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Hendiduras Archivo general de internet |
VIAJERO ACCIDENTAL
Un transcurrir en el que me siento viajero accidental del tedio.
Elogio apabullante, de alumbrado publicitario.
Ausente. En ese tiempo de mirar afanosas hormigas.
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Hendiduras Archivo general de internet |
VIAJERO ACCIDENTAL
Un transcurrir en el que me siento viajero accidental del tedio.
Elogio apabullante, de alumbrado publicitario.
Ausente. En ese tiempo de mirar afanosas hormigas.
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Mi padre me visita en sueños (Apuntes del diario de Ramón Fernández) Frutos Soriano Fernández Chamán ediciones Colección Chamanes en trance Albacete, 2025 |
ASUNTOS PROPIOS
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Itinerarios de regreso (Japón, mayo de 2025) |
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Parque del Retiro, Madrid en cualquier tiempo Fotografía de Adela Sánchez Santana |
FOTOGRAFÍAS DEL YO
Cuando el discurrir de los años le llevó a la conformidad inexpresiva del no decir nada, eran sus fotografías antiguas las que, a diario, cambiaban de gestos. Él consentía. Pensaba que las imágenes eran zonas de paso entre pretérito y presente. Miraba en ellas una representación; esa ternura triste de un silencio testigo, que sostiene la noche y quiere recordar.
(Del libro Fuera de guion, Lastura, 2024)
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Templos de Angkor Wat (Camboya) |
ÉPICA Y LÍRICA DEL GIMNASIO
La singular aventura del gimnasio rompe el sedentarismo de la lectura. Y mantiene inalterable la sonrisa de los que se preocupan por mi condición de "caso perdido". Piensan que entre tanta tinta acabaré como el mismísimo Don Quijote. Pero peor. En sus instalaciones se gesta un paisaje mítico de músculos, sudor, pesas, bicicletas fijas y silencio. Hoy hubo suerte. Mis compañeros de bicicleta son dos jóvenes y no paran de hablar del fenómeno “Lamine Yamal”. No entiendo muy bien lo que dicen, pero me animo a dar unas brazadas en la conversación. Así que pregunto con una sonrisa grande si en sus ratos de lectura prefiere la poesía, la novela o el cuento… Me miran desconcertados. Después prefieren cambiar de aparato y sin decirme nada se van a la zona de pesas… De cuando en cuando espían mi pedaleo, con expresión de quien descubre un marciano en la sopa… No sé, debe ser que me queda grande el chándal…
Solo la identidad que cree en si misma puede soportar un tiempo personal hecho de angustia, tensión y soledad, y buscar dentro la fuerza incuestionable que ilumina el camino y pone brújula. Desde hace meses, sospecho que me he perdido en alguna selva y no entiendo nada la crisis del presente.
Repulsiva la polarización de banderas ideológicas y los efectos tóxicos en la vida diaria. Parece que el enemigo está cerca; es cualquiera que piense distinto a lo que uno piensa.
Todos somos estúpidos; pero hay que procurar ejercer el oficio a tiempo
parcial.
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Barrio de las Letras de Madrid Fotografía de Adela Sánchez Santana |
LA CRÍTICA COMO PLACER LECTOR
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invitación a las palabras Fotografía publicitaria |
AUDÍFONOS
Ausente habitual en el silencio, se puso a leer la carta personal con
interés creciente. “Los audífonos serán una extensión del cuerpo, una abertura
para recuperar en lo diario el canto de los pájaros, el gotear de un grifo mal
cerrado, o el mismo caer inadvertido de las hojas…”. La cadena de precisiones
saltó por encima de su incredulidad, advirtiendo que, cerca, ocurren maravillas
insólitas, como en los dormidos itinerarios de la inocencia. No se desanimó
ante la compleja instalación manual en el pabellón auditivo. Todo era difícil.
Por el ventanal del salón percibió una mañana de luz oblicua, sesteando en el
jardín. Salió fuera. Buscó un sillón y acogió distraído un libro de poemas de
José Hierro para la espera. No recordaba el canto de los mirlos. Una hora
después, el reloj comenzó a prodigar algún bostezo. No sucedió nada. En el
jardín, los signos de reconciliación con el sonido se mantienen al margen.
Suspiró sin exigir. Nada justifica la duda o el desengaño, todavía. A veces, la
esperanza no es más que un intento de fuga.
(Fuera de guion, Lastura, 2024)
Una conversación con José Luis Morante
Hace casi tres décadas preparé
el libro Apuntes de supervivencia, un
breve estudio crítico sobre la lírica de José Luis Morante, con una selección
de poemas. Desde entonces el poeta abulense, nacido en El Bohodón en
P.- ¿Hay una “literatura
alternativa”?
P.- El universo poético de Joan
Margarit demuestra la importancia de la biografía en la creación. En concreto,
¿una buena obra literaria tiene que estar sostenida por una biografía
“interesante”?
P.- ¿Hacia