sábado, 31 de diciembre de 2022

PASAR DE LARGO

Tiempo vintage 


 PASAR DE LARGO


Ya se ha despertado la incertidumbre, Remonta el día. Hacendosa, como siempre, ha preguntado por mí.

En vísperas el futuro busca un diseño plausible.

No siempre soy el mismo. La identidad es una ficción imaginativa

Las buenas intenciones suenan a banda de feria sin batuta.

Tiene vocación de imán. Vive pegada a la nevera de su egolatría.

Una tarea interminable. Escribe un diccionario de la decepción.

(Algunas uvas)







viernes, 30 de diciembre de 2022

SARA PRIDA VEGA. ARDE

Arde
Sara Prida Vega
Prólogo de David González
InLimbo Ediciones
Albacete, 2021



CON LA PIEL HERIDA
 

 
   Una de las características más relevantes de la última promoción poética es el eclecticismo, el diálogo abierto con la singularidad expresiva, lejos de etiquetas reductivas y generacionales. En ese registro se ubica el yo poético de Sara Prida Vega (Asturias, 1990), profesora de filosofía, ilustradora y poeta que se da a conocer con Aullido animal, carta de presentación impulsada por BajAmar Ediciones en 2017. El corpus lírico añade en 2021 una nueva entrega con introducción del poeta David González, quien titula su entrada “La vida en llamas”. Su hermoso balance lírico anota el recuerdo de un encuentro cómplice, marcado por un verso memorable: “Solo necesito un gorrión para construir un mundo”. El análisis, de inmediato, aprecia un fuerte sustrato poético que se explora a través de las páginas de Aullido animal y cuyo afán renueva tras la lectura de los dieciocho poemas que componen la nueva entrega Arde, que tiene mucho de catarsis y viaje interior, de lección de vida.
  Sara Prida Vega contextualiza el marco accional del poema con dos sustantivos de semántica meridiana “Hierba y carbón”. Definen la primera parte de la compilación y funcionan como apuntes líricos, marcando la comprensión y los trazos aparentes de la propia identidad. A través de la apelación discursiva a un tú cercano: “Masticábamos / piedras en tu casa, / ¿te acuerdas? / Y tenían un sabor amargo / como a salvia, a heno, a sexo na tená…”. Las palabras intentan comprender el disgregarse del reloj, mediante un fluir testimonial que ajusta los latidos de su escritura al discurrir. La realidad se reconstruye, tiene otra apariencia, como si cobijara un onirismo en el que sobreviven recuerdos y sensaciones más allá del etéreo cansancio que aposa lo diario. Los poemas tantean la evocación; se esfuerzan en dar voz a la memoria sentimental con imágenes de enorme belleza plástica: “Yo tenía una abuela luna / que nunca me dijo nada. / Estaba ocupada intentando / rellenar / la herida que le trepó por la pierna…”. El pasado se convierte en un ruido fuerte por el que desfilan, como un rumor de fondo, presencias que se definen en actitudes enfrentadas a un tiempo histórico que convierte el enfrentamiento cainita de la guerra civil y el tiempo sombrío de la posguerra en doloroso tránsito de vencedores y vencidos.
  La sección central “La chispa inadecuada” abre un itinerario confidencial. La incertidumbre cuestiona el papel de los sentimientos, su definición sin imposturas: “Yo tuve un novio que se intentó cortar las venas / antes, incluso, de conocerme “. Más allá de esa fuerte conciencia de finitud y umbría que atestigua un presente donde siempre es invierno, rastros de sombra y ceniza. El quehacer del poema se afirma también desde la ironía y la paradoja; si el entorno sobrevive en vuelo raso, gris y con poco atractivo, la introspección se aborda como una labor sin tregua, un empeño en alzar construcciones mentales que resguarden las infinitas variaciones de la decepción o los estratos mudables de la ideología. En “Rumor libertario” explora las aspiraciones revolucionarias del lenguaje, ese habitar conceptos y significados lejos del conformismo burgués y la mentalidad indefinible de los que conjugan ausencia y memoria. La existencia se percibe, como sucede en los poemas de “Devaneo forastero”, como un cruce de camino, cuyos pasos entrelazan callejones sin salida, gregarismo y soledad. El presente es asumir una serie de hábitos generacionales que definen una contemporaneidad fragmentada y excluyente, propicia al individualismo y las definiciones, más que a las inquietudes que laten en cualquier ser humano: la vida se diluye en la urgencia de Tinder, el cambio climático y la ecología, la pantalla abierta de Netflix, los hábitos veganos,  o la caligrafía de lo emotivo, escrita por alguna pareja de First Dates…Asimetrías que conspiran en la disolución de una realidad carente de utopías, como si el nosotros social cobijara una caja de pandora, un puente cuya oscura cimentación sostiene la injusticia como sustrato básico. La escritura es catarsis –ya lo ratificó con fuerza David González- , conducto hacia la intimidad confesional y acaso también la manera más fácil de ejercer la transgresión, lejos de esas etiquetas que nos definen como seres anónimos.
  Desde esa sensación de incertidumbre, conectan las bifurcaciones, del apartado “Hacia la hoguera”, un venero de crítica social que preserva las secuencias de lo cotidiano y las coordenadas situacionales de nuestro tiempo. Hay poemas que conceden una presencia firme al entorno, como “Pensad y lamed todos de ella”, donde el yo define la periferia ambiental con abrumadoras enunciaciones, cuyo único reverso es la esperanza, la voluntad firme del que “sólo necesito un gorrión para construir el mundo”. La indagación exploratoria tampoco concede sosiego en el último poema; asumir la nada transitoria no otorga indicios al futuro
   La coda de Arde cierra el avance argumental con “Quémame”, una invitación a la ceniza y al despojamiento extremo de una historia autobiográfica y sentimental. El disiparse de la existencia es también dejar la poesía junto al acantilado. Todo adquiere la dimensión exacta del silencio. No hay abrigos verbales, solo material para la hoguera. Y un alfiler de luz, por si hay regreso.


