viernes, 31 de mayo de 2019

EL DESTINATARIO IDEAL

A punto de ver
José Luis Morante
Editorial Polibea
Madrid, 2019


EL DESTINATARIO IDEAL

Añorar los errores cometidos en el pasado
es prueba tangible de sensatez

J.L.M

   En los años sesenta-setenta del pasado siglo, cuando la dictadura consumía su última etapa, la educación en los internados religiosos y en las familias de clase media tendía al formalismo clásico. Era un monopolio de ritos con obligado cumplimiento. Por encima de otros afanes, se valoraba la disposición generosa hacia el otro. Había que levantarse del pupitre cuando el profesor entraba en el aula y dar los buenos días o las buenas tardes; si se recibía algo (no importaba qué) era preciso formular con una sonrisa nuestro agradecimiento; en los transportes se cedía el sitio siempre a mayores, embarazadas o adultos; y era de cajón que toda pregunta gestual debía tener una respuesta efectiva.
   Conservo todavía muchos rasgos de aquel manual urbano adolescente y procuro aplicarlos a mis comportamientos cotidianos. También a mis envíos de libros que siempre buscan un destinatario ideal. De los envíos a amigos espero el acuse de recibo o la pertinente llamada telefónica, para comentar circunstancias e impresiones de alguna página o coleccionar asentimientos y reparos.
  De los envíos a críticos espero el acuse de recibo y esa generosidad profesional que supone dedicar un poco de tiempo a una obra literaria en la que el autor ha puesto horas de intensa actividad intelectual. También que alguno escriba una reseña en un suplemento literario, en una revista, en un blog, en carta manuscrita o en simple e-mail. O acaso, que disienta de sus poemas desde la emoción; no desde la indiferencia.
  De los conocidos espero un "ya está aquí" y la deferencia de actuar del mismo modo que yo, poniendo en mi buzón sus novedades.
Cada vez que sale uno de mis libros elaboro con mimo una lista de destinatarios ideales. De cada uno de ellos, espero (no sé si lo he dicho ya) un acuse de recibo que supere excusas de una sospechosa equivalencia (estuve de viaje, tengo que corregir, soy prejurado, me divorcié, estuve en el hospital, llegó la abuela, caí en la depresión, pasé una temporada en el invierno, estrené paternidad responsable y tardía, me hice del Opus, sufro una crisis menopáusica…).
  También con los ejemplares de A punto de ver (Polibea, 2019) seguiré visitando la oficina de Correos para remitir los libros, aunque no lleguen nunca al destinatarios ideal y queden flotando en el azul interestelar, como basura espacial, prodigando sus rutas en órbitas perpetuas.



  

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