viernes, 4 de diciembre de 2015

ÁNGEL GONZÁLEZ. ACOTACIONES

Ángel González (1925-2008)

ÁNGEL GONZÁLEZ. ACOTACIONES.

(a Luis Felipe Comendador,
que vivió conmigo tantas jornadas con Ángel) 
  

  Abundan los estudios críticos que consideran a la Generación del 50 como epicentro del panorama lírico contemporáneo. Esa promoción de límites abiertos incluye en su núcleo a Carlos Barral, Jaime Gil de Biedma, José Agustín Goytisolo, José Manuel Caballero Bonald, José Ángel Valente, Claudio Rodríguez y Ángel González. Son autores de obra sólida, voces matizadas, con un estilo singular y reconocible. Compañeros de vocación creativa, casi todos protagonizan la imagen generacional más recordada: el homenaje a Antonio Machado en Colliure el 22 de febrero de 1959, al cumplirse el vigésimo aniversario de su muerte. Aquel encuentro canaliza una andadura creativa conjunta, con amplias afinidades.  
   Ángel González nace en Oviedo, en 1925. En su niñez vive el acontecer hostil de la contienda de 1936 y más tarde los condicionantes biográficos de la posguerra, cuyo rigor alcanzará exacta precisión en su literatura. La entrega inicial, Áspero mundo, es un libro intuitivo; el protagonista verbal comparte circunstancias vitales que avanzan impulsadas por una sensibilidad emotiva. Ceñido a bordes concretos y finitos, el yo poético es el resultado de un proceso vital; esta gestación demorada lo sitúa en un ámbito de inquietud, un áspero mundo, hecho de desajustes y  pérdidas, pero también abierto a la esperanza, a los pasos que buscan el sol de la mañana. Esta epifanía poética está influida por dos lecturas tempranas, Segunda Antología, de Juan Ramón Jiménez, y Poesía española contemporánea, muestra seleccionada por Gerardo Diego que matiza temas y perfecciona el tratamiento formal. Sin embargo, hay composiciones que cogen el testigo de la poesía social – Blas de Otero, Gabriel Celaya, Eugenio de Nora, José Hierro…- y hacen suyas las preocupaciones del hombre de la calle, los laberintos de la existencia individual en una geografía histórica. Esa ética solidaria es una constante en Sin esperanza, con convencimiento; sus versos no ignoran los desajustes de la realidad. Ahora aparece un recurso muy utilizado por el autor, la ironía, cuyo aprendizaje se atribuye al libro de José Agustín Goytisolo Salmos al viento. El reiterado empleo de la ironía supera la idea de mero procedimiento expresivo, se convierte en parte de lo expresado: la realidad es contradictoria e irónica en sí misma. En Grado elemental el sustrato ideológico se define, de forma explícita, a través de un sujeto textual que expone preocupaciones e intereses en una época que exige una mirada crítica. Los poemas inciden en el cuestionamiento de las estructuras sociales a partir de una aproximación racionalista. Ese factor didáctico se muestra con un tono paródico, en el que abundan las alusiones intertextuales. Todavía en 1965, tras publicar Grado elemental, consigna: “Al margen de las discusiones y de la polémica, yo sigo teniendo fe en esa poesía crítica que sitúa al hombre en el contexto de los problemas de su tiempo y que representa una toma de posiciones respecto a estos problemas. Más que posible, esa poesía me parece inevitable”. También el intimismo se preserva y es semilla germinativa de las composiciones de Palabra sobre palabra. Como herramienta del yo, la palabra posibilita conocimiento y comprensión y delimita el entorno; pero esa función básica enaltece su semántica en el poema porque relaciona elementos y proporciona claves. El poeta empleará el título en 1968, en Seix-Barral, cuando aglutina en un solo volumen el corpus lírico editado. En él son palpables la continuidad y unidad interna de una poesía que restablece simetrías entre contenido y expresión
   Poco antes de su  asentamiento en Estados Unidos comienza una segunda etapa lírica en la que se intensifican, como señaló Emilio Alarcos Llorach, los rasgos irónicos, el aparente prosaísmo y una progresiva objetivación del yo que toma distancia y vela el testimonialismo biográfico. La entrega que marca este giro es Tratado de urbanismo, que amanece en 1967 y se reedita en El Bardo, la colección dirigida por José Batlló, en 1976. Esta segunda edición aporta un breve liminar firmado por Martin Vilumara, que resalta la continuidad de algunos recursos de escritura: el afán comunicativo, el enfoque irónico y la pupila escéptica ante una realidad contradictoria.
  Sólo siete poemas forman el libro Breves acotaciones para una biografía, libro editado en Las Palmas, en 1969. La mínima selección diversifica sus argumentos; se reflexiona sobre el hecho de escribir: “Escribir un poema se parece a un orgasmo: / mancha la tinta tanto como el semen, / empreña también más, en ocasiones “; y regresa lo vivencial, siempre con un toque irónico. Son rasgos que permanecen en Procedimientos narrativos, con una clara deriva hacia el juego conceptual. Se rechaza al poeta ensimismado en su interior para volcarse en un ámbito más general, hecho de imágenes hilarantes, en cuya expresión se preserva el sentido crítico.
 Las nuevas obras coinciden con su estancia en Nuevo México, donde desarrolla una intensa experiencia docente. Como es sabido, la eclosión del venecianismo, tras  la aparición  de la antología Nueve novísimos poetas españoles, promulga la relevancia del hecho estético frente a la actitud moral, vigente en los modelos del realismo social. Esta opción no afecta al posicionamiento lírico de Ángel González, quien publica en 1977 Muestra corregida y aumentada, de algunos procedimientos narrativos y de las actitudes sentimentales que habitualmente comportan. No pasa inadvertida la intencionalidad paródica del enunciado ni la presencia de textos confrontados con el ideario dominante. Como confirma “Oda a los nuevos bardos”, existe una expresa distancia crítica; no comparte el abandono de preocupaciones éticas ni el difuso compromiso con el marco contextual.
  En Prosemas o menos el desvanecimiento del presente y la temporalidad son los detonantes poéticos iniciales. Sobrevuela la certeza de que somos efímera materia que se va consumiendo en la renovada cadencia de los días. El libro aporta además un nuevo escenario, Albuquerque, ciudad donde el yo poemático es testigo del ciclo estacional. Forma el epílogo una muestra de textos en la que es común la referencia bíblica, una excusa cultural despojada de sentido religioso. Y el cierre vuelve los ojos a lo metaliterario, con generoso homenaje a los magisterios de Juan Ramón Jiménez, Jorge Guillén y Blas de Otero. 
 El último tramo de su escritura es el más elegíaco. Se define por una aguda conciencia del tiempo, cuyos efectos configuran una visión moral hecha desde la meditación serena. En él se integran Deixis en fantasma, Otoños y otras luces y el libro póstumo Nada grave.
  Los poemas de Otoño y otras luces componen una lúcida aceptación del destino; modulan un recorrido vital que desemboca en el curso bajo de la senectud; hay, por tanto, un tono crepuscular que preludia la despedida. En esa moratoria la evocación de presencias (hay una sentida glosa al compañero de generación Claudio Rodríguez) y lugares se convierte en palabra salvadora; los versos mantienen el resplandor, empeñados en oír los latidos naturales del pasado.
   Antes de la salida en Visor, se adelantan poemas de Nada grave en la revista Litoral que en 2002 dedica un monográfico al ovetense, coordinado por Susana Rivera. Nihilista y desesperanzado, Nada grave es un libro de cierre, editado en mayo de 2008, unos meses después del fallecimiento del poeta. Sus veintiocho composiciones comparten un idéntico enfoque: la muerte es una realidad omnisciente, ominosa, sombría; un túnel angosto que nos lleva a la nada. Atrás quedan recuerdos y cicatrices vitales y el estar fugaz de todo lo que amamos. Todos los textos reiteran la profunda crisis del protagonista textual. La arquitectura formal es severa, se extrema la precisión y se anulan otros recursos como la ironía, mientras que se usa con frecuencia la paradoja para dar el perfil del yo frente a sí mismo en la última hora.
  Cuando tomo la obra de Ángel González para la relectura no percibo una trayectoria cerrada sino una presencia activa que muestra afinidades con muchos poetas contemporáneos sobre los que el asturiano ejerce un magisterio continuo. Ángel González perdura. Sigue abierto un taller literario que deja en el tiempo sus procedimientos habituales: depuración expresiva, sentido del ritmo y cuidado formal, vocación autobiográfica e implicación directa en el diálogo con el lector. Sus poemas no son textos contingentes sino escritos vivios que recuperan la dimensión literaria de una voz que nunca duerme.      

