jueves, 31 de mayo de 2018

MIGUEL DE UNAMUNO. AFORISMOS Y REFLEXIONES

Aforismos y reflexiones
Miguel de Unamuno
edición de
 FRANCISCO FUSTER
Abada Editores
Madrid, 2018


HETERODOXIAS

   Más allá de la fecha histórica, 1898 es, sobre todo, un estado de ánimo de largo alcance. Se define por la pérdida de las últimas colonias, tras el desastre de Cavite en Filipinas y la destrucción de la escuadra española en Santiago de Cuba. En esa situación económica y social, que ubicaba el presente político al borde  de la nada, germina la necesidad del alba, un afán regenerador capaz de superar el estado de postración común y galvanizar ideales y actitudes constructivas. Es el papel que juegan los escritores integrados en el marbete “Generación del 98”. El acierto conceptual se debe a José Ortega y Gasset, aunque sea José Martínez Ruiz; Azorín, quien difunda el hallazgo. Lo emplea en una serie de artículos de prensa en los que daba voz a una nómina, de límites difusos, integrada por Valle-Inclán, Benavente, Baroja, Maeztu o Miguel de Unamuno, entre otros.  De ese espíritu de protesta frente al pretérito, e inquietud intelectual, se impregna el legado reflexivo de Miguel de Unamuno.
   Francisco Fuster (Alginet, 1984), profesor en el departamento de Historia Moderna y Contemporánea en la Universidad de Valencia e investigador centrado en la cultura española de la Edad de Plata (1900-1939) realiza un meditado rastreo de la aportación unamuniana en toda su obra en prosa para aligerar ideas y conceptos de la abrumadora extensión discursiva. El resultado es el libro Aforismos y reflexiones, una recopilación de textos breves que no eluden la dimensión paradójica de Miguel de Unamuno, su capacidad crítica y las manifestaciones de su temple moral, siempre contaminado de hamletismo. En ese afán entre ser y no ser, vela insomne un estado de conciencia en el que se suceden las contradicciones. Del optimismo constructivo se pasa, a veces en virajes bruscos, a la crítica más beligerante o a los efectos erosivos del desánimo. Creyente atormentado, catedrático de la Universidad de Salamanca y pensador sin desfallecimientos, personifica un espíritu paradójico, atormentado por la incertidumbre y la soledad de quien prefiere el margen y la periferia y deja en su interior espacio intacto, para que coexistan varios hombres. El pensador hacía suya la creencia de que el español es maniqueo por naturaleza, dispuesto a la trinchera y negador de cualquier matiz. 
  Nacido en Bilbao, en 1864, Miguel de Unamuno vive en su infancia los convulsos avatares de un paréntesis colectivo que amalgama el reinado de Isabel II, su destronamiento, la revolución del 68, las guerras carlistas, el advenimiento de la I República, los levantamientos cantonales, el reinado de Alfonso XII y el desmantelamiento colonial. Su toma de conciencia fluctúa desde el socialismo inicial hacia un conservadurismo inquieto que se debate entre la razón y la fe y que lo somete a un perdurable estado de angustia existencial. Crítico y comprometido hasta el final de sus días (Salamanca, 1936), Miguel de Unamuno es arquetipo del compromiso y vértice generador de un estar en lo social que se mantiene inalterable en el tiempo.
   Esa es la razón por la que el preparador de este trabajo ha recuperado pensamientos extraídos de su obra que sirven para definir la mentalidad del escritor. Son textos que plantean de entrada dos cuestiones: la indefinición genérica del aforismo y la poda de un texto mayor para perfilar una cita o una reflexión. En efecto, desde su inicio como estrategia expresiva el aforismo carece de molde único; cabe, por tanto pensar, que estos fragmentos de Unamuno son y no son aforismos, si entendemos como tales una expresión lacónica, cerrada y lapidaria, que contiene un destello moral. Por otra parte, como Francisco Fuster clarifica en su excelente prólogo, Miguel de Unamuno nunca escribió aforismos, sino que integró piezas verbales que adquieren esta consideración más con carácter de subrayado o cita que con el cultivo explícito de la paremia.
   Francisco Fuster deja este breve esquema de su edición: “En cierto modo, los aforismos y reflexiones que aquí he reunido no son más que eso: una selección de paradojas que, lejos de ser anacrónicas o extemporáneas, resultan de una gran utilidad y adquieren  cierta entidad propia, tanto si se leen en conjunto como si se van “picando” aquí y allá, como se leen estas antologías.” El corpus textual recrea el pensamiento de Miguel de Unamuno por condensación; dibuja un integrado mirador sin ángulos muertos, colgado de dos asideros esenciales: el instinto práctico y la razón especulativa. Cuando el discurrir convierte en ruinas venerables ruinas tantos domas, el pensamiento de Miguel de Unamuno sigue en pie, en ese eje imaginario que unifica el día y la noche, sospechando siempre que los poetas no deben pensar.



miércoles, 30 de mayo de 2018

CIRUGÍA PREVENTIVA

Amanecida
Fotografía de
Adela Sánchez Santana


CIRUGÍA PREVENTIVA

   Tenía la realidad tan medida entre ceja y ceja que hubo que extirpársela, mediante una compleja operación de sabotaje. Fue inmediato. Todavía duran los efectos secundarios. Desde entonces, todo es amanecida.

(De Cuentos diminutos)



martes, 29 de mayo de 2018

ANECDOTARIO DE LA FERIA DEL LIBRO (2018)

77 Feria del Libro de Madrid
Fotografía de
El País


ANECDOTARIO PERSONAL

A Néstor Villazón,
 que me enseñó a descubrir sonrisas
en las piedras gastadas de los fósiles

   Es la edición nº 77 de la Feria del Libro de Madrid. y empieza con aguacero y suspensión de la ceremonia inaugural.  Las casetas sin público tienen ese silencio desperdigado de una armada invencible cultural: “No he mandado mis libros a luchar contra los elementos…”

   El aislamiento prolongado del escritor, mientras hilvana su trabajo, necesita el trato con los lectores. Firmo tres días, dos con la Isla de Siltolá para la edición de Aforismos e ideas líricas de Juan Ramón Jiménez, y el jueves 7 de junio con Valparaíso Ediciones, para despertar la antología Re-generación, un paisaje plural sobre la aportación lírica de la nueva hornada, autores nacidos entre 1980 y 1995.