 
JOSÉ LUIS MORANTE


 
 
 
 

jueves, 29 de diciembre de 2022

PIEDRA CALIZA (Epitafios)

Epitafios
(Biblioteca Iván de Vargas, Madrid)

 

 PIEDRA CALIZA (EPITAFIOS)

 
He soñado con la realidad. Con qué alivio me 
he despertado

                                                                                              STANISLAW  J.  LEC
 
 
La muerte no  es nada,
cuando existimos ella no existe
y cuando aparece, nosotros desaparecemos.
 
                                                                          EPICURO
                               
 
I

En su artesana construcción del silencio,
la muerte no reconoce
ninguna otra verdad.
 
          
II

Otra noche.
Sobre mí  prosigue su labor
la luna quieta.
Carezco de otra luz.

III

Queda mi nombre
y la serenidad de este paisaje
que no sabe quien fui.

IV

Agudizo mi vocación fantasma.
Miro sin comprender
y reclamo razones para estar en la nada.
No hay respuestas;
la pureza del aire
habita el desamparo.

V

Un manto de raíces y una brizna de sol,
pero las formas se han desvanecido
en el escaso jugo de una tierra estéril.
Estoy con otras sombras y nos une
la mansa convivencia,
el aire de familia
de los que nada piden al futuro.

VI

Vuelven los ecos y dibujan mapas,
un recorrido de memoria y sueño
que convierte al que fui
en terco pasajero accidental
de otra ruta
que ya no identifico.
El pasado se puebla
de restos arqueológicos.
 
VII
 
Ahora vivo debajo,
con vocación de sima.
A tientas me desplazo
sin que se marquen huellas
ni dejen una imagen
los lugares de paso.
Nada sucede aquí;
nada sucede.
 
VIII
 
Callé.
Después de todo,
cobijo la pereza.
En el silencio nadie;
un estar sin contornos que tantea
 y vela con desgana
el transcurrir del tiempo.
             
IX

Camino dentro
de un dédalo de calles
tras un rastro invisible.
Prosigue la deriva;
es terca voluntad
que empuja hacia otra parte.
 
En un reloj sin tiempo,
ensordecido
busco un lugar
para empezar de nuevo.

                X
 
Epitafios;
un triste empeño en seguir hablando
cuando  ya consumí
mi turno de palabra.
          

    (De Ninguna parte, 2013)


miércoles, 28 de diciembre de 2022

JOSÉ GARCÍA OBRERO. HUESO

Hueso
José García Obrero
Godall edicions
Barcelona, 2022

 

ORFEBRERÍA ÓSEA

 
   La presencia de José García Obrero (Santa Coloma de Gramanet, Barcelona, 1973) se define en la última década. En 2013 sale al día su primera cosecha Un dios enfrente, entrega que enlaza aporte sensorial e indagación reflexiva y, solo un año después, Mi corazón no es alimento. Así toma cuerpo un discurrir fecundo, que consigue el Premio Ciudad de Burgos con La piel es periferia (2017) y queda finalista del Premio Andalucía de la Crítica con Tocar arcilla al fondo (2021). El perfil del escritor integra también la traducción, la reseña en prensa y el activismo climático desde la poesía.
   En Hueso se apunta un giro de trayecto desde la expresión concisa y reflexiva  del intimismo hacia un ángulo de visión con mayor densidad narrativa a través del poema en prosa, que muestra una continuidad temática y estilística con Tocar arcilla al fondo. El camino personal del libro Hueso integra un paratexto inicial diverso. Si la voz de Olvido García Valdés respira una hermenéutica de lo esencial, lejos de la estela enunciativa y confesional, Antonio Colinas impulsa un verso evocativo y cósmico, mientras que Gabriel Ferrater alumbra indicios estéticos del cincuenta y sus deseos de exactitud y laconismo en el trazado argumental del poema. Tras las líneas iniciales, José García Obrero enfoca el poema desde la observación. Escribe con el deseo de hilvanar percepciones. Con selecta dicción, el fluir verbal describe una secuencia imaginaria donde conviven, por ejemplo, la luz, el insecto y la interrogación; elementos conceptuales que despliegan una ecuación sin resolver que acaba fundiéndose en la hierba. Lo real muda en lo inasible intacto; perdura, permanece, se asienta en los pliegues de la memoria. Activa un parpadeo que fragmenta la luz como atinada valoración del instante. Al cabo, el paisaje acomoda sus formas; se convierte en confluencia que busca perfilarse en la intuición.
   El sujeto poético se hace consciente de la perplejidad del símbolo. Aún así, los elementos cercanos, con su textura heterogénea, asoman ante la mirada como claros en el bosque que quieren convocar a las palabras. Son exploraciones sensoriales capaces de alejar el silencio; paisajes de orfebrería ósea que las palabras vivifican. En el primer tramo, José García Obrero emplea de continuo el sustantivo hueso como una letanía conceptual que sostiene el cuerpo de lo nombrado, sea el mar, un paisaje o la fragilidad activa de una mínima fauna. La belleza está ahí, es mirada y nombre, una espiral tangible y transparente, mostrando al sol el hilo del recuerdo, un tapiz propicio a conjurar la sombra, casi una partitura.
    Los poemas no ocultan sus enigmas; tras las imágenes y las variaciones argumentales se percibe una hondura fértil de significados. En el interior de las palabras nacen secuencias, energías etéreas, como el son mudable de la música. En el apartado “Sol”, que integra tres secciones, la realidad como melodía polifónica se convierte en eje principal. Es aleatoria vibración que rompe la quietud del silencio y muestra paisajes interiores y misterios cotidianos. En ellos habitan la evocación, la pulpa vivencial de la experiencia y la claridad sensible del tiempo improvisando extrañas coreografías. El entorno despliega una sensación de patrimonio intacto abierto a los sentidos.
   La sección “Sol menor” enlaza una línea densa de imágenes oníricas: “Todo sucede en el interior infinito de una cabeza. Pero sucede…”. El contundente inicio es una clave iluminadora que advierte de ese umbral de irrealidad que deja la noche entre las manos hasta las evidencias del amanecer, más allá de esos sueños recurrentes y transitorios que a nadie pertenecen. Alrededor, solo el propósito de remover “huesos, semillas, cenizas": Un claro contraste entre fugacidad y permanencia, neblina e incertidumbre.
   Las voces de la observación perseveran, como fragmentos mínimos de una pintura, en el tramo final “Aire”.  El discurrir deja su lección vital sobre lo desvaído, como manos que sostienen un paisaje incompleto, marcado por la ausencia y la desposesión. Queda el aire y su necesario estar para la llama.
   Complejos en su empeño de búsqueda y esencia, los textos de Hueso recuerdan pigmentaciones impresionistas o acordes capaces de ir desvelando un pentagrama incompleto. Expanden fragmentos de una realidad próxima, pero cuyo significado permanece oculto, a punto de amanecida,  como un dedo en el aire, empeñado en pulsar, un día y otro, la misma cuerda, el hueso tras la arcilla, el umbral renacido del amanecer.
 


