miércoles, 30 de marzo de 2022

SOBRE EL AFORISMO

Planos cortos
José Luis Morante
Prólogo de Juan Varo Zafra
Ediciones Trea
Somonte-Cenero, Gijón, Asturias, 2021

 

SOBRE EL AFORISMO
 
 
  Mantengo en el tiempo una conversación heterodoxa con el aforismo. Me gusta percibir su talante y su microfilosofía, esa impregnación de cualidades en el pensamiento, al adentrarse por los minifundios temáticos de la realidad, sin perder la memoria de sí mismo.
   Al aforismo no le asusta prodigar pasos en el extravío. Caminar es fluir, fecundar una densa corriente desde la contención y el equilibrio. Da voz a un hablante que argumenta con dicción introspectiva e intimista, como si encendiese un foco de expresión en el trazado de una senda emocional y autobiográfica.
   El aforismo es hondura y espejo, donde la razón de ser abre la puerta al ser de la razón; un paradójico retorno al logos, una apertura.

JOSÉ LUIS MORANTE





sábado, 26 de marzo de 2022

NOELIA VICENTE SELFA. CUATRO POR CUATRO

Cuatro por cuatro
Noelia Vicente Selfa
Collage de portada: Yolanda Parra Montolío
Editorial Olé Libros
Colección Relato
Valencia, 2021

 

LA PIEL DEL EXISTIR
 
 
  Cada recorrido literario impulsa una poética, un modo armónico de entender las propias convicciones en torno a la escritura a partir de estrategias expresivas medulares. En el perfil literario de Noelia Vicente Selfa (Alicante, 1976), Licenciada en Filología Hispánica, Graduada en Estudios Superiores de Danza y docente en la especialidad de danza clásica, el relato es hacendoso protagonista habitual en las colaboraciones en prensa y en el libro de microrrelatos En… (2015).
  Ahora entrega, con llamativo collage de cubierta realizado por Yolanda Parra Montolío, de la mano de la editorial valenciana Olé Libros, Cuatro por cuatro, una compilación de catorce textos narrativos, de dimensión variable, que comparte como clave central la división de cada relato en cuatro secuencias autónomas. La autora añade una emotiva reflexión final que postula agradecimientos personales a quienes han alentado el proceso creador, con sus sugerencias y afectos, en este tiempo pandémico.
   Noelia Vicente Selfa opta por extraer sus tramas narrativas de las sensaciones de intimismo y emotividad que se expanden en los pasos cotidianos. En este deambular entre sombras y perplejidades, el sujeto se empeña en la tarea dual de conocer al otro y conocerse; en sembrar interrogantes de compleja respuesta sobre la existencia. Tiende puentes de adaptación a la realidad y focaliza una experiencia vital que tiene la intangible naturaleza de los espejismos; un relato múltiple que impulsa la capacidad de conmover el epitelio sentimental.
   Las propuestas escriturales de Cuatro por cuatro comienzan con “Noches de insomnio”. Es un ejemplo claro del estilo personal de la autora, incardinado en un lenguaje directo, coloquial, muy cuidado en su expresión y con un ritmo evocativo sostenido, donde el sujeto verbal habla en primera persona resaltando el verismo de lo que se cuenta y su dimensión supuestamente real. En el cuento de partida, la atracción amorosa está presente y enmarca todo el fluir de la conciencia en un largo soliloquio de afirmación sentimental en el que se entrelazan realidad y ficción.
   Cada relato impone su estrategia. El titulado “Frente al espejo” multiplica los protagonistas en similares situaciones domésticas en torno a la capacidad del espejo de generar una identidad. La imagen reflejada en la lisura nutre el empeño de quien se mira en su oquedad para enfrentarse a su propio perfil interior, ya sea físico o moral, como esa observación a escondidas de Lucía, protagonista de la segunda secuencia textual, del rostro deforme de la corrupción.
  Las narraciones aportan escenarios realistas, donde busca su marco de representación una coreografía de secundarios, con existencias dispares y con percepciones subjetivas y disímiles del discurrir temporal. Frente a un semáforo en rojo, se puede vivir una interminable sensación de quietud, como si el reloj hubiera anulado su transitar de agujas; o percibir que esta pausa es un lapso de tiempo que sirve de bálsamo a las heridas de lo cotidiano; otras veces, es inspiración creadora para capturar sensaciones de miedo, desnorte, soledad y frío.
  Sobre el decurso temporal incide el relato “Estaciones”, que abre ventanas a ese horizonte de circunstancias individuales, de los que se incorporan a las tareas laborales y a esos paisajes urbanos de cada día en los que habita lo inesperado. Sorprende por su sencillez narrativa y el cálido impacto argumental de la música el relato “Poetas del tango” que da esa imagen de desvalimiento y soledad del yo consigo mismo, mientras suena los acordes de la memoria se posan en la ventana, perdidos acaso en la contemplación de las inclemencias del tiempo.
  Natalia Vicente Selfa en Cuatro por cuatro añade a sus hábitos narrativos el territorio de la memoria, esa sensación de estar recuperando algún ángulo muerto de la propia autobiografía, como si los sueños fundieran fantasía y cotidianidad. Encuentros donde los protagonistas recuperan vivencias en el moroso deambular del tiempo. Secuencias del existir en las que se diluyen amores, ilusiones y sueños, esas cicatrices que se marcan en la piel del corazón. Acierta la escritora en el tono coloquial del enunciado narrativo, la cercanía de los personajes y la definición de identidades mediante el viaje introspectivo y el análisis del fluir de la conciencia. Una tarea hecha de luces y sombras, que sortea renuncias y deja suelto ese hilo invisible que enlaza realidad e imaginación en los veneros argumentales. La vida nunca economiza esfuerzos; es una habitación con vistas, donde lo imposible lucha por formar parte de lo posible.
 
