sábado, 24 de mayo de 2014

PEDRO OJEDA ESCUDERO. PAVESAS.

Echo al fuego los restos del naufragio
Pedro Ojeda Escudero
Fotografías de Javier García Riobó
El brut de los corazones solidarios
Béjar, Valladolid, 2014

 
PAVESAS

  La notable difusión digital del blog “La acequia” ha trazado un claro perfil intelectual del profesor universitario Pedro Ojeda Escudero. Desde hace unos años, sus entradas en la red son un impulso continuo de lectura y un soliloquio reflexivo sobre los titulares de la actualidad. Ahora presenta su segundo libro, Echo al fuego los restos del naufragio, que aporta en la edición con fines solidarios, junto a sus textos en verso y prosa, las imágenes de Javier García Riobó.
  No cuesta mucho enlazar la semántica del llamativo título con la sensación de agravio que genera un tiempo detestable. La incontenible crecida enloda un estuario de crisis individuales y sociales ante un futuro incierto que anula alternativas e invita a la deriva de soluciones individuales y reaccionarias.
   Desde este mirador de angostura, Echo al fuego los restos del naufragio supone una indagación autobiográfica de quien pretende saber las causas del naufragio con la lucidez de oír respuestas que no aboquen al desamparo o a un litoral de pesimismo nihilista y sombrío.
  Se ha escrito demasiadas veces que la poesía no sirve para nada, salvo para conocerse mejor; por ello el profesor Ojeda Escudero arranca su periplo indagatorio con un poema de partida: “Tras buscar un alma en ellos, / echo al fuego los restos del naufragio”. Con ese tono directo y enunciativo, sin hermetismos, los versos describen un entorno aterido donde lo temporal agita las tercas huellas de lo vivido. Las cosas no tienen alma, pero hablan de quien dejó en sus formas el tacto y la caricia.
   La historia cultural, desde Grecia, ha hecho del hombre medida de las cosas, así que resulta lógico abordar los efectos de la crisis en la epidermis del protagonista verbal. El parte de estragos y las manchas sombrías en la fachada de lo cotidiano son argumentos de otros tantos poemas que transmiten el clima de fragilidad vulnerable; así lo percibe la sensibilidad individual.
  La lectura de lo real nunca es continua; se hace con secuencias al paso en las que se alojan vivencias que van marcando la mirada. Somos para la muerte y esa finitud del cuerpo va ausentando presencias que durante mucho tiempo fueron refugio y compañía. Azaroso e imprevisible, el final de ciclo deja su rastro de hospitales y dolor, su dignidad escrita en el silencio de quienes contemplan los últimos latidos y su indefinición sobre el destino de cualquier existencia.
   Ninguna biografía traza una línea coherente; todos consumimos senderos que nunca despejan el horizonte, que suman desplazamientos de ida y vuelta o itinerarios sin estaciones finales. Pedro Ojeda Escudero describe su particular recorrido por la incertidumbre, con el lirismo de quien sabe que en algún recodo está la amanecida, un sitio de claridad y tierra firme que borrará los restos del naufragio. Que aventará pavesas.       

 

4 comentarios:

  1. Gracias, José Luis. En este diario poético para tiempos de crisis he volcado muchas cosas que espero lleguen a los lectores. Como dices, además, la edición contribuye a financiar las acciones solidarias de la ONG SBQ

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    1. Es un placer acercarse a la lectura de tu libro, a esa equidistancia escrita entre la poesía y la prosa. Y es también muy acertado que dediques los derechos de autor a la ONG de Luis Felipe Comendador, el poeta más generoso que conozco, y el más entrañable. Un fuerte abrazo, amigo.

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  2. Me ha gustado mucho su comentario sobre el libro, aunque duele leer eso que sí efectivamente dicen quienes justamente nunca han sido sensibilizados "en" y "por" la poesía,de que la poesía no sirve para nada, nada más que para conocerse a sí mismo, y encima como si ello no fuera importante ¿no ?Muchas gracias y felicitaciones por su artículo.

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    1. Estimada Anabella, un abrazo de bienvenida y muchas gracias por el comentario. La poesía tiene efectos múltiples, pero reacciona de forma diferente según sea la sensibilidad del lector. Las palabras están ahí y corresponde a quien se acerca percibir su tacto. El libro del profesor Pedro Ojeda es emotivo y solidario, busca los desajustes y no permanece indiferente ante ellos. A mí me ha gustado mucho y espero que encuentre lectores como tú.
      Un abrazo cordial.

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