viernes, 31 de marzo de 2023

EN EL DESGUACE

Más fuerte que el hierro...


 


herrumbre y óxido
duermen en el desguace;
grietas del tiempo.

                 (Inédito)






jueves, 30 de marzo de 2023

GUILLERMO MARCO REMÓN. PERDER EL TIEMPO

Perder el tiempo
Guillermo Marco Remón
Editorial Isla Elefante
Palma de Mallorca, 2023

  

LA VOZ DE LOS RELOJES

 

   La trayectoria poética de Guillermo Marco Remón (Madrid, 1997), Ingeniero y doctorando en Inteligencia Artificial, se dio a conocer con el consistente poemario Otras nubes, accésit del Premio Adonais de 2018.  En su avance por la literatura, ha participado en revistas y antologías que muestran su evolución pertinente y en 2023 es becario de la Residencia de Estudiantes de Madrid.
  El poeta revitaliza su nueva entrega Perder el tiempo con dos nombres de peso, Lucrecio y Fernando Pessoa. Las citas reivindican el afán observador del sujeto y su continua percepción de lo mudable, como si fuese necesario  adentrarse en recorridos indagatorios, desde la realidad inmediata, para llegar al conocimiento interior, a los sustratos que componen la identidad del yo. Un hablante verbal íntimo, cercano, confidencial, que hace de su palabra, como refrenda con hermosa textura el poema prologal “Resumen”, un espacio abierto; la existencia es reiterar pasos y erosiones, asumir que la orfandad del solitario es desbroce y poda, depuración emotiva y que conviene interiorizar la certeza de que lo cotidiano filtra una continua despedida.
  En cada ser habita la extrañeza, una multiplicidad de estados que va perdiendo contornos en el devenir. Son los pliegues del discurrir, o como refrenda el título de la sección inicial: las “Maneras de relacionarse con el tiempo”. En Guillermo Marco Remón queda patente que la contingencia es una referencia temporal definitoria. Añade al registro conversacional instantáneas cotidianas, nombres propios,  imágenes de la memoria que anulan la soledad y el desamparo de estar con el latir del tiempo. Se plasman en los poemas secuencias íntimas, alusiones tamizadas por el transitar, no con un mero afán enunciativo sino con ese punto de asombro connatural a lo cotidiano que pone ventanas a la imaginación.
  La poesía admite la participación activa del lector que completa el poema, como sucede en “Paternalismo”, un texto que admite varias versiones al rellenar los huecos que el autor deja en los versos. Hay palabras que nacen entre la sombra, que buscan habitar la ausencia con la desnudez pactada del intimismo. El paisaje se interioriza y crea su propio espacio interpretativo para servir de marco a instantes memorables del pasado; contemplar es apropiarse de colores y formas, buscar itinerarios visuales con una orientación pactada.
   La amistad y el amor confluyen como continuos vértices de reflexión, como nidos de indagaciones y paradojas que en su hondura poética acercan el caminar biográfico y las tramas argumentales. El cauce vivencial está ahí, frágil y amarillento como una hoja otoñal. Exige reflexionar sobre la propia escritura, como aseveran los versos del poema “Huyendo de la crítica”: “Y sigo caminando mientras doy vueltas… si habré hecho bien en abandonar toda formalidad, / en tender hacia la prosa, / en disfrutar de las rimas espontáneas y feas y precisas, / en haber mitificado la juventud siendo un niño viejo, / en fingir pessoanamente tanto lo que soy”.
   Desde Otras nubes hasta Perder el tiempo la voz poética de Guillermo Marco Remón ha perdido carga sentimental en la reelaboración del periplo existencial y se ha decantado más por la autoafirmación del hablante lírico, por la fuerza de una voz hecha desde la lucidez y la indagación interior. Por eso los textos necesitan un mayor desarrollo enunciativo y un espacio digresivo. Se fue un tiempo auroral y cada vez queda menos de la infancia. Quien se mira en la caligrafía confidencial del diario apenas se reconoce y se cambia el hábito de jugar por las tareas cotidianas; pasó la juventud y entre los pasos del silencio fue madurando una poblada cosecha de certezas que concede al tiempo el primer plano, una continua presencia substancial.
  El breve conjunto “Un domingo a solas” focaliza el tiempo en mínimos objetos cotidianos; la silla no cobija, es una incógnita que exige buscar la postura y responder a las preguntas de la convivencia. Cada vez se hace más fuerte la sensación de soledad e intemperie, ese cálido hueco de la ausencia que invita al estar sedentario.
  El amor, con sus matices de nostalgia, evocación y melancolía, cobra un primer plano en “Me quedaría aquí” para buscar aquellos destellos a resguardo del primer beso o de las instantáneas que cobija el recuerdo y que salen al aire como una cometa en vuelo. Pero el tiempo dispone su estrategia y convierte el suelo fértil de los sentimientos en un lugar donde habita el olvido. La realidad se llena, tras el quedo rumor de las palabras, de una historia en pasado, de un texto con erratas que solo el tiempo puede corregir.
   Queda la ausencia, un aire frío que entumece las manos y que pone en las palabras el epitelio de la despedida. Recordar es una manera de dar sentido al regreso, de pensar que todo sucedió en un ayer lejano, en el terreno yermo de un estar compartido. Perder el tiempo hace de la escritura evocación y olvido. Una ventilación del cuarto propio que puso briznas consumidas en las estanterías para que las palabras se ordenaran y aprendieran a caminar a solas.
 

JOSÉ LUIS MORANTE 



miércoles, 29 de marzo de 2023

AMIGOS VIRTUALES

Interiores
Fotografía publicitaria

 

AMIGOS VIRTUALES

 

  En las redes digitales de facebook, la buena compañía no pasa de ser un asunto numérico. A efectos contables, la máxima amistad es cinco mil, un todo exacto, una suma final, como aquellos cien mil hijos de San Luis. Yo me voy acercando a ese balance colmado y el asunto me obliga a elegir bien a estos voluntarios de tropa virtual con un mínimo proceso de valoración.
  Borro a diario a todos los afectados por mudez digital; de ellos jamás supe nada, ni siquiera por qué solicitaron sitio aquí. También despido con pañuelo al viento a los que sobredimensionan el emoticono, teniendo un idioma entero a su disposición. Y ahora que estoy en esa edad en la que ignoro “dónde habita el deseo”, quito silla también a las presencias que compiten en musculatura hormonal; lo mío con la fisiología es un derrumbe crepuscular que sobrellevo sin esperanza y sin convencimiento.
 Y sigo en el muro, caminando a solas, con la guadaña sobre el hombro de algún algoritmo que nos borre y nos deje en la niebla con voz de margarita enamorada: “esto se ve, esto no se ve”.  Sigo con el tesón explorador de palabras y sueños, buscando algún espejo que retenga los mejores momentos de este viaje en el tiempo, los pasos interiores, ya casi fotografías antiguas, que hablan de otro.


