En buena compañía (Librería La Central, Reina Sofía, Madrid) Fotografía Javier Cabañero |
EN BUENA COMPANÍA
Vuelvo mirar el hueco del pasado. El sitio más valioso que tuvo mi habitación en la residencia de estudiantes de Santo Tomás fue una balda horizontal de madera de pino. Allí dormía firme mi escueta biblioteca juvenil: los primeros libros de poesía ( con la fecha anotada de cada lectura en las hojas de cortesía) y varias novelas de segunda mano, destinadas al intercambio veloz con otros estudiantes.
La lectura era entonces un asunto esencial y así ha seguido siendo durante cuatro décadas. Mis páginas y yo seguimos de la mano, en medio del invierno. Con ellas no existe el vacío ni crecen los muros de la soledad.
Leer como actividad, tarea, misión, destino........... que nos hace vivir.
ResponderEliminarUn abrazo amigo.
Así es ,Jesús, la lectura nos hace ser. Un fuerte abrazo de un lector cansado que ya busca el sosiego del sueño.
EliminarSiempre nos quedan los libros José Luis, aunque todo se desmorone a nuestro alrededor nadie nos robará las letras propias y ajenas.
ResponderEliminarHasta mañana y bstos.
Nos quedan los libros y los afectos, Loly; así nada se desmorona. Permanece, seguro, hospitalario, firme. Como tu amistad. Un fuerte abrazo.
EliminarLa lectura nuestro mejor aliado frente, como tu bien has dicho, a la soledad y al vacío que todo ser en algún momento siente. Una tabla de salvación. Un abrazo
ResponderEliminarCada uno tiene su peculiar experiencia del libro entre las manos. Para mí ha sido tan esencial que debo al trabajo lector casi todo lo que soy. En la biblioteca he pasado horas llenas de plenitud y allí sigo. Un fuerte abrazo.
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