lunes, 26 de enero de 2015

MIGUEL FLORIANO. SIGNOS PROPIOS

Tratado de identidad


SIGNOS PROPIOS

Tratado de identidad
Miguel Floriano
Ediciones Oblicuas
Barcelona, 2014

   Toda poética es el trazado de una realidad cambiante, una evolución que acoge las vivencias de lo cotidiano y el legado lector. En los signos vitales el tiempo sedimenta su acontecer. Y es el aporte cultural el que reconduce al barrio antiguo de la tradición, Así adquiere refrendo una sensibilidad autónoma, tendente a insistir en un núcleo de obsesiones al definir la identidad del “yo que nos suplanta entre renglones”. El personaje verbal es visto a distancia, como si formara parte de una exposición objetiva.
   Miguel Floriano (Oviedo, 1992) estudia Filología Hispánica. La precoz vocación literaria se confirma en los libros Cuentos para adornar los sueños, volumen de relatos, Diablos y virtudes, compilación de poemas. Ya en el cierre de 2014 edita su tercera entrega Tratado de identidad, que comienza con unas palabras introductorias de quien escribe esta reseña. Más que por un análisis crítico pormenorizado del poemario, el liminar cuenta las impresiones personales de un lector cercano y el contexto afectivo.
   Desde el comienzo de Tratado de identidad queda claro que Miguel Floriano es un disidente del etiquetado figurativo, tantas veces lastrado por la epigonía y lo mimético. El ovetense busca espejos donde reflejarse, prefiere la ruta poco hollada. En su travesía, precisa el carácter del discurso lírico a partir de una cita de Miguel d’Ors que tiene como cierre estos versos: “Y eso que todos hacen a espaldas de sí mismos, / eso precisamente, es la Poesía”. Tras una larga práctica acumulando virutas en el taller literario, el poeta y profesor saca esta conclusión: la poesía es ese inefable no sé qué que queda balbuciendo; los versos son hijos del azar y se burlan del voluntarioso trajinar sobre el papel. Dejo al lector que medite sobre la sugerente puerta que abre esta declaración de principios del poeta antologado en Las voces y los ecos, aquella propuesta de José Luis García Martín que mostraba el envés de la trama novísima con otras convicciones estéticas.
  Miguel Floriano en “Introito” busca la razón del poema en el misterio, en ese azar que lleva a lo impreciso; propone incógnitas al pensar para que se llene con su niebla comprensiva. Comienza así un fértil viaje por el acontecer y su latido, en el que las palabras recolectan explicaciones y hacen del amor el sustrato primigenio del presente: “Pero es verdad, lo juro: únicamente quise / después de enamorarme propagarlo / como único / método de amor, para así vivir acorde / a los latidos que me nombran…”. El verso parece aproximarse a la realidad biográfica y hace del sentimiento amoroso una vivencia central, incluso en la pérdida y el fracaso.
   Al disponer el avance argumental de Tratado de identidad, el poeta conoce los riesgos del verso previsible y el esquema estrófico manoseado. Pero no existe otra alternativa; Miguel Floriano no teme recurrir a las posibilidades expresivas del soneto, deja en las páginas algunos haikus y mira complacido a modelos literarios de cabecera como Víctor Botas –magisterio central junto a Miguel d’Ors- para conformar su escritura; así ocurre en el poema “Conato de redención”. También emplea el rigor del aforismo, ese estar disponible para despejar incógnitas con lúcida economía. En “Elogio de la pereza” leemos: “Portamos la herida y ya se sabe / el resto del poema.
   En la sección de arranque perdura el rastro de una voz confesional que soporta a diario el trémulo desorden de una realidad hecha de sugerencias. El entorno dilata los límites del desconcierto porque está lleno de pasadizos inesperados. El segundo apartado es una sonora incursión en lo musical. Todos los títulos y citas aluden a referentes culturales. En este tramo cobra entidad el verbo reflexivo, aunque los apuntes sobre lo existencial no sean ajenos a la mirada escéptica y a ciertas dosis de ironía. El poeta subtitula este conjunto de poemas “Paréntesis armónico”, como si tras el derrumbe amaneciera una cierta catarsis emocional. El confidente lírico se aplica a un ejercicio de sosiego y claridad; halla amparo efectivo en las propias convicciones. Escribe en “Obertura platónica”: “Ni realidad convicta ni estupor / que luego trae palabras. Ni consigna / amparada por el tiempo, ni paraje / donde citarse con la eternidad. / Ni siquiera este ahora y su partir.”
   El planteamiento sobre la identidad del sujeto se fortalece en el apartado final. “Libro tercero” vuelca sus pasos en la vía interior y en la sensación de nomadismo hacia ninguna parte de quien carece de asideros sentimentales. Tampoco falta la preocupación metapoética, en la media distancia entre el arte y la existencia; el poema es el empeño de convertir el espacio subjetivo en escritura. 
   El andar temprano de un poeta suele estar repleto de tanteos, protagoniza incursiones aleatorias hasta que el transcurso aparece, recto y continuo. Miguel Floriano, en Tratado de identidad ya está con paso firme frente al despejado paisaje del futuro, habita ese momento en el que la escritura pulsa una cuerda invisible y sale música.

                                                                     















     
  


6 comentarios:

  1. He leído algunos poemas de Miguel Floriano en su blog o su facebook y me han gustado mucho. Así se lo he transmitido también al propio autor con el el que mantengo de vez en cuando alguna charla sobre Poesía (él es el que me da algún consejo o alguna opinión que yo acojo con muchísimo interés y aprecio a su persona).
    Con esta reseña que le haces a su último libro, aumentan todavía más, si cabe, las ganas de leerle pues sé, seguro, que será lectura que disfrutaré paladeándola.
    Gracias por compartir amigo José Luis.
    Un abrazo.
    Sandra Sánchez.

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    1. Hola Sandra, todos nos preguntamos por la razón de ser del milagroso cauce poético asturiano. De forma natural, emergen voces llenas de entusiasmo y buena poesía. Así que como crítico presencio encantado ese paisaje de títulos por descubrir y voy dejo en el blog mis impresiones. La lectura de Miguel Floriano vale la pena.Un fuerte abrazo.

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    2. Pues me alegro muchísimo de que mi tierrina nos deje estas satisfacciones literarias Jose Luis.
      Sin duda merece la pena su lectura, ya lo creo.
      Otro abrazo para ti.

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    3. Hay una clara renovación en la poesía asturiana que aporta por nuevas voces. A mí, querida amiga, me siguen encantando las de siempre. Qué harían mis ojos lectores sin Ángel González, Botas, García Martín, Piquero, Almuzara, López-Vega... Toda una biblioteca llena de belleza literaria. Un gozo. Saludos cordiales.

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  2. Gracias nuevamente por descubrirme otro poeta. Siempre estoy abierta a voces nuevas. Un abrazo

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    1. Asturias es un incansable vivero, Carmela. Y las generaciones se renuevan de manera ejemplar con una convivencia de estéticas que siempre merece una buena atención crítica. Buen día, Carmela, en la literatura y en los afectos.

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