Todo cuanto es verdad Diego Medina Poveda Accésit del Premio Adonais, 2019 Ediciones RIALP. S. A. Madrid, 2020 |
EL DESIERTO DE ESTAR
Desde su inicio creador, en 2009, con la carta de presentación Urbana Babel Diego Medina Poveda (Málaga,
1985), Licenciado en Filología Hispánica, Becario en 2014 en el Área de
Publicaciones de la Biblioteca Nacional y Máster en Estudios Literarios,
impulsa un caminar de producción sostenida, en un laborar reconocido con
distintos premios. Con su entrega Todo
cuanto es verdad obtuvo el accésit del Adonais, cuando consiguió el Premio María Elena Higueruelo con el
libro Los días eternos.
Todo cuanto es verdad toma su
título de un mínimo fragmento de Séneca, contenido en Epístolas a Lucilio, que sirve de umbral al paisaje de
composiciones. La cita deja en su semántica un rumor reflexivo, de exploración,
como si alentara, más allá de algunas circunstancias biográficas, un criterio
selectivo de búsqueda y conocimiento. El primer apartado “Mudanza” suma también
un fragmento de Fray Luis de León ante el carácter cambiante y transitorio de
lo real. El poema ofrece planos situacionales en los que se insertan pensamientos
introspectivos y reflexiones sobre experiencias concretas. El sujeto verbal
emplea la primera persona para reforzar la complicidad de la confidencia. Así
lo percibimos en el excelente texto de apertura “Ropa limpia”: “HE optado por
callarme, pero el eco / retumba tan profundo en las paredes, / que creo que es
mi pensamiento / la voz de su blancura. / Cosa de locos / que escuchen las
paredes a los cuerdos”. Así nace la idea de una ficción autobiográfica que
condensa, con prolijo aporte de detalles, la dialéctica entre entorno y sujeto.
El primero establece un entrelazado de cambios que aseveran la temporalidad o
los puntos de punto de fuga que ponen espejismos en lo diario. El poema
“Vigorexia” maneja la ironía con destreza para definir la nadería muscular del
ejercicio físico como única meta personal y contrapone ese modo de estar con la
soledad punzante de quien escribe esos monólogos que el poema pronuncia
inadvertido.
“El viaje”, poema de cierre de este tramo inicial puede entenderse como
una poética que alude a la función catártica de la poesía y a la hondura de su
significado, nunca definidas con plenitud, nunca evidentes. Toma como estela
argumental una conocida composición de Cavafis que reitera algunos tópicos de
uso frecuente: no hay nada nuevo bajo el sol
o esa terquedad de la historia para repetir huellas conocidas. Pero el
final anticlimático anula de inmediato cualquier dogmatismo.
En el segundo apartado
“Geografía del abandono” se yuxtaponen referentes diversos para hacer una
lectura del presente a través de distintas situaciones que dejan en su
desarrollo la textura de lo cotidiano. Contiene excelentes composiciones como
“Deshaucio”, con un cierre rotundo: “Vivimos en la antítesis de un verbo / que
muchos años antes se empleó / para
hablar de esperanza”. También cobra un fuerte significado afectivo, para el estar del sujeto que se define por lo
contingente el poema “Charcos”, cuyas imágenes crean esos trazos oscuros que humedece
el discurrir temporal. Y es muy expresiva la queja reflexiva que formula el
poema “Reciclaje”, donde el entrelazado de imágenes aventa una lectura
simbólica.
Del mismo modo, otros poemas
parecen hechos de tramas autónomas. Sirven de cobijo al homenaje, como
“Perspectiva del Sena”, en torno a Paul Celan, o hacen de las sensaciones que
depara un encuentro fortuito una meditación sobre el fluir del tiempo.
Todo
cuanto es verdad muestra la caligrafía variable de un cuaderno de viaje
existencial; en sus páginas la identidad paga el diezmo de la incertidumbre y
los pasos sobre una superficie de certezas líquidas que deja sensaciones de
soledad y desamparo. La palabra constata el tacto frío de la realidad, esa
geografía de contraluces que requiere
siempre el callado resguardo del poema.
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