JOSÉ LUIS MORANTE





 
 
 

martes, 27 de diciembre de 2022

JOAN MANUEL SERRAT. JUBILACIÓN VOLUNTARIA

Joan Manuel Serrat
Fotografía
 de
La Vanguardia

 

COHERENCIA

 

   Hoy, 27 de diciembre de 2022, sólo unos días después de que el cantautor, compositor, actor, escritor, poeta y músico pusiera punto final a su trayectoria artística, es el cumpleaños de  Joan Manuel Serrat (Barcelona, 1943). Se va con una clamorosa celebración multitudinaria en todos los lugares del mundo, con reconocimientos, aplausos y con solemnes galardones como la Gran Cruz Civil de Alfonso X el Sabio por su contribución al legado cultural y artístico del español.
   Solo la grasa sucia y censora del independentismo radical y los vendedores de catecismos excluyentes de la periferia independentista, junto a la infantería okupa de cualquier palacio de invierno, quiso borrar el legado de coherencia de un hombre libre que no apoya la disgregación territorial y cuestiona la virulencia sediciosa de sus métodos.
  Esa actitud ha convertido al cantautor en isla donde arrojar detritus verbales de los que se sienten iluminados en la misión de ser solos, únicos, superiores… Pero Serrat es la mejor expresión de Cataluña, de sus valores más perdurables. Personifica una biografía comprometida con la izquierda y con la defensa de las libertades y valores que aguantarán la estupidez y saldrán reforzados ante los ojos de muchos ciudadanos que ven en su conducta la fuerza de quien no asiente al discurso del odio y la calle.
  Serrat ha hecho de la canción un género literario en el umbral de la poesía. Bebe de muchas fuentes: Benedetti, Antonio Machado, Joan Salvat-Papasseit, León Felipe… Sus canciones cuentan historias con gran fuerza emocional. Algunas como Mediterráneo son himnos colectivos, repletos de verdad y belleza, que dejan la sensación de que expresan los latidos de un corazón plural, que define un tiempo histórico. Además ha popularizado la obra de poetas esenciales como vértices referenciales de la cultura catalana contemporánea y de la cultura española. Mientras, diputados analfabetos se apropian de las esencias patrias con modos de tahúres del oeste y antisistemas del frenadol, reconvertidos en funcionarios balbucean, laberintos del catastrofismo y derechos volátiles.
  Vuelvo a mis discos de vinilo para recuperar algunos que marcaron mi amor a las palabras. Acaricio fundas de Paco Ibáñez,  Labordeta, Aute, Pablo Guerrero y reencuentro los discos de Serrat, aquellos que dejaron en sus surcos un acento propio, la letra y música de la coherencia, el lenguaje sonoro que alumbra la belleza. Gracias, Serrat, tras esta jubilación por voluntad propia dejas en todos una deuda maravillosa. Feliz cumpleaños.

JOSÉ LUIS MORANTE



 

lunes, 26 de diciembre de 2022

PROSAÍSMOS DE GARRAFA

Nubes y claros
Fotografía
de
Javier Cabañero Valencia

PROSAÍSMOS DE BAR
 
Que las palabras no se desgasten
 
JUDITH HERZBERG
 
Esa mutación desasosegante que transforma al buen poeta en un ganapremios de fin de semana.

El nomadismo de ida y vuelta de los congresos como estrepitosa constatación de ausencia de la lectura; 
 
El sentido de la orientación se tiene o no se tiene. El que lo lleva en sí tantea y lo despliega en cada nueva ruta, aunque no lleva el mapa de la ciudad desconocida en la cabeza. El que no lo tiene es una rémora que camina detrás mientras murmura: “creo que vamos en dirección contraria”. Cuando el destino aparece, el sentido de la orientación dormita, como si fuese consciente de que nadie advierte mérito alguno.
 
En los acantilados irlandeses de Moher recordé a esos cuatro o cinco amigos abonados a la queja perpetua… Pasos en el filo que se debaten entre saltar o no saltar.
 
Nunca he concebido la crítica como un sistema valorativo que recomienda la recuperación en septiembre por mala nota. Una opinión personal es algo distinto, y sí puede incluir asentimientos, felicitaciones o reparos, recordando con prevención que la mediocridad nunca se reconoce a sí misma y que los reparos serán tomados como dolorosas ofensas personales.
 
Qué itinerarios tan tétricos los de esos conocidos que no esperan nada de nuestra amistad. Mi hartura cobija la esperanza de que su marea inundante se desvanezca pronto. Ya. Y que se diluya el agridulce sabor de su falsedad.

