sábado, 9 de febrero de 2019

FRANCISCO CARO. ESTE NUEVE DE ENERO

Este nueve de enero
Antología poética
Francisco Caro
Selección de poemas de
Davina Pazos, Francisco García Marquina, José Luis Morales,
Manuel Cortijo Rodríguez, Pedro Antonio González Moreno y Rafael Soler
Lastura Editorial, Colección Alcalima
Ocaña, Castilla-la Mancha, 2019


ANDAMIOS DEL YO


   En los estudios panorámicos sobre la lírica contemporánea, cada etapa generacional –cumpla o no con las condiciones de grupo que definieran las teorías de Ortega y Petersen- se hace cartografía habitable a través de las voces más definitorias. Su inercia suele copar los análisis del colectivo. Este método de trabajo deja al margen a los que se incorporan tarde al fluir de la escritura, cuyo ajuste cronológico plantea un problema. Los casos son frecuentes y llenan los márgenes de poetas-isla, de autores sin contexto grupal. Así sucedió, por ejemplo, con Antonio Gamoneda, Gloria Fuertes o Francisca Aguirre, que recibió hace unos meses el Premio Nacional de las Letras por la singularidad de su propuesta versal. Algo similar sucede con Francisco Caro (Piedrabuena, 1947), quien fecha la amanecida de su escritura en 2006 con la entrega Salvo de ti. Con ella avanza por una década de insólita fertilidad creadora cuya última salida  es El oficio del hombre que respira (2017), reconocida con el Premio Nacional de Poesía “Antonio González de Lama”.
   La compilación Este nueve de enero acoge los poemas más conocidos, a juicio de sus compiladores, Davina Pazos, Francisco García Marquina, José Luis Morales, Manuel Cortijo Rodríguez, Pedro Antonio González Moreno y Rafael Soler. El recuento nace de forma especial y merece la pena recordarlo: es una antología creada a espaldas del poeta, como homenaje amical para celebrar el cumpleaños maduro. Quien tuviese la suerte de asistir al evento, en el Café Comercial de Madrid, percibiría, como quien esto escribe, la calidez de la efemérides y la interminable relación de amigos que pusieron voz declamatoria al homenaje.
  Las resonancias del afecto prosiguen en las composiciones. Francisco Caro es un poeta de piel; por tanto, en su escritura tienden a confluir los trazos biográficos y las reflexiones del sujeto poético. El poema aglutina atmósfera sentimental y los pasos marcados de la experiencia, “ahora que atraviesa / la edad en donde el pulso / de la sien es más fértil / para la libertad, / para la pausa…”. Así se define en las coordenadas argumentales. Comparten un ideario estético que busca magisterios en la generación del 50. Ya se aprecia en las composiciones más tempranas, en las que sobresale como núcleo de exploración la segunda persona. Al modo de los cancioneros tradicionales, quien canta el dardo amoroso hace suya una visión del mundo, un estado de ánimo en el que el otro es lugar de acogida, encuentro y llegada: “tu voz, conmigo, sé / que el silencio del mar es plenitud”.
   Con frecuencia, el pasado es el discurrir natural del poema. Frente al ahora, siempre condicionado por su estela de contingencia y fugacidad, el ayer se percibe como un espacio cuajado de vivencias aurorales. En él perduran las sensaciones existenciales que definen la infancia como un tapiz sin brumas; un manantial de vida que deja en las palabras frescor y transparencia. Evocarlo no exime de trazar una estela de leve melancolía, que ensombrece las palabras inútiles: “El poema es quemarse –ha dicho- si no puedo / con la voz ordenar / el mundo alrededor / de un fuego incierto”.
  La presencia cálida del intimismo avanza en el cauce del tiempo hacia un verso más indagatorio, marcado por los contraluces del discurrir vital. Cada amanecida es paradójica. Construye su arquitectura de sensaciones sobre los cimientos de la contradicción. Quien vive yuxtapone búsquedas y sondeos, el veneno preciso de la decepción, la verdad sospechada de lo transitorio, la suma de derrotas guardada en los rincones menos visibles: “hoy he vuelto a escuchar / su zumbido y ya sé que son aquellas / que todo muere sé, que todo permanece, / que soy el mismo miedo, que acaso soy el mismo”.
  Al cauce central del temporalismo se adhieren otros sustratos temáticos, entre los que se vislumbra el afán metaliterario, si cabe, con un deje irónico, que resalta en la entrega Cuaderno de Bocaccio, aparecida en 2010, el mismo año de Paisaje (en tercera persona). Se divaga sobre los aspectos formales, la brevedad, el sentido comunicativo y dialogal de las palabras y esa noción conceptual de la escritura como proyecto inacabado. El verso es conjetura que resguarda la luz debajo de la dermis del sentido, sin tener que recurrir a aderezos retóricos ni trucos de magia.
  Defiendo que los versos figurativos amplifican el realismo desde la sugerencia. El sujeto verbal no emplea un realismo enunciativo, busca para la arquitectura del yo protagonista andamios nuevos y anula marcas gastadas de etiquetas tópicas. Estamos ante una selección que hace de la existencia un largo recorrido introspectivo, donde la identidad va poblando el espejo con los trazos desvaídos de un yo cambiante, mientras el tránsito diario dispersa las hojas desprendidas de los sueños, esos vulnerables elementos de la condición de ser. Este nuevo de enero afianza con brillantez la idea de que cada poeta, llegue cuando llegue a las aceras de la literatura, construye el lugar propio, un espacio singular, que confía en sus variaciones y reincidencias. Con  voluntad de amanecida, el verso se hace mediodía y rasga el aire. Proclama el afán del tacto en la espesura; se hace punzón: “Escribir / arañar el vacío”.