     

8 comentarios:

  1. Sin duda, un hombre grande... Un poeta grande... Bello recuerdo, amigo

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    1. Una de las propiedades mágicas de la buena poesía es su atemporalidad, esa manera de estar al lado siempre con la voz de los afectos. Gracias por acercarte a estos puentes y por tu compañía. feliz jornada.

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  2. Un Totem para mí.
    Qué feliz fui escuchándolo y hablando con él una vez , quizás dos o tres años antes de marcharse, en "Poesía en el Palacio de Viana", aquí en Córdoba.
    Un abrazo por recordármelo.

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    1. Es un verdadero referente para muchos lectores, por su sentido de la ética y por su literatura. Su obra se fue gestando con lentitud sosegada, en medio de un tiempo convulso que provocó su exilio voluntario a Nuevo México. Pero el reflejo de su obra sigue ocupando los espejos de la mejor literatura. Feliz fin de semana, Tracy, es tiempo para el descanso.

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  3. Un grande, entre los grandes. Gracias por traerlo hasta aquí. Así se aprende de tus letras. Un abrazo

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  4. Un grande entre los grandes que siempre prodigó palabras necesarias y sentido ético. Un fuerte abrazo y seguimos cerquita en la amistad y en la poesía.

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  5. Si, José Luis, seguimos, aunque tarde algunos días en dejar mi pequeño comentario. La poesía que llevo entre manos me tiene atrapada me absorve los días. A veces, me pregunto cómo puedes mantener al día y con tanta actividad, estos puentes. Abrazos y buen fin de semana.

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    1. Yo tampoco lo sé, Carmela, he hecho de este blog una ocupación esencial en mis días; no sé si acierto o me quita tiempo para otras cosas... Me da igual, gracias al blog es un privilegio contactar con lectores como tú que siempre tienen un gesto de amistad y una invitación sobre la mesa de las palabras. Es mucho. merece la pena seguir... Gracias amiga.

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