Conciencia y memoria. La poesía de Antonio Jiménez Millán José Jurado Morales (ed.) Visor Libros Biblioteca Filológica Hispana Madrid, 2020 |
POETA DE FONDO
La madurez vital y poética de Antonio Jiménez Millán (Granada, 1954)
aloja una sólida arquitectura interior, un cuerpo expresivo forjado en un intervalo
temporal de casi cinco décadas. Del análisis de ese bagaje lírico se ocupa el
volumen Conciencia y memoria. La poesía
de Antonio Jiménez Millán, compendio de sondeos críticos coordinado por el
profesor universitario y editor José Jurado Morales. A él le corresponde
contextualizar la raíz lírica, al hilo de los poetas profesores que alcanzaron
su apogeo en la Edad de Plata, integrados en las etiquetas corales del 98 y del
Grupo del 27, pero que han tenido en el devenir fuerte continuidad hasta el
presente digital.
El aporte de José Jurado Morales se ubica como umbral. Propicia un análisis minucioso de la travesía biográfica y el abordaje de la labor investigadora, diseminada en reseñas, catálogos, monográficos y antologías. Concluye con el muestrario completo de la obra, desde aquellos poemas tempranos del tardofranquismo, hasta los meandros más recientes, Biología, Historia (2018) y Línea de sombras (Poemas en prosa 1981-2019). Aporta además una síntesis orientadora de los textos integrados.
Sirve de apertura la sección “Palabra de poeta” donde el escritor se postula como atento crítico con dos bifurcaciones: un autosondeo de claves estéticas, recogido en “Memoria y ficción: Una poética” y una conversación con quien esto suscribe, publicada en la revista Prima Littera. En ambas acotaciones afloran las coordenadas esenciales del trayecto: tendencia a construir una poesía urbana, impulsora de una sensibilidad que aglutina experiencia personal y modos de vida de la modernidad; búsqueda de una identidad poética cercana y comunicativa; confluencia de una concreción espacial y temporal en la escritura y fuerte sentido crítico en la toma de conciencia de la realidad y en las perspectiva del presente. Con nítida vigencia, perduran las observaciones del poeta en la entrevista “Juego de espejos”: “La imposición de un pensamiento único y de un orden que sólo se justifica a partir de intereses económicos convierte la escritura en una forma de defender la libertad individual, de rescatar, en cierta medida, el lenguaje y de establecer distancias con la ola de basura mediática que nos llega todos los días”. La mirada y la memoria son infieles. Exigen una reconstrucción escritural que capte la complejidad del legado vivencial y las meditaciones que propicia. Los sentimientos van cambiando a través de la historia y es preciso encontrar el lenguaje que defina tales mutaciones.
La sección “Miradas al conjunto” está concebida como un lugar de encuentro. Las inflexiones sondean, casi siempre desde la proximidad afectiva, itinerarios plurales. Juan José Téllez diserta en torno a la generación del mayo francés y la confluencia entre el existencialismo, la teoría marxista, la sociología del movimiento beat y la cultura pop, tan presentes en la utilería expresiva de los novísimos. Recorre con pasos pautados el periplo biográfico en Granada, su activismo cultural y las relaciones con piedras angulares como Rafael Alberti, Jaime Gil de Biedma y coetáneos con los que compartió proyectos literarios y párrafos anecdóticos. Con clara perspectiva literaria, Francisco Díaz de Castro explora el aserto global, percibido como cuerpo unitario y coherente y centra su análisis en Biología, Historia, obra de madurez que aglutina memoria y reflexión moral. Pero también aborda la secuencia textual de Línea de sombras y los poemas en prosa que conceden una mayor amplitud narrativa.
La reflexión de Almudena del Olmo gira en torno a la naturaleza dialéctica de la ontología del sujeto poético y al sustrato de proyecciones identitarias, siempre en proceso de reconstrucción introspectiva. Esa conciencia del yo vuelto hacia sí mismo es una constante que va forjando máscaras. En el poema hay una clara conciencia de temporalidad y una percepción de extrañamiento que hace de lo mudable la única certeza.
El prólogo que Luis García Montero escribió para el balance Ciudades. Antología 1980-2015 (Renacimiento, 2016) se recupera por su profundidad de campo. Ambos escritores han compartido décadas de poesía y amistad y el conocimiento directo permite un despliegue de complicidad, más allá de la justificación coyuntural. Sirva de síntesis esta nítida certeza: “La poética de Antonio Jiménez Millán define su mirada al entender su vida lírica como el acto de verse vivir y de meditar sobre la vida. La escritura encuentra en esa apuesta su fuerza y su coraje”.