 
JOSÉ LUIS MORANTE



 
 
 
 
 
 


viernes, 25 de marzo de 2022

RASTROS EN EL CAMINO y CARENCIAS FÍSICAS

Turia, nº 141-142
Director: Raúl Carlos Maícas
Instituto de Estudios Turolenses
Diputación de Teruel

 

RASTROS EN EL CAMINO Y CARENCIAS FÍSICAS
 
Haber nacido me arruinó la salud
 
CLARICE LISPECTOR
 
  Mi ausencia de sentido del humor se incrementa cuando aparecen algunas carencias físicas como la otitis; la pérdida auditiva transforma voces y ecos en veces y ocas, una alternativa verbal que no oculta la magia del relato.
 
  Hay sueños que estremecen por su voluntad de personalizarse en un cuerpo concreto. Nacen desde la urgencia y recorren la distancia con el paso eficaz de quien no teme ni la humedad ni la nieve. Cuando era joven soñaba mucho. Ahora también. Los sueños son pórticos que alargan la casa de la realidad y añaden nuevas ventanas a la casa del tiempo 
 
  Cuando discuto conmigo, me cuesta refutar mis argumentaciones.

   Acudo a la presentación de la revista Turia en el Instituto Cervantes de Madrid. Sala llena y excelente ambiente para disfrutar de un monográfico que contiene un extenso cartapacio sobre la obra plural de Vicente Molina Foix. Brillantes en sus intervenciones el director de la revista Raúl Carlos Maícas y Merche Gutiérrez, coordinadora de esta monografía. Y menos expansivo y locuaz Vicente  Molina Foix, quien centra su intervención en los epistolarios, un rastro casi ausente del camino literario, que cobró en su día una enorme importancia. Qué añoranza, esas cartas escritas a mano, que dejaban entre sus líneas esquejes vivos del yo interior. 
 
  La salud ignora su naturaleza de paréntesis; es un funambulista sobre un cable sin red.

 Mucha lástima por los que padecen bulimia editorial; causan un sobrepeso en su escritura que indigesta la complicidad lectora.

  Listas incompletas que crean en quien las lee una sensación incómoda, casi de rechazo y agresión. Así, los agradecimientos al final del libro dejan fuera a algunas identidades que suponían una mayor cercanía afectiva; y al leer su ausencia se quedan levitando en un purgatorio de resentimiento. Mucho más zafio todavía es citar en la revista literaria colaboraciones inadvertidas y dejar fuera artículos centrales, columnas literarias que sostienen la publicación. Pero, ya se sabe, el activismo de la indigencia mental siempre es alto y asegura una permanente invitación al absurdo.

  No estaré en el I Congreso Nacional de Aforismo, aunque había sido invitado. Un viaje familiar coincide con las fechas programadas y me deja fuera de las intervenciones en directo. Lo siento de veras por los organizadores, que habían confiado en mí, y por mi propio compromiso con el aforismo, que es manifiesto y riguroso desde hace décadas.
 
(Apuntes para el diario)




jueves, 24 de marzo de 2022

RAMIRO GAIRÍN MUÑOZ. TIEMPO DE FRUTOS

Tiempo de frutos
Ramiro Gairín Muñoz
Cubierta e ilustraciones interiores de Lalo Cruces
Editorial Piezas Azules
Colección Piezas Poéticas
Zaragoza, 2022 

 

COSECHA

 