martes, 28 de marzo de 2023

CARMEN SALAS DEL RÍO. SALITREMENTE


Salitremente
Carmen Salas del Río
Prólogo de Gerardo Rodríguez Salas
Editorial Olé Libros
Colección Imaginal
Valencia, 2021

 

LA SAL DEL TIEMPO

 


   Carmen Salas del Río (Cádiz, 1955), docente jubilada con casi cuarenta años de práctica educativa, tituló su entrega anterior El cantar de las caracolas (2020). Enlazaba el material lírico con el mar como concepto simbólico y con significado expandido. En su nueva entrega emplea como título el neologismo Salitremente que,de nuevo enlaza el ideario estético con la plenitud sensorial del agua en vaivén. Sobre estos esquemas reflexivos camina el extenso prólogo del poeta, traductor y profesor universitario Gerardo Rodríguez Salas.
   En ese enfoque introductorio, titulado “El salitre del ocaso”, se indaga en la semántica original del término, en ese término derivado que añade contundencia a la sustancia salina. La palabra aflora en la memoria como recuerdo esencial del Atlántico, un espacio ligado al deambular biográfico de la poeta y a su madurez expresiva.
   Toda poesía muda la evocación en un pensar de asentamiento y emotividad. Alimenta un rincón que enlaza memoria y presente, sobre todo cuando el agua del tiempo recorre una senda de madurez que acerca, casi de forma inadvertida, hacia los meandros de la última costa. En cada tramo del libro Salitremente los textos invocan la retina elegíaca. Es transparencia introspectiva que esencializa percepciones y recuerdos de un transitar irrepetible de luces y sombras, de amanecidas y melancolías, por más que el largo recorrido invoque decepciones y disemine paisajes afectivos.
   La palabra se hace tiempo. Busca con un cierto epitelio de escepticismo el patrimonio de vivencias que moldea la identidad, donde el amor, núcleo central de la segunda parte, es una constante salmodia. Gracias a la casa encendida de la poesía la introspección del yo encuentra en las páginas vividas un inventario de signos expuestos que aspira a sobrevivir entre la incansable zozobra del olvido.
   La titulación del apartado inicial “Poesía y camino” se acompaña con una hermosa cita del poeta extremeño Basilio Sánchez: “Hay en el interior de cada uno / un hombre conmovido / que no nombra las cosas con grandeza / sino con gratitud”; no se trata de airear declamaciones solemnes desde el púlpito de la grandilocuencia, sino de clarificar de inmediato que la existencia aloja en la mirada el agua clara de los dones diarios. Como sucede en la poesía de Eloy Sánchez Rosillo, en los poemas de Carmen Salas del Río hay una clara conexión entre intimismo biográfico y escritura. La palabra se hace celebración, canta el arroyo de las caricias recibidas y los sueños que encontraron costa abierta en la aurora. Todos esos tesoros de humildad que ofrendó cada día para que se guardaran piel adentro.
   Las palabras descubren claridad y transparencia, olor sedentario para que las sílabas abran paso a las instantáneas del yo y muestren en cada paso cercanía existencial e intensidad emotiva. El poema profundiza en la mirada al transitar; restaña sueños y heridas; marca un espacio en el que encuentran sitio los pasos hacia el otro, el reguero de imágenes donde se asienta la claridad de la memoria.
  Los versos de Ángel González y de Edel Juárez marcan el paso del segundo apartado “Piel salitre”, ese rastro que queda en la epidermis para dar fe de vida del tacto del mar, para  ratificar que se camina hacia otro tiempo, donde se muestran alrededor las acuarelas otoñales de las hojas caídas. Caminamos hacia un inevitable otoño. Se hace cada vez más tangible la certeza de la fugacidad y la necesidad de asirse al amor como muro firme de cobijo y resguardo, como piedra filosofal que da sentido a cada instante.
  “Piel silente” convierte al silencio en una presencia más, como si el yo verbal hubiese descubierto que también la voz es estela leve que ha de borrarse. Los sentimientos se amordazan y se ocultan detrás de la voz adormecida. La lumbre se apaga y solo sobrevive una grisácea línea de ceniza mientras las brasas se han consumido. El silencio atrapa, permanece flotando en un vuelo ingrávido. El lenguaje se despoja hasta alcanzar la brisa leve del haiku.  El estar del sujeto da pie a la levedad del haiku, en el que resulta muy reconocible el amplio sustrato sentimental.
  El fluir existencial conjuga nuevos marcos escénicos y emotivos; así se constata en el apartado “Como arena” en el que las composiciones adquieren una mayor densidad reflexiva en esa búsqueda continua del yo que busca caminar hacia sí mismo y conocerse en  una senda versátil e indecisa, donde cada paso se convierte en un tanteo en las pulsaciones del ánimo. Se resguardan sombras y temores para que se preserven las esencias mientras el tiempo arrastra “hacia ese hondo abismo de la decrepitud”.
  El pensamiento concede una perspectiva amplia sobre la presencia del ser en un espacio físico marcado por la precariedad de la existencia. El abanico poético final “De mente” mira los territorios del ahora donde sedimentan destellos marcados por la temporalidad. En el futuro no hay certezas ni existen esas respuestas que la niña interior –ese símbolo de idealización y esperanza que habitaba dentro- buscaba en la sugerente cercanía de los sueños cumplidos. En la cansada espiral del camino queda el frío.
   Salitremente es un largo viaje introspectivo, un ejercicio de meditación lírica de un testigo que mira el tránsito efímero entre el mediodía y el crepúsculo. Alza la voz para caminar hacia dentro por el sendero de la evocación para aseverar, como decía la conciencia narrativa de  Carmen Martín Gaite, que lo raro es vivir y que hay que guardar a cada instante los últimos rescoldos. La palabra se hace interrogante, se asoma a universos extraños, a veces anodinos y silenciosos, que van componiendo un diario introspectivo en el que lo importante no es la verdad sino lo que cada uno encuentra en su interior. En él se preserva la piel dormida en las manos del tiempo, la purpurina brillante del salitre que siempre guarda la perplejidad, esa semilla que el tiempo siembra entre las manos.

JOSÉ LUIS MORANTE


lunes, 27 de marzo de 2023

VOCES EN TIERRA

Atardecida
Fotografía
de
Rosa María Hernández Costa

 VOCES EN TIERRA

En la línea de costa inéditas aleaciones de cangrejo y medusa.

Estreno propósitos: subir a la llanura de un mar en calma las viejas traviesas del tren.

Cierro los ojos y cuento. No aguanto mucho. Cuando los abro, el mar escribe otro párrafo.