8 comentarios:

  1. Así es amigo, si la poesía es palabra en el tiempo que dijera el poeta, qué importa cuál sea ese tiempo, sus aceras o su cauce? Lo esencial es lo que funda la palabra y el conocimiento que nos deja
    Abrazos!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Abrazos querido Luis, y en efecto qué sabia la definición conceptual de Antonio Machado, que también hiceran suya algunos poetas de la generación del 50. En ella encuentra Francisco Caro su venero natural, su cauce limpio. Un fuerte abrazo y como ves Lastura sigue sumando buenos libros; muy pronto el tuyo. Fuerte abrazo.

      Eliminar
  2. Muchas gracias por tu generosidad, José Luis. Un fuerte abrazo desde esta casa soleada que también es tuya. <3

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Qué alegría sentir que estos puentes de papel se hacen también comunes para seguir uniendo amistad y escritura, poesía y existencia. Así que solo queda celebrarlo como se merece, con un abrazo fuerte, con libros y palabras necesarias. Feliz jornada.

      Eliminar
  3. Feliz día a quien tan bien sabe hacer camino la palabra. Mi gratitud por esta lectura incitadora de lecturas. Y mi abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Querido Francisco, no es difícil percibir la grata estancia en tus poemas, esa sensación de caminar por un puente de vivencias comunes, de palabras en vuelo, de amistad. Muy agradecido por "Este nueve de enero" que hace de tu poesía un paisaje abierto. Feliz jornada.

      Eliminar
  4. Enhorabuena, José Luís, por esa nueva luz sobre la poesía de nuestro querido Paco, cuyo camino intuyo va a tener aún estaciones muy felices. Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Un fuerte abrazo y bienvenido a estos puentes de papel; sí, tienes razón, una antología como "Este nueve de enero" es un libro muy útil, porque es senda y balance de un itinerario en el tiempo. Y gracias también por tus palabras sobre mi lectura, coincido con Francisco Caro en ese ideario estético que nace en lo diáfano. Un abrazo de nuevo.

      Eliminar

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.