   El intervalo creador de Ramiro Gairín Muñoz (Zaragoza, 1980), acotado entre 2011, cuando ve luz la entrega de apertura Pintar de azul los días laborables, y 2020, año en el que editorial Polibea incorpora a su catálogo La ciudad que no somos, permite conocer, con minuciosa perspectiva, una modulación incesante. La obra asienta su razón de ser en la autoexploración de lo subjetivo y el propósito de convertir el periplo biográfico en una senda de conocimiento y reflexión sobre la realidad, no como crónica testimonial naturalista, sino como experiencia emocional, intensa y profunda, capaz de superar rasgos inmediatos y circunstanciales.
   Retorna a la escritura, dentro del proyecto editorial Piezas Azules, con la entrega Tiempo de frutos, poemario que integra la excelente colaboración plástica de Lalo Cruces. El artista enlaza en su trabajo diseño y arte, e impulsa un planteamiento figurativo, pero marcado por el onirismo, la acumulación de estímulos y la onda expansiva de los interrogantes proteicos que conforman el espacio exterior.
  El umbral del libro deja como punto de luz una delicada cita de Eloy Sánchez Rosillo: “Solo has vivido de verdad si tuvo / mucho que ver con el amor tu vida”. La voz del poeta murciano es vértice central del intimismo reflexivo; hace de la emoción y el fluir sentimental de la memoria veneros prioritarios de su trabajo lírico. Es un buen referente para adentrarse en la topología poética de Ramiro Gairín Muñoz y en las claves más evidentes de su concepción constructiva.
   El poema, siempre breve y conciso en su hilazón argumental, aporta el territorio expresivo de una presencia que supera el enclaustramiento y se transforma en protagonista a pie de calle. Da presencia a un testigo del devenir temporal. Un fluir diseminativo, hecho de contrastes, matices y gestos.
  El yo percibe, colecciona elementos sensoriales, genera variaciones reflexivas, se disgrega y aporta su dimensión humana, exacta y clara, a una historia común que enlaza pretérito y ahora: “quiero crear sustancias / descubrir materiales con palabras / pero que nadie sepa si has sufrido / ni dónde he estado antes ni después /    como cuando nos miran / cruzando la calzada”.
  El conjunto se organiza en cuatro secciones que conforman entidades autónomas definidas por la semántica del título: “cuerpos”, “espacio”, “casas” y “tiempo”. Son sustantivos que adquieren un perfil de singularidad polifónica, pero que no pierden la cercanía de la dicción coloquial y de una conversación compartida. La trama del poema explora circunstancias cambiantes. Busca asideros en la fisiología y el ánimo, en las lecturas y en esos instantes de plenitud amorosa que convierten al deseo en irrepetible fotograma. La palabra ratifica la inminencia del fruto y su capacidad de pausar la cosecha: “dos cuerpos de canícula / maduros para ser / cogidos de la rama / repletos de agua dulce / con la pulpa tirante / trigueños por el sol”.
   El fresco indagatorio de “espacio” conecta con la esperanza y ese quehacer que encuentra el orden correcto de las cosas. Quedan en el poema las sensaciones de una existencia casi ingrávida que solo alarga su sombra en las palabras para buscar resguardo y permanencia. La amanecida nunca disuelve la monotonía de lo cotidiano; es necesario explorar su insinuación de signos para transformar cada vivencia en asentimiento, en cumplido homenaje al espíritu de Epicuro, a esa ética de aceptación que refugia en el fluir de la conciencia la esperanza de cobijar propósitos y empeños de claridad auroral.
   Los poemas de “casas” dejan en el habla de lo doméstico una sensibilidad evocativa e intimista. El sitio propio se humaniza, borra distancias entre la esencia interna de sus moradores y el lugar como espacio de abrigo. La dimensión del contexto es percibida desde una observación meditativa que concede a su superficie plenitud y profundidad para observar el afuera. La ciudad está ahí, cercana, mansa, con su latido disconforme y sus esquinas de asombro.
  La existencia marca un diálogo lúcido con el tiempo, que debe superar la sensación de continuo tránsito. En “Tiempo”, lo diario toca tierra cargado de levedad e incertidumbre, como si el discurrir sembrara minucias en las que hay que poner sentido y propósitos, el convencimiento de que ocurra lo nuevo y sople una brisa favorable en la causa común de la convivencia. Es tiempo de frutos y el brote de la vida inadvertido posa su semilla de luz y buena nueva.
  El poema de cierre “Relatos de ciudades y jardines” se hace leve apunte del discurrir. Busca asomarse a esas instantáneas que componen el horizonte cercano de lo doméstico, sin la necesidad de mirar hacia atrás, salvo para recordar alguna lectura, o para persistir en esa convicción de transitar la vida con mirada conforme.   
  La composiciones  de  Tiempo de frutos dan voz a una senda existencial de continua mudanza, lumbre y luz renacida. Estremece el cristal un tiempo de amor y calma, propicio a la rememoración y la esperanza. El mosaico sentimental completa una acuarela jubilosa que hace de la otredad paisaje franco donde buscar respuestas en la irisada puesta en escena del verano. Deja la luz sobre la piel un tacto de esperanza y una retina abierta a la alegría azul del aire.
  
 
JOSÉ LUIS MORANTE
 
 
 

 

miércoles, 23 de marzo de 2022

DOBLE CARA

En el recibidor
Imagen
de
Decoralia

 

DOBLE CARA

    Dedicó la aventura laboral a la creación de un espejo de doble cara. Buscaba una superficie dual en la que se reflejara el rostro de quien se mira y la visión completa de la espalda, ese conjunto de trazos desconocidos que están ahí y conforman una suposición. Creía que la imagen es y no es, que yuxtapone lo evidente y lo probable, la claridad y la tiniebla, lo expuesto y lo invisible. Una luz escoltada por la sombra.

(De Cuentos diminutos)




 

 

martes, 22 de marzo de 2022

JOSÉ INIESTA. CANTAR LA VIDA

Cantar la vida
José Iniesta
Editorial Renacimiento
Colección Calle del Aire
Sevilla, 2021