(Apuntes del diario)


 
 

domingo, 25 de diciembre de 2022

ESTEFANÍA CABELLO. EL CIELO ROTO DE SHANGHÁI

El cielo roto de Shanghái
Estefanía Cabello
Bartleby Editores
Madrid, 2022


SENTIR EL FRÍO
 

 
   Casi al mismo tiempo que se publica una entrevista de Estefanía Cabello a Guillermo Carnero en las páginas centrales de la revista Anáfora, llega a casa el tercer poemario de la escritora, El cielo roto de Shanghái. La coincidencia resalta la vocación de continuidad del género y la exigente indagación personal que requiere la mirada poética. Cada entrega perfila un viaje de conocimiento cuya confidencialidad expresiva trasciende el ideario del yo poético concreto para integrarse en un patrimonio cultural común. El quehacer de Estefanía Cabello (La Carlota, Córdoba, 1993) suma los libros 13 segundos para escapar (Torremozas, 2017), que consiguió el Premio Gloria Fuertes, y La teoría de los autómatas (Hiperión, 2018). Añade ahora, en el cierre de 2022, su tercera salida El cielo roto de Shanghái.
  El sujeto interior y la realidad como espacio vital transcendido son los motivos básicos de las citas iniciales de Jorge Luis Borges y Octavio Paz, voces canónicas a las que Estefanía Cabello yuxtapone el inciso musical de Patti Smith. El título establece un escenario distante y exótico, un marco accional donde se define un hablante lírico cuya persona es una aleación de sustratos emocionales  y perspectivas temporales entre pretérito y ahora. Quien escribe es una soledad ensimismada que oye el rumor paradójico del tiempo. La introspección aglutina secuencias del fluir cotidiano y las huellas cambiantes de la evocación.
   El yo desdoblado percibe un entorno exterior de soledad e intemperie. En él se hace necesario abrazar la palabra “hogar” en la senda azarosa de lo laborable, para vencer la sensación de fragilidad e incertidumbre alrededor. Pero esta quietud habitable es también una invocación al deseo, un ejercicio de libertad en la búsqueda del misterio que habita en la piel. Más allá, las ventanas muestran un panorama nocturno que deja las aparentes formas de una ciudad en calma, dispuesta a las acuarelas de la imaginación y a trazar un peculiar mapa de personajes que enlazan propósitos y extrañeza.
  El apartado “la ciudad prohibida” es más descriptivo; acerca al primer plano esos rasgos nucleares definidos de la historia y por la búsqueda incesante de respuestas en un tiempo de extrañeza colectiva. Las palabras dan cuerpo ahora a un viaje interior que marca distancias con una lengua desconocida y con un entorno cuyas dimensiones abruman y solo encuentra sentido en la presencia del otro, capaz de habitar la piel adentro y poner firmeza en el epitelio vulnerable del yo.
   El apartado “La piel no es una herida inexistente” explora la geografía de la sangre y el abismo que cavan los años entre el niño y el hombre. La condición temporal del cuerpo obliga a aceptar sus erosiones y pérdidas y abrir los ojos para resurgir en la resistencia de cada identidad: “El síndrome de lo que somos / se esconde detrás del silencio, / en la cuenca de los ojos, / donde se guarda todo aquello / que nos esforzamos por callar.”
    Las incógnitas del vivir se adentran en las sombras. En la sección “Y es mi deber salvarme” el verbo intimista nunca pierde la conciencia del cuerpo como avenida de luz: “La dicha conoció ese secreto: / la opulencia de tu nombre, / la cadencia de tu cuerpo en la hora / siempre puntual, exacta para amar”. El afán introspectivo descubre una habitación sin vistas, donde conforma su propia realidad. En clara continuidad argumental, los poemas celebran el tacto de lo vivido y convocan espacios vitales que conforman la periferia del yo. Una avalancha de sensaciones somete al fluir del tiempo a una travesía de conocimiento y experiencia. El poema final “Una tierra, todas las tierras” traslada a otro escenario el mismo sueño: que se encuentren las coordenadas precisas de un lugar para amar, un espacio de esperanza y acogida. En él será posible guardar la belleza de las estaciones, como si cobijara en sus límites un destino cumplido.
   La estética de Estefanía Cabello en El cielo roto de Shanghái recorre puntos de fuga. Asume, con emoción refrenada, las facturas del existir; en todos los lugares prevalece el ser transitorio y perecedero. Hay que esforzarse en mantener una angosta senda a la esperanza, un final de trayecto necesario donde el sueño pronuncie la palabra aquí, la palabra hogar, el cielo despejado y sin nubes de los sueños cumplidos.
 
 
JOSÉ LUIS MORANTE



 

 

sábado, 24 de diciembre de 2022

CASA VACÍA


 

CASA VACÍA
 
   En esta casa ya no vive nadie, aunque están todos los moradores que ocuparon las habitaciones. Escucho su fisiología desperdigada en pasos, susurros, toses o gemidos. De cuando en cuando callan, como si se hubiesen mudado por unas horas a otro lugar. Pero siempre regresan. Esta noche olvidaron cerrar la puerta de la entrada y apagar las luces. Alguien me despertó. No supe qué decir; me siento un extraño ocupando una casa vacía. Ellos me reconfortan y justifican mi presencia: “alguien debe soñarlos”

(De Cuentos diminutos)

 






viernes, 23 de diciembre de 2022

LUCES


 

LUCES
 
 
  Desde hace cuatro días en la casa no hay nadie, salvo yo. Al bajar los peldaños una luz interior del dormitorio se enciende sola. No recuerdo cómo accioné el interruptor. Apago y tanteo hacia la escalera. Otra vez sombras. Un instante después está encendida la lámpara del baño principal. Reitero que en la casa no hay nadie salvo yo, y me repito mientras veo en el espejo a un tipo asustado que se mira a sí mismo y que hace una hora consumía un tiempo en soledad, monótono y previsible, antes de abrir su mundo al miedo.

