ENTREVISTA A JOSÉ LUIS TRULLO
(Breve homenaje a la revista digital El Aforista)
Creada en 2015 por el
ensayista, editor, aforista y gestor cultural José Luis Trullo, la revista
digital EL AFORISTA se ha convertido
en una publicación esencial sobre el arte del aforismo. Ahora, tras un lustro
de recorrido temporal, cierra sus páginas, aunque los contenidos siguen en red
a disposición de todos
1 - ¿Cómo surge la
idea de la revista? ¿En qué medida confía en el aforismo como única estrategia
expresiva de la publicación?
Yo siempre he escrito aforismos. Mi diario literario –que
empecé en 1992- está compuesto en ese formato, por inspiración directa de mis
lecturas predilectas; es el caso de los publicados de Peter Handke, de Elias
Canetti o de Joseph Joubert. Ya en 1994
publiqué mi primer artículo en prensa sobre el aforismo (“¿Qué es un
aforismo?”), y en 1995 hice otro tanto en las páginas de La Vanguardia con uno titulado “Escrituras
fragmentarias”, que aún puede consultarse en línea. Años más tarde, siendo
usuario habitual de la red social Facebook, detecté una creciente presencia de
aforismos de gran calidad literaria escritos por personas desconocidas para mí
por aquel entonces, entre ellas, Manuel Neila, Miguel Ángel Arcas, Elías Moro o
el propio José Luis Morante. Surgió entonces la idea de publicar la que yo
creía iba a ser la primera antología del género en España, Aforistas españoles vivos, que en principio debía asumir Karima. La
edición se retrasó por motivos que no vienen al caso, de modo que fundé Libros
al Albur y, en el ínterin, José Ramón González sacó a la luz Pensar por lo breve, de una vocación
mucho más amplia e integradora. Unos meses después, aparecía la mía y, para
contribuir en su difusión, creé El Aforista. Poco a poco, lo que iba a ser un
mero instrumento de promoción comercial fue creciendo entre mis manos, hasta
convertirse en un escaparate del género más breve de todos los tiempos.
2 - ¿Cuáles son las secciones que articulan la
trayectoria de la revista?
Básicamente, tres: la recapitulación de los grandes autores
del género (agrupados en “clásicos”, “modernos” y “actuales”), una sección de
reseñas de novedades editoriales y otra de participación: “inéditos” y
“entrevistas”, con un Cuestionario Chamfort al que he sometido a los
principales referentes del género en España. Por lo que me cuentan lectores de
El Aforista, para muchos se acabó convirtiendo en una referencia de uso
habitual, y saber eso me animó a prolongarlo durante todos estos años,
completándolo con secciones como la Enciclopedia de Libros Españoles de
Aforismos, en la cual espigaba mis aforismos predilectos de más de cien títulos
actuales.
3 – ¿Todo proyecto
pretende cumplir una serie de objetivos básicos? ¿Cuáles eran los propósitos de
EL AFORISTA?
Ante todo, compartir un entusiasmo. Creo firmemente que la
alegría es expansiva y busca compañeros de viaje. El hecho de haber cultivado
de manera solitaria y pertinaz un género considerado “menor”, y el encontrar a
quienes también lo hacían con idéntica vocación, estimuló en mí la voluntad de
divulgar la existencia de unos textos que, tiempo después, sigo estimando por
su calidad literaria intrínseca. Aparte, puedo congratularme de haber servido
como imán de talentos más o menos ocultos que, gracias a El Aforista y a Libros
al Albur, han podido salir a la luz, como el caso de Francisco Ferrero, Emilio
López Medina, Gemma Pellicer o Victoria León.
4 - Quien haya seguido la travesía de estas
páginas digitales, percibirá una fuerte
complicidad con la tradición. ¿Qué nombres preferentes sostienen la casa
del aforismo contemporáneo?