CONCIENCIA DE LA LUZ


   En uno de sus libros menos conocidos, Gozos de la vista, Dámaso Alonso aludía a la palabra poética como liberación de lo contingente e iluminación de la realidad; resaltaba el hecho de tomar conciencia de lo transitorio para elevarlo a permanente y sustancial, preservando la esencia. Desde el título, Cantar la vida, José Iniesta (Valencia, 1962) abre las manos del poema a esta convicción estética. Ante un contexto cercano, maleable y difuso, en el que se van marcando las huellas del transitar y sus erosiones nos queda el cántico, la percepción interior de los signos que se acumulan en sentidos y pensamiento cuando ejercemos el papel de callados testigos del asombro.
   Desde que iniciara travesía poética, a mediados de los años ochenta, con la entrega Del tiempo y sus castigos (1985) el valenciano ha impulsado un quehacer no exento de circularidad temática. En él tiene presencia fuerte la idea del tiempo como tema central, aunque asumido en distintas perspectivas.
   Los poemas de Cantar la vida rememoran estelas biográficas en la memoria del camino; un recorrido que define sus calles como finitud y asunción de la condición transitoria de ser. La palabra revela fuerzas, es asidero contra la intemperie: “Es siempre posesión decir la vida, / asirme a cuanto veo con palabras. / Cantar es la manera / de encender una luz / en la cueva profunda de la carne, / la sola soledad, mi compañía “. El poema prólogo contextualiza el avance de un libro que arranca con el apartado “Dos apuntes sobre la poesía”. Son textos en prosa que indagan en la naturaleza del afán creador y en los pormenores escriturales de casi trece años de intervalo y tanteo. La mirada lírica de José Iniesta moldea una crónica vivencial; establece parámetros existencialistas a partir de la voluntad de aprendizaje del decurso vital. Fluyen en el discurrir los desajustes del entorno, nunca exentos de soledad y niebla y ese horizonte oscuro de la memoria que insiste en el recuerdo, con voz obsesiva, donde siempre van juntos el dolor y la dicha. La escritura es refugio, se convierte en un intangible patrimonio de soledad, en la música callada del silencio.
  Los poemas de “Inclinándome al daño” conforman una exploración del pretérito y de sus protagonistas más relevantes. Así sucede con “El padre dormido”, que concede a la ausencia la modulación del regreso. Las sílabas de la evocación suenan para rescatar aquellos gestos que conforman el epitelio cálido de los días comunes. Son composiciones que buscan la objetividad de una lente de cámara entre las grietas del pasado. Ofrecen ángulos de insólita fuerza reflexiva, como el poema “El corazón roto”, donde el niño es testigo por primera vez de la ominosa crueldad de la muerte, quebrando para siempre la inocencia y llenando los ojos con las sombras del miedo. Así nace la idea de una ficción autobiográfica que condensa, con prolijo aporte de detalles, y clarifica la dialéctica entre entorno y sujeto. El primero establece puntos de fuga; reajusta los pasos del trayecto personal e inunda la retina con aristas cortantes, como sucede en el subapartado “La frontera verde”, un conjunto de tres poemas que vislumbra ciénagas de nuestro tiempo, como las migraciones y sus trágicos efectos secundarios. Asomarse al ayer es también recordar la carta del primer amor, o los pasos del niño, o esa fotografía al trasluz de la belleza vencida.
   La escritura de “Tu materia  salvada” comienza con un poema que es celebración del cuerpo, ese abrazo que conforta “la miel salvaje del amor y la furia”. El intimismo comparte terapia y espera, la voz tenue de los sentimientos improvisando un nuevo marco de representación para que se liberen emociones y deseos. El amor se hace refugio y unidad, un viaje compartido que borra al paso otros itinerarios y ubica de nuevo un paraíso germinal.
  El poeta retorna en “Algo indestructible” a las razones del poema; si en el devenir suenan los ecos de una larga noche, se integra en los versos la necesidad de encontrar refugio a la inocencia y el asombro, a “esa risa que vence a toda niebla, / ese rostro del sol y de las lluvias / donde arde lo real, y es plenitud”. Se busca en la textura de lo cotidiano el puente firme que enlaza pasado y presente. El sujeto se define por identidades sucesivas, abocadas a desaparecer, como si la vida solo fuera “cauce y sequedad”.
   Cantar la vida se afana por trazar una crónica en instantáneas de lo vivido. Las composiciones recuperan el rumor de los días; crean estampas de diferentes texturas para evocar gozos y sombras proyectados sobre la pared del tiempo. Lo existencial es el amor que cobija y ampara, pero también la terca insistencia de la muerte y el cansancio; su siembra continua de impotencia ante la certeza de lo vulnerable. La realidad está ahí, muestra sus límites difusos; en el existir se hace cada vez más tangible el despertar de la noche. Nos queda la poesía, el quehacer firme de cantar la vida y preservar su andamiaje emotivo con la hondura sencilla del poema.
 
 
JOSÉ LUIS MORANTE


 

  

lunes, 21 de marzo de 2022

CONÓCETE A TI MISMO

Aprendizaje

 

 
CONÓCETE A TI MISMO
 
 
Rompe el silencio fértil del erial
un vislumbre tallado
en el templo de Apolo:
Conócete a ti mismo.
 
Es el centro de todo.
Tras la perseverancia de los signos
se forja un afán previo.
El temblor clarifica
el equilibrio inerte, la penumbra
de lo que no se ve.
Escarchas y humaredas
distorsionan el polen del destiempo.
Quien dilucida aprende
los espacios;
las redes que enmarañan
el viaje hacia la noche y el invierno.
 
Avanzo. Busco sitio.
Dilato mis esfuerzos,
con el lento bostezo del alba entre las manos
y algunas certidumbres persuasorias,
aunque todo confirma
que en ese territorio
de estratos y memoria
fracasan los impulsos de la épica;
conocer es un puerto que agota los pulmones,
y el valor de los héroes
solo practica ritos de la ciencia ficción.
 
Soy barro, un pavimento
de voluntad e insomnio;
la profusión de párpados
en el sobrio grafito
de  la grieta más tenue.
Más allá, nada obstruye
la nitidez azul del  horizonte.
El tiempo marca ruta,
somete lejanías,
se pone de perfil,
insiste, me concede
un transitar de nómada.
 
Dentro de mí no hay nadie
salvo yo,
una inquietud debajo de la piedra;
la piel desconocida, misteriosa,
intangible,
que quiere conocerme.

    (Del libro en preparación Nadar en seco)


 
 
 
 

domingo, 20 de marzo de 2022

INDECISIONES

Madrid, centro
(Primavera de luz en la ventana)

 

INDECISIONES
 
 
Todo lo que fluye me deshabita, niega que un día hubiera alguien en mí.

Es tan secundario que, cuando corre a solas, siempre llega segundo.
 
Para la confianza, el silencio es también un refugio seguro.
 
Busca lluvia que ascienda.
 
El paso sereno hace señas al acantilado para que se acerque
 
Tolerancia, respeto, solidaridad, coherencia… Esos abrazos de sílabas que, en su casa, llegan sin resuello a la primera sílaba.
 
Duerme fuera, para cobijar la fragilidad de la noche entre sus brazos.
 
La nada busca en mí un confinamiento estable.