   Mi didactismo compulsivo sale a flote de inmediato. Son muchos años en el aula. Alguien hojea mi edición de JRJ; yo explico sus cualidades; tres minutos después el señor cierra el libro y me dice: “Qué interesante lo que dice, pero mire usted, lo que yo busco es un diccionario ilustrado para mi nieta que debe tener una portada tan bonita como este libro…”

  Mis compañeros de casetas contiguas son Leticia Dolera y Baltasar Garzón. La actriz feminista y directora de cine provoca una cola interminable esperando firma; el magistrado también; frente a mí un deambular de amigos y algunos lectores curiosos. Sí, voy pulsando dedicatorias poco a poco, Ítaca es un mar paciente.

  Hay nombres que se convierten en genealogía. El azar de la feria me ha dejado sitio para dedicar libros al sobrino de Roald Dalh, al nieto de Eugenio d’Ors, al hijo de Manuel Neila y a la ex de un poeta de cuyo nombre no quiero acordarme…

  Hago recuento de los que me dijeron que vienen, pero nunca vienen. Están ahí, también cuando no están. Son un conjunto disgregado. Ausencias que caminan en otra orilla.

  Dos lectores me recuerdan los negros moretones de José Luis García Martín. Ninguno me felicita por la tercera edición de Ropa de calle. Se ve más el plumaje del cuervo que la inadvertida belleza del gorrión. Una razón para ser vehemente, eso que también critica la asepsia de quien se mantiene al margen.

  Breve tiempo para conversaciones con Ricardo Virtanen, Carmen Canet, Manuel Neila, Paolo Gatica, Ángel Manuel Gómez Espada, Rosario Troncoso. La amistad se hace confidencia. También para la espera de María y de Concha, solidarias sendas abiertas con tantos días de literatura en el blog y en la playa digital de facebook. Guarda turno con una sonrisa en flor la amistad de profesores, que compartieron días de docencia conmigo, el entusiasmo desbordado de antiguos alumnos y la belleza, hecha ternura, de mis hijas. Cuánto patrimonio para la evocación.

  Tomo café y optimismo con Javier Sánchez Menéndez, al lado de Paula Vázquez. De cerca, parece otra. Como todos. Y vuelvo a casa, mientras la nostalgia se hace tentativa de regreso; los libros escritos han formado ese largo sendero que el tiempo, como Penélope, desteje.
  Madrid bosteza de cansancio; abre la pantalla de las primeras sombras.

            

lunes, 28 de mayo de 2018

EL ARTE DE VIVIR LOS LUNES

Calle Mayor
Archivo del periódico
Alcalá Hoy
(Alcalá de Henares, Madrid)
 


EL ARTE DE VIVIR LOS LUNES                             

El arte de vivir los lunes
requiere cierta práctica y algo de teoría,
saber de estratagemas y confabulaciones
y adjetivar la prosa cotidiana
con una terca voluntad de estilo.
Incontables acechan
los peligros desde el primer café,
crecen cuando un olor
anuncia escuetamente la leche derramada,
se reproducen con duración de días laborables
y en guardia se mantienen,
tal seguros precintos,
entre los pasajeros del tren crepuscular
que nos devuelve a casa,
al reclamo del lecho hospitalario.
El arte de vivir los lunes
sobrevive y se esconde
en vacuas reflexiones como ésta:
nada es eterno, salvo un lunes.

                     
                      (De Población activa, 1994)




domingo, 27 de mayo de 2018

TINTA BOTÁNICA

Parque del Retiro
Feria del Libro de Madrid
(77 Edición, 2018)


DESDE EL PARQUE DEL RETIRO

  
En el trasfondo del azar dormita un orden secreto, una simetría que pauta planteamiento, nudo y desenlace.


La autobiografía convierte a otro en protagonista.


Los minimalistas dogmáticos pueden confundir un haiku con un cantar de gesta.


El agónico vocacional tiene una visión cabizbaja de la realidad inmediata.


Cerca del mar todo se borra, salvo el silencio roto y el efecto emocional de la contemplación.


Contra los insectos utiliza el reproche  didáctico.


No siempre fue pasado e invisible.


La conciencia egoísta piensa que un cielo menesteroso cobija a los demás.


El insomnio acumula ruidos con cautelosa paciencia.


Las falsas verdades dejan ruinas que se veneran largo tiempo.


Cuando despierto regreso de un oasis que no existe; entre las manos tengo un puñado de arena.


A diario la realidad comparece con la piel sucia y agujeros en la suela de los zapatos.


Se desplaza con disciplina de trazado ferroviario.


Tinta botánica: libros de hoja caduca y libros de hoja perenne.

(Aforismos de Motivos personales, 2015)




sábado, 26 de mayo de 2018

TEORÍA DEL SUEÑO

Escrituras


TEORÍA DEL SUEÑO

Todo sueño cumplido es prematuro.
Su tácita presencia pone en duda
que hasta ayer mismo fuera
objeto de un afán cuyo rescoldo
no se apagara nunca.
La posesión no acalla
esa voz inquietante
que aspirara a lograrlo
ni concede la tregua y el sosiego.
Intangible y fugaz,
como el vuelo de un ángel,
el perfil de los sueños no conoce
la hondura hospitalaria del espejo,
ni el peso de la luz.

             (De Un país lejano, 1998)




viernes, 25 de mayo de 2018

LLUVIA

Otras calles


LLUVIA

                                      Escribo ahora porque
                                                               nunca he sabido guardar mis secretos

                                                                              Cristina Gutiérrez Leal


Dedos de agua; 
si levanto los ojos,
otro paisaje.


jueves, 24 de mayo de 2018

PHILIP ROTH (HOMENAJE PERSONAL)

Philip Roth (1933-2018)
fotografía de
ABC:ES


PHILIP ROTH. HOMENAJE PERSONAL


  Ayer, 22 de mayo, murió en Nueva York, de una insuficiencia cardiaca. Tenía 85 años y una vasta producción de más de treinta títulos. Fue propuesto al Premio Nobel en reiteradas ocasiones, pero no lo consiguió nunca, aunque se multiplicaron los premios nacionales e internacionales y sus novelas lograron una aceptación multitudinaria.
  Dejo aquí mi modesto homenaje de lector agradecido, rescatando dos títulos que nunca permitieron el ocaso de mi admiración por el escritor: El lamento de Pornoy (1969) y Némesis (2010).  