El mar y yo; ese ayuno verbal simultáneo

Los espejismos cuidan la apariencia; se revisten con cierta dignidad.

Un niño mira el mar, como si tuviese en sus ojos un microscopio.

Cambio de piel. Una identidad nueva, proclive a la torsión, que se mira de espaldas.

Hay máscaras que expresan la identidad de quien las utiliza mejor que las propias facciones.

El absurdo en clave de física: una hormiga arrastrando una hoja que centuplica su tamaño.

Hubo un tiempo que imaginé el futuro como un acertijo desapacible. Con actitud de esfinge requería una respuesta inmediata.

Todo final es el punto cero de un comienzo. 

(Voces en tierra)




sábado, 25 de marzo de 2023

JUAN ANTONIO MORA. LAS RUINAS DEL CIELO

Las ruinas del cielo
Juan Antonio Mora
Editorial Corona del Sur
Colección Almud Literario
Málaga, 2023

 

ARQUEOLOGÍAS
 

   El momento histórico que atravesamos está lleno de contradicciones y choques frontales entre realidades que aparentemente se están resquebrajando. En ese estado de continua inquietud existencial es difícil cerrar los ojos y es una constante tentación, al mismo tiempo, el escapismo mental. Desde esa perspectiva, cada vez parece más necesaria la poesía en la calle, esa senda creadora que revindica lo común y hace del discurso solidario un núcleo central de la tarea poética.
   Juan Antonio Mora (Andújar, 1950) personifica un compromiso con la escritura de más de cuatro décadas. Firma, por tanto, un itinerario de indiscutible calado que rechaza de plano los elementos irracionales y lo hermético para trazar una senda de deseable claridad. Vacía en sus moldes formales un decir coloquial e intimista, que simplifica el lenguaje con enunciados narrativos y propuestas cercanas a lo laborable, que dotan a la artesanía del poema de un claro sentido existencial. En su expresión personal cuida el nivel comunicativo para compartir con el lector las contingencias diarias y las experiencias del poeta.
   Es conocida su travesía de madurez porque alienta una envidiable fertilidad creadora. Las entregas en los últimos años aportan a la bibliografía personal la compilación La alegría del aire (2019), selección prologada por el poeta y ensayista,Alberto García-Teresa, el poemario, Nubes, que cuenta con un prólogo de Juan Carlos Mestre, La silla vacía, obra editada en 2022 y el volumen Las flores me llaman, cuya hermosa cubierta e ilustraciones interiores pertenecen al artista José Ramón Navarro.
   Las ruinas del cielo –qué excelente título- acoge ilustraciones de cubierta e interiores de Rafael Toribio (Andújar, 1957), dibujante, pintor y profesor de dibujo artístico y serigrafía que ya colaboró con el poeta en la recordada revista de los años noventa “La hamaca de lona”. La dedicatoria y las citas que sirven de umbral al despojamiento expresivo de Juan Antonio Mora recuerdan que, en palabras de Joan Margarit, “la poesía es la última casa de misericordia”, como lo es el amor, esa casa habitable que mantiene en el tiempo una luz encendida. Así lo ratifica la herida emotiva de las palabras: “A Charo. Todo está aquí contigo”.
  Los estratos poéticos de Juan Antonio Mora conceden una importancia extrema al resquicio sentimental. El fluir de la conciencia no se cierra en su interioridad. Mira la calle. Descubre sus asimetrías aceptando que forma parte de una identidad colectiva que guarda en su epitelio numerosos enigmas. Por eso cada poema es  una pregunta en el aire, una forma de sacar a la luz las inquietudes de un yo que manifiesta el sentir más hondo y esa sensación que aporta el complejo del superviviente, la radical soledad del hombre frente a la intemperie, entre un clamor de voces reales reales e imaginarias. La soledad va creciendo en el tiempo y con ella el desamparo de existir a campo abierto y el amor se hace más necesario que nunca: “Sin ti, / no hay vida ni alegría, / me muero lloroso / en una esquina. / Sin ti, / todo es invierno y frío / y oscuro. / Y la luna en una lágrima / se extravía.”
  El poeta recuerda el discurrir vital y la pulsión del lenguaje para transcender lo perecedero. Se retoman ausencias como la del padre, que todavía vive en el mapa de la memoria como si fuera la raíz fuerte de un árbol contra el tiempo, o la presencia auroral y cálida de la madre “rubia y azul, liviana y primavera”, como máxima expresión de la generosidad y la ternura. Este encuentro con las preguntas esenciales también convoca a Dios, esa gran incógnita que forma parte de las sombras más densas del pensamiento. Y no faltan las grietas que se asoman a la propia identidad para recordar que somos actores secundarios que tardan en encontrar el itinerario de un destino propicio: “¿Dónde está la verdad? / Yo la busco sin cesar, / el otro día / la vi un momento / por pura casualidad”., .
  En ese estado de melancolía e incertidumbre, de saber que la existencia es un fluido cauce de dolor y lágrimas, llega el consuelo de la escritura. Esa tarea que ayuda a preservar los recuerdos y que enlaza pasado y ahora en el mismo afán de sostener lo perdurable, tras la ventana abierta de lo cotidiano; pero el amor nos salva, aunque tenga la frágil cadencia intangible de los sueños.
  El yo poético se siente una sombra y se empeña en entenderse a sí mismo. El poema se esencializa hasta convertirse en un apunte que recorre el espacio cerrado del aforismo: “Un Dios vela por mí… Pero no sé quién es”; “No me caben en el armario tantos sueños”; “Tus ojos están llenos / de pájaros asustados”, “Abrir los ojos para ver a los poetas que existen / y trabajan la palabra”. O esa despedida final que cobra la fuerza de enlazar la vida con un sueño donde la muerte es el único despertar: “Cierro el libro. /Dejadme soñar”
    Juan Antonio Mora halla en la poesía su máxima razón de ser. Los poemas reclaman voz para dejar en las palabras una escueta y meditada reflexión sobre el hombre frente al espejo de su conciencia. La vida con sus laberintos cotidianos va dejando entre las manos la piedra gastada de las utopías, el rastro de una arqueología que nos vuelve vulnerables y frágiles. Solo queda la poesía, esa vocación auroral de preservar ilesa la esperanza.
 

JOSÉ LUIS MORANTE



viernes, 24 de marzo de 2023

PLANOS CORTOS. AFORISMOS Y CINE

Bienvenida
Planos cortos. Aforismos y cine
José Luis Morante
Editorial Trea
Somonte Cenero, Gijón, Asturias, 2021



PLANOS CORTOS


El aforismo parte desde la conciencia. Es testigo implicado. Un director de cine que dispersa planos cortos. 

Senectud; el ojo de la cámara pasa por alto casi todo.