(Desde la ventana)


 

sábado, 19 de marzo de 2022

FERNANDO DANIEL GRANADO. MANUAL DE SOMBRAS

Manual de sombras
Fernando Daniel Granado
Imagen de cubierta de Hilario Barrero
Prólogo: Manuel de la Fuente Vidal
Editorial Visión Libros
Madrid, 2022

 

GUARDAR LA LUZ
 
 
   Desde el inicio de mi trabajo crítico, a primeros de los años noventa, sé que una travesía poética nace con vocación minoritaria y vuelo libre. Abre campo a labores creativas de difusión restringida, que apenas asoman a los reiterativos titulares de lo cotidiano. El poeta es un resistente; no tiene otra forma de defender las propias convicciones estéticas que con su escritura. Al cabo, como escribiera Blas de Otero: “Nos queda la palabra”. Esa certeza, maleable y difusa, va gestando el camino creador.
   Fernando Daniel Granado (1956) es madrileño, estudió Teología y ha trabajado como funcionario de instituciones penitenciarias, psicoterapeuta, educador de la calle y trabajador sanitario, tareas que estarán en el sustrato experiencial de su escritura. Aunque pertenece por edad a la generación de los ochenta, una promoción que abrió rutas plurales, tras el monolitismo novísimo y la estética veneciana, su corpus poético no sedimenta el paso hasta el libro Memoria de los días (2016), carta auroral que tiene continuidad en la entrega Cuando el aire quema (2017), aunque su trabajo creador tuviera como preliminar la plaquette “No he de morir” (1979) y sus poemas se dispersen en colaboraciones y antologías.
   Una nota del autor da cuenta de algunas circunstancias biográficas en el inevitable capítulo de agradecimientos y define la sombra como finitud y asunción de la condición transitoria de ser. Da cuenta también de la nítida importancia que adquiere lo emotivo en el ahora escritural del poeta.  El prólogo del poemario lo firma Manuel de la Fuente Vidal  y contextualiza, sobre todo, el encuentro personal con el poeta en ese alboroto de activismo que la poesía adquiere en la calle, con el micro abierto. Y acierta al definir la poesía de Fernando Daniel Granado como una lírica de corte existencial, que se asoman a los desajustes del entorno y a ese horizonte oscuro del porvenir.
  Los versos de Manual de sombras conforman cuatro apartados: “Palabra y silencio”, “Tiempo y muerte”, “Manual de sombras” y “Queda por decir”. En apariencia son tramos que conceden a la modulación de la voz propia el epitelio reflexivo de la madurez. Son textos que buscan la objetividad de una lente de cámara. Ofrecen planos situacionales en los que se insertan reflexiones sobre el estar y el ser. Así nace la idea de una ficción autobiográfica que condensa, con prolijo aporte de detalles, la dialéctica entre entorno y sujeto. El primero establece un punto de fuga, reajusta los pasos del trayecto personal e inunda la retina con aristas cortantes. La escritura acompaña, es terapia y espera, la voz tenue de una ilusión que improvisa un nuevo marco de representación para que se liberen los sentimientos.
  El poeta pone un especial cuidado en la elección de las citas de apertura; si en el primer apartado eran los ecos de Ángel González y José Hierro los que abrían la ventana del poema, ahora se integran versos de Luis Felipe Vivanco y Alfonso Costafreda. Son referentes diversos del intimismo y trasladan la idea de que cada texto busca en la textura de lo cotidiano la voz del compromiso, la asunción de una historia personal que enlaza pasado y presente. El sujeto se define por lo contingente, por lo que está abocado a desaparecer.
   El apartado que da título al libro “Manual de sombra” prosigue en su idea de trazar una crónica oscura de lo vivido. Las composiciones recuperan instantáneas, crean diferentes ambientes que despiertan la sugerencia del lector con los gozos y sombras que proyectan sobre la pared del tiempo las peripecias sentimentales. Las palabras sirven de cobijo a pensamientos en torno a lo existencial, una existencia en la que encuentra refugio un manual de sombras; la escritura se convierte en razón de vida y en siembra continua de nuevas preguntas en el vulnerable semillero de la conciencia.
   El apartado final “Queda por decir”, con invocación a Luis Cernuda, conforma una breve coda. La identidad recuerda sus raíces, esas fotografías del ayer que conforman un álbum desvencijado por los dedos del tiempo; existir paga el diezmo de la melancolía y constata que poco a poco se hace cada vez más tangible el despertar de la noche y seguimos desentrañando el sentido de nuestros sueños, ilusiones y afanes, mientras los versos alzan su andamiaje emotivo. Ponen lumbre al frío de los días, para que ascienda al aire una leve columna de esperanza.
 
JOSÉ LUIS MORANTE
 


 

jueves, 17 de marzo de 2022

VÍCTOR GUÉDEZ.EL ARTE DENTRO DEL MARCO Y EL AFORISMO FRENTE AL ESPEJO

El arte dentro del marco
 y el aforismo frente al espejo
Víctor Guédez
Prólogo de Luis Pérez-Oramas
Oscar Todtmann editores
Caracas, Venezuela, 2022  

 