El lamento de Portnoy
Philip Roth
Club Bruguera, Barcelona, 1980

   Otra vez las líneas memoriosas de la primera página me informan que adquirí El lamento de Portnoy, la novela de Philip Roth que propiciara su éxito popular, en marzo de 1984. El ejemplar, editado con las características uniformes de aquel catálogo, está traducido por Adolfo Martín e incluye al inicio un vocabulario de palabras en yidish que en el decurso del libro conservan su grafía original. Nada recuerdo de aquel encuentro con la ficción de Roth y ahora regreso al libro, mientras leo otra obra del autor, Indignación, un título tardío, de 2008, que manifiesta notables parentescos con aquella  novela, como si El lamento de Portnoy hubiese funcionado como compuerta argumental proporcionando tramas que auspician un desarrollo minucioso en otras obras.
  El celebrado libro es un largo soliloquio rememorativo en boca de Alexander Portnoy, cuando el narrador ha cumplido los treinta y tres años y tiene una posición social consolidada como abogado defensor de causas sociales. El calendario marca 1965, pero de aquella década de profundos cambios sociales, llegan escasos ecos ajenos. La vuelta al pasado entremezcla los primeros recuerdos del niño en un núcleo familiar judío, atrincherado en el estricto cumplimiento de la norma y en un canon disciplinario muchas veces incomprensible para la mentalidad infantil. El crecimiento de Alexander genera un cuestionamiento tácito del espacio vital que dispara el sentimiento de culpa y desajusta la adaptación del sujeto a una sociedad abierta.
   El sexo como descubrimiento del sujeto verbal constituye una auténtica explosión emotiva, un acto de afirmación que desemboca en un azaroso onanismo, en una patología narrada con un desparpajo hilarante que recuerda a los procedimientos formales de Trópico de cáncer, el libro de Henry Miller. Las escenas del desaforado despertar erótico están plagadas de momentos hilarantes y la crudeza del vocabulario tiene un sonido mitigado, una cadencia de autoflagelación controlada.
   Más que un retrato de grupo sobre la sensibilidad comunitaria judía de la época, El lamento de Portnoy  moldea una identidad convertida por la introspección en personaje central: los otros existen en cuanto se relacionan con él, pero raras veces se aceptan sus posiciones. Sólo cuando se calla, como sugiere la sugerente frase final, se puede empezar a actuar. En su enorme parcela de egoísmo, Portnoy descarga sobre sí el estrepitoso fracaso de su vida ética. Nos muestra la imagen más veraz de su carácter, una absoluta indiferencia moral que todavía convalece. Su neurosis presenta una notable variedad de ramificaciones. Es un paciente perfecto para la psiquiatría. 

Némesis
Philip Roth
Mondadori, Barcelona 2011
Traducción de Jordi Fibla Feito

Editada en 2010, Némesis narra la histeria colectiva que provoca en los barrios de Newark una epidemia de polio. La contagiosa enfermedad aparece entre la comunidad judía en el  verano de 1944 y causa estragos entre los niños. Hasta ese momento era la guerra el estigma más temido, muchos jóvenes americanos combaten en el frente del Pacífico o en las tierras de Europa invadidas por Hitler, en plena segunda guerra mundial. Como otras enfermedades infecciosas de origen desconocido, las víctimas se disparan. El calor sofocante y la geografía de humedales propician la transmisión y se dispara la desconfianza. Si la guerra causaba bajas heroicas, muertes dignificadas por la defensa de un ideal, la polio es una enfermedad devastadora que se ceba en los más desprotegidos y anula el futuro de vidas que apenas comienzan su itinerario existencial.
   Figura central de la novela es Buky Cantor. Es un joven atlético, a quien un defecto visual, ha impedido alistarse. Contrarresta el rechazo para su alistamiento con un esforzado servicio social, como responsable de las actividades al aire libre del alumnado de un centro educativo en Chancellor. En distintas ocasiones ha dado muestras de su entereza, lo que le vale la admiración de los chicos y el respeto de las familias que ven en él un apoyo para la confidencia y un ejemplo a seguir por sus propios hijos. Cuando saltan las alarmas vuelve a la memoria de todos azotes anteriores como la epidemia de polio de 1916 y de aquella nefasta experiencia se deriva una visión trágica en la que sobresalta la serena responsabilidad de Cantor, desde el comienzo de la epidemia y su esfuerzo por ser un sujeto útil a la colectividad que antepone el bien común a sus miedos personales y busca alternativas para recuperar la relajante sensación de seguridad. Pero una relación sentimental cambia su percepción del problema y decide abandonar Newark para trabajar como monitor de actividades acuáticas en el campamento de verano de Indian Hill, en  las montañas Pocono. Parece un refugio seguro y aislado mientras su barrio se convierte en centro de la epidemia y las autoridades estudian su puesta en cuarentena. Sin embargo el avance del virus destructor hace que se sienta indigno, como si hubiese abandonado a seres desprotegidos y vulnerables.
   El aislamiento en Indian Hill tampoco evita el contagio. Cantor se ve a sí mismo como portador de la enfermedad y tras un análisis se confirma que también él está infectado. Será el comienzo de un penoso periplo de operaciones que diezman su cuerpo y lo convierten en un solitario abrumado por la culpa que renuncia al consuelo de los otros.
   Toda biografía está sujeta al azar de la contingencia. La de Buky Cantor conoce los instantes más duros del sufrimiento. Se siente culpable y esa sensación segará de raíz cualquier esperanza. La polio lo ha convertido en un lisiado físico y en un nihilista moral. 
   La dramática historia que acogen las páginas de Némesis se relata en tercera persona, por un narrador omnisciente que aporta objetividad y distancia a sus claves interpretativas. Pero el argumento no es un suceso episódico en su voz; lo que fomenta el tono verosímil y la exhaustiva información disponible se cifra en una herida común: también fue víctima de la polio y supo remontar sus estragos para hacia un ahora de aceptación y normalidad. En cambio, Buky Cantor, la figura estelar de Némesis nunca regresó de aquel trauma. No tuvo la fortaleza suficiente e hizo de su casa autodestrucción y derrumbe.