En los cines silentes las erratas son golpes de tos.

En la miel de sus ojos la traición zumba como un enjambre.

Un figurante sentado en la tarima de la insignificancia. Sus manos amontonan libros.

Cada historia contiene un número indefinido de personajes verdaderos.

(Del libro Planos cortos. Aforismos y cine, Trea, 2021)

jueves, 23 de marzo de 2023

ÓSCAR DÍAZ. LA EXACTA FANTASÍA

La exacta fantasía
Óscar Díaz
Ediciones de la Isla de Siltolá / Poesía
Sevilla, 2023


 

DEMOLICIONES CONTROLADAS

 

 
   El constante desvelo del presente poético incorporó en 2015 la amanecida de Óscar Díaz (Langreo, Asturias, 1997), tras conseguir el XI Premio Nacional de Poesía “Félix Grande”. Aquel reconocimiento iniciaba un itinerario personal, alejado de cualquier tentación endogámica, que suma la entrega En el principio era América  (2020) y una pautada colaboración en revistas y antologías. Casi tres años después, publica La exacta fantasía, una compilación de composiciones con aserto explícito que parece reivindicar los espacios oníricos que nutren lo real.
   Las sugerentes razones de la nota de contraportada de Laura Ramos recuerdan algunos rasgos del ideario estético de este graduado en filosofía por la universidad complutense de Madrid: el empeño por romper moldes tradicionales e impulsar estelas de conocimiento que eduquen la sensibilidad más allá de lo aparente y la lógica, la actualización de lo clásico y la ubicación de cada género literario en un contexto amplio, que fomente la transversalidad.
   La tarea poética comienza con el poema homónimo que da título al libro. En “La exacta fantasía” lo paradójico mantiene el paso, como lo mantiene el cauce verbal que busca en su enunciado vías de escape a la invención. Supone una forma de convivencia con sustratos culturalistas, que recuperan tiempos y etapas discontinuas del pensamiento humanista.
   El tramo “Hacia Utanapishti” inspira sus hilos argumentales en la presencia de un personaje de ficción, presente en el discurrir legendario y mítico del diluvio mesopotámico. A él recurrirá la identidad central del Poema de Gilgamesch en sus afanes para conseguir la inmortalidad. El yo poético se define por la búsqueda de un espacio y de una identidad, como si requiriese el marco para narrar un cuento, un mínimo relato con personaje predispuesto al soliloquio y al monólogo. Las contingencias narrativas se suceden con un claro componente irónico y un discurrir verbal que bordea el absurdo o que hace del texto conocido una versión nueva, signada por el capricho de lo concreto o por la posibilidad azarosa de dar fe de vida de algún sueño: “no albergaba ninguna duda / de mi protagonismo: / los seres aparecen donde nombro, / por mí se había escrito el Génesis. / Nació a las dos y tres minutos.”
   Lejos del aparente realismo del diario ficcional, Óscar Díaz entremezcla situaciones y tiempos que nunca marcan azarosas fantasías. Al cabo: “Las palabras / son las demoliciones controladas / de edificios antiguos”. El lenguaje se mueve en escena como una invitación a descubrir un mundo sin puertas, acaso encerrado en las lindes de la mente.
   El apartado “Otros poemas fantásticos” se abre con dos citas de Sor Juana Inés de la Cruz y Émily Neligan, que otra vez reivindican los márgenes de la reinvención, y el poema “Niños luchando”. Frente a ese tiempo auroral y arcangélico que sugiere el tramo de la niñez, la composición irradia un belicoso activismo, los muchachos muestran una exacta fortaleza, están ahí, aguardando el momento, resistiendo al tiempo. Pero no es un sentimiento persistente porque todo en la identidad está marcado por lo transitorio; las cosasa cambian de un momento a otro, incluso el amor, ese motivo que da pie a excelentes poemas como “Noir lessons”, “Amor-ficción” y “Volverse una manzana”.
   Sorprende en este apartado la disposición tipográfica de algunos poemas, como si el escritor subrayara la autonomía de las composiciones y un cierto ludismo formal. En algún caso incluso se necesita en nota a pie de página la transcripción textual, en otro el texto se presenta a dos columnas o como un diálogo alterno entre dos voces poéticas, al modo por ejemplo de “La estatua de Condillac” una composición de tono ensayístico, escrita en prosa poética y fragmentada en dos soliloquios, en la que es la clave de Traité des sensatións, donde el filósofo Condillac desarrolla la idea de que en nuestro fuero interno alojamos la inmovilidad de una estatua sin sentidos, que en el discurrir temporal va acumulando impresiones y juicios, con una certeza aparente: los hombres miran lo mismo, pero ven cosas distintas. El apartado aloja también poemas convencionales, dispuestos en fragmentos, como el que cierra el libro “Patas arriba”, con una voz reflexiva más coloquial.
   La exacta fantasía es un libro denso por su andamiaje filosófico y por el manejo de aportes asentados en el acervo clásico. En la propuesta lírica de Óscar Díaz hay una profunda meditación sobre diversas situaciones del pensar, entre la reflexión y la anécdota. Las voces de la memoria conviven con la lectura y los sentimientos, esos vértices emocionales que miden la cronología del reloj, y con esa perplejidad continua del vivir empeñados en eternizar lo que se borra. Quien mira por la ventana está siempre a solas, en la intemperie de la espera.   
 
JOSÉ LUIS MORANTE


 

miércoles, 22 de marzo de 2023

EXTRAVÍOS Y OBJETOS PERDIDOS

Devoluciones
Fotografía
de 
prensa diaria

 

EXTRAVÍOS Y OBJETOS PERDIDOS

 Uno de los hábitos más detestables que practico a diario es el extravío. Cada jornada pierdo llaves, cartera, ilusiones, amigos, proyectos, versos sueltos… A veces hay suerte y consigo recuperar lo extraviado. Otras sólo recupero el malhumor erosivo que me produce esta práctica desaforada. La última pérdida es un bolso negro. En él tenía un cuadernillo blanco, dos de mis bolígrafos preferidos, el cargador del móvil y un libro dedicado. No recuerdo cuándo lo perdí. Sólo que pagué el taxi, caminé en silencio hasta casa y abrí la puerta. Así que tenía las llaves. Menos mal. Tampoco sé cuándo fui consciente de la pérdida.
 Así que he decidido desaparecer para que no se repitan más los extravíos. Por mis bolígrafos, que tantas dudas anotaron con fidelidad irreprochable; por mi cuaderno blanco que esperó con paciencia de monje zen algún verso aceptable; por la cordial dedicatoria del libro, que exigía una lectura atenta y emotiva.
  Estoy en paradero desconocido. Ni siquiera el extravío sabe dónde estoy.

