Humano invento Mercedes Márquez Bernal BajAmar Editores Gijón, Asturias, 2024 |
BORBOTONES
Humano invento, con cita prologal de Pedro Salinas, marca el asentamiento de la escritora en el presente cultural. Desde el poema de apertura la voz poética dibuja un entorno intimista y afectivo, un espacio conceptual inspirado en la razón del poema, convertido en semillero de voz de la sensibilidad creadora: “Tengo palabras para romper / y deshacer corazones, / palabras para unir pensamientos, / susurros de deseo, / gritos de desamparo… /. La introspección busca en el viaje interior del lenguaje las cicatrices esenciales de la existencia, frente a la balanza del tiempo. La travesía vital es una senda dimensional de amplios efectos. La calma cotidiana abre grietas en donde se cobija el sabor del sufrimiento y los enigmas del logos, aquellos que perciben certezas de que la realidad y el ideal de los sueños habitan en distintas orillas, o que es imposible ignorar las sombras colectivas de nuestro tiempo, como la inacabable estela de pateras que llegan a las costas de Cádiz, empujadas por la mentiras y espejismos de mensajes vestidos de falsas esperanzas, que invitan a comenzar de nuevo.
De las palabras, ese patrimonio de los humanos que propicia los mensajes de la lógica cotidiana, emanan flujos de pensamiento. Se comparten las convulsiones anímicas de un existir, zarandeado por sueños y miedos. Se muestran los repliegues de la memoria íntima o el pesado cansancio de pérdidas y decepciones. Son estratos de la experiencia del yo que acumula la sabiduría gastada de la edad. Formas de la condición de ser que se perciben a través de la voz emergente del sujeto poético. El lenguaje configura un discurso de amanecida y claridad: “Calor y claridad en la razón y en el sentir, / alegría en los sentimientos / sean alimento para el corazón, / alas para el alma. / Solo así se iluminará la mirada / y cambiará el rostro del mundo”.
Para Mercedes Márquez Bernal el lenguaje contiene en sí una función terapéutica, capaz de difuminar sombras y decepciones; capaz también de poner voz a la materia viva o inerte. De las palabras emerge la voluntad de alejar el olvido y convertirse en memoria para reafirmar el heterogéneo legado del tiempo. Los asuntos interiores son señales de vida que pueblan un territorio desapacible, un espacio silente en el que brota el agua cristalina de los sentimientos. Quien escribe abre imaginación y lógica con el propósito de verbalizar el discurrir. Escucha las vibraciones de un mundo en pie, donde se conecta la subjetividad del yo con la dirección del viento, esa brisa fresca en la que susurra el vaivén cercano de los otros: “Con las palabras sellamos / la memoria / de un yo y del prójimo. / Entre las voces se dibuja / el sentir de uno / sintiendo al otro”.
Esta continua meditación sobre el lenguaje de Humano invento reflexiona también sobre el propio ideario estético de la poeta. Las composiciones eligen el formato del poema breve, una concisión expresiva que no busca la originalidad argumental sino el calado de la desnudez. De un pensamiento poético que bascula entre el lenguaje y el tiempo fluye el agua clara del verso, emerge esa armoniosa melodía capaz de percibir la belleza en calma de un paisaje, o el sutil susurro de los sueños, capaz también de contener la esencia de quien escribe, ese eco repleto de memoria y olvido que exige la contemplación, el desvelo tenaz de quien pronuncia.
JOSÉ LUIS MORANTE