JOSÉ GUADALAJARA es Doctor en Filología
Hispánica. Ha publicado libros de investigación como Las profecías del
Anticristo en la Edad Media, además de numerosos artículos en revistas. Es
autor de novela histórica y contemporánea: La
luz que oculta la niebla, Testamentvm,
La reina de las tres muertes, La maldición del rey Sabio, El alquimista del tiempo y Fado por un rey, entre
otras. También del libro de
microrrelatos Cien microhistorias de la Historia. En el próximo mes de
febrero saldrá Una voz interior desafinada, escrita con Candela
Arevalillo.
www.joseguadalajara.com
ENTREVISTA A JOSÉ LUIS MORANTE SOBRE EL LIBRO NADAR EN SECO
1.-
Nadar en seco es un esfuerzo inútil que produce rasguños, heridas y una desazón
enorme; nadar en seco, como el título
de tu último libro, es un oficio de locura. ¿Qué se esconde detrás de ese
sentido figurado?
La voluntad tenaz del superviviente, la
conciencia de que vivimos en un tiempo extraño, que ha perdido su cimentación y multiplica arquitecturas en el aire. Por eso, hay que adaptarse a las circunstancias del presente y ajustar la musculatura mental
a sus chalecos de fuerza. Nadar en seco es
la aceptación de un compromiso con el yo concreto para que siga cumpliendo su
papel existencial.
2.-En
uno de tus versos afirmas con desgarro: «En los brazos
maltrechos hay jirones de mí». La imagen es desoladora: denota lucha, esfuerzo,
amargura. ¿Qué herramienta cortante es la que secciona ese hilo tuyo «en el
ovillo de los sueños»?
El corte proviene del filo angosto de la realidad, ese espacio
que impide el cumplimiento de nuestros sueños y lima nuestras
aspiraciones más hermosas. El discurrir existencial es una larga historia de
erosiones y pérdidas, un caminar inevitable hacia la última costa.
3.-Los que te
conocemos y gozamos de tu amistad, sabemos que eres un hombre afable, cariñoso
y entusiasta; sin embargo, cuando leemos tus poemas nos encontramos muchas
veces con un poso pesimista que no encaja en esta imagen personal. ¿Cómo explicas
esta contradicción?
Es una cuestión básica en toda la historia de la literatura que
conviene aclarar de inmediato y en la que han participado los más grandes
poetas del siglo XX, desde Antonio Machado, Fernando Pessoa, o Jaime Gil de
Biedma. No hay que identificar el sujeto biográfico y el protagonista verbal;
son identidades distintas, por mucho que se parezcan. El poeta es un fingidor,
una máscara, un yo ficcional que convierte el poema en un espacio de
representación. Se puede escribir novela negra sin ser un detective, un policía
o un habitual del hampa. La imaginación y la capacidad creadora lo permiten. Y
la felicidad doméstica, también.
4.-En relación
con esto, creo que una hija tuya te llamó la atención sobre ese pesimismo que
fluye en tu poesía. Si no es rebasar el ámbito de lo privado, ¿se puede saber
qué le contestaste?
Que procuraré en nuevos libros dar voz a la alegría y la
convivencia sosegada con los demás. No me gustaría encasillar mi trabajo en el
nihilismo y en lo sombrío; como todos, tengo la obligación de ser feliz y dejar
en las ventanas de lo diario un cristal transparente, sin máculas ni
desajustes. A ver si lo consigo.
5.-La poesía,
según mi modelo estético, debe conseguir establecer una asociación de palabras
«inasociables». Los formalistas rusos, como Viktor Shklovsky, hablan de desautomatización
para crear la literariedad en el uso del lenguaje. En Nadar en seco
esta operación de camuflaje es constante. ¿Cómo haces, cuando te encuentras en
pleno esfuerzo creativo, para conseguir esa «nueva amistad» entre palabras
habitualmente poco afines?
La poesía es un telescopio del lenguaje; su función básica es
evitar los lugares comunes y conseguir que afloren nuevos matices, galaxias de
imágenes, ritmos lectores y sentidos semánticos que añadan otros itinerarios. Hablamos de originalidad expresiva, de ver cada amanecida sin
gregarismos ni rutinas visuales: con otra mirada.
6.-Un ejemplo de
esta literariedad son versos como estos: «Goteo con trasiego de sístole», «sed
ferrosa», «nubes ocres del gimnasio» o «latido de lluvia me interrumpe», entre
otros muchos. ¿Cómo debe enfrentarse el lector a estas asociaciones? ¿Es
necesario que entienda el mensaje al completo?