(De Cuentos diminutos)



 
 
 

martes, 21 de marzo de 2023

VV. AA. LA SATISFACCIÓN DEL DEBER CUMPLIDO

La satisfacción del deber cumplido
100 Años sin Andrés Manjón
AA. VV.
Coordinan: Javier Gilabert, Fernando Jaén, Gerardo Rodríguez Salas
Prólogo de Remedios Sánchez
Esdrújula Ediciones
Granada, 2023
 

LA VOZ DE TIZA

 

   Más allá del rutinario desempeño laboral, los que hacen de la docencia una forma plena de entender las relaciones entre maestros y alumnos recuerdan siempre su filosofía germinal: el empeño por impulsar valores y conocimientos que eduquen la sensibilidad, fomenten el espíritu crítico y den vuelo y autonomía a lo mejor de cada ser humano. Ahora se cumple el primer centenario del fallecimiento de Andrés Manjón (Sargentes, 1846- Granada, 1923), Catedrático en la Facultad de Derecho, sacerdote y fundador en 1889 de las Escuelas del Ave María, un proyecto pedagógico que reivindica la enseñanza gratuita y el empleo de estrategias educativas encaminadas al aprendizaje activo y compartido.
  La hermosa tarea en el tiempo de Andrés Manjón culmina en ese duelo de labores y esperanzas de las Escuelas del Ave María. Una obra que admite parangón y desarrollo con la Institución Libre de Enseñanza y su filosofía regeneracionista. Supone una forma de pensar marcada por el pensamiento humanista con el empeño por buscar espacios a una convivencia equitativa, capaz de redistribuir riqueza e igualdad en una realidad social ominosa, lastrada por un abrumador analfabetismo. La tarea conjunta de varias generaciones ha multiplicado recursos y centros educativos y ha mantenido fuerte el compromiso con una educación de calidad que preserva la ciencia y el sentido intacto del legado pedagógico de su fundador.
  En el prólogo, la profesora, antóloga, ensayista y editora Remedios Sánchez hace un largo recorrido por el activismo educativo de Andrés Manjón. Recuerda y analiza los aspectos biográficos esenciales en el contexto histórico decimonónico de la ciudad de Granada y concluye con una lectura ágil y detallada de los hilos argumentales del libro y de los poetas que transitan por estas páginas de homenaje.
  Los coordinadores secuencian las aportaciones textuales de los cien poetas invitados, más  los tres poemas propios, en cuatro tramos, titulados: “Mirando hacia fuera”, Mirando hacia adentro”, “Mirando por los demás” y “Mirando hacia el maestro”. La propuesta organizativa, según clarifica Remedios Sánchez, es un guiño cómplice a la obra El maestro mirando hacia fuera o de dentro a fuera (1944). Cada sección comparte algunas características reseñables, aunque lógicamente queda palpable la diversidad. Así la primera parte, que aglutina veintidós poetas, hace una lectura de la infancia percibida desde la edad adulta. Es un arquetipo conceptual que la infancia es un tiempo áureo, signado por la idealización, donde se hace fuerte un sentido epifánico hecho de claridad y capaz de vislumbrar un discurrir esperanzado y pleno. Desde esa panorámica están escritas varias composiciones de los integrados en esta primera senda; pero el enfoque cobija también las zonas de sombras que llevan a descubrir las disonancias y contradicciones inherentes a cualquier existencia. Véanse, por ejemplo, los poemas “Un niño en Gaza”, de Trinidad Gan, “Aylan” de Ramón Martínez o “Los niños soldados” de Mariluz Escribano Pueo que focalizan temáticas de dolor como la guerra, los movimientos migratorios o las catástrofes bélicas del continente africano, donde la infancia ratifica su vulnerabilidad extrema. Maravilloso el poema “El niño frente al mar” de Diego Medina Poveda sobre el acoso escolar y sus efectos, una de las manchas del presente que requiere mucha más conciencia social.
  El enfoque del segundo apartado “Mirando hacia dentro” toma el pulso a la labor docente. Tradicionalmente infravalorada por una sociedad utilitaria y materialista, la tarea de educar supone un desempeño que trasciende el marco laboral para hacer del maestro una figura clave, capaz de moldear conciencias, de llenar la mirada del niño de descubrimientos y asentar el sentido ético como raíz fuerte de la personalidad. En la mente de todos, todavía, la tarea de las maestras de la república, como glosa el hermoso poema de Raquel Lanseros, o la gratitud de los adultos que recuerdan sus días en el aula. Jamás se borra la mano de quienes empuñaron la travesía formativa porque, como apunta Andrés Manjón, “educar es instruir y mucho más, es enseñar a pensar, a querer, a sentir a vivir”. La serie de aforismos líricos de Carmen Canet “Amor y pedagogía" suma el laconismo del decir breve con encomiable acierto a este cálido homenaje a la pedagogía manjoniana; de paso, recuerda al lector ese abrazo entre pensamiento y cauce lírico que sostiene la arquitectura verbal del género. Y profesores en ejercicio, como Francisco Javier Gallego Dueñas, testifican experiencias reales para incidir en ese aprendizaje continuo que da sentido pleno a la labor docente como deber y libertad; por su parte, Javier Gilabert, añade el epitelio vocacional de la saga familiar, tan necesario para moldear arcilla y futuro, sin púlpitos ni estridencias, haciendo de la humildad una presencia constante; en el balance entre niño y maestro aprende siempre más el maestro.
   “Mirando por los demás” supone priorizar el clima colectivo sobre los intereses propios; en un tiempo que ha exaltado hasta el ensimismamiento el santuario del yo la educación requiere abrir el corazón a la palabra para mostrar otra realidad, una lección de amor que alimenta y transforma, que requiere constancia y voluntad. En el apartado, los efectos de los primeros libros, la voz intacta y cálida de la biblioteca personal, las herencias de páginas escritas que alguien dejó a resguardo para que siguieran iluminando sueños y futuros. Abren reflexiones de interés poemas de María Rosal, desde la evocación, José García Obrero, con el deje simbólico de hacer de la docencia un gesto contra el azar que pone la semilla en suelo estéril, o Sabina Bengoechea, que hace de sus versos un hermoso ejercicio introspectivo de recuperación y memoria.    
  Finaliza la múltiple exploración manjoniana, el apartado “Mirando hacia el maestro”, ese depositario satisfecho del deber cumplido que pone luz a la inteligencia. Dejan en este textos que indagan en la esencia del acto de educar y en el perfil humanista del hombre inquieto que se entrega a los demás con humildad y perseverancia. 
  En las páginas de La satisfacción del deber cumplido resalta firme la postura tenaz de Andrés Manjón que vincula la realidad humana con el ejercicio docente; no se trata de depositar contenidos sino de sembrar valores que tengan una perdurable proyección en el tiempo. Solo resta felicitar a los impulsores del homenaje, Javier Gilabert, Fernando Jaén y Gerardo Rodríguez Salas, por enlazar la memoria del hombre con la poesía en sus itinerarios de búsqueda, contrastes, elegía y celebración. Si educar es tarea de todos, dar las gracias es la mejor respuesta a quien alentó la amanecida de la plenitud del ser humano.


