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PROSAÍSMOS Y PLUMAS
Que las palabras no se desgasten
JUDITH HERZBERG
La disonancia verbal en el desempeño de la función pública es multicéfala; afecta por igual a la presidenta de la comunidad autónoma, a la vicealcaldesa valenciana, al parlamentario batasuno reconvertido en hombre de estado o a cualquier ministro que disimula las deudas contraídas por la aprobación de los presupuestos con los partidos de la ruptura. Naturalmente su extensión es limitada y localista y deja exentos a otros políticos admirables que hacen de su labor una propuesta de futuro, una vacuna eficaz.
Esa mutación desasosegante que
transforma al buen sujeto en un resentido.
La orientación existencial se
tiene o no se tiene. Quien la tiene tantea y despliega su ánimo sereno en cada ruta, aunque no lleva el logro en la cabeza. Quien no tiene norte es una rémora que camina detrás mientras murmura: “creo que vamos en
dirección contraria”. Cuando el destino aparece, el sentido de la orientación existencial dormita, como si fuese consciente de que nadie advierte mérito alguno.
En los árboles desnudos del jardín, se posan inquietos algunos cuervos. Recordé de inmediato esos proyectos literarios que no alcanzaron vuelo, que dejaron sobre la mesa un puñado de plumas dispersas.
Nunca he concebido la crítica
como un sistema valorativo que recomienda la recuperación en septiembre por
mala nota. Una opinión personal es algo distinto, y sí puede incluir
asentimientos, felicitaciones o reparos, recordando con prevención que la
mediocridad nunca se reconoce a sí misma y que los reparos serán tomados como
dolorosas ofensas personales.
Qué itinerarios tétricos los
de quienes no esperan nada de nuestra amistad. Mi hartura aspira a que su marea se desvanezca pronto. Ya.
(Balances contables)
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