identidad mudable y una intensa expresión afectiva en la que el sujeto se posiciona frente a la realidad. El prolijo desfile de lo vivido desgaja sensaciones que encuentran sitio entre los pliegues del poema. La existencia depara descubrimientos e incertidumbres, exploración y desengaño, hallazgos y pérdidas. Son los meandros de travesías evocados en los soliloquios de personajes que dan vida a los interlocutores que habitan los poemas.
   En Los ojos de la niebla adquiere un papel relevante la voz femenina frente a sí misma. Esta sensibilidad encuentra cauce en composiciones como “La mujer herida”, cuyos versos comunican respuestas aseverativas frente al desengaño, esa forma de aceptar como un dibujo de la piel la textura de una cicatriz que recuerda un fracaso amoroso. También hallamos pautas emocionales femeninas en otros textos como “La mujer que reza”, “El hombre casado”, o “Una mujer mira un tren alejarse”. Todos comparten versos en los que resuenan los íntimos acordes de la conciencia.
   El poema “Beatriz Orieta. Maestra Nacional” evoca, con la calidez del homenaje, la actualidad de un tiempo colectivo cuya lección ética perdura.
   Croniria arranca su caminar lírico en 2009. El sugerente título –un acierto verbal de la autora- fusiona temporalidad y onirismo. Los poemas acogen referentes culturales para asentar una voz que enfoca una realidad diáfana, hecha de logros pequeños, pero exaltados por la celebración. Cada tránsito postula un paréntesis habitable en el que hay sitio para la alegría, el eros o la libertad de acortar las distancias que separan realidades y sueños: “Nunca le tengas miedo al horizonte / no hay placer más sabroso que el trayecto. / Acepta el pan servido en cualquier parte / disfruta del asilo que te ofrezcan / pero ten preparadas las maletas. / Aprende por tu bien el arte de marcharte / siempre un segundo antes de que te hayan echado.”
   Reconocido con el XIII Premio internacional de poesía Antonio Machado de Baeza en su primera aparición, Croniria se reedita por segunda vez en 2014, con formato bilingüe, siendo responsable de la traducción al inglés el poeta y profesor Gordon E. Mcneer. En su diverso discurrir encuentran acogida estados vitales polarizados; la existencia rompe cualquier monotonía superficial para encajar en el renovado espacio del alba los dedos de los sueños, el lienzo imaginario que engrandece la superficie encogida de lo cotidiano.
  En la estación Las pequeñas espinas son pequeñas, libro ganador del XXIX Premio Jaén de Poesía, se promueve una exaltación vitalista en la que tiene cabida el optimismo. Aquella aseveración de Jorge Guillén de que “el mundo está bien hecho” adquiere en la palabra de Raquel Lanseros una personal formulación. El diálogo convivencial entre sujeto y entorno exige un asentimiento armónico, capaz de superar desajustes y erosiones. Con una estructura meditada, cada sección aborda un avance argumental distinto que arranca con una indagación sobre la identidad. Los poemas centrales hacen del tiempo el sustrato a explorar, mientras que el apartado tercero define una mayor presencia de lo colectivo. “Croquis de la utopía” es un mapa del compromiso con actitudes de solidaridad y entrega, dos miradas ante el espejo de un yo común que en la parte final se convierte en balance vivencial. La palabra no es sino un himno a la claridad.
   La antología Con & versos, una propuesta de poetas andaluces para el siglo XXI coordinada por Antonio Moreno Ayora, permite una mirada amplia a la carpeta de inéditos de la poeta jerezana. En los textos seleccionados crece una poesía comunicativa y emocional que hace del soliloquio compartido una manera de adentrase en las paradojas de lo existencial, en esa amalgama de cosas elementales y etéreas superficies por concretar, de intrahistoria y aceras transitadas en común. El poema “Sigue doliendo España” es un destello limpio de su implicación ética y social.  
   Matria  marca una continuidad que establece vínculos con las claves estudiadas hasta el momento. Consigna esclarecedores aspectos de una poesía ajena a devaneos experimentales, pero tenaz en la modulación de un tono singular que revitaliza sustratos argumentales y estrategias expresivas. Siempre consciente de la machadiana condición de palabra en el tiempo, el verbo escrito de Raquel Lanseros supone una cosecha feraz, que captura reflejos en el río claro de la tradición para reconocerse. También poesía abierta al optimismo y al estar conforme del yo junto a los otros, que hace de la palabra un abrazo, un íntimo diálogo compartido.


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