Fin de fuga Trinidad Gan Visor, Madrid, 2008 |
FIN DE FUGA
En las últimas décadas, la ciudad de Granada ha sido un incansable
vivero de poetas y proyectos culturales. Con pautada renovación se suceden
grupos y promociones que, poco a poco, dibujan una línea continua que
yuxtapone itinerarios. Trinidad Gan (Granada, 1960) es un nombre
emergente; en 2007 obtuvo el Premio de poesía “Cáceres Patrimonio de la
Humanidad, circunstancia que propició la edición del poemario Fin de fuga sobre el que anotamos aquí
nuestras impresiones.
Estructurado en media docena de secciones, pero con una palpable unidad
de tono, la entrega de Trinidad Gan aborda, con la voz directa de un intimismo
coloquial, un viaje hacia los paisajes interiores del hablante lírico. No valen
estrategias, sin saber las causas se suceden las pérdidas. De ese proceder
elegíaco que fusiona reflexión y
vivencias se nutre una poesía donde lo contingente funciona como un verdadero
epicentro temático.
El devenir biográfico se abre camino en una temporalidad transitoria en
la que son signos habituales la soledad y el latido ausente de lo que fue
cercanía. Acontecimientos y cosas ya no son. Estar en el presente se antoja
como un terco aprendizaje en las aguas mansas de un mar urbano. Otra vez la
ciudad –habitual escenario de la poesía moderna, repleta de sujetos aislados y
solitarios- es el reflejo de los
laberintos vivenciales. Se van borrando signos del legado sentimental del yo
poético; en esta hoja de ruta incluso el amor se convierte en azaroso puerto
inalcanzable. Sólo permanece un tránsito rutinario que entrelaza decepciones y
olvidos, aleatorios pasos, perdidos en la sombra. La memoria resiste y recompone imprecisas
señales. Bajo la luz de la extrañeza el ser consume la ingrata tarea de seguir
a flote, con el dolor y la certeza de la podredumbre, con la esperanza de un
renacer tangible.
Entre los poemas de Fin de fuga habita un indeclinable afán de
preservar la identidad en los complejos devaneos de la existencia. Lo tenue
está en la misma esencia del sujeto; su naturaleza es hueco para el recuerdo,
vacío atemporal donde conviven el pasado y el ahora que consume horas
adormecidas
En el libro de Trinidad Gan habita
un registro meditativo. En él se interpreta la voluntad de un yo transitorio de
seguir camino, con el paso natural de lo diario, resignado a un existir sin
épica –el personaje común nunca es un héroe- donde logros como el amor son
reducidos a polvo y ceniza por la erosión del tiempo. Lo mismo sucede con muchos
sentimientos de ida y vuelta, apariciones furtivas que cumplen casi un ciclo
natural. En este fin de fuga nos quedan
las palabras del poema, las que recrean esas percepciones fugaces, ese
incansable tránsito de lo que huye.
José Luis, con una presentación así, ¿quién no siente interés por leer ese libro?.Eres un verdadero poeta del verso y de la prosa.Nunca he leído un comentario de una obra que, por sí mismo, tenga un interés literario.Tienes frases muy poéticas y te felicito.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias, Fanny, sé que el afecto te hace exagerar las palabras, lo que anima doblemente a seguir apostando por la poesía. Tantos años de lectura van moldeando la forma de mirar los poemas. Para mí el descubrimiento de nuevos nombres siempre es un motivo de alegría. El itinerario de Trinidad Gan está hecho de emoción y afán comunicativo; te gustará. Feliz y lluvioso domingo.
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