JOSÉ LUIS MORANTE



lunes, 20 de marzo de 2023

HILOS SUELTOS

Primavera en la calle
Fotografía
de
Javier Cabañero Valencia

 

HILOS SUELTOS


Flor,
el que te mira
en este instante
se aparta 
para hacerte sitio

RAFAEL CADENAS


En el trasfondo del azar dormita un orden secreto, una simetría que pauta planteamiento, nudo y desenlace.

La autobiografía convierte a otro en protagonista.

Me gusta emprender sendas hacia ninguna parte.

El agónico vocacional tiene una visión cabizbaja del futuro.

La orfandad del solitario es el epitelio de la ternura.

La conciencia egoísta piensa que un cielo menesteroso cobija a los demás.

Las falsas verdades dejan ruinas que se veneran largo tiempo.

(Hilos sueltos. Aforismos)



domingo, 19 de marzo de 2023

RECUERDO DE MI PADRE

Londres en familia
(Marzo, 2010)
Fotografía
de
Javier Cabañero Valencia

 


RECUERDO DE MI PADRE

Mi padre ponderaba la eficacia
como un tesoro extraño y valiosísimo,
escondido en el vientre de la tierra.
Solía levantarse muy temprano,
con el tic-tac grabado en la memoria,
y dilataba oscuro una jornada
que concluía laso y taciturno.
Era su empeño inmune al frío o la canícula.
Por él estuve interno tantos años
con la sola intención de hacerme un hombre.
Entendamos, un hombre de provecho,
un atinado buscador de logros)
Mas el esfuerzo no valió la pena.
Ël no tiene conciencia del fracaso.
Descubrió en la derrota
una patria feliz, compensatoria.

    (De Causas y efectos, Premio Luis Cernuda, 1997)



sábado, 18 de marzo de 2023

LUIS GARCÍA MONTERO. REENCUENTROS

Presentación de ROPA DE CALLE
(Luis García Montero y José Luis Morante)
Librería Reina Sofía, Madrid, 2011) 


 REENCUENTROS

  La variedad polifónica de Luis García Montero completa su activismo poético con la narración, el ensayo, la edición crítica y la columna de prensa, facetas en las que el autor amplía las posibilidades expresivas de nuestra lengua. Son actividades que convierten al escritor en sujeto histórico que hace suyo la contingencia del presente. En la práctica creadora se muestran las preocupaciones éticas y sus vínculos con el murmullo mental colectivo en el complejo espacio urbano.  La literatura de Luis García Montero prosigue en una línea firme de continuidad y crecimiento, lo que determina nuestra convicción de que era necesario este nuevo encuentro con el lector para presentar un balance de etapa donde la actividad práctica no se aísla del reconocimiento social: en 2008 recibía el Premio de la Crítica de Andalucía; en 2010 lograba ser reconocido como el poeta en español más importante del momento al conseguir en México el Premio Poetas del Mundo Latino; y, junto a la actriz María Galiana, el 28 de febrero de 2017, Día de la Comunidad, fue nombrado Hijo Predilecto de Andalucía. Pocos días después se hace eco de la plenitud creativa del poeta la televisión pública El 10 de marzo, el programa Imprescindibles emite la película documental “Aunque tú no lo sepas. Luis García Montero”[2]. El audivisual se convierte en una crónica de vida en la que conviven las sendas literarias y el sólido espacio de lo afectivo. Al cabo, son registros complementarios que muestran en la personalidad del escritor una unidad indeclinable.    



[1] La columna de prensa permite transcribir el desorden vitalista de lo contingente. La dedicación al articulismo en cabeceras nacionales como El País y Público está recogida en los libros La puerta de la calle (Pre-Textos, 1997), La casa del jacobino (2003) y Almanaque de fabulador (Tusquets Editores, 2003).  Todavía mantiene el hábito en el formato digital de Infolibre.com donde cultiva la columna de opinión “Verso libre”. En el mismo medio dirige el suplemento de libros Los Diablos Azules.

[2] El documental completo está disponible en www.rtve.es/television/20170310/ . El título “Aunque tú no lo sepas” reproduce el de un poema integrado en el libro Habitaciones separadas, Premio Nacional de Poesía 1996. Es un título afortunado que ha inspirado el trabajo musical de Quique González, en el álbúm “Pájaros mojados” (2002)  y de otros músicos, como Enrique Urquijo y Dani Martín. 

viernes, 17 de marzo de 2023

MÁS ALLÁ DE MÍ

Clausura
Fotografía
de
Adela Sánchez Santana

 

MÁS ALLÁ DE MÍ

 

 La ventana no me veía; miraba más allá de mí.


 
El final de ruta añade a la topografía habitual una fotografía desenfocada del paraíso.
 
*
 
La indecisión transforma cada paso en cruce de caminos.
 
*
 
El observador comprende cuando escucha la trama argumental del paisaje.
 
*
 
Ítaca y el impulso del viaje. No la meta sino el recorrido.
 
*
 
Sin regreso el viaje es estéril.
 
*
 
Empleaba la lentitud del sedentarismo en diseñar rutas marítimas con olas fijas.
 
*
 De algunos viajes vuelven otros.
 
*
 
El exilio. Un bosque de árboles trasplantados y especies exóticas.
 
*
 
“Me gusta avanzar con paso firme”. Dijo frente al silencio de los acantilados.
 
*
 
Perseguir la estela del yo. Ir más lejos. Hacia dentro.
 
*
 
Ser testigo en el viaje de una realidad proteica, con haz y envés, ajena a la senda amañada del turista.
 
*
 
Antes de partir se apunta a un taller literario sobre el arte de novelar. Los recorridos aproximan pormenores reales y ficción.
 
*
 
El trayecto largo altera la identidad. La imagen en los espejos del hotel nunca es fiel al original.
 
