Trazos Haikus y otros poemas breves Atilano Sevillano Prólogo de José Antonio Olmedo López-Amor Ediciones Vitruvio Madrid, 2019 |
DESPUNTAR
DE LA LUZ
El recurso expresivo de la brevedad, en su doble formato del haiku y el
aforismo, ha alcanzado en la última década un despuntar insólito, acaso porque
proyectan un tiempo colectivo de celeridad e incertidumbre, de inestabilidad
textual que tiene en el ámbito digital
su máxima expresión. A ese renacer de la síntesis expresiva se suma Atilano Sevillano con el volumen Trazos subtitulado Haikus y otros poemas breves que prologa, con amplia lucidez el
poeta, aforista y coordinador literario de la revista Crátera José Antonio Olmedo López-Amor. Frente a la interpretación reduccionista o la consabida
alabanza amistosa, el prólogo recorre el espacio del haiku y su mínima unidad
significativa para capturar la esencia de lo percibido a través de un diálogo
directo, hecho de conocimiento y búsqueda a través de distintos formatos
estróficos como la tanka, el haiku y el senryu. Los poemas son un ejercicio de
depuración y disciplina para encontrar la palabra necesaria en sus tramas
argumentales, una puesta en marcha de la imaginación como alternativa a la
realidad. José Antonio Olmedo López-Amor concluye que los poemas muestran “la
inquieta psicología de un autor fascinado por la vida y la belleza del mundo.
Nada de lo dicho queda fuera de la
sensación, toda brizna observada es significativa”.
El segmento
argumental del libro aglutina tres tramas que se definen por la estrategia
formal de las composiciones. El primero “Susurros de tankas” aglutina los
poemas definidos por el conocido esquema de cinco versos, compuesto por la
estructura 5/7/5/ 7/ y arranca desde la invocación de un poema de Akiko Yosano que entrelaza memoria y olvido
para definir el decurso existencial del sujeto. Los textos componen el
trascurso temporal como una senda que se va poblando de sensaciones y
pensamientos. Esta contemplación se integra en el ánimo del yo, como se integra
en la textura íntima de la identidad el amor, el deseo o la necesidad de sentir
con naturalidad, como si fuese aire respirable, latido, pulsión de vida: “Como
poema, / tan sencillo y tan libre /de florituras / me miras a los ojos, / me
lees cada día”. Ese núcleo germinativo del amor deja espacio a otros sustratos
como lo metaliterario, donde el poema camina hacia el lenguaje para buscar
sentido y razón, y la conciencia de temporalidad que muestra a cada paso el
fluir de lo perecedero.
Atilano
Sevillano elige el haiku como muro de carga del poemario en el tramo central
del libro. Y lo hace en su sentido más clásico, concediendo a la estrofa, según
recomienda el canon, un sentido temporal que vela la identidad del yo y que
despliega el contemplar como forma de acercarse al entorno para disfrutar de su
ciclo estacional. La cita elegida, de Ueshima Ontsura, refrenda el enfoque: “El
ruiseñor / se posa en el ciruelo / ya desde antaño”. También el recuerdo de Bashô advierte de ese
destello estacional que impregna los elementos del paisaje y su rumor de vida.
La voz del poeta suena entre la levedad de las palabras luminosa y fuerte, con
ese afán celebratorio de quien toma conciencia del entorno y de su plenitud:
“Lluvia y granizo / crepitar de la leña / felicidad”.
Se me permitirá
recordar al lector que el senryu reitera el esquema versal del haiku de 5/7/5,
pero que su enfoque semántico es muy diferente ya que no focaliza a la
naturaleza y a la percepción como veneros temáticos sino a la conducta
individual y sus desajustes. El ser cívico protagoniza en su vida social
comportamientos extraños y ello da pie a un fuerte sentido crítico, no solo en
el enunciado habitual, sino también desde el sarcasmo o la ironía. Plenamente
conocedor de estas características, Atilano Sevillano clausura su entrega con
el apartado “Rumor de senryus” y elige como marco accional el contexto urbano y
sus circunstancias laborables: “En la parada / el autobús recoge / muchas
ausencias”; “Cristal y muro, / paredes transparentes, / gente invisible”,
“Sobre los muros / se escriben los graffitis / de los fracasos”
Es una
evidencia; la aportación de la poesía al decurso creativo occidental ha abierto
nuevas posibilidades expresivas. En ellas se cobijan libros como Trazos para que la estrofa cobre una
significación nueva. Los textos de Atilano Sevillano demuestran un saludable
conocimiento de la tradición y preservan la captación intuitiva. Iluminan la
realidad con el minimalismo de una estela en el aire, con la frescura de un
íntimo abrazo sensitivo. Poesía que nace al despuntar la luz.
Estupenda lectura poeta de este libro certero de Atilano Sevillano. Tuve el honor de presentarlo en Zamora y disfrutar de su palabra y de su amistad. Gracias por participar, entre todos lo hacemos mejor. La fiesta de la poesía es eso, participación. Ya lo dijo aquel del DURADERO, abrazos amigo 🤗
ResponderEliminarQué coincidencia, querido Luis Ramos, no sabía que conocías al poeta y que habías presentado el poemario; gracias por tus palabras y espero que hayas disfrutado de la lectura. Aquí seguimos haciendo de la clausura doméstica una fiesta de la palabra y del optimismo. Lava tus manos con ese jabón doméstico y sigue haciendo del tiempo palabra permanente...
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