 VOCES INTERIORES DEL AFORISMO
 
 
  La amplitud de registros de Víctor Guédez (Caracas, 1945) concede a su travesía biográfica una vocación humanista e integradora. Realiza estudios de formación en Alemania y, tras el regreso a Venezuela, obtiene un pregrado en Ingeniería Mecánica, por la Universidad de los Andes. Cursará después la maestría en la misma especialidad. Educador, crítico de arte y consultor de empresas es autor de más de treinta libros dedicados a la Educación, la Gerencia y las Artes visuales. Una apuesta más de su incansable curiosidad investigadora es el estudio de las voces interiores del aforismo. Se vuelca en la concisa memoria del género en el volumen El arte dentro del marco y el aforismo frente al espejo, que lleva como pórtico una nítida evocación afectiva de Luis Pérez-Oramas. El prólogo es callado heredero de la admiración por quien ha despertado la conciencia estética y la vocación indagadora sobre los itinerarios del arte.
  Los esquejes reflexivos del decir breve no son una estación de llegada sino un amanecer que abre ruta; es pensamiento activo, consciente del singular misterio de cada  instante. Víctor Guédez reconoce el carácter simbólico e iluminador del título y comenta los diferentes recorridos que marcaron ruta hasta el viaje final, a partir de dos estrategias: la exploración semántica del minimalismo lacónico desde quienes lo practican y la compilación de textos monotemáticos, que ubican la escritura en “el marco” con una visualización expansiva y polivalente.  
  El estudio rastrea variaciones sobre el tema del aforismo, Algunas ya convertidas en cuestiones sin respuestas. Es el caso de la indefinición del decir breve, más allá de la extrema economía verbal. Al mismo tiempo, aborda los núcleos referenciales del pensamiento conciso siempre centrado en la profundidad de lo elemental. En esta confluencia de cuestiones se recuerda que el aforismo es humildad y sabiduría; como sugería Juan Ramón Jiménez, menos es más; el género se define siempre desde la carencia y nunca desde el exceso. Desde la contención y el despojamiento ha ido creciendo una terminología incansable, en la que han colaborado muchos aforistas con denominaciones particulares los aforismos son cohetes, voces, luciérnagas, pecios, pensamientos desmandados, migas de voz, fogonazos, microlitos, luciérnagas, minucias y relámpagos que ofrecen cobijo a todas las formas del laconismo. Con tono conclusivo, Víctor Guédez aleja el paso del aforismo de un dogmatismo autocomplaciente para acercar su función a la idea de un compartir solidario, así como la necesidad de irradiar una idea que alcance a quien más lo necesita”. El aforismo interacciona con su tiempo, crea una cosmovisión expresiva y alumbra un sistema de valores referenciales.
   El itinerario de textos seleccionados comienza con una compilación de piezas del escritor. Son aportes que muestran una visión del aforismo en el devenir creador que cimentan la semántica lacónica y su arquitectura interior: “Los aforismos son pequeñas sentencias sobre grandes ideas”; “El aforismo requiere de la reflexión para convencer, de lo emocional para conmover y de lo intuitivo para seducir”. En suma, una incansable meditación sobre el lenguaje que trasciende la voz concreta en su búsqueda de lo esencial.   
   Las voces antologadas proceden de distintas geografías culturales y diferentes ámbitos expresivos. Son chispazos interiores independientes que promueven visiones metaforísticas, en las que el pensamiento busca amparo en el propio interior. A través de un lenguaje de extrema precisión afloran los rasgos básicos de la estrategia expresiva: “Un aforismo es levadura para el sentido: una concisa disposición verbal que genera locuacidad para su reserva”” (Luis Miguel Isava). En otras reflexiones emana un lirismo que emparenta el minimalismo conciso con la creación poética: “Es un temblor que se recoge” (Alberto Hernández); “El aforismo es el trasluz de la hondonada” (Luna Benítez); “El aforismo no es el rayo: es la luz encendida que permanece en nuestro pensamiento” (Nelson Rivera). Y otras dan cuenta del carácter aleatorio de un género capaz de plegarse a las mutaciones de lo contingente: “El aforismo es una frase feliz, es una verdad irónica, es filosofía cristalizada, es una ética sutil, es un fragmento lúcido, es la ligereza de la gramática, es la elegancia de la sintaxis, es una agudeza memorable, es una autobiografía en una línea (…) es el erotismo de la inteligencia” (Ramón Eder); “Un destello de sentido que quiere ser verdad” (Luisa Elena Sucre). Aunque siempre conviene recordar que la economía extrema del aforismo es una forma de escuchar lo profundo, lo casi inexistente, por lo que toda contextualización teórica será subjetiva y limitada. Juan Ramón Jiménez evidenciaba esa condición paradójica del esquema conciso: ”Un aforismo ni afirma ni niega porque pone en crisis tanto a la afirmación como a la negación”,; también Karl Kraus insistió en esa inagotable suma de mutaciones: “un aforismo no coincide nunca con la verdad; es una media verdad o una verdad y media”.
   En esta prolija enciclopedia de pensamientos Víctor Guédez convierte el arte en núcleo reflexivo central. Como vehículo de revelación, explora su naturaleza para comprender los límites de la experiencia estética y su capacidad de metamorfosis ante un mundo sensible disgregado. La selección de citas subraya la incansable tarea del experto y una insólita profundidad de pensamiento que rastrea un extenso territorio de momentos culturales, idearios estéticos y pensadores. En suma, los caminos del arte en toda su plenitud e infinita variedad.
   Pero el impulso creativo sería estéril sin el rol diferencial del artista y su afán transitorio. Al autor dedica el ensayista un amplio inciso meditativo. La tarea de crear moldea la personalidad del creador y su deambular entre la contingencia. La plenitud y maduración se logra cuando aflora una singular manera de entender el mundo y convertir el arte en conciencia, hecha de paisajes internos y subjetivos. Como escribiera Oscar Wilde: “El verdadero artista no es el que procede del pensamiento a la forma, sino más bien de la forma al pensamiento y al sentimiento”. En esa búsqueda continua del creador, el riesgo y la transgresión son necesarios; constituyen pasos de acercamiento a lo intangible y, como afirmara Marcel Proust: “No debemos tener miedo de ir demasiado lejos, porque la verdad está más allá”.
   Los textos breves dedicados a la obra de arte recrean la definición de espacios y el análisis plural de sus posibilidades expresivas. Se trata de percibir, indagar y escuchar, lejos del mercantilismo, en ese proceso denso y complejo, donde el artista sale de sí mismo para mostrar la esencia de su obra, capaz de suscitar la emoción del espectador. Queda, por último, la valoración crítica, que cuestiona, interpreta, analiza y sugiere para volver a cuestionar todo el proceso creador. En la contención del aforismo habita la libertad de pensar, ese contacto entre lo previsible y lo extraordinario que aprende las cosas desde lo elemental. Que se despoja de sí mismo para habitar el vacío. Wallace Stevens condensó con acierto esta sabiduría intangible: “Ilumina fugazmente la nada que no hay y la nada que hay”.