El lector habitual no es un cazador de metáforas, no tiene esa
formación literaria que demuestran el profesor universitario, el filólogo o el
investigador; por tanto sus niveles de lectura serán más básicos. Pero el
creador no debe condicionar su taller a un primer piso expresivo; los
rascacielos verbales están ahí, alzan sus estructuras con la fuerza pujante del
arquitecto. Y eso crea un urbanismo desarrollado, habitable, distinto. Recuerdo
aquella definición de clásico que argumentaba Italo Calvino: un libro clásico
es aquel que nunca se agota en una primera lectura.
7.-Tus versos,
muy precisos y sintéticos, portan una potente carga intelectual que puede quizá
producir una sensación de distanciamiento; sin embargo, no es así. «Esa
geometría estética» de tu poesía reviste una sentimentalidad y reflexión muy
profundas. ¿Cómo conviven ambas?
Siempre he pensado que el corazón del poema es la emoción; nunca
me ha gustado el tacto de escarcha del hermetismo o de la poesía intelectual;
mi poesía busca una estela de reflexión humanista y aporte sentimental; de su
convivencia depende la razón del libro, su propuesta argumental; en los poemas
debe habitar un abanico de sensaciones colectivas que no se dan en un solo
sujeto sino en alguien que podría ser cualquiera.
8.-Hay un verso,
«El tiempo que no tuve, nada en seco», en el que el uso de una coma resulta un
hallazgo artístico esencial. Me parece un modelo de ese rigor y precisión que,
como he apuntado en la anterior pregunta, caracteriza tu poesía. Es curioso que
el empleo de una simple coma potencie la plurisignificación y la sugerencia de
todo un verso. Esto es solo un comentario, pero, si lo deseas, puedes añadir
algún renglón.
El traje formal del poema convoca una vigilia continua en el
taller literario; las correcciones se multiplican; crear es borrar, repetir,
cambiar, romper, seguir, operaciones de relojería que aseguran la precisión
final. A veces tanto trabajo se disfraza de sencillez o se cierra de modo
intuitivo, casi por un acierto casual. Así que sigo dedicando –ya lo sabes, mi
querido amigo,- toda la mañana a la coma, para seguir dudando por la tarde si
no hubiera sido mejor borrar su rastro. No sé, a veces los aciertos no dependen
del autor sino del lector.
9.-Tienes una
gran facilidad de palabra y tus intervenciones públicas están siempre repletas
de asociaciones léxicas y conceptuales referidas a la realidad. ¿Cómo lo
consigues?
Pertenezco a esa generación de maestros y profesores que hicieron
de la palabra su método de trabajo; he llegado tarde a la mirilla digital y a
los artilugios conceptuales del lenguaje binario. Amo profundamente la palabra
y lo paso francamente mal con la pésima utilización de nuestra lengua por los
medios de comunicación y por la banalización de las redes sociales. Yo busco
siempre en cualquier medio la máxima exigencia. Tenemos una herramienta hecha
de verdad y de belleza, que no admite ninguna pereza mental.
10.-¿Qué es para
ti un «ordinal necesario», tal como escribes en el primer poema de Nadar en
seco? ¿Qué te conduce a la metapoesía?
Que me niego a ser un simple número en la fila común de lo diario.
Que busco una identidad sólida mediante las palabras, que amo la lectura como
ejercicio esencial para el conocimiento y la razón estética. Que hablar de
libros, voces, magisterios y autores abre cualquier lejanía. En el diccionario caben
todos los mundos.
11.- «Un soneto
me manda hacer Violante / que en mi vida me he visto en tanto aprieto…». Eres historiador y, como sabes, yo soy escritor de novela
histórica. Como conclusión y regalo, me gustaría que me compusieras dos o tres
versos de «poesía históricas”:
“España ya no existe como tema poético; / es solo un sustantivo que dormita / en el
viejo jergón del poeta social”. Somos afortunados, querido José, los primeros
poemas de la literatura occidental son la
Iliada y La Odisea; y desde
Homero se han multiplicado las conexiones entre poesía e historia, no como
verdad irrefutable, sino como relato de un tiempo concreto; piensa por ejemplo
en cómo afectó nuestra guerra civil por la censura y el exilio a la poesía de
la posguerra. Pero, me temo, que eso es otra historia; y ahora solo corresponde
darte las gracias por este apasionante
capítulo de preguntas.
Rivas Vaciamadrid, 24 de enero de 2023