(De Cuentos diminutos)



 

 

jueves, 22 de diciembre de 2022

EMILIO LÓPEZ MEDINA. EL MUNDO QUE SE ABRE

El mundo que se abre
99 aforismos filosóficos
Emilio López Medina
Prólogo de José Luis Trullo
Apeadero de Aforistas / Cypress Cultura
Sevilla, 2022

 

IRISACIONES

 

   Las paradojas del espacio cultural provocan estupefacción y asombro. En el cierre de año, la RAE acaba de incorporar al diccionario de la lengua la palabra aforista, un gesto de exasperante flojera mental y de notable desatino humanista, ya que al repasar las incorporaciones de los últimos años, se percibe un cúmulo de nadería marcado por la actualidad y la contingencia política del momento, así que la definición  del pensador aforístico llega en el mismo vagón léxico que palabras con pasmo como “rular”, “micromachismo”, “portuñol” o “gusa”. En fin, ya sabíamos que Emilio López Medina (Jódar, 1949) es aforista de techumbre alta y trayecto continuo, como ratifican sus numerosas entregas y el compromiso sostenido con el decir breve que va dejando rastros en las mejores compilaciones y antologías nacionales.
 La publicación El mundo que se abre  refrenda el carácter meditativo de sus breves con el subtítulo 99 aforismos sobre filosofía que impone activos criterios de pensamiento de estas teselas. Así se entenderá, sin ningún reparo, el material indagatorio que aporta una introducción de José Luis Trullo, también practicante del decir hiperbreve, editor y persistente estudioso del territorio conceptual lacónico.
   El texto de José Luis Trullo muestra la singularidad del autor y de una obra fragmentaria en continuo crecimiento: la meditada arquitectura expresiva y la sensación de que las piezas verbales recuerdan microensayos; son destellos empeñados en comprenden la realidad desde la intuición como principio germinal, aunque ese agujero iluminado requiera después un intervalo, para reajustar y pulir, para lograr una atinada vertebración estructural a la luz del día.
   Con una dimensión vital de la escritura que descree de géneros aislados y apuesta por la hibridez de espacios expresivos despoblados de límites, sin moldes de confinamiento, Emilio López Medina da la mano en El mundo que se abre a la razón como centro de gravedad y filtro de la crecida sensorial. Toca superar la fugacidad instantánea de las circunstancias y convertir el aforismo en espacio de encuentro entre la Filosofía y el Arte. La cosmovisión concisa del escritor adquiere un carácter introspectivo. Cristaliza un entorno, donde lo complejo es simple, y sondea relaciones con la propia existencia, impulsado por el quehacer lector de magisterios como Nietzsche y otros ángulos relevantes del devenir racional como Hegel, Fichte o Wittgenstein.
   Los intereses del filósofo transitan de continuo, cambian de itinerario para volcarse en la dinámica interna del aforismo y en la línea de sombras de su codificación; recuerda que la filosofía es una reflexión para resolver incógnitas de lejanía y concede a los elementos de la realidad un carácter simbólico y de apertura, más allá de las apariencias. La levedad de vuelo del aforismo es exploratoria, recorre las grandes cuestiones del transitar en el tiempo para asentarse más allá de la incertidumbre. Personifica al sujeto encerrado en su mundo y sumido en un interminable proceso de digestión mental: “Un aforismo no es solo un pensamiento más o menos agudo que te asalta, el aforismo es también toda una cosmovisión que te asalta en forma de aforismo. Y es que el hombre es una consciencia, una caja de resonancia del mundo y de la vida”.
   El mundo que se abre mantiene un evidente sentido orgánico en el que la filosofía aparece como ciencia de madurez y sosiego. No se trata de alumbrar dogmas ni de aceptar convenciones, sino de captar los matices cambiantes del pensar en el discurrir de lo cotidiano. La realidad es poliédrica y hay que recorrerla con el paso silente del conocer sus maneras y formas, su condición de paisaje abierto. Por eso, el cuerpo deshuesado del aforismo es también autodiagnóstico, una conciencia que no encuentra el punto final y  deja el rastro de claridad de unas gotas de agua mientras talla la roca.
 
 
  
JOSÉ LUIS MORANTE


 
 

 

miércoles, 21 de diciembre de 2022

XAVIER OQUENDO TRONCOSO. TIEMPO ABIERTO

Tiempo abierto
Xavier Oquendo Troncoso
Prólogos de
María Ángeles Pérez López
José Luis Morante
Valparaíso Ediciones
Granada, 2022

 