La sección concluye con una recensión de Manuel Rico centrada en el epitelio histórico y en el análisis de la antología Ciudades, antes de internarse en el registro concreto de entregas que propone el apartado “El poeta libro a libro”. Es Álvaro Salvador quien abre el tramo recordando la irrupción de Antonio Jiménez Millán entre la floración novísima, desde un fuerte sentir ideológico confrontado con la asepsia culturalista. Por su parte, Andrés Soria Olmedo aborda La mirada infiel (1987), balance de la primera década de labor lírica, recordando el esencial magisterio del profesor Juan Carlos Rodríguez. El ejercicio crítico de Olga Rendón Infante focaliza Ventanas sobre el bosque (1987), epígrafe que alude al mirar introspectivo sobre los ámbitos de proximidad que conforman los laberintos interiores. Blas Sánchez Dueñas también elige Ventanas sobre el bosque como espacio indagatorio para resaltar su heterogeneidad compositiva y el tratamiento de la sentimentalidad como manifestación de una subjetividad escindida. Muy atinado resulta el rescate de un texto magisterial del profesor Juan Carlos Rodríguez en torno a Casa invadida, pletórico en su despliegue cultural. Sobre un poema de este libro “Night Shadow (Edgar Hopper)” se ubica el punto de fuga crítico de Luis Bagué Quílez, mientras que Felipe Benítez Reyes y Ambra Cimardi delimitan las lindes expresivas de Inventario del desorden (2003). De ese libro, José Jurado Morales desgaja el poema epilogal “Dominio de la herrumbre”, tributo a la memoria del padre, para anotar sus pulsaciones anímicas y reflexivas y explorar su dimensión simbólica. El poemario Clandestinidad impulsa los ejes discursivos de Francisco Javier Díez de Revenga, Fernando Candón Ríos y María Payeras Grau; la salida propicia el análisis conceptual del intermedio histórico que nutre el avance argumental y los estados de melancolía y desazón del protagonista lírico.
Completan el estudio los trabajos de Josefa Álvarez Valadés, Antonio Lafarque, Marina Bianchi y Luis Melero Mascareñas. Diseccionan la reflexión en torno a la experiencia urbana que trasciende el marco escénico, el fluir temporal y “la deriva a sepia de las fotografías”; las redes intertextuales de Biología, Historia, y el ideario estético que aglutina memoria y ficción como producto de un tiempo histórico, junto al análisis de Línea de sombras (Poemas en prosa 1981-2019).
El recuento Conciencia y memoria. La poesía de Antonio Jiménez Millán es un calado intenso sobre la estela lírica del poeta de Granada y su clara conciencia metafísica. Explora un discurso verbal donde se dan la mano la meditación de la experiencia y el continuo trasiego del ser social en un entorno cambiante. Las secuencias indagatorias se yuxtaponen y complementan para perfilar el tránsito de una voz esencial. Antonio Jiménez Millán hace de la poesía una forma de resistencia; guarda entre las palabras epifanías y amanecidas; busca asideros fuertes a la conciencia de ser entre las quebradas aristas de los días.
El aporte de José Jurado Morales se ubica como umbral. Propicia un análisis minucioso de la travesía biográfica y el abordaje de la labor investigadora, diseminada en reseñas, catálogos, monográficos y antologías. Concluye con el muestrario completo de la obra, desde aquellos poemas tempranos del tardofranquismo, hasta los meandros más recientes, Biología, Historia (2018) y Línea de sombras (Poemas en prosa 1981-2019). Aporta además una síntesis orientadora de los textos integrados.
Sirve de apertura la sección “Palabra de poeta” donde el escritor se postula como atento crítico con dos bifurcaciones: un autosondeo de claves estéticas, recogido en “Memoria y ficción: Una poética” y una conversación con quien esto suscribe, publicada en la revista Prima Littera. En ambas acotaciones afloran las coordenadas esenciales del trayecto: tendencia a construir una poesía urbana, impulsora de una sensibilidad que aglutina experiencia personal y modos de vida de la modernidad; búsqueda de una identidad poética cercana y comunicativa; confluencia de una concreción espacial y temporal en la escritura y fuerte sentido crítico en la toma de conciencia de la realidad y en las perspectiva del presente. Con nítida vigencia, perduran las observaciones del poeta en la entrevista “Juego de espejos”: “La imposición de un pensamiento único y de un orden que sólo se justifica a partir de intereses económicos convierte la escritura en una forma de defender la libertad individual, de rescatar, en cierta medida, el lenguaje y de establecer distancias con la ola de basura mediática que nos llega todos los días”. La mirada y la memoria son infieles. Exigen una reconstrucción escritural que capte la complejidad del legado vivencial y las meditaciones que propicia. Los sentimientos van cambiando a través de la historia y es preciso encontrar el lenguaje que defina tales mutaciones.