Cada aforista tiene su propio panteón particular, qué duda
cabe. En el mío figuran aquellos que ya cité anteriormente, junto a otros como
Oscar Wilde, Fernando Pessoa, Paul Valéry o Émil Cioran. Personalmente, me
decanto por los aforismos que comparecen entre las páginas del cuaderno
literario, que es un formato que practico y que siempre me ha llamado la
atención. Es más, pienso que es en esa sede donde el aforismo brilla con mayor
intensidad, pues en la escritura diarística, un tanto silvestre y anómica,
irrumpe con decisión y capacidad persuasiva.
5 – Otro contenido
esencial ha sido el de dar visibilidad a nuevos descubrimientos literarios. ¿Qué
autores nuevos le parecen dignos de seguimiento por su
calidad?
Aparte de los que ya he citado, creo que son muchos los
aforistas en activo que despliegan una singuladura personal, tan difícil de
mantener en este ámbito. De entre los jóvenes, Rosendo Cid, un artista
multidisciplinar al que he tenido el gusto de publicar un par de libros de
aforismos, me parece que vuela a gran altura. Juan Manuel Uría, como él también
pintor, Miguel Ángel Gómez o Paula Díaz Altozano son autores jóvenes con gran
proyección. El haber podido dar a conocer a Manuel Feria, gracias a la
intermediación de Mario Pérez Antolín, es algo de lo que me siento
especialmente complacido. Carmen Canet practica un aforismo a ras de vida que
me parece entrañable. Todos los nombres consolidados han aportado mucho al auge
actual del aforismo en España y, entre ellos, no pocos de los que formaron
parte de Aforistas españoles vivos:
Neila, Arcas, Morante, Moro… Lástima no haber podido incluir a Fernando
Menéndez, quien supone un auténtico “rara avis” en el género.
6 - Hasta qué punto ha
marcado el despliegue de El Aforista su
propio trabajo creador.
Relativamente. De hecho, más bien ha supuesto una especie de
espejo a lo largo del camino. En este sentido, el uso diario de Facebook sí ha
espoleado mi vertiente creadora, al permitirme compartir mis textos de manera
prácticamente simultánea a su escritura, obteniendo un eco inmediato. Me
gustaría aprovechar para romper una lanza en defensa de las redes sociales,
pues debo a ellas el haber podido acceder a la inmensa mayoría de los autores
con los que tantos proyectos en común hemos podido sacar adelante. Como tantas
cosas en la vida, Facebook no es más que el uso que hagamos de él. Yo, desde
luego, no me puedo quejar.
7 - ¿Favorece al
minimalismo conciso el gran despliegue de autores y títulos? ¿En
qué baremos debemos fijarnos como lectores y escritores para alcanzar un nivel
elevado de calidad y honestidad en la creación?
La expresión lacónica acompaña a la especie prácticamente
desde los albores de la civilización. Máximas, refranes, consejas, oráculos,
siempre han constituido una suerte de asideros ante la incertidumbre de la
existencia. Esa dimensión utilitaria acababa favoreciendo cierta selección
natural de las mejores propuestas, no siempre literarias. En la actualidad,
nuestro modo de vida ha favorecido la utilización de las formas breves
(microrrelato y aforismo, principalmente) que, más allá de su rápida absorción,
propician una deglución lenta y meditada. Esa es la grandeza de la brevedad:
que no se agota en un apresurado usar-y-tirar, sino que exige volver a ella una
y otra vez para tratar de captar sus más íntimas resonancias, por utilizar una
afortunada expresión del gran José Mateos.
8 – El Aforista finaliza trayecto. ¿Qué razones han
forzado esa decisión?
No ha sido una razón forzada, sino una evolución natural.
Como panorámica global, se puede decir que El Aforista ha cumplido con su
misión. Ahora, cede el testigo a AFORIST@S, una publicación electrónica que, ya
en su propia cabecera, muestra un carácter más plural y abierto, menos
personalista. También he tenido en cuenta la necesidad de imprimir un nuevo
impulso a las iniciativas en torno al aforismo: el “no dormirse en los
laureles” implica, muchas veces, la necesidad de reinventarse, y así se ha
hecho. Ahora, los aforistas cuentan con una nueva plataforma para dar a conocer
sus propuestas. Creo que salimos ganando todos. Pero la última palabra la
tienen, como no puede ser de otro modo, los usuarios.