miércoles, 23 de mayo de 2018

HE PERDIDO LA RISA

Habitar la sombra
Fotografía de
Hilario Barrero


HE PERDIDO LA RISA

Como las teclas muertas de un piano
Arturo Tendero

   No sé cuándo se me fue apagando la risa e hice mío este aburrimiento digital de jubilación, teclado, pantalla gris y soledad. Me empeño en recordar que en los días de novios, tras las clases y los paseos por el perímetro amurallado de Ávila, solíamos reírnos a cada instante, como si el gesto fuese una manera de estancar la luz, un destello escapado de las viñetas de Mafalda o de aquel camarote en blanco y negro de los hermanos Marx.
   Hoy mis risas están en otro tiempo, inaudibles y serias. Son las teclas muertas de un piano. Soy el contorno de tristura de un guardia jurado cuyo sigilo reparte suspicacia y pone a los demás bajo sospecha,
   He pedido a Amazon que me remita urgente, junto a las novedades literarias del verano, una risa enlatada, unos pocos efectos especiales de carcajada histérica, a ver si espanta de una vez el moscardón de mi ceño fruncido.

(De Cuentos diminutos) 




martes, 22 de mayo de 2018

ROSARIO TRONCOSO. DE VIVA VOZ.

Rosario Troncoso
(Cádiz, 1978)
Fotografía de
www.trianarts.com

ROSARIO TRONCOSO. DE VIVA VOZ


   Sabido es que en la personalidad literaria de Rosario Troncoso (Cádiz, 1978) conviven el itinerario lírico, la coordinación editorial, el comentario crítico y la gestión cultural. Son quehaceres sumados al desempeño de la docencia en un centro educativo de Secundaria y Bachillerato en su provincia natal. No voy a detenerme en el laborioso sondeo de  este activismo, aunque una razón afectiva personal hace obligada la mención de Editorial Takara, en cuyo catálogo Rosario Troncoso integró mi antología Pulsaciones con una emotiva introducción de su autoría.
   Quiero centrarme en el trascurso de su producción lírica que cultiva desde 2006, cuando aparece su primera entrega Huir de los domingos. Aquel arranque tuvo una secuenciación uniforme y sostenida con las entregas Delirios y mareas (2008), Juguetes de Dios (2010), El eje imaginario (2012), Fondo de armario (2013), Transparente (2014) Eternidad provisional (2017)  y Nuestra orilla salvaje (2018). Un paisaje rotundo  que demuestra la familiaridad con el verso necesario en el quehacer creador de Rosario Troncoso. Editora, sí, antóloga, sí, directora de la revista literaria El Ático de los gatos, sí; pero sobre todo poeta en ese territorio batido por los vendavales de lo cotidiano.
   No resulta difícil reconstruir la sensibilidad estética y la solidez de un proyecto unitario que avanza sin duplicaciones ni quiebras. Aunque poco dada a la autocomplacencia, Rosario Troncoso escribe mirándose a sí misma. Sus composiciones alzan una arquitectura verbal que busca equilibrio entre intimismo y realidad. Reivindican la incertidumbre a través de una poética de la vida. En ellas, encuentra con frecuencia una enunciación lapidaria el fracaso y esa lucha constante por poner luz en los relieves y contornos de la convivencia.
  En la poética de Rosario Troncoso adquiere dimensión el intimismo. En él convergen los acontecimientos personales de un alter ego sin idealizaciones ni refulgencias, inmerso en el devenir vital. Quien habla en la geografía espacial del poema muestra una dicción fresca y natural, comparte estados de euforia, serenidad y melancolía. Sus palabras enuncian con tono terso, profundo, ”transparente”. Así se titulaba, con preciso laconismo, uno de los libros centrales de esta etapa de madurez en la escritura, repleta de posibilidades temáticas que adquieren un desarrollo progresivo en el intento de interpretar la realidad y captar su esencia; lo corroboran con la fuerza del dogma los versos finales del poema “Taller de alta poesía: “Y ahora, asumido ya lo esencial, / la técnica, las normas, los preceptos, / cállate ya / y escribe”.
   El decidido paseante de este itinerario creador concibe la idea de que los poemarios responden a los principios expresivos de la autoficción. Las composiciones dibujan el nítido perfil de una sensibilidad cercana. Es el yo humanista quien respira bajo la máscara del personaje poético. Por tanto, hay afinidades y enlaces que propician un pacto de verosimilitud entre el sujeto biográfico y el personaje lírico.
   La poesía de Rosario Troncoso es un ejercicio de afirmación, una sementera de evidencias de una identidad expandida hacia el nosotros. De este modo, cada libro se hace cordial complicidad, es balance y recuento de una individualidad que comparte su periplo vital. Alguien que rinde cuentas con la empatía solidaria de la confidencia.





