Tierra eres Ismael Alonso Bohodón ediciones, Madrid, 2013 |
LA COMARCA
INTERIOR
Tras distintos
quehaceres periodísticos en cabeceras gráficas como Diario 16, Cambio 16 y Paisajes
desde el tren, Ismael Alonso, profesor de lengua y Literatura en un centro
educativo madrileño, se consolida como narrador en un segmento temporal muy
breve. En poco más de un año llegaron a imprenta las novelas Algún día y la hija de la lluvia; además ha escrito poemas de los que hallamos
en el blog del autor un amplio muestrario.
Su tercera apuesta en prosa, Tierra eres incluye como brújula una
cita de Eloy Sánchez Rosillo, el poeta elegíaco más importante de la Generación
del 70. El tono realista de la misma sirve de aviso al lector que se aventure
en sus páginas. Un discurso lógico rastrea el paso de un paisaje humano
contraído. Tierra eres conforma una
lectura denotativa en clave de memoria coral que deja al descubierto esos
pliegues del pasado habitados por secundarios; tercas identidades que nunca
protagonizaron una gesta vital digna de figurar en la cursiva de lo
transcendente.
Los breves capítulos suman episodios acontecidos
en una comarca rural innominada; de este modo el lugar descrito aparece como
recreación simbólica. En el precario adobe de sus casas, la existencia arropa
un tiempo de desgana y melancolía, de escasez y mínimos horizontes. Allí comparten
su resignación y ánimo encogido algunos hombres, sin otro afán que concluir la
jornada con la visita a un club de alterne donde apagar su desazón y encender
la frágil llama de la carne. La casa de citas es un paraíso doméstico porque la
convivencia conyugal supura tedio; y allí trajinan unas cuantas mujeres que
ejercen sus papeles con ese halo austero de quien acepta un destino impuesto,
que les deja las manos agrietadas y el vientre seco.
Son años de posguerra, tiempos grises como
las extrañas imágenes discontinuas que emite una televisión en blanco y negro.
Casi nadie se atreve a intentar la huida y empezar de nuevo en otra parte para
subirse al tren de una segunda oportunidad. Si lo hacen Don Fulgencio, el
maestro rural que mantiene a diario el cívico disfraz del ciudadano ejemplar y aguantó
su viudez hasta conocer a María, una prostituta larguirucha y delgada, cuya
juventud tiene el brillo primario de la belleza. También escapa Tomás, quien
siente la necesidad de plantearse el sentido del yo en otra parte, lejos de las
grietas en la intimidad que abrieron otros.
A los demás sólo les queda airear secretos,
practicar el rumor que atraviesa paredes y asomase al espejo cada día pensando
que es imposible huir porque el discurrir es sólo una ruta agostada que alguien
trazó por nosotros.
La prosa de Ismael Alonso, natural y
directa, próxima a la modulación oral, nos dibuja en Tierra eres los borrosos contornos de un paisaje rural habitado por
fantasmas onettianos. Las sombras se mueven y respiran, pero carecen de un
mínimo rescoldo de rebeldía. Los protagonistas, desasistidos por la realidad, saben
que los sueños nunca se realizan y que en los pinares y baldíos de aquella
comarca el futuro tiene siempre un carácter ficticio y engañoso. El discurrir
de las horas justifica el pesimismo. La vida es contingente y efímera, aunque
pudo haber sido de otro modo.
Tu comentario me anima a buscar el libro en la próxima Feria.
ResponderEliminarNo te decepcionará, es un escritor que en muy poco tiempo ha dejado en las estanterías tres novelas y que ha inventado un paisaje atemporal en el interior de un territorio sumido en los grises de la posguerra. Construye muy bien los ambientes y sus personajes recuerdan a las sombras de la Castilla profunda.
EliminarUn escubrimiento cordial.
Abrazos.
Qué alegría que el libro haya caído en tus manos, José Luis. Tus palabras me animan a seguir con fuerza y a considerar que no todo lo que hace uno es azar prescindible. De nuevo gracias por tu apoyo y consideración. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarGracias Ismael, tengo una inclinación natural por esos personajes frágiles que apenas saben qué hacer con su insípida existencia y que se resignan a una historia anónima y sin brillo.
EliminarDe esa soledad están hechas las identidades de tu libro. Enhorabuena y mucho éxito.