JOSÉ LUIS MORANTE



miércoles, 16 de marzo de 2022

ABRIR LAS ALAS

Danza del gorrión

ABRIR LAS ALAS
 
(Aforismos)
 
 
Solo habla consigo cuando hay un intérprete disponible.
 
La impaciencia aconseja hornear semillas.
 
El toldo del tragaluz es un oxímoron.
 
Entre los misterios de la inteligencia, el empeño de ocultarse a diario.
 
Quien no sabe dónde ir  mantiene siempre un inquebrantable compromiso con el traspiés.
 
La humildad cumple con mérito la función de ser nota a pie de página.
 
Rareza: una amistad sin ánimo de lucro.
 
Cuando aletea cerca, el optimismo recuerda la mínima vibración de una libélula.
 
Esas voces que visten a diario papel de lija y ganan altura cuando callan.
 
Acabé identificando su belleza con el vacío; en ella, todo es nada.
 
Es acaparador y avaro; cuando respira guarda el oxígeno y el anhídrido carbónico.
 
Qué triste la lectura volátil, la que no tiene huellas dactilares.
 
 
(José Luis Morante)
 
 
 
    

martes, 15 de marzo de 2022

PÁGINAS DE LA INCERTIDUMBRE

Elogio del avestruz
Fotografía
de
Javier Cabañero Valencia

 

INOCENTADAS LITERARIAS
 
Cuando la verdad se desnuda
hay muy pocos que la reconocen
 
José Mateos
 
 
Algunos escritores no tienen reparo en escribir sonetos cortos, de nueve o diez versos, o haikus treboleros, de cuatro versos y trece sílabas. Suelen tener cerca un crítico que jalea el estropicio y que además comenta que los que siguen las normas literarias son conformistas, poco comprensivos y algo fundamentalistas en el rigor.
 
Durante más de una década fue gestor cultural, prodigó favores, invitaciones a eventos, jurados y publicaciones institucionales. Ya sin la ebriedad del poder, regala sus libros a quienes no invitó nunca. Confía mucho en su sentido solidario, en ese gesto menesteroso que engrandece lo pequeño.
 
Criticó ferozmente a su antecesor en el cargo. Con otros polemistas, consiguió que lo despidieran. Ahora sigue al pie de la letra su plan de trabajo; no le gusta innovar, quiere perpetuar lo que funciona bien.

Hay presentadores farragosos, eruditos y analfabetos funcionales; sin embargo, todo el evento gira en torno al umbral de sus palabras. Detecté su indigencia de inmediato, en la charla previa. No había leído a nadie. Citó dos o tres nombres de famosillos digitales y crítico mucho la vida literaria y los premios; se sentía un náufrago de la ética en mitad de un tiempo borrascoso. Tacho el nombre de inmediato, cuando vuelvo a casa. Antes no existía, ahora tampoco. 
 
Nunca ha percibido la amistad como una senda de dos direcciones. Se siente río que no remonta, de dirección única.
 
Debo escribir  sobre la guerra de Ucrania. Pero sin tópicos ni obviedades. Con valor literario. Hay que dar tiempo.
 
Los advenedizos dejan las telarañas de su conspiración en las nuevas raíces de afectos; promueven la liquidación por derribo de quienes estuvieron siempre. 

(Diario: páginas de incertidumbre)

lunes, 14 de marzo de 2022

ZENOBIA CAMPRUBÍ. SOMBRA Y LUZ.

ZENOBIA CAMPRUBÍ
(Memoria y gratitud)

 ZENOBIA CAMPRUBÍ: LA LUZ DE JUAN RAMÓN JIMÉNEZ

 

   Zenobia Camprubí nació el 31 de agosto de 1887 en Malgrat de Mar, municipio costero del litoral barcelonés, en la comarca del Maresme, de hermosas playas y abundante patrimonio arquitectónico, donde su familia alquilaba una amplia torre la temporada estival. El ingeniero Raimundo Camprubí pertenecía a la burguesía catalana y durante uno de sus trabajos, de trazado y construcción de una carretera en San Juan de Puerto Rico conoció a Isabel Aymar, la que sería su mujer. De ascendencia mitad italiana mitad estadounidense, pertenecía a una familia mercantil adinerada y bilingüe, en castellano y en inglés. Era la mayor de cuatro hermanos, todos educados en Harvard. Zenobia fue instruida por tutores particulares en Barcelona. A los nueve años su progenitora se divorcia de un marido siempre ausente del ámbito familiar, jugador vicioso  y mal inversor en Bolsa. y se llevó a su hija a Nueva York. Zenobia vivió a expensas de la familia materna. Estudió en Columbia, fue inscrita en el Club de Mujeres, propiciando una cuidada formación y un selecto ambiente social. Contó con una institutriz inglesa y aprendió pronto a expresarse en inglés.  En los Estados Unidos permaneció casi un lustro y esa estancia marcaría los recuerdos personales. Regresó al país norteamericano otras veces. Se instala en Madrid en 1910, relacionándose exclusivamente con el círculo norteamericano de la ciudad. En 1913, en una conferencia de la Residencia de Estudiantes conoce a Juan Ramón Jiménez y en 1916 se casan en Nueva York. Desde su matrimonio, la vida intelectual de Zenobia se centra en su marido y le servirá de secretaria, agente y traductora. Vivirán veinte años en Madrid, hasta el estallido de la Guerra Civil. Luego comenzará un exilio de dos décadas en que sucesivamente fijarán residencia en Cuba, Estados Unidos y, por último, en Puerto Rico, hasta que el cáncer acabó con su vida el 28 de octubre de 1956, dos días después de que concedieran a Juan Ramón Jiménez el Premio Nobel de Literatura.
  El primer plano de Zenobia es el de los manuales que se empeñen en convertirla en simple ángel tutelar del moguereño. Fue mucho más...

