![]() |
Pepi Bobis Reinoso (Ciudad Real, 1952) Poeta y actriz |
PEPI BOBIS
REINOSO: ÜLTIMA POESÍA
Ventanas
Pepi Bobis Reinoso
Ediciones en Huida
Colección Extravaganza / Poesía
Sevilla, 2024
Pepi Bobis Reinoso
Edición privada no venal
Sevilla, 2025
En los poemas de Ventanas las palabras se asomaban al tránsito existencial buscando claridad vital, esa oquedad estremecida que conforma la esencia de los días. El tiempo se nutre de sueños apagados y decepciones, de un gusto amargo que se posa en el paladar y del empeño inacabable de encontrar una razón para vivir, más allá de erosiones y pérdidas: “Acaso pueda entender / por qué rebosa un balde / con solo mirar desde el borde / brutal de la esperanza”.
Los poemas sedimentan una clara sensación de orfandad, la certeza de que lo humano tiene un epitelio de fragilidad vulnerable. Cada pisada abre un camino transitorio y oscuro que nunca anticipa el anden hospitalario en el que abrir casa donde poder descansar. El territorio existencial “es una ventana / abierta a la incertidumbre / una pupila dilatada, / una frente herida / un pasillo de oscuridades”. Toca respirar hondo y borrar los contornos del ser enajenado; aprender serenidad y buscar en la transparencia del cristal hilos de esperanza. Aunque la aguja de la brújula nunca señale el norte, hay que ser Ícaro y preservar intacto el sueño de volar.
Brookyn recuerda en su cubierta la emblemática silueta del puente, uno de los elementos icónicos más celebrados de la ciudad de Nueva York, que ha servido de excusa argumental y escenario a numerosos poetas españoles. A ellos se suma Pepi Bobis Reinoso en su empeño lírico de “hacerse a la mar sin conocer las corrientes y el barro de fondo”, ignorando el riesgo y dando fuerza al afán por descubrir. Con la esperanza de abrir los ojos y mirar más lejos. El poema en prosa se convierte en molde expresivo de una palabra meditativa que acoge en su interior emotivas sensaciones del entorno. La escritora alumbra una variopinta fauna plena de simbolismo: mariposas, murciélagos, águilas conforman los trazos de un paisaje onírico en el que el hablante verbal contrasta el patrimonio sensorial del entorno. Los sueños salvan del tedio de esos días imprecisos en los que se evidencia la cercana presencia del vacío, “una deflagración de interiores que opaca cualquier tormenta”. El yo se contempla a sí mismo envuelto en una oscuridad indefinida que confunde contornos y transforma los sueños en grises esqueletos.
La trama, en ocasiones, sugiere el decir despojado de un diario íntimo que intenta guardar el ligero temblor de los días. Recuerda en su estructura el mirar ensimismado del poeta que busca en las palabras su propia identidad. Sin ruido, con el paso sosegado de quien espera el alba. Alguien que sabe que la fuerza semántica de Brooklyn es a la vez libro y puente, cerradura y ventana. Ciudad interior. Una conciencia subjetiva y concreta, que se asoma al tiempo para marcar sus pasos. Geografía que confunde la realidad posible y las nubes de paso de los sueños.