La sección “Miradas al conjunto” está concebida como un lugar de encuentro. Las inflexiones sondean, casi siempre desde la proximidad afectiva, itinerarios plurales. Juan José Téllez diserta en torno a la generación del mayo francés y la confluencia entre el existencialismo, la teoría marxista, la sociología del movimiento beat y la cultura pop, tan presentes en la utilería expresiva de los novísimos. Recorre con pasos pautados el periplo biográfico en Granada, su activismo cultural y las relaciones con piedras angulares como Rafael Alberti, Jaime Gil de Biedma y coetáneos con los que compartió proyectos literarios y párrafos anecdóticos. Con clara perspectiva literaria, Francisco Díaz de Castro explora el aserto global, percibido como cuerpo unitario y coherente y centra su análisis en Biología, Historia, obra de madurez que aglutina memoria y reflexión moral. Pero también aborda la secuencia textual de Línea de sombras y los poemas en prosa que conceden una mayor amplitud narrativa.
La reflexión de Almudena del Olmo gira en torno a la naturaleza dialéctica de la ontología del sujeto poético y al sustrato de proyecciones identitarias, siempre en proceso de reconstrucción introspectiva. Esa conciencia del yo vuelto hacia sí mismo es una constante que va forjando máscaras. En el poema hay una clara conciencia de temporalidad y una percepción de extrañamiento que hace de lo mudable la única certeza.
El prólogo que Luis García Montero escribió para el balance Ciudades. Antología 1980-2015 (Renacimiento, 2016) se recupera por su profundidad de campo. Ambos escritores han compartido décadas de poesía y amistad y el conocimiento directo permite un despliegue de complicidad, más allá de la justificación coyuntural. Sirva de síntesis esta nítida certeza: “La poética de Antonio Jiménez Millán define su mirada al entender su vida lírica como el acto de verse vivir y de meditar sobre la vida. La escritura encuentra en esa apuesta su fuerza y su coraje”.
La sección concluye con una recensión de Manuel Rico centrada en el epitelio histórico y en el análisis de la antología Ciudades, antes de internarse en el registro concreto de entregas que propone el apartado “El poeta libro a libro”. Es Álvaro Salvador quien abre el tramo recordando la irrupción de Antonio Jiménez Millán entre la floración novísima, desde un fuerte sentir ideológico confrontado con la asepsia culturalista. Por su parte, Andrés Soria Olmedo aborda La mirada infiel (1987), balance de la primera década de labor lírica, recordando el esencial magisterio del profesor Juan Carlos Rodríguez. El ejercicio crítico de Olga Rendón Infante focaliza Ventanas sobre el bosque (1987), epígrafe que alude al mirar introspectivo sobre los ámbitos de proximidad que conforman los laberintos interiores. Blas Sánchez Dueñas también elige Ventanas sobre el bosque como espacio indagatorio para resaltar su heterogeneidad compositiva y el tratamiento de la sentimentalidad como manifestación de una subjetividad escindida. Muy atinado resulta el rescate de un texto magisterial del profesor Juan Carlos Rodríguez en torno a Casa invadida, pletórico en su despliegue cultural. Sobre un poema de este libro “Night Shadow (Edgar Hopper)” se ubica el punto de fuga crítico de Luis Bagué Quílez, mientras que Felipe Benítez Reyes y Ambra Cimardi delimitan las lindes expresivas de Inventario del desorden (2003). De ese libro, José Jurado Morales desgaja el poema epilogal “Dominio de la herrumbre”, tributo a la memoria del padre, para anotar sus pulsaciones anímicas y reflexivas y explorar su dimensión simbólica. El poemario Clandestinidad impulsa los ejes discursivos de Francisco Javier Díez de Revenga, Fernando Candón Ríos y María Payeras Grau; la salida propicia el análisis conceptual del intermedio histórico que nutre el avance argumental y los estados de melancolía y desazón del protagonista lírico.
Completan el estudio los trabajos de Josefa Álvarez Valadés, Antonio Lafarque, Marina Bianchi y Luis Melero Mascareñas. Diseccionan la reflexión en torno a la experiencia urbana que trasciende el marco escénico, el fluir temporal y “la deriva a sepia de las fotografías”; las redes intertextuales de Biología, Historia, y el ideario estético que aglutina memoria y ficción como producto de un tiempo histórico, junto al análisis de Línea de sombras (Poemas en prosa 1981-2019).
El recuento Conciencia y memoria. La poesía de Antonio Jiménez Millán es un calado intenso sobre la estela lírica del poeta de Granada y su clara conciencia metafísica. Explora un discurso verbal donde se dan la mano la meditación de la experiencia y el continuo trasiego del ser social en un entorno cambiante. Las secuencias indagatorias se yuxtaponen y complementan para perfilar el tránsito de una voz esencial. Antonio Jiménez Millán hace de la poesía una forma de resistencia; guarda entre las palabras epifanías y amanecidas; busca asideros fuertes a la conciencia de ser entre las quebradas aristas de los días.
JOSÉ LUIS MORANTE
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