A punto de ver José Luis Morante Prólogo de Susana Benet Editorial Polibea / El Levitador Madrid, 2019 |
DESDE EL HAIKU
La parquedad expresiva del
haiku encontró sitio en mis cuadernos Pateras
(Santander, 2006), editado por Ultramar, con ilustración de cubierta de
Emilio González Sainz, y en Nubes (Málaga, 2013), integrado en la colección Corona del Sur del
editor Francisco Peralto. Ambos quedan como anticipos del libro A punto de ver (Polibea, 2019) donde vuelvo a utilizar de forma monocorde el esquema versal en cien textos escritos entre 2015 y los primeros meses de 2019; son fruto, por
tanto de casi un lustro de escritura.
En el misterio del haiku anida la idea de la
existencia como viaje y camino iniciático. Una manera de palpar la esencia de
ese deambular es preservar imágenes de los trayectos. En ellas cristaliza una visión fugaz que, sin
embargo, permanece en el tiempo como indicio depurado de la contingencia.
Ese es el carácter que tienen las fotografías de Javier Cabañero Valencia y por
eso me acompañan en A punto de ver. La foto de cubierta está hecha en el laberinto de Toris
rojos en el templo de Fushimi Inari, en Kyoto. Es del verano del 2014. Su color
y armonía sugieren la eternidad momentánea de la contemplación; pero también la
posibilidad de adentrarse en la distancia. también las imágenes de las guardas tienen su historia particular. La foto en la que una mujer e
de espaldas, está hecha en junio de 2016 en una playa australiana. Concretamente en Cape Tribulation, en el Estado de Queensland al
noreste del continente. Cape
Tribulation debe su nombre al navegante británico James Cook, el 10
de junio de 1770, después de que su barco se dirigiera a los
arrecifes. Cook
se alejó de la costa hacia aguas más profundas, pero el barco
encalló. La nave se atascó rápido y
gravemente dañada, y se necesitaron medidas desesperadas para evitar que se
hundiera y que volviera a flote al día siguiente. Cook grabó "... el punto
norte fue nombrado Cape Tribulation porque aquí comenzaron todos nuestros problemas". La fotografía de la guarda de cierre está hecha en el muelle de
Sopot, cerca de la ciudad polaca de Gdansk, a orillas del mar Báltico. Fue
hecha en agosto del 2017.
El trabajo personal está precedido por un liminar de la poeta y antóloga
Susana Benet, uno de las voces más representivas del haiku español
contemporáneo, como refleja su libro La
enredadera, edición de sus haikus publicada por la editorial
sevillana Renacimiento en 2015. Estas páginas introductorias muestran un
enfoque diferenciado. Susana Benet describe con emotiva objetividad los matices
del haiku clásico: en la creación literaria japonesa la agudeza expresiva de
los tres versos tiene en su esencia un carácter estacional, depurado, próximo a
la intuición en su contacto con lo real. No le interesan las circunstancias concretas
del ser biográfico. Su percepción opta por la imaginación incontaminada donde
los ciclos estacionales son estampas que permanecen en la conciencia.
El núcleo mínimo del haiku adquiere en los poemas de A punto de ver un encuadre más subjetivo
y conceptual. Adquiere así una textura profundamente humana, que muestra un
momento de iluminación del pensamiento. Aún entendiendo que la experiencia
germinal del haiku está en lo concreto, las palabras del haiku crean y recrean
la voz de la conciencia que descarga en el esquema versal su ánimo, los
contraluces de su realidad interior. Busco coordenadas de simetría; se trata de ser
subjetivo sin dejar de ser objetivo.
Prestigiada por la tradición, la ventana formal compone un marco de
diecisiete sílabas con la distancia justa del 5,7,5 que he respetado al máximo;
pero he añadido al trébol verbal un título, como si así la secuencia adquiriese
un cerrado desarrollo argumental. Busco en los títulos más el indicio que el
enunciado explícito.
El sentido constructivo del haiku responde a un pensamiento poético, a
través del cual el texto adquiere un refuerzo progresivo de su significado. Es
afán se percibe en las anotaciones aforísticas integradas como coda del
volumen. La convivencia textual mantiene una fuerza cohesiva entre el haiku y
el aforismo como esquejes complementarios del decir breve.
Concluyo con la esperanza de que la parquedad expresiva no cierre el
taller literario y muestre su frescura mental ante el lector. Como intuyera la
pupila estética de Juan Ramón Jiménez: “No le toques ya más / que así es el
haiku”.
Dos libros me hicieron descubir muy pronto los valores estéticos del haiku: el ensayo de Fernando Rodríguez Izquierdo "El haiku japones" (Guadarrama, 1972) y "Las peras del olmo" de Octavio Paz (Seix-Barral). Ambos alejaron de mí el sentimiento de extrañeza de la cultura japonesa y se convirtieron en fuentes de conocimiento y búsqueda... Hacia ellos, mi gratitud intacta.
ResponderEliminarGómez de la Serna los llamaba telegramas poéticos.
ResponderEliminarMe resulta muy curioso el gusto coincidente del haiku japonés hacia la estrofa de 5-7-5 sílabas, que también se da en la copla andaluza. Me vienen a la cabeza de pronto:
Y yo, señora,
sueño con las marismas
a todas horas.
...
Y la veleta,
si el viento no la mueve,
se queda quieta.
...
Viva Triana.
Vivan los sevillanos
y sevillanas.
...
Ay, quién pudiera
estar preso en tus brazos
la vida entera.
Etc.
Puede que esta coincidencia de gustos poéticos explique la atracción de los japoneses por todo lo español, y más concretamente por lo andaluz.
Es una buena teoría; en cualquier caso la estela del haiku es una forma de escritura que admite muchas interpretaciones; Fernando Quiñones que tenía como andaluz de Cadiz, un sentido del humor maravilloso decía que "el haiku es la soleá de un abstemio": Un fuerte abrazo.
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