lunes, 12 de diciembre de 2022

CHARCOS

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CHARCOS
 
   Mientras camina, despacio, bajo el paraguas recordó que de niña buscaba charcos para saltar sobre su transparencia. En su cara se dibujó una sonrisa. Siguió caminando y vislumbró un círculo de agua en medio de la calle. No dudó. Plegó el paraguas, lo dejó dormir unos minutos sobre la acera y ensayó un primer salto, y otro y otro, antes de que le faltara el aliento… Entre las punzadas de humedad se sintió renacida.
   Recogió el paraguas y ya no lo abrió. En la tarea del regreso, pensaba cómo justificaría ante el personal del geriátrico sus zapatos mojados. Daba igual si no hallaba una excusa. De niña, también creía en el final feliz.  

(De Cuentos diminutos)




2 comentarios:

  1. Charcos, paraguas y botas katiuskas eran un bien a conseguir en la infancia. Yo recuerdo esas botas que siempre las podíamos y nunca llegaban, hasta que la abuela fue a Barcelona y las trajo, rojas. Un regalo imposible de olvidar.

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    1. Esas botas permanecen siempre en las estanterías de la gratitud, querida amiga, como distancia exacta de los sueños cumplidos; qué grato siempre percibir tu sensibilidad lectora, tu cercanía, tu abrazo. Feliz tarde, con paraguas abiertos.

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