SUTURAS CON VOZ
 
 
   El trayecto poético de Xavier Oquendo Troncoso (Ambato, Ecuador, 1972), Periodista y Magister en Escritura Creativa, sobrepasa los treinta años de escritura. Comienza en la década de cierre de siglo con el cuaderno Ahora que soy joven, editado en Quito en 1990 y considerado por su autor como salida exploratoria, de aprendizaje y tanteo; y abarca hasta 2022 una docena de títulos, con presencia fuerte en compilaciones y antologías individuales y colectivas. Las reediciones y los traslados a otras lenguas dejan constancia del compromiso ininterrumpido con el género y de la identidad central que mantiene el poeta en el ámbito lírico en español.
  Su última entrega Tiempo abierto reúne los libros Tiempo abierto y Compañías limitadas con prólogos de María Ángeles Pérez López y José Luis Morante. La introducción de la profesora universitaria, recientemente galardonada con el Premio de la Crítica en la modalidad de poesía, opta por el enfoque lírico. Sus páginas aportan una deslumbrante belleza léxica: “Saltan hojas y limones en su libro de nueces sin abrir. Se desperdigan hacia el suelo de la página como raíces en las que el texto crece para señalar lugares inauditos: notas a pie de página que expanden el tiempo…”.  El análisis deja también un demorado sondeo de conexiones culturales que fortalece la inserción de la obra en una tradición plural, de registro polifónico, en las que son itinerarios frecuentados el surrealismo, César Vallejo y el estilo sálmico y luminoso de Walt Whitman.
  Xavier Oquendo Troncoso elige el formato del poema en prosa para mostrar al paso las suturas con voz. Sin la pretensión de continuidad del dietario sentimental, pero con su afán enunciativo, lanza al aire secuencias que iluminan la íntima biografía, el intervalo que más cosas nos explica, como argumentara Miguel de Unamuno. En esas instantáneas verbales, el pretérito recobra las sendas personales; propicia desplazamientos capaces de convertir los recuerdos en interlocutores fiables. El apartado “Ayer” captura el ademán del aire; abre la ventana a los indicios de un trayecto existencial que se hizo camino hasta el ahora. Todo es evocación y sinestesia. El olor de la casa del padre y la luz amarilla son vigilia sostenida en la piel fragmentada de la memoria. Desde el primer texto, el poeta dilata la semántica argumental con un nutrido paratexto. En él aglutina citas, poemas, fragmentos de canciones, recuerdos que dejaron los caminos sinuosos de la lectura, viajes y teselas culturales que conceden la palabra a magisterios esenciales del canon.
  La compilación final “Hoy” se abre con un ejercicio de indagación literaria. Lo metapoético enaltece la fuerza de la escritura y su potestad para fortalecer la textura de lo transitorio. La palabra es estación, rompe los candados del mutismo, muda y regresa, cambia y vuelve los ojos a la lentitud encendida del transitar. El retorno al ahora integra una meditación fragmentada sobre el hecho poético, pero también una azarosa crónica del pensamiento en libertad. La voz verbal hace balance, desempolva recuerdos, recorre la llanura de lo incierto y asume su condición poética, acumulando imágenes que convierten los elementos del lenguaje en invitación al conocimiento y el asombro.
   El texto “Consejos imposibles para un aprendiz” recoge indicios para una poética. En ella prevalece la imaginación frente al discurso dogmático porque “la palabra es una figura que solo conmueve en su sonido, no en su significado. Sólo es válida en su tono, no en sus intenciones”.
  El libro homónimo Tiempo abierto es un compendio de contrastes; conjuga la actitud confesional autobiográfica con otros registros de conocimiento que proyectan su discurso sobre lo cotidiano. Sus teselas unen realidad y ensoñación para generar un mundo propio, un espacio de pensamiento que diluye nieblas y extravíos, que abre horizontes a la contemplación.
   La mirada crítica de José Luis Morante sirve de pórtico a Compañías limitadas, cuya primera edición se realizó en 2019. El poeta y crítico abulense recalca el sentimiento amoroso como núcleo germinal de las composiciones. El amor moldea la conciencia reflexiva del hablante verbal que se convierte en paisaje especulativo y cambiante. El enfoque emotivo no desdeña la ironía, como mirador distanciado, aunque la implicación reflexiva es continua al abordar el largo recorrido, desde los primeros hilos de la amanecida hasta los senderos de la incertidumbre, cuando la intemperie aguarda para cubrir la piel con el relente de la soledad.
   Xavier Oquendo Troncoso da a su entrega un carácter dual y compila las composiciones en apartados aparentemente contradictorio: “las compañías” y “Las soledades”. En la composición inicial “Afectos Cia. Limitada” la red tendida del sentir emocional entrelaza en sus manos la cartografía del estar compartido. La excelente composición deja en su desarrollo argumental la sensación de que existir requiere la presencia cumplida del afecto, la respiración del otro como permanencia y hábito estable. Desde ese umbral del nosotros, las palabras trazan una estela expresiva que sustituye el intimismo coloquial por una dicción torrencial, densa, vestida de sugerencias que añade onirismo, rupturas de lugares comunes y comparaciones sorprendentes. El resultado es un cumulo de sensaciones, un espejo fiel en el que encuentre cobijo una conciencia en vela que resguarda la proximidad del otro.
  Pero se impone lo transitorio en el estar y hay que recomponer itinerarios y habitar en la zona de sombras del idioma nuevos pasillos. Se recuperan en los poemas presencias familiares, homenajes a magisterios y evocaciones cuyos acordes no ha debilitado el tiempo. Y nunca falta en los versos la indagación sobre el sentido existencial, en esa larga senda hacia la madurez crepuscular: “El futuro es siempre gloria entre comillas, / es firme expectativa en la barcaza que me lleva / por el lago anaranjado de mi astucia. / No es firma ni pacto ni protocolo ni arbitraje. / No es que me conservo en el hielo / ni que Dorian Grey hizo su viaje de tuerca”.
  El conjunto “Las soledades” recoge los átomos dispersos de la convivencia. El balance deja la sensación de una vida a medio hacer, donde los instantes felices se escribieron con frágiles garabatos. Desde esa orfandad emerge una soledad estatuaria, fría, que busca agua potable en las palabras y en la música.
  Los poemas de la sección metaliteraria “La poesía” establecen un diálogo conjetural con la creación; el taller literario, con sus modos y formas, es una invitación a la felicidad, una propuesta de recorrer un paisaje abarcable de ángulos e itinerarios inéditos. Las palabras expanden realidad, sacan a la imaginación a mediodía y recorren, con paso silente, el pensamiento para que nunca sea tierra baldía.
   En su diversidad, ambos libros, Tiempo abierto y Compañías limitadas, comparten el rico contexto verbal y la tendencia a la reflexión introspectiva como vitalidad y génesis del enjambre temático. La mirada al yo es expansiva y dinámica. Acoge en su vuelo innovadoras perspectivas y latitudes del entorno. Es expresión de un destino asumido que purifica y da serenidad, que pone suelo firme al presente huidizo, mientras modula una canción que aleja el frío.
 
JOSÉ LUIS MORANTE


 
 

 

martes, 20 de diciembre de 2022

PLANOS CORTOS

Planos cortos
(Aforismos y cine)
José Luis Morante
Prólogo de Juan Varo Zafra
Editorial Trea / Aforismos
Somonte-Cenero, Gijón, Asturias, 2021

 PLANOS CORTOS

Me gusta el frío. Aviva los rescoldos.
 
*
 
En cada interpretación escribe una autobiografía íntima.
 
*
 
Sus ejercicios teóricos demuestran destrezas insólitas. Confirman lesión previa.
 
*
 
Horas muertas rehabilitando itinerarios entre el erotismo y la pornografía. Un voraz  degustador de carne.
 
*
 
Sí. La existencia no pasa de ser algo puntual. Un corto.
 
*
 
Los mercenarios hipersensibles se sienten peregrinos de la libertad. Al ondear sus banderas dibujan mentiras.
 
*
 
Me gustan los finales dóciles, maleables, que se ponen de acuerdo con cada espectador.
 
*
 
Hay muertes que parecen hechas para ser vividas.