(Aforismos nómadas)






 
 

miércoles, 15 de marzo de 2023

JAIRO GARCÍA JARAMILLO. A TRAVÉS DE LA NOCHE

A través de la noche
Jairo García jaramillo
Eda Libros Editorial
Colección Seguro Azar
Benalmádena, Málaga, 2023


FUERA DE LUZ
 

 
   A través de la noche (Eda, 2023) marca el debut de la cosmovisión poética de Jairo García Jaramillo (1982) quien realizo los estudios de Filología en la Universidad de Granada y prosigue su formación cursando el Grado de Filosofía en la UNED. Sus primeros trabajos de investigación tienen como trasfondo exploratorio la obra poética de Javier Egea, uno de los nombres centrales de la Otra sentimentalidad, el movimiento literario impulsado conjuntamente con Álvaro Salvador y Luis García Montero; el grupo cimentaría la poesía de la experiencia, estética convertida en tendencia central en la década del cierre de siglo. Completa trazos de su perfil investigador labores de documentalista en torno a la presencia creadora femenina de la Edad de Plata.
   El preámbulo de Salvador Galán Moreu adopta el formato epistolar para concretar los rasgos singulares del libro a través de detalladas exploraciones lectoras. Resalta el carácter unitario, el meditado orden poético y la búsqueda de sentido orgánico a través de poemas cortos y aforísticos. Un buen umbral, como lo son las dos magníficas citas de amanecida en las voces de Roque Dalton y Alejandra Pizarnik. Anticipan una senda verbal formada por los tramos “Descenso”; “Vacío” y “Silencio”, tres sustantivos de fuerte densidad conceptual, ligados al malditismo de Baudelaire.
   Precisamente es el clásico francés quien alumbra los pasos de partida del poema “Océano”, una exploración nocturnal que convierte al sueño en territorio de inmersión y búsqueda, de rescate y retorno a la claridad. Ese ámbito penumbroso y sombrío se mantiene en otras composiciones, como si la existencia negase la posibilidad de un mundo en calma, ni siquiera en los sueños, por más que el yo poético se empeñe en rescatar una amanecida de luz. Respirar es asumir un aleatorio descenso hacia la sombra, abrir las manos para dejar en ellas el ébano tenaz de  la tiniebla.
   Concisos y lacónicos, todos los poemas de este primer tramo, en el que resaltan composiciones excelentes, como “Nómada” y “Descenso”, cobijan la vencida arqueología de la soledad, esa tanteo pausado con las asimetrías del transitar que permita volver a casa, aunque no haya nadie.
   La sección central, “Vacío” reitera la disposición enunciativa y emplea de nuevo el soneto para sumergirse en un ámbito abisal, cuajado de onirismo y fantasía, como leve cosecha del delirio. Rompe la continuidad visual con la inserción del poema caligramático “vacío”, que sin duda crea rareza y desconcierto y supone un quiebro en el poemario. Por fortuna, el tono se recupera de inmediato con “Adormidera”, casi un poema celebratorio, o “Adolescencia” un texto repleto de emoción sobre el despertar sentimental y las débiles señales del camino hacia el otro.
   El apartado “Silencio” se abre con “Amanecer”, donde se cobijan excelentes metáforas que diluyen el epitelio nocturnal de las primeras secciones, aunque persiste ese horizonte tóxico, enfermizo, "que todo lo oscurece” y que convierte la existencia en “una rosa de ceniza”. Persiste en la conciencia la sensación de finitud y soledad, como se plasma con aliento clásico en el soneto “Orfeo”: “Sombras de un sueño, criaturas de un día / ¿por qué mirar atrás cuando ya vimos / todo pasar y ahogarse en el olvido / y que esa es nuestra herencia de ceniza?”; insistir en ser no es más que ir dejando algunos destellos al paso, el soplo de una vela encendida.
   A través de la noche esta signado por un tono pesimista y sombrío de lo existencial. Los poemas nacen desde el fluir de una conciencia marcada por la soledad y el desamparo, por un largo recorrido al fin de la noche en el que se van sumando indicios de oscuridad y contingencia. Real o simbólica, la noche está ahí, con su laberinto de imágenes, con su tacto oscuro, como un espejo que acogiera en el frío de su superficie las sombras interiores, la desnudez de un corazón a solas.

 

JOSÉ LUIS MORANTE 

 

martes, 14 de marzo de 2023

DISENTIMIENTOS EN PANTALLA GRANDE

Ana de Armas en el papel de Marilyn Monroe

 

DISENTIMIENTOS  EN PANTALLA GRANDE

 

   Esta semana el rito familiar de la película nocturna se ha llenado de decepciones. Comenzamos por la visión de Cry Macho (2021) el cierre visual como actor y director de Clint Eatswood. Los años ponen artritis en el reloj y el habitual hieratismo estatuario, con prodigios de senectud como Mula, exige despojarse de hojarascas interpretativas y preservar el irrepetible legado de madura senectud. Es el momento de habitar con sedentaria calma los pasos del silencio. 

 Disentir exige un nutrido florecimiento de argumentaciones y evitar que floten los propios prejuicios cinéfilos. Por eso gasto la pólvora argumental en tres minutos: la multipremiada Todo a la vez y en todas partes, con excelentes actores en el reparto es un pintoresco largometraje, un collage entre los videojuegos y  el futurismo tecnológico. Ni siquiera el toque irónico y los lejanos ecos de Bruce Lee soltando mamporros mantienen el interés. La vimos antes de los Oscar y a media película nos dimos la tregua del sueño. Hoy la hemos visto de nuevo. Sí, yo soy del viejo Hollywood, esa raíz de buen gusto que tiene continuidad en los cualificados personajes de Cate Blanchett y Ana de Armas; las dos se van de vacío pero sus papeles merecen la claridad nocturna de la estrella, la caligrafía de lo perdurable. 

   En su nuevo libro de poesía Perder el tiempo Guillermo Marco Remón utiliza el verso “tradicionando la vanguardia”; tal vez ese acierto expresivo explicaría mi rechazo a este nuevo orinal en pantalla grande que ha conseguido tan unánime empatía y que abre, según dicen casi todos los críticos, una veta central a la tecnología visual. Yo, sin embargo, creo que la extrañeza, por más que aporte una mirada diferente,  está sobrevalorada; la emoción se pierde de continuo en el ramaje psicológico y el laberinto argumental.

