ATARDECER Fotografía de Adela Sánchez Santana |
CHARLAS A SOLAS
El prólogo recibe con un temperamento de conflicto bélico.
Soy cortés; ignoro su inaceptable falta de criterio.
Las erratas contagian miradas oblicuas.
El escritor de diarios imagina un árbol viejo, cuajado de
frutos crepusculares.
En la página abierta, el rostro de quien lee.
Aprendió en Ovidio que los versos se conducen con mano
vibrante.
Ninguna nota a pie de página advierte que es la reflexión
ensayística de un fumador activo. Está llena de humo.
Libros con la cojera de un pupitre de escuela pública.
Angustia; estoy perdido en un poema desapacible.
La experiencia propende al juicio anticipado.
Lectura de ascensor, tono sosegado de una conversación
insustancial.
Ay, amigo,los libros y la cojera de los pupitres de la escuela pública nos definen tanto! Abrazos poeta!!
ResponderEliminarY también la fuerza de voluntad para poner a la intemperie bajo techo, querido Luis Ramos; a veces el corazón se encoge un poco y da a la realidad el angosto espacio de un ascensor; pero sale el sol y todo vuelve a ser camino y puente, abrazo, tú...
EliminarTus puentes, sus hilos, poeta.
ResponderEliminarUn abrazo
Querida Gabriela, mis puentes son una excusa para que mis palabras encuentren la luz sosegada de tus palabras; muchas gracias siempre por estar cerquita.
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