(Del libro Planos cortos)



 

lunes, 19 de diciembre de 2022

LLEGADA A LAS ESTATUAS

Otoñal
(Archivo de internet)


 

 

LLEGADA A LAS ESTATUAS
 
Cuando no supe de qué hablar con los hombres,
descubrí una rotonda y me dispuse
a enmudecer, sin más, entre sus piedras.
Respiré con deleite la tibia arqueología,
y supuse fecundo aquel silencio
por alguna sonrisa, en mármol cincelada,
y por ciertos residuos gestuales
capturados
en los periplos grises de los viernes.
Miraban recelosas las estatuas,
posando en actitud mesurada y distante,
tal precoces alumnos de liceo burgués…
Fue preciso
que tendiera mi mano
y dando tregua
a palabras, latidos, ademanes y toses
viví aquel primer día
de muerto
con recién estrenada compostura,
muy conforme.

    (De Rotonda con estatuas, 1990)



domingo, 18 de diciembre de 2022

LA CRÍTICA COMO PLACER LECTOR

Biblioteca del Trinity College
(Dublin, Irlanda)



 LA CRÍTICA COMO PLACER LECTOR

 
   El conjunto ensayístico de Thomas Stearns Eliot Sobre poesía y poetas[1] en las postrimerías del siglo XX, constituyó un modelo de biblia laica para la lírica auroral. Lo recupero ahora porque sus postulados dirimen con acierto disertaciones reflexivas vigentes en el tránsito del tiempo, aunque conciernen más a la poesía que a otros géneros. Algunas tesis de Eliot que comparto son las que siguen: “cada generación trae a la contemplación del arte sus propias categorías valorativas”[2], los criterios se modifican y evolucionan, resulta inevitable que el río que nos lleva mude la perspectiva sobre la relevancia de una obra; otro aserto que  se mantiene aunque parece obvio es que la capacidad crítica requiere gusto y criterio porque es una tarea delicada; y por último, en la obra literaria no existe un sentido monolítico, cada lectura es el preliminar de una ramificación. 
   Podría engrosar la breve nómina de autoridades en torno a la crítica consultando páginas de Harold Bloom, Italo Calvino, George Steiner o Mario Vargas Llosa, ahora en boca de todos, tras la concesión del Premio Nobel. Todos han desarrollado consideraciones distinguidas que fomentan un inacabable debate. Mi cronología apresurada de la crítica hispana incluye a  Clarín, Pardo Bazán, Azorin, Enrique Díez Canedo, Rafael Cansinos Asséns, Dámaso Alonso, Carlos Bousoño, Lázaro Carreter, Josep María Castellet y Francisco Rico. 
   Cuando se plantea un enunciado genérico se da por hecho que las conclusiones deben formularse al amparo de parámetros objetivos; sin embargo, el resultado menciona únicamente un enfoque particular, un conocimiento parcial. Así pues mis ideas sobre la función de la crítica tratarán de exponer la crítica particular que yo prefiero en el momento de abordar un texto y tal hecho no desmerece otros acercamientos, otras exploraciones de los varios sustratos textuales.
   El objeto de la crítica es la literatura en su conjunto; quien la ejerce debe creer, sin objeciones, aquel aserto de Stéphane Mallarmé: “El mundo existe para llegar a un libro”; pero la literatura es un ente vivo, un organismo que nunca puede contemplarse desde un plano estático; el dinamismo supone injerencias ajenas e intercambio de ideas. La lectura es la única manera de conocer por lo que el crítico debe tener una explícita vocación de lector; sólo quien está formado tiene conocimiento y ese es el punto de partida desde el que se debe informar o desde el que promover actitudes receptivas. 
   Se ejerce la crítica en tres espacios colindantes: en los grandes medios de comunicación, en ámbitos académicos y en revistas minoritarias. El primero es el más estable y suele actuar como un regulador del mercado y como un exponente de la cultura oficial ; el segundo es más riguroso y tiene una tendencia natural hacia la endogamia, el tercero es más pasional y el que acumula los criterios más vulnerables, pero también el que hace más posible actitudes de rebeldía y heterodoxia.
   La avalancha de publicaciones semanales y la prolífica edición convierten a los suplementos literarios en escaparates de la inmediatez cuyas páginas optan por la orientación; son guías comentadas donde es difícil sostener presupuestos estéticos y en los que hay que velar para que el dictamen de preferencias  no se adecúe al entramado de intereses entre las cabeceras de información general y los grupos editoriales.
 Damos por hecho que la crítica literaria en las aulas universitarias debe tener un carácter científico y disciplinado que debe incluir argumentos para la especulación teórica y aplicaciones prácticas concretas para delimitar campos de estudio sobre una obra o sobre un autor. Este enfoque universitario  que goza de un alto prestigio de categoría científica se ha contagiado con frecuencia de dos virus que alteran sus constantes vitales; por un lado muchos trabajos críticos tienen como punto de partida una estética de la recepción; es decir la necesidad de insertarse en una corriente de moda o en un movimiento intelectual dominante que aplique reglas universales o manuales de escuela del estructuralismo, psicoanálisis, marxismo o formalismo, lo que asegura un envejecimiento prematuro; el segundo virus es el ejercicio de la crítica como un selecto juego de prestidigitación verbal, una suerte de arte combinatoria sólo desvelado por quien tiene las claves ( a tal hecho me refería cuando hablaba de endogamia). 
   La crítica en revistas es la que mayor conocimiento tiene de lo estrictamente contemporáneo; su enfoque es el del testigo presencial; se busca más que un acatamiento de la jerarquía de clásicos un conocimiento dialogal entre iguales. Lo reciente relega lo establecido y el perfil de escasa entidad va acumulando rasgos hasta singularizarse en medio del poblado graderío. En las páginas críticas de las revistas literarias es donde menos se cumple aquella afirmación de Borges que nunca pierde vigencia: “alabar y censurar son operaciones sentimentales que nada tienen que ver con la crítica”. 
   No es el momento de dirimir una cuestión paralela en este debate: la relación entre crítica e ideología. Sólo recordar que no faltan los críticos que usan el texto como pretexto para sostener una arquitectura de ideas y limitan  los méritos al encuentro de afinidades ideológicas. Son críticos que actúan con la hostilidad rudimentaria del portero de un club que tiene reservado el derecho de admisión. 
   Frente a la crítica  aséptica, de espectador impasible e incontaminado, que centra su atención en la literalidad de los contenidos, la crítica militante personifica la defensa argumental de una trinchera estética. La subjetividad queda mitigada por una recomendable actitud abierta y comprensiva.
   El conocimiento en profundidad de un movimiento estético faculta para percibir la necesidad de un cambio o una ruptura. Sucedió, por ejemplo, con Josep María Castellet, decidido defensor del realismo histórico y la poesía social que años más tarde impulsa la antología Nueve novísimos poetas españoles que convertirá al esteticismo en la tendencia dominante en los años setenta. En su tarea de hacer lectores la crítica traza juicios sobre la realidad literaria o confunde al lector cuando se pliega a intereses editoriales concretos; el crítico entonces se convierte en un hacendoso comercial que puerta a puerta enaltece las invisibles cualidades de un producto. 
   Ya he comentado en varios sitios las razones privadas que comentan mi dedicación a la crítica. La lectura frecuente de autores como Octavio Paz, Jorge Luis Borges, Jaime Gil de Biedma o Luis Cernuda propician la idea de que la escritura de varios géneros convive sin problemas de vecindario y es un hecho natural en la tradición literaria. Poesía y crítica en mi caso se ensamblan sin disidencias; la crítica no es un subproducto, prolonga el pensamiento teórico dedicado a mi propia poesía.
   El quehacer crítico debe ejercerse sin ningún dogmatismo, sabiendo que la obra literaria tiene un sentido plural y que los aportes de nuestra visión analítica tienen una vigencia limitada y parcial. El crítico es un lector intuitivo que poco a poco completa una personalidad intelectual.  
   El ejercicio de la crítica me ha deparado momentos de gran felicidad y ese es uno de sus efectos más reseñables; casi tanto como algunos sujetos comunes de carne y hueso, ha marcado mi vida el persistente contacto con identidades imaginarias con un alto poder de persuasión que han clarificado y dado consistencia a las relaciones de mi yo con los otros.
   En tiempos  de incurable materialismo es hermoso pensar que la lectura nos concede la posibilidad de sustituir el mundo real por un mundo ficticio.