  (Notas del diario)

 

 

 

lunes, 13 de marzo de 2023

PEDRO GARCÍA CUETO. LA LLAMA POÉTICA DE LUIS GARCÍA MONTERO

La llama poética de Luis García Montero
Pedro García Cueto
Prólogo de José Luis Morante
Sonámbulos Ediciones
Granada, 2023

  

UN POETA VERDADERO

 

   La rotunda vocación literaria de Pedro García Cueto (Madrid, 1968) mantiene una significativa transversalidad. Profesor de Lengua y Literatura en un instituto madrileño, doctor en Filología Hispánica y licenciado en Antropología, cultiva el ensayo, la novela, la poesía y la crítica de cine. Su voluntad de análisis ha impulsado estudios referenciales sobre Juan Gil-Albert y Francisco Brines. Ahora se acerca a una personalidad clave de nuestro tiempo con el libro La llama poética de Luis García Montero.
   La perspectiva de Pedro García Cueto suma la introducción “Vocación de poeta”, firmada por quien esto escribe, que estudió el sosegado respirar del poeta de Granada en la edición crítica Ropa de calle. Antología poética (1980-2017 (Letras Hispánicas, 3ª edición ampliada, 2017). Se subraya en el liminar que Luis García Montero nunca ha mantenido una actitud acomodaticia en torno a un ideario; se aleja de caminos de un solo sentido y cada entrega manifiesta voluntad de exploración y conocimiento. La obra en marcha fusiona la intrahistoria personal, esos fondos interiores tan presentes en Un año y tres meses (Tusquets, 2022), y la conciencia de formar parte de un yo plural, capaz de transformar el fluir subjetivo en portavoz de una ciudadanía con la que comparte un presente cívico.
   Pedro García Cueto parte de un enfoque básico: el interés que la obra poética de Luis García Montero ha generado, casi con plena unanimidad, entre lectores y crítica; sin duda, es el mejor espejo de nuestro tiempo por la fusión intacta entre compromiso ético y preocupación estética, norte que abraza una obra lograda y verdadera. De este modo, organiza su estudio analizando las sendas teóricas y la inmersión creadora en el capítulo “El concepto de poesía de la experiencia visto por el autor”, para trazar a continuación una cronología de las distintas publicaciones.
  Conviene recordar que, desde la amanecida de Tristia hasta la última salida Un año y tres meses, compilación versal signada por la ausencia de Almudena Grandes, el aporte lírico de Luis García Montero establece tramos matizados por asertos críticos ya de uso común: la otra sentimentalidad, la poesía de la experiencia, el realismo singular, el romanticismo reflexivo y el intimismo.
  La veta teórica de “la otra sentimentalidad” surge en Granada en 1983; integran el núcleo originario Álvaro Salvador, Javier Egea y Luis García Montero; los tres comparten “la radical historicidad del discurso ideológico”, ampliamente defendida en su ensayística por el legado socio-filosófico del profesor Juan Carlos Rodríguez. El grupo, ajeno a los últimos hilos novísimos, recupera la idea de sentimentalidad expuesta por Antonio Machado a través del heterónimo Juan de Mairena: “Los sentimientos cambian en el curso de la historia y aun durante la vida individual del hombre. En cuanto resonancias cordiales de los valores en boga, los sentimientos varían cuando estos valores se desdoran, enmohecen y son sustituidos por otros”. Otra puerta teórica remite a Jaime Gil de Biedma: “el poema es  también una puesta en escena, un pequeño teatro para un solo espectador que necesita de sus propias reglas, de sus propios trucos en las representaciones”. Es decir, el arte de hacer versos es un simulacro, una mentira que deja en evidencia  a los que entienden “la poesía de la experiencia” como una grabación confesional del devenir. Las contingencias biográficas no regulan la actividad motórica del poema. Así lo advierte Pedro García Cueto subrayando además que los poetas de la experiencia no conformaron núcleo alguno. Fueron identidades afines a la hora de percibir el poema como molde ficcional del yo; quien habla no escribe su biografía sino que se desdobla en un sujeto lírico asentado en otra edad y en otro tiempo. Además el marco poético se aleja de la naturaleza para vadear las aceras de una poesía urbana en la que es rumor continuo la introspección. Por tanto, “la poesía de la experiencia” fue una opción estética, cuyo nombre deriva del ensayo de Robert Langbaum The Poetry of Experience, una indagación sobre el monólogo dramático en la herencia literaria moderna.
   Libro a libro, en La llama poética de Luis García Montero, Pedro García Cueto recorre la travesía lírica analizando cada estación con meditaciones lectoras que resaltan el respirar al paso. Nos habla de su aportación al  proceso de conocimiento con un claro sentido orgánico, capaz de abolir lo fragmentario. Los estratos representan un mundo interior de extraordinaria riqueza. Reivindica la singularidad de cada hito, como pieza de un engranaje que conforma la voz de un poeta verdadero, ante las dudas e incertidumbres de la existencia. Escribir es un ejercicio de supervivencia, ante el naufragio de vivir, que reafirma la capacidad de ir siempre más allá.

José Luis Morante





domingo, 12 de marzo de 2023

FUERA DE HORARIO

Casco viejo
(Palermo, Febrero de2023)
Fotografía
de
Adela Sánchez Santana
 

 

FUERA DE HORARIO
 
 
   Suele dormir hasta muy tarde. Mientras duerme sostiene en el aire una respiración pudorosa y hermética. Vela sin tregua la llegada de sueños que parecen salidos de lejanos cubiles. Cree que los sueños ajenos evitan a quienes madrugan para salir a pie de calle, a esa confrontación solar de itinerarios y pasos perdidos del callejero urbano.
   Sometido a una terca vibración inmóvil y anclado entre las sábanas, ha suprimido recuerdos y memoria. Sin ataduras visibles, escapó de sí mismo. Exiliado en los sueños, vive fuera de horario.

(De Cuentos diminutos)



sábado, 11 de marzo de 2023

LA FUERZA DE SEGUIR

Estación del Pozo
(Monumento a las víctimas del 11-M, Madrid)

 

TRANSICIONES
 
 
En la estación de cercanías de El Pozo caminamos sin prisa, sustituyendo al paseante por el pensador para percibir la superficie sosegada del recuerdo, la persistencia de una página de nuestra historia reciente escrita por la barbarie y el fanatismo terrorista. La memoria es una estatua con vida, el latido que suena con el dolor ronco del cello. Instantes. Transiciones del ánimo.
 
A diario mantengo el cívico disfraz de la esperanza. Han sido meses de mucho trabajo y este mes, donde el libro es elemento esencial, dejará sitio a dos nuevas entregas personales y a dos estudios con otros autores. Una cosecha que merece celebración amistosa con los amigos. Cada libro no es más que una actitud de asombro frente a lo contingente.
 
Permanecen los garabatos del encuentro.
 
Si ves claridad descarta el endiosamiento. Una vela no es una estrella.
 
Signos de alegría frente al ordenador. Tras días en casa, vencido y desarmado por la neurótica saturación de lo doméstico, otra vez la buhardilla adquiere su apariencia natural. Ya están los libros en su sitio, he colocado en otros estantes los que nunca releo y he reciclado la poesía que envejeció mal y que ahora me mira con ojos de extrañeza.
 
Ojos de vuelta; la vida es un reguero de ceniza pero hay que preservar el sentimiento de positivismo con el tiempo, esa amistad de conveniencia que  apenas dura.

Los que confunden la amistad con el asentimiento a sus desvaríos mentales sobran. Nunca entenderé la red como siembra de odios o como vertedero de críticas a los que pensamos de otro modo. Aquí no vale la ambigüedad emocional; puerta franca.  
 
(Apuntes del diario)