lunes, 5 de noviembre de 2018

JUAN MANUEL URÍA. LA CIENCIA DE LO INÚTIL

La ciencia de lo inútil
Juan Manuel Uría
Trea, Aforismos
Gijón, Asturias, 2018

EN TORNO AL POEMA


   El decurso estético del aforismo contemporáneo está marcado por su indefinición genérica. El término contiene una semántica expandida. Acoge filosofía y poesía, ludismo verbal y pensamiento ético, concisión plena y fragmentos que podrían cobijarse en un texto mayor. Así que en ese estado de epifanía y espera van amaneciendo las nuevas entregas aforísticas con solidez ejemplar, como si la estrategía atravesara un momento creador irrepetible.
   Juan Manuel Uría (Rentería, 1976) reúne en su taller literario géneros como la poesía –que inicia en 2005 con el poemario Puerta de coral-, el aforismo, cuya primera entrega Dos por la mañana, amaneció en 2015, y publicaciones híbridas como Harria, que aglutina imágenes y textos. Por tanto, su quehacer se configura desde la diversidad.
   El título La ciencia de lo inútil parece de entrada un aserto afín al destello reflexivo de Jean Cocteau: “Yo sé que la poesía es imprescindible, pero no sé para qué”. Integra fragmentos que conforman la primera entrega de una trilogía, un conjunto denominado Poética que tiene como pulsión indagatoria la exploración conceptual del fenómeno poético.
   La poesía ha prodigado aproximaciones que han adquirido en el tiempo un carácter canónico. Pero su esencia interna guarda el frescor de lo intacto. Por tanto, permite el tacto renovado de otras sensibilidades estéticas, que darían pie a indagar en otras cartografías conceptuales. La ciencia de lo inútil muestra un panorama heterogéneo. Sus fragmentos adquieren la imagen de una superficie líquida en reposo en la que van emergiendo círculos concéntricos que propagan su vibración hasta alcanzar de nuevo la quietud. En su despliegue cabe la reflexión filosófica intuitiva: “Escribir para saber qué es la poesía. Aproximarse lo más posible como una mano se acerca al fuego, como un niño que aprende a hablar”. No se trata de marcar límites exactos sino de avanzar, de promover tanteos que sometan la voluntad pensativa a un desvelado aprendizaje conjetural.
   José Manuel Uría no olvida el paso natural del aforismo, ese gesto escueto y despojado de cualquier digresión en el que se marca el destello: ”El poema, si es verdadero, ha de ser de todos, como el pan”; “Crear puentes a través del lenguaje poético. Unir”; “El poema en los ojos de quien sabe mirar”; “El poema acompasa el tiempo y ahueca el espacio para que entres en él”; “No entiendo nada. Y nace en mí una flor. Y no me lo explico”
   El poeta no es ajeno al contexto histórico que marca la contingencia biográfica. Así se ha comentado con frecuencia en sustratos reflexivos como poesía y compromiso, el papel ético del poema, o la superación del arte por el arte para entender la escritura como posicionamiento y tendencia ideológica. Es otro campo de estudio de La ciencia de lo inútil que deja entre los dedos aforismos repletos de densidad: “El poema es conciencia hecha palabra”; “El poema no tiene más utilidad que ser poema. Hacer sentir el pensamiento, la semilla del latir, la conciencia de la verdad que se dice a sí misma”.
   En la cobertura argumental, lo metaliterario protagoniza otra preocupación reiterada. Sobre la ciencia del lenguaje Wittgenstein  dictaminó un principio básico: los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo. Juan Manuel Uría comparte esa situación enunciativa para sondear los estratos de un ámbito que nombra el mundo y lo perfila; que objetiva el pensamiento y convierte la palabra en un método para el conocimiento de la realidad. Por tanto, “El lenguaje poético  no precisa de una estructura; sólo de un espacio y de una fuerza gravitatoria galvanizada por un sueño. Por un espejo. Por el poeta que habla”; “salvarse a través de la palabra. Entrar en ella y sentirse uno con el lenguaje”; “El lenguaje extiende la realidad sobre una mesa de disección”. También se clarifica la función del yo biográfico: “Tarea del poeta en cada nueva generación: buscar el mejor nombre de las cosas. Reescribir la realidad. Recrear el mundo”.
   En los pasos de La ciencia de lo inútil  no hay un guión que marque una línea  continua. La ruta es invisible y se va haciendo al paso, con esa lógica que marca el aleatorio discurrir del pensamiento activo. Se abren ventanas al esqueje lírico: “La poesía es el lirismo de un corazón que da forma al pensamiento; ciencia del pensar que comprende muy bien el sentido profundo del amor”, la introspección existencial, impulsada por esa “necesidad de abrir una ventana y decir el mundo. decirse. Necesidad de explicar el mundo para uno mismo, buscar el encaje de las cosas, pensarse en un sitio mejor”; por citar algunos de los planos que conforman el espacio textual. La palabra perdura en su afán, abre estelas en el agua, se hace vida y lenguaje. Es sencillo: se trata de esperar esa brisa que permite el vuelo y abre paso al silencio.



4 comentarios:

  1. La verdad es que en tus palabras sobre este libro hay muchas sugerencias. Habrá que estar al tanto. Gracias poeta, abrazos!!

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    1. Querido Luis, nada más lejos de mi intención que agobiarte con mis sugerencias; como sabes, exploro el territorio del aforismo contemporáneo con fuerte intensidad para una edición crítica muy avanzada. Y por eso, adentrarse en las páginas de LA CIENCIA DE LO INÚTIL resulta apasionante. Un fuerte abrazo.

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    2. Todo lo contrario al agobio, amigo José Luis, información necesaria que no solo acepto, sino que agradezco en sumo grado. Los caminos de los aforismos son ciertamente apasionantes por su carácter de cruce. Abrazos!

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    3. es el género que más ha crecido estos años, su estrategia de laconismo y brevedad se ajusta bien a la prisa de nuestro tiempo querido poeta. un fuerte abrazo.

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