[1]  Thomas Stearns Eliot, Sobre poesía y poetas, traducción de Marcelo Cohen, Icaria, Barcelona, 1992.
[2] Opus cit, pág 112.


sábado, 17 de diciembre de 2022

SAN JUAN DE LA CRUZ

San Juan de la Cruz
(Ávila) 

 

JUAN DE YEPES
 
Las purgas arbitrarias del Calzado
me sumergen aquí, cárcel extraña,
áspero techo bajo de zaguán,
cisterna que sepulta mi alegría,
asedio de tapiales toledanos.
 
Vierte la madrugada su misterio
 y abruma una vigilia de ojos grises.
A tientas me visitan los recuerdos;
tornan desperdigadas, vulnerables,
imágenes de infancia y juventud:
la planicie otoñal de Fontiveros
en el sofoco de las rastrojeras;
el cardo, mancillando los majuelos;
el silbo del pastor en la vaguada...
Cobertizos de adobes y bardales
forman los arrabales de Medina;
en su insignificancia sobreviven.
 
Hubo lluvias y panes de cebada,
amanecidas de tenaz ayuno
y polvaredas sobre el pedregal.
No olvidaré tampoco a los maestros;
enseñanzas a la luz del candil
de Cicerón, Virgilio y Tito Livio
bajo la docta voz de Bonifacio.
Vagué escindido en la ciudad del hombre,
al margen de conflictos y disputas.
Acíbar en las aulas salmantinas,
ternura en Sebastián y Garcilaso,
y en el magno Cantar de los Cantares.
 
Otra vez en Medina. Grato encuentro,
Teresa de Cepeda, mujer libre,
rapto de fortaleza, compromiso
de fe, curtido temple reformista
que desplegó las alas del Carmelo.
Teresa de Jesús, ¡vasta memoria!
¡qué plenitud de dones imborrables!
 
Morosa nieve matutina
abrazando los yermos de Duruelo,
austera reclusión originaria
que generó los frutos de Mancera...
 
Porque bajo el techado más sombrío
el pensamiento se conforma libre,
siento el mínimo roce de unos versos.
Cada noche se afirman sin desmayo,
como si los forjara la impaciencia.
En su maduración hallo consuelo:
 
Qué bien sé yo la fonte que mana y corre,
Aunque es de noche.
 
Aquella eterna fonte está escondida,
Qué bien sé yo do tiene su manida,
Aunque es de noche...
 
La soledad multiplica mis rostros,
las indelebles huellas del pasado.
Pongo término a más ensoñaciones
que sugieren gravosa vanidad.
Se congrega el azul en la aspillera.
El nuevo día me dará quietud.
Si no encuentra sosiego mi cansancio
que desoiga mi sed la llamada del limo,
que la oración me ciña transparencia
y tome posesión de los sentidos.

(Del libro Largo recorrido, Premio Internacional de Poesía
San Juan de la Cruz, Rialp, 2001)
 

viernes, 16 de diciembre de 2022

MAR DE INVIERNO

Testigos
Foto
de
Adela Sánchez Santana

  

 
A SORBOS
 
                                                                                               
Todo es siempre menos
 
JRJ
 
 
Extremó la prudencia verbal; no aventura palabras si no es en presencia de su diccionario.
 
***
 
Afrontar sin amargura, sin gestos de abandono,  que lo que pensamos oculta lo que somos.
 
***
 
Su cerebro contiene dos ideas; son tan opuestas que entre ellas cabe un sistema filosófico.
 
***
 
Al florecer el día  rompe la quietud del reloj un aforismo. Sorbos cortos.
 
***
 
Basta mirar la penumbra de alrededor para saber que no estoy.
 
***
El puño cerrado de quien corta rosas.
 
***
 
Una pobreza de hospitalidad irrefutable, capaz de ofrecer su vieja cama de faquir.
 
***
 
El silencio y su fuerza de convicción. Sabe quién responde cuando nadie llama.
 
***
 
 
El prudente convierte en coma cualquier punto final.