(Fragmento de la conferencia "Sombra y luz de Juan Ramón"




domingo, 13 de marzo de 2022

EN CLAVE AUTOBIOGRÁFICA

En pie
Fotografía
de
Matías Basualdo

 

 

EN CLAVE AUTOBIOGRÁFICA
 
Yo nací (perdonadme)
con la televisión en blanco y negro.
La realidad mermada
divulgó lo ficticio entre las vísceras
del dichoso artilugio.
Retraído el asombro,
poco tiempo después holló la luna
el ballet pintoresco del primer astronauta.
La guerra de Vietnam sembró de rojo
el miedo del monzón y un odio denso
dejó su cinta métrica
a la posteridad.
 
El niño que yo fui cruzó la calle
para desvanecerse.
Soplo activo de brisa
que aventara las ramas,
devanaron los años
una quietud insomne,
repleta de fracasos.
Nada sobra al olvido.
 
Envejeció conmigo
la dudosa verdad de las consignas
y el pretérito manso
se refugia detrás como una sombra.
Crece el silencio en mí,
la nada vuelve.
El tiempo es la frontera
en mi mapa menguante.
A la luz del ocaso
ya no quedan tareas perentorias.
El futuro es de otros.
 

   (De la antología Ahora que es tarde, 2020)



sábado, 12 de marzo de 2022

EL SOMBRERO

Magia


EL SOMBRERO
 
   Liquidaban por cierre los pertrechos del almacén de magia y compró un sombrero de copa para animar su tardía vocación de ilusionista. Aquel verano llegó el primer contrato. Amenizar la líquida madrugada en un chiringuito playero. Retraído en su quehacer no advirtió la voluntad propia de aquella oquedad de seda. En vez de conejos, manzanas, pañuelos rojos o naipes sueltos emergían de su interior estados de ánimo y sensaciones físicas. Todos los presentes se quedaban tristes, sentían en el pecho la punzada de la melancolía, tiritaban de frío o manchaban sus camisas de sudor jornalero a pesar del relente.
  El auditorio no sabía cómo reaccionar ante aquel vaivén de incongruencias. Atónito y cejijunto, el dueño del local no soportaba tan prodigiosa insensatez. En su despacho, ya preparaba la carta de despido por incumplimiento de contrato. El apabullante inventario de ocurrencias es más locura que magia.
 
(José Luis Morante, del libro en preparación Cuentos diminutos)





 
 

 

viernes, 11 de marzo de 2022

CIUDAD DEL HOMBRE

Parque del Retiro
(Madrid)
Fotografía
de
Javier Cabañero Valencia


 CIUDAD DEL HOMBRE

 
                                                                                                
Todo es siempre menos
 
JRJ
 
 
Extremó la prudencia verbal; no aventura palabras si no es en presencia de su diccionario.
 
***
 
Afrontar sin amargura, sin gestos de abandono,  que lo que pensamos oculta lo que somos.
 
***
 
Su cerebro contiene dos ideas; son tan opuestas que entre ellas cabe un sistema filosófico.
 
***
 
Al florecer el día  rompe la quietud del reloj un aforismo. Sorbos cortos.
 
***
 
Basta mirar la penumbra de alrededor para saber que no estoy.
 
***

El puño cerrado de quien corta rosas.
 
***
 
Una pobreza de hospitalidad irrefutable, capaz de ofrecer su vieja cama de faquir.
 
***
 
El silencio y su fuerza de convicción. Sabe quién responde cuando nadie llama.
 
*** 
 
Soy un muerto ejemplar; no merece la pena suicidarse.

***

Una patria común, donde el horror habla por todos.

***

El azar señala rumbo; es el atajo más corto.

***

Solo la fragilidad da fuerza.

(Homenaje a J. M. Fonollosa)



jueves, 10 de marzo de 2022

EN FAMILIA

Raíces

 

EN FAMILIA
 
  En casa no nos gusta incomodar a nadie, señor comisario. Las cosas son como son. No hay más indicios, pero todos buscábamos algo. Mi madre buscó siempre el sosiego en la farmacia; mi padre en la mudez de un cigarrillo, convencido de que el cansancio y el frío están en las palabras, pero son otra cosa; mi hermana, cuando niña, en el reclinatorio de la ermita y después en la esquina más rentable del polígono sur. Yo, que no busqué nada, encontré un libro y en él sigo.
  Vivimos juntos el abuso feliz de sentirse en familia. Repare usted, señor comisario, que en nuestra casa los sueños son puerta de clausura y nunca dieron ningún paso. 
 
(Del libro Cuentos diminutos)
 


miércoles, 9 de marzo de 2022

HUELLAS

Presencia
Imagen
del
Archivo Istockphoto

 

HUELLAS
 
 
En el aire, mis dedos
exploran cavidades y palabras,
los hilos de rendijas interiores.
Cobra fuerza en su tacto
la sequedad estéril del silencio
y asciende, inadvertido,
un deshielo de voces,
un puente levadizo
que se aleja del frío y nos pronuncia.
 
En el aire, mis dedos
descubren los pigmentos,
la textura de gema,
el pulso vivo
cuando estiro la mano, toco fondo,
y me quedo a vivir en el poema.

     (Del libro en preparación Nadar en seco)