Opium Isabel Rezmo Editorial Nazarí Colección Daraxa Granada, 2019 |
VUELOS DE LUZ
En Isabel Rezmo (Úbeda, 1975) nunca decae una activa vocación
indagatoria. Impulsa la práctica de talleres literarios, la gestión
cultural, el afán colaborador en revistas y la mirada poética. Tantos enfoques
conforman un cuerpo unitario en el decurso existencial, donde se van secuenciando las sucesivas
entregas. La primera de las cuales, Paisajes
de una dama (2013), se reeditó de nuevo en 2019, año de amanecida del
poemario Opium. Es un conjunto de poemas
integrado en la colección Daraxa de Editorial Nazarí y dedicado a Inma J. Ferrero,
poeta, directora e impulsora de la revista digital Proverso.
El título del poemario recordará a algunos lectores una ficción ya
clásica del poeta y novelista Jesús Ferrero, quien publicó en 1985 un relato
de iniciación sobre los misterios del deseo y sobre las huellas sentimentales
que el contacto con el otro deja en nuestra piel. Sin embargo en las citas de
apertura solo se oye la voz de dos referentes culturales, Vicente Aleixandre y
Jean Cocteau, dos autores pasionales que casi nunca eluden la celebración del
cuerpo y sus convulsiones en el ánimo del yo.
Isabel Rezmo vuelca su discurrir reflexivo en poemas en prosa. Esa
estrategia expresiva crea un ritmo de serenidad y andar lento, de búsqueda
indagatoria en el pensamiento del vuelo de luz de lo vivido. Desde el ocaso, en esa acuarela suave que diluye el
discurrir del día, se van acumulando los indicios del pensamiento. El recuerdo
adquiere la fuerza del sedimento donde se asientan los pasos de la
incertidumbre; no hay camino trazado sino una senda oculta de tanteos que puede concluir en el abismo. La escritora también recurre al verso
libre para acometer las mutaciones del ánimo, esa sensación de inquieta
soledad, de habitar un tiempo de crisálidas.
En el avance del poemario queda patente la dimensión metafórica y la
inclinación del poema al velado enunciativo para que emerja un claro aporte
surrealista –aquí si se percibe el magisterio del Vicente Aleixandre de Pasión de la tierra y Espadas como labios. La imagen, los nexos lógicos o las relaciones semánticas
crean una expresión más hermética, como si el hilo argumental impulsara una
realidad distorsionada por el onirismo: “Morir. He muerto. / Casi a las dos
después de este cancionero. / Las pisadas mojan los parques / a la altura de mi
cadáver. / El trino diluido en los tejados a las ocho menguante”.
Isabel Rezmo nunca deja al sujeto poético a la intemperie; le hace
depositario de un sentir pleno que elude su condición perecedera y forzada a la
extinción para que cuaje en su existencia un erotismo sensorial que contagia el lenguaje. Queda patente en estos versos iniciales del poema XLVII: “Se mueve tu
piel / labio a labio, / espuma a espuma en el vientre. / Se mueve en dos
segundos certeros / de la boca a otra boca, / a otra ingle, / a otro tacto. / Se
mueve solo / al pie de una cintura / amotinando la muerte".
En cita de J. Cocteau, acogida en el libro, se clarifica la semántica de
opio como una revelación, como un impulso revolucionario, como una fuerza de
mutaciones y cambios. De esta manera el opio se hace símbolo también de la
propia escritura poética. Quien habita
el poema no deja certezas sino implosiones que estallan dentro y transforman la
identidad. Tras la creación va emergiendo el vacío, la sensación de soledad
extrema que se hace piel en el espíritu del yo. El tramo de cierre ya no busca
la potencia germinal del amor sino la brusca senda del pensamiento. Ese trayecto descubre la radical soledad del sujeto,
cuando la religión tradicional no propaga
sus dogmas. Sobrecoge la voz despojada de creencias y se alerta también
sobre la conciencia social al reivindicar un estar igualitario y
digno, lejos de esas sombras marginales que empuja la pobreza. Como en Miguel
Hernández, gime el dolor del hombre de carne y hueso y la conciencia de esa
soledad que va apagando en la memoria recuerdos y vivencias hasta convertirla
en un espacio en blanco.
Fiel a unos esquemas expresivos
singulares, Opium de Isabel Rezmo es
una escalada de interrogantes. Sus claves apuestas por un lenguaje que
entremezcla intensidad emotiva y un discurrir pautado por el ideario
surrealista. Los poemas ponen techo al amor como paisaje de gozo celebratorio. Pero también a un existir tortuoso que percibe un ahora convulso. El respirar diario acrecienta la impotencia del sujeto ante un paisaje moral ruinoso,
donde la palabra toma cuerpo para resistir. Al cabo, como escribiera J.
Cocteau, la poesía es una
actitud, una rosa inclinada, una ética.
José Luis Morante
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