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Carmen Canet
Fotografía de
Joaquín Puga |
Una conversación con Carmen Canet
Desde la publicación de su
primera entrega aforística, Malabarismos (Valparaíso, 2016) Carmen Canet se ha convertido en una presencia
habitual en las principales antologías del género. Nacida en Almería, pero
residente en Granada donde forma parte de su inquieto tejido cultural, y
profesora durante muchos años, la escritora prepara su segunda salida en la
editorial Renacimiento.
La crítica ha sido la primera opción de tu
itinerario creador. ¿Podrías resumirnos esa larga dedicación
lectora?
He sido desde edad temprana una
lectora incansable y me gustaba también escribir.
Comencé con la escritura en los
últimos años de carrera con los estudios de dos revistas: “La Vida literaria”
(1899), y “La Ilustración Católica” (1877- 1883), mi fascinación por el periodismo
literario me llevó a estos trabajos que fueron mi tesina y mi tesis, publicados
por la Editorial de la Universidad de Granada. Desde 1980 fui colaboradora de
la Revista almeriense Andarax. Artes y Letras, donde entre otros artículos, tuve
una sección que dediqué al estudio de las principales revistas literarias contemporáneas.
Seguí y sigo con mi labor de crítica literaria, de investigación, con
propuestas educativas y didácticas, así como colaboraciones con reseñas en
distintos medios. El tema de las rutas literarias me ha gustado siempre y tengo
varias publicadas. El estudio y trabajos
sobre la escritura del aforismo, junto a
la lectura de los grandes maestros me ha llevado, de forma natural a la tarea
de escribirlos.
Crítica, prosa didáctica, aforismos, poesía…Sobre tu mesa de trabajo
una sosegada convivencia de géneros. ¿Cuál de ellos tiene el papel principal en
tu escritura?
La crítica literaria y el aforismo son
ahora el centro de mi escritura, colaboro en varias revistas y
suplementos de libros de algunos periódicos, asiduamente, y en el campo de la
creación mi género es el aforismo. La poesía es mi pasión, escribo y he colaborado puntualmente en antologías,
acabo de participar en dos por temas solidarios. He tenido una etapa grande que
me ocupó la elaboración de diversos trabajos y propuestas educativas y
didácticas debido a mi profesión docente pero ahora es menor mi intervención en
estas cuestiones.
Tu paso inicial, Malabarismos
apuesta por un aforismo lacónico y contenido, que tenga el efecto de un
destello. ¿Qué cualidades exige a este género breve?
En los tiempos que corren el
aforismo está exento de retórica, grandilocuencia, de moralismo y didactismo
que es la diferencia que existe con el clásico. En el aforismo contemporáneo
estas formas breves son como comprimidos que deben de tener una dosis necesaria
para dialogar, ser esos instantes terapéuticos de carga amable, elegante,
irónica y comprometida. Por eso son ingredientes necesarios: la concisión, la reflexión, el humor, la crítica y la verdad. Deben acotar el
vuelo de la mente con un léxico sutil, lúdico, lírico y social. No admiten una
única lectura: con licencias, con palabras en libertad que nos llevan a la vez
a la inmediatez y a la distancia, con genio e ingenio marcan el camino para
descubrir otros senderos, dar que pensar y provocar e iluminar al lector. Al
aforista le gusta estar al acecho, tropezar en la vida con ideas o imágenes
inesperadas para luego plasmarlas en papel, pero son los lectores una vez
aterrizadas los que logran que despeguen de nuevo y puedan volver a volar. El
buen aforismo tiene que desprender sentimientos y pensamientos.
Él mide las palabras y me tiende
la mano rescata la aforística subterránea que encierra la obra de Luis
García Montero. ¿Cómo nace ese diálogo literario con el poeta de Granada?
Luis García Montero y yo nos conocemos desde
finales de los 70 y fue en la Facultad de Filosofía y Letras de Granada cuando
estudiábamos, sigo pues su escritura desde el principio.
Los lectores acostumbramos a
señalar versos, solemos copiar citas, y descubres que hay frases anotadas que
además de la belleza estética tienen una ética, y cuando te das cuenta que
éstas tienen la instantaneidad, la concisión, la lucidez, el lirismo de los
buenos aforismos, es cuando decido hacer este libro, y agradezco al director de
Valparaíso Ediciones, Javier Bozalongo, que acogiera esta idea.
Mi dedicación a la enseñanza de
la Lengua y la Literatura, y en particular
al estudio del aforismo me llevaron de forma natural a esta grata tarea
de entresacar de su obra literaria completa, versos y frases de sus poemarios y
novelas, frases que aisladas de sus
contextos funcionan perfectamente como aforismos. Así que tomé como título un
verso suyo que me parece significativo: “Él mide las palabras y me tiende la
mano”, y, también, me tomé la licencia de exponer dichos versos y frases
transcritos literalmente, éstos no modifican sus escritos, solo son citas que
tienen vida propia. Y ésta es la relación, el diálogo de una lectora con su
autor.
La editorial Renacimiento saca a la luz tu
nuevo trabajo aforístico. ¿Qué aporta respecto a tu primera
entrega?
Mi nuevo libro titulado Luciérnagas, en prensa, sigue en mi
línea aforística, son frases breves que buscan el cobijo en una ética poética y
humana. Recorren las facetas cotidianas de la vida, con temas como el paso del
tiempo, la soledad, el amor, la amistad y el gusto por las artes, en especial
la lectura. Tal vez son más reflexivos, y
con más ironía. Lo que sí he querido hacer es más homenajes, y mostrar mi
reconocimiento, en especial, a las mujeres. He pretendido también que hagan
compañía, y que inviten a la conversación y al dialogo.
¿A qué se debe, para ti, la impulsiva cosecha aforística contemporánea?
El aforismo responde al aire
ligero, fragmentario de nuestro tiempo. La verdad que está viviendo un momento
feliz, es muy alentador el auge que tiene actualmente. Sabemos que ha existido
siempre y que ha vivido épocas con mayor o menor intensidad. Las redes sociales
han propiciado mucho estas frases cortas, a través de los tuits, los wattssaps.
La rapidez y el ritmo que tiene nuestra sociedad hace que el escrito sea más
breve, acercándose al slogan, al spot publicitario, pero no podemos confundir
esta moda que está en la calle con el género aforístico que conlleva una
técnica, y no debe caer en la ligereza y
trivialidad de lo espontaneo como ocurre en esos juegos de internet
donde la frivolidad tiene cabida.
El presente parece un tiempo de grisura y demoliciones. ¿La escritura
es el último refugio del yo frente a la crisis?
La escritura es un refugio, es
una terapia, una necesidad para algunos, lo mismo que para otras personas es la
música, la pintura, el baile, cada uno se crea su propio asidero para vivir más
plenamente. Para mí es muy importante, sin la lectura y la escritura no podría
respirar, pero necesito más cosas, pero sobre todo a las personas, somos soledades compartidas.
Vivimos tiempos nublados con
crisis donde nuestros jóvenes nunca hubiéramos pensado que podrían estar con
tanto paro y trabajos precarios. Pertenezco a una generación luchadora que
pensó que había logrado una mejora, y ahora advertimos que ha habido un
retroceso que nos recuerda a nuestros años de juventud, y esto es muy triste,
muy decepcionante. Soy muy vitalista, realista y a la vez idealista y sufro
viendo el presente que tenemos, y lucho en la medida que puedo con la escritura
y con mi comportamiento personal por avanzar dignamente hombres y mujeres y
resguardarnos de esta intemperie en la que estamos sumidos.
(Entrevista inédita)