domingo, 20 de mayo de 2018

ELIANA DUKELSKY. CRIANZA

Crianza
Eliana Dukelsky
Cuadernos del Vigía, Colección Aforismos
Granada, 2018


LA BUENA COMPAÑÍA


   Eliana Dukelski (Buenos Aires, 1982) es uno de los escasos nombres vinculados al decir fragmentario que no ha transitado otros géneros. Con amplia preparación universitaria, y un quehacer docente en escuelas y fundaciones, la escritora consigue en 2015 el Premio Internacional de Aforismos José Bergamín con su carta de presentación La lengua o el espejo. La recepción crítica de aquella compilación aforística fue muy cálida. Y la autora se sumó al poblado cauce de voces emergentes que buscó sitio inmediato en propuestas de antologías como Aforismos contantes y sonantes, Bajo el signo de Atenea y Concisos.
  El segundo paso, Crianza se abre con una cita de Alejandra Pizarnik, una de las figuras de culto de las letras hispanas, protagonista de una desasosegante biografía y de una escritura visionaria. La cita no está exenta de hermetismo: “Explicar con palabras de este mundo / que partió de mí un barco llevándome”. Es acaso una clave para advertir que tras el aparente estiaje del aforismo se oculta un manantial subterráneo. Los textos no contienen la realidad, solo sus fragmentos, esas esquirlas erizadas que hacen sitio al entorno más próximo.
   Los destellos iniciales dan pie a una consideración previa. El sujeto verbal tiene una clara afinidad con el personaje literario y deja que se caligrafíe en los aforismos el discurrir biográfico. Es una actitud que aporta verosimilitud al texto y que reviste al aforismo con una propuesta dialogal. Los contenidos propagan un intimismo confidencial: “Mi tiempo fue capturado por una despedida. De entre los restos quedó este presente remoto”, “Pensamientos furtivos que te llevan directamente  hacia el abismo”, “Hay un tipo de locura que consiste en vivir asustado de uno mismo”, o esta lectura del devenir existencial que tanta afinidad guarda con cualquier periplo biográfico: “En las esquinas de algunos traumas, debajo de los desengaños, o en ciertas mudanzas, se esconden pequeñas muertes”. Pero las aguas mansas del yo pocas veces muestran una superficie calma y transparente; en ellas de dan cita las zonas umbrías que soportan un ego extraño y repleto de asimetrías: “A veces el intento de equilibrio desemboca en esquizofrenia”, “El enemigo interno es aquel que defiende enconadamente las mentiras que nos contamos”, “La vergonzosa manía de los obsesivos de contar exactamente todo”, “Vivir con el mundo cerrado”.
   El aforismo expande sus intereses más allá del yo y es permeable a las circunstancias. Los textos cambian de tramas y personajes y dejan ante el lector un escenario abierto, unas lindes que se traspasan casi de forma inadvertida: “El mundo: esa cosa pegada a nosotros que grita para llamar nuestra atención”, “Las estaciones de tren destilan la belleza inmóvil y melancólica de los viajes”.  Y en el laborioso ejercicio de observación también caben los sentimientos; ese impacto mitigado que tiene la cercanía del otro y que hace del amor una mirada que reinterpreta la propia identidad: “A veces nos reducimos a una frase en la vida del otro”, “Conocerse a tientas, dando tumbos. Aterrizar justo en el medio de una persona”, “Las vidas ausentes del otro”.
   En el último tramo del libro sobrevuelan las reflexiones en torno a la maternidad, construidas tras la hermosa cita de Luna Miguel. El embarazo inaugura una excepción del sentido del tiempo, rompe su devenir lineal y confronta con los hábitos de siempre. No es único tema, pero sí un núcleo argumental relevante que ordena los demás: “La punzada de dolor que anticipa al hijo”, “El ser humano nace del género fantástico. La gestación es un proceso inverosímil”, “Nacemos por falta de espacio. Nacer es un desahucio.”. De este tramo procede el título del libro; el tiempo de crianza modifica los contornos del transitar, obliga a desplegar otros vínculos con el mundo cercano y deja en cada amanecida un caligrama de responsabilidades que se convierte en un surco abierto de actitudes y sustratos sentimentales.
  El aforismo es una manera de cribar el sentido de las cosas. Eliana Dukelsky entiende la escritura como una interrogación que busca un enunciado preciso para luchar contra lo opaco. No pretende formular los principios solemnes de una filosofía subjetiva, sino adentrarse en los rincones de una identidad concreta y mostrar lo que encuentra en sí misma. Los pensamientos breves de Crianza  albergan el abrazo y la esperanza, los paisajes que miran y  el pálido reflejo de una patria habitable que nunca borra la extrañeza de ser.






viernes, 18 de mayo de 2018

JORDI DOCE. LIBRO DE LOS OTROS

Libro de los otros
Jordi Doce
Ediciones Trea, Poesía
Gijón, Asturias, 2018


VERSIONES Y CRÉDITOS


   En el recorrido creador de Jordi Doce (Gijón, 1967) no hay ángulos muertos. Desde hace décadas impulsa un quehacer que aglutina poesía, crítica, aforismos, letras autobiográficas, entrevistas, artículos y traducción. Esta última actividad personifica reconocidos logros, sobre todo en lo que se refiere a la literatura anglosajona y norteamericana contemporánea, con amplia experiencia en trasvases desde el inglés: W. Blake, Eliot, Auden, T. Hudghes, Simic…
  La faceta adquiere en Libro de los otros un matiz nuevo ya que, junto a la traslación habitual del texto, integra un conjunto de notas circunstanciales repleto de amenidad y erudición, cuya razón de ser se explica en un breve prefacio. Las anotaciones personales aportan un despliegue de contingencia. Acogen el contexto escritural, alguna seña biográfica de observaciones memorísticas, o las características más definitorias de las estéticas. De este modo, cada autor nos deja el poema en castellano y además la piel cálida de su humanismo, que sirve para no alejar demasiado el itinerario biográfico y el quehacer creador, como si fuesen vetas integradas en un único cauce vital.
   El poeta y traductor recurre al orden cronológico para trazar la línea de contenidos. y en este avance conviven nombres relevantes, que ya figuran en el canon de poetas contemporáneos y voces emergentes, que personifican recambios generacionales y dejan ante el lector un perfil de interés que necesita renovar lecturas.
  La selección comienza con Simon Armitage (1963) protagonista de una travesía literaria muy pronto reconocida, a pesar de su actitud experimentalista inicial y de su frescura temática, tan presente en su libro Zoom. Tanto los poemas acogidos aquí como los textos paralelos de Jordi Doce son puertas de expectativas que nunca decaen. Hay páginas dedicadas, entre otros, a  John Ashbery, W. H. Auden y Paul Auster, cuyo éxito como novelista ha eclipsado casi al completo la temprana faceta lírica. También a Bei Dao, casi un desconocido para muchos lectores, entre los que me encuentro, quien proporciona algunas citas que tienen la sabiduría lapidaria del aforismo y ese espíritu sosegado de escritura oriental; su voz parece caminar hacia dentro.
   La profundidad de campo de Libro de los otros  contiene llamativas arquitecturas literarias, como las alzadas por Robert Graves, Donald Hall, E. Pound, J. Burnside, S. Plath… Pero también diseños recientes, que todavía no tienen un perfil popular, aunque su empeño personal está repleto de hallazgos: E. Muir, R. Jeffer, D. Tanning… Sirven de coda algunos textos de W. B. Yeats, un referente fuerte y un insatisfecho habitual de belleza en las palabras, consciente de su capacidad de permanencia, tras el luego final.
   El resultado despliega una amplia selección de poetas y poemas que marca los puntos cardinales de la lírica contemporánea en inglés. La antología materializa, en su diversidad, la capacidad para preservar el aliento original y dar vida a un poema análogo, que siempre debe ser la clave fundamental de una versión. Jordi Doce lleva muchos años entregándose a la tarea de cristalizar en nuestro idioma la claridad meridiana de otras lenguas y este volumen, impulsado por Trea, refrenda el empeño continuísta, la cercanía de otros ámbitos poéticos. De ese pulso con el lenguaje se nutren las metamorfosis comentadas que propicia Libro de los otros, un trabajo que abre puertas e invita al viaje de otras lecturas.




jueves, 17 de mayo de 2018

SOBRE LOS AFORISMOS DE JUAN RAMÓN JIMÉNEZ

Juan Ramón Jiménez (1881-1958)
Archivo personal del poeta

EL YO TOTAL


   En el tramo final de su biografía, cuando ya contaba setenta y tres años de edad,  Juan Ramón Jiménez (Moguer, 1881-Puerto Rico, 1958) planeó con empeño una organización cerrada para encajar en su interior el corpus completo. Tendría como título METAMÓRFOSIS –así acentuado, preservando el origen griego del término y su significado de mudanza o transformación- y abarcaba en el despliegue siete libros según los géneros literarios compilados: LEYENDA, HISTORIA, POLÍTICA, CARTA PÚBLICA, IDEOLOJÍA, TRADUCCIÓN y COMPLEMENTO.
   La tarea comprendería una experiencia de escritura de casi seis décadas, desde 1896 hasta 1954, que daría fe de una labor definitiva y verdadera, donde nada quedaría al margen: “Mi obra, como el mundo, que pretendo recrear en ella, es una obra de conjunto, una unidad que puede gozarse en sus más mínimos detalles: florecillas, arenas, burbujas”.
   Con una creatividad de ritmo fuerte e íntima voz autoral, había multiplicado bifurcaciones; el concepto de obra total estaba abierto a cambios y renovadas versiones por el afán perfeccionista y un agudo sentido autocrítico. Las revisiones estrenan títulos, reordenan libros y acumulan redacciones últimas, lo que justifica la sensación frontal de abordar un laberinto bibliográfico. Tal disciplina correctora se pone de manifiesto en abundantes aforismos: “Mi mejor obra es mi constante arrepentimiento de mi obra”; “La perfección en la realización de mi obra ha estado en un cambio constante de opinión durante veinte años”, “Para que mi yo completo esté contento de mi obra, necesito que mi mitad consciente depure, mida, defina, fije lo que ha creado mi yo subconsciente”; “Soy un metamorfoseador. Mi escritura es metamorfosis como mi naturaleza y la Naturaleza”. Esta decantación por lo mutable se asume como fatum y perdura en el quehacer de una ontología laborable: “Soy el mártir del perenne proyecto fugitivo”. Así va puliendo el magma de borradores donde se diluye inadvertida la travesía biográfica. El quehacer da sentido y justificación a la existencia; lo escribe sin contrastes: “Yo soy poco amigo de datos y de fechas. Me gusta considerar al poeta muerto en su obra y no me interesa mucho la leyenda ni la historia de su vida, ya que la leyenda y la historia se mezclan y acaba por formar del poeta un ente que nunca es superior a la propia obra”.

(Extracto del prólogo de Aforismos e ideas líricas)



miércoles, 16 de mayo de 2018

PASEO MATINAL

Senda de nieve
(Canal de Castilla)
Archivo general de internet


PASEO MATINAL


Lanzan los chopos
su confeti de polen.
Toses. Alergia.





martes, 15 de mayo de 2018

CARMEN CANET. LUCIÉRNAGAS

Luciérnagas
Carmen Canet
Renacimiento, Colección A la mínima
Sevilla, 2018


GOLPES DE LUZ


  Pocos géneros captan con la lucidez del aforismo las telarañas de afinidades que van creciendo entre periplo biográfico, entorno social y quehacer literario. Las tres geografías semánticas conviven con naturalidad, se complementan y dan pie al inacabable fluir de argumentos que salpica las páginas.
   Por su altura verbal, pese a su disonante ausencia en alguna antología reciente, Carmen Canet (Almería, 1955), Doctora en Filología Hispánica y Profesora de Lengua y Literatura con décadas de práctica docente, se ha convertido en uno de los referentes esenciales de la práctica aforística actual. Aunque su periplo creador estuvo, durante años, ligado a la escritura didáctica y a la crítica, desde los años ochenta cultiva el conciso aporte de la escritura breve, aunque su primera entrega, Malabarismos, aparece en Valparaíso Ediciones en 2016. No tarda mucho en firmar un segundo aporte en la misma editorial, Él mide las palabras y nos tiende la mano, una selección aforística extraída de la obra de Luis García Montero. Completa el quehacer de la escritora la entrega Luciérnagas, trabajo que se suma al excelente momento que atraviesa el aforismo en castellano, con una sorprendente proliferación de autores y títulos.
   Creo necesaria, antes de recorrer las páginas de Luciérnagas, un apunte reflexivo. Manuel Neila, investigador del género y director de la colección A la mínima, sostiene que estamos en una etapa nuclear, de codificación estructural del aforismo. Yo comparto esta afirmación, pero es imprescindible recurrir al recorrido de la tradición en castellano. La máxima de Gracián “Lo bueno, si breve, dos veces bueno” pone la clave central del formato e inicia una estale que en el primer tramo del siglo XX encuentra cultivadores y magisterios como Miguel de Unamuno, Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez, José Bergamín o Ramón Gómez de la Serna. Todos ellos trascienden el solemne enunciado de la Academia sobre el aforismo y aportan al suelo argumental nuevos matices.
   Para Carmen Canet el aforismo es un golpe de luz, el cuerpo diminuto y luminoso de una luciérnaga. Del maravilloso acierto estético nacen los hilos sueltos de esta compilación, cuyos caracteres encuentran breve enunciado en el liminar: “Los aforismos deben tener una dosis necesaria para dialogar, ser esos instantes terapéuticos de carga amable, elegante, irónica y comprometida, con los que te sientes muchas veces identificado porque dicen verdades, que no te preguntan ni responden, que ofrecen pensamientos y sentimientos, y que muchas veces ofrecen bienestar. “  El significativo párrafo constata el interés de la autora en resaltar el esquema conciso, la pauta reflexiva y la presencia del humor, que no es sino un esfuerzo inadvertido para mostrar el primer plano de una sensibilidad convivencial.
    La escritora resalta mediante citas la conexión entre chispazo aforístico y luciérnaga. Cada apartado focaliza un paisaje afectivo de incertidumbres, sensaciones y apuntes visuales. Así se manifiesta una percepción inteligente que muestra un carácter versátil, aunque siempre marcado por la temporalidad y la lectura ética. Quien habla, da cauce a una identidad permeable que va ajustando sus relieves al devenir: “Apagaba sus silencios con el interruptor del diálogo”, “para recordar quien eres es necesario olvidar lo que otros dijeron que eras”, “A cierta edad algunas cosas están menos firmes, pero están más relajadas”. Son textos que dejan entre las manos una fuerte pulsión lírica, que reitera en su avance un amanecer de claridad emotiva: “Los silencios que se mojan con la lluvia, enmohecen”, “La piel de la tristeza necesita crema hidratante”.
   Un entorno de amplio tratamiento en Luciérnagas es el amor y la caligrafía que traza en el cuaderno relacional. Sus líneas postulan renglones afectivos que tienden a crear un ambiente sentimental diáfano. Pero la voz de la escritora pone en cuarentena cualquier romanticismo exaltado y no duda en marcar distancias con estrategias irónicas: “Era una mujer tan dulce que siempre usaba extensiones de cabello de ángel”; “A la antepenúltima etapa de una relación hay que entrar ya con el abogado”
   El buen libro de aforismos es siempre un poblado recuento de intereses. casi ningún asunto se diluye en lo marginal. Van emergiendo como archipiélagos las preocupaciones que definen nuestro tiempo: la sensibilidad femenina y su perenne lucha por dar solidez al estar cívico igualitario, el arte y sus bifurcaciones, la lectura metaliteraria que busca la razón de ser de la escritura breve o el pacto entre sujeto y sociedad como si fuesen territorios polares que se atraen o repelen…
   De esta atinada riqueza, propiciada por la psicología de una presencia implicada en la travesía existencial nace entre los breves fragmentos un decir cálido, una voz dialogal que se mira en el espejo gastado de lo diario y hace suya la imagen de esos versos lapidarios de Giconda Belli: “Soy la mujer que piensa. / Algún día / mis ojos / encenderán luciérnagas”.





domingo, 13 de mayo de 2018

EL REINO DE LOS MANSOS

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Archivo general de Internet


EL REINO DE LOS MANSOS

                                Con mi gratitud

El reino de los mansos
es un punto y aparte en la contienda
que nos hace sentir infelices, mezquinos.
Prácticos en las aguas de la sabiduría,
sortean los escollos del vivir cotidiano
con pericia admirable
y su certero rumbo siempre consigue puerto.
Si lanzados al aire a cara o cruz,
permanecen flotando en órbitas perpetuas
y, por si fuera poco, son evanescentes,
suaves, casi angélicos
porque limpios de culpa
hacen posible
que otros arrojen la primera piedra.

Con el estupor justificado
de quien no entiende nada,
presencian el combate mientras nos reconvienen
de la nefasta imagen que albergamos.
Su lánguida apatía nos confirma
que hay que seguir luchando
para no ser jamás uno de ellos.

                   (De Enemigo leal, Sevilla, 1992)




viernes, 11 de mayo de 2018

CARLOS IGLESIAS DÍEZ. PAJARO HERIDO

Pájaro herido
Carlos Iglesias Díez
BajAmar Editores
Asturias, 2018



VUELOS


  También las editoriales de poesía, como los creadores, buscan la voz singular, ese catálogo compuesto de entregas al paso que se convierte, con el tiempo, en un andén de visita obligada, que alumbra voluntades lectoras. Así sucede con BajAmar Editores que, en su breve paréntesis vital y con la incansable coordinación de Pascual Ortiz, ha sacado más de una docena de poemarios de nombres propios como María Rosa Serdio, Miguel Ángel García, Aurelio González Ovies, Sara R. Cabezas, Vicente García o Carlos Iglesias Díez, quien firma en esta colección su segunda entrega, Pájaro herido.
  Coautor de la antología Siete mundos, firma habitual de la revista Anáfora y profesor de lengua Castellana y Literatura, Carlos Iglesias Díez dejaba en 2012 su primer paso, El niño de arena, una entrega de línea clara, de textura sentimental. Así lo expresaba, en el proemio, Fernando Beltrán: “Los poemas resumen el pulso y los latidos de un ser que siente con el corazón en el abismo y se entrega y escribe con un corazón en la mano”
   Sorprende el entrelazado de citas iniciales. Su diversidad postula que el discurso lírico es una gavilla que unifica recursos y sentimientos, ya explorados, que necesitan nuevos matices y puntos de inflexión para seguir avanzando. Late fuerte el fragmento poético de Jordi Doce, que se convierte en un indicio del hilo argumental: “Has detenido el tiempo al ignorarlo / y solo  yo lo advierto, / parado en el umbral que te destaca”.
   De inmediato, Carlos Iglesias Díez deja ante el lector la identidad amorosa del libro y la búsqueda de puentes hacia la otredad, con la convicción de que el amor es posibilidad y plenitud, donde la ternura solo es “ese pájaro herido que tiembla entre las manos”. La poesía adquiere así una claridad en su enunciado que conlleva una identificación inmediata con el hablante. Si la existencia diaria obedece a un principio de incertidumbre, los sentimientos van creando estratos que otorgan solidez al estar en el ahora. Las palabras dan cauce a una sinceridad intimista en la que encuentran formulación los estados de ánimo: “La caricia del sol / te recorre la piel / como la de un amante fugitivo”. Se opta por la concisión expresiva del haiku para formular también la brevedad de lo transitorio y ese constante devenir de los ciclos estacionales, aunque con un esquema versal aleatorio.
   Algún poema se inspira en referentes culturales. Así en “El sueño del jinete” aflora un breve homenaje a la narrativa ficcional de Antonio Muñoz Molina, a ese ámbito claroscuro de El invierno en Lisboa. Otros pretenden regresar a la afectiva senda de la infancia, cuando las preguntas de la incertidumbre todavía no se formulaban y el discurrir alentaba recreos y juegos de niños. Son secuencias vitales que van mudando la realidad en recuerdos.
   Cierra esta cartografía amorosa un epílogo de Guillermo Fernández Ortiz. Su enfoque alienta el diálogo personal, expandido hacia la reconstrucción de paréntesis vitales compartidos. Descubre también la demorada maceración de un libro en apariencia muy leve, que comienza a escribirse en 2003 y que opta por la sugerencia y la evocación empleando mínimos recursos: “el secreto de escribir está en callar”.
   La poesía figurativa requiere precisión e intensidad. Pájaro herido deposita en las palabras la pulsión de una sensibilidad que se va gestando en el camino, entre vivencias emotivas e impresiones. De esta implicación directa del sujeto verbal nace una poesía cercana, un diario confesional exento de hermetismos discordantes, que ofrece en el poema anclaje y compañía, la levedad área de un vuelo inadvertido.


        


jueves, 10 de mayo de 2018

MIRAR ASÍ, CON LOS OJOS ABIERTOS

Sobre la roqueda
(Oropesa del Mar, Castellón)
Fotografía de
Adela Sánchez Santana


MIRAR ASÍ, CON LOS OJOS ABIERTOS


No nos mires así,
con esos ojos tuyos,
demasiado abiertos,
como los ojos de los muertos

WISLAWA SZYMBORSKA 



Si miras con atención el lugar que ocupas, donde estás no hay nadie.



En el apagado discurrir del tiempo, adanes primigenios que aguardan todavía una manzana.


El  verbalismo artificioso encala la escritura, pinta fachadas de víspera de feria.


En la madeja de la gratitud se apelmazan los hilos sueltos.



Los viernes aseguran un tedio prometedor, hecho de puntos suspensivos.



En la poesía bucólica, espontánea colaboración de una coral ecológica: piedras, juncos, pájaros y nubes…


Carne tranquila. Senectud.


En las conversaciones con desconocidos los intermediarios más eficaces son la elusión, la sensatez y el silencio. 


La poesía es un yo caligráfico, angustiado por su propia identidad.


Aversión a la lógica. Un pensamiento único y en continuas tareas de agitación.



Sabe aceptar disculpas; mantiene con la sordidez una amistad vitalicia.


La autonomía imaginativa del sueño requiere folios blancos por su inclinación a lo imposible.


El subconsciente poético confía en el potencial de los precursores.


Punto de fuga. Nostalgia de un lugar que no existe.


En la línea de costa inéditas aleaciones de cangrejo y medusa.


Estreno propósitos: subir a la llanura de un mar en calma las viejas traviesas del tren.


Cierro los ojos y cuento. No aguanto mucho. Cuando los abro, el mar escribe otro párrafo.


El mar y yo; ese ayuno verbal simultáneo

(aforismos a pie de mar)









miércoles, 9 de mayo de 2018

CONTRADICCIONES

fondo de armario


CONTRADICCIONES


                                                            Para Adela,
                                mientras lee haikus y paisajes
                                                en el tren de regreso


Están ahí;
ocupan mis camisas.
Les pertenezco.






martes, 8 de mayo de 2018

CASA VACÍA

rastros y estelas
Archivo digital de
Abandoneo



CASA VACÍA

Eres lo que recuerdas

BOBBIO

   Es un libro vacío, sin indicios de tinta. En la casa ya no vive nadie, aunque están todos los moradores que un día la ocuparon. Escucho su fisiología desperdigada en pasos, susurros y gemidos. De cuando en cuando callan, como si se hubiesen mudado por unas horas a otro lugar. Pero siempre regresan. Ayer, de noche, olvidaron cerrar la puerta de entrada y apagar luces. Alguien me despertó. No supe qué decir; me siento un extraño ocupando un espacio de otros. Ellos me reconfortan; justifican mi presencia previsora: “alguien debe soñarlos”

(De Cuentos diminutos)






lunes, 7 de mayo de 2018

JOSÉ LUIS GARCÍA MARTÍN. EL CAZADOR Y LA PRESA

Dedicatorias
Con José Luis García Martín, en casa
(Rivas-Vaciamadrid)
Fotografía de
Cristian David López
  


EL CAZADOR Y LA PRESA

La libertad no es más que la distancia
entre el cazador y la presa

Bei Dao

Es tan erosivo y subterráneo que ser buena gente lo considera una parodia.

*

Tiene la temperatura emocional de un cubito de hielo. Pero en él no clarean las gotas de agua. Todo es barro.

*

En línea con su actitud vital,  la escritura hostil necesita sangre; busca la yugular.

*

Meritocracia: la soledad estéril, el mal carácter, la mirada baja y el ocasional ajuste de cuentas.

*

Las efigies son pretenciosas; estiran la mirada más allá de su alcance.

*

Hay amistades que cumplen la edad del soneto y necesitan estrambote.

*

Descarto el razonamiento personal sobre sus objeciones críticas y su severidad formal. Solo se escucha a sí mismo. Tiene un oído disciplinado y elusivo que ignora al otro por omisión.

*

Sus reseñas tienen miga, aunque llena de moho.

*

Lo recuerda Jordi Doce en  su maravilloso Libro de los otros.  Con evidente amargura, tras un texto difamatorio, Octavio Paz llamó al poeta Robert Bly “El porquero de Minnesota”. Yo no llego a tanto, pero aprecio en su labor crítica cierta inclinación natural a caminar entre los cubos de basura.

*

Matizar y atizar. En su parte de bajas, un círculo expansivo: Carlos Bousoño, Francisco Brines, Ángel González, Féliz Grande, Pere Gimferrer, Guillermo Carnero, Luis Antonio de Villena, Andrés Trapiello, Karmelo C. Iribarren… Yo, también.
El taxidermista, feliz, cuelga en las paredes trofeos disecados.

*

El rencor, la quema de ilusiones ajenas y la estupidez no aumentan la inteligencia, aunque saben moldear espejismos: disimulan ante el espejo la baja estatura.

*

Sospecho que escribe bajo efectos secundarios, mientras sufre un cólico nefrítico o alguna oclusión intestinal por basura curricular.

*

El yo es otro; el día que escribí estos aforismos era más García Martín que Morante Martín. A ver si supero pronto este trastorno bipolar...


(De mi Agenda del resentimiento)