Londres, 2010 Fotografía de Javier Cabañero |
ENCUENTRO EN EL BUS
Nos encontramos en la estación central, mientras adquiría el bono semanal de transporte. Sentado en un banco, leía un libro que yo le había regalado cuando aparecieron los primeros síntomas de su enfermedad y fue hospitalizado. Los sonetos de W. Shakespeare. Mi desconcierto fue mudo y palpable. Recordé de inmediato la fecha de su ausencia; había fallecido cinco años antes pero su apariencia no delataba ninguna mutación. La inquietud de sus ojos me dijo en silencio que mi aspecto físico sí había cambiado y que en mí era palpable la erosión del tiempo.
Ya en el autobús, espié cómo su sombra se desvanecía en el aire frío del otoño londinense. Guardé conmigo una certeza, un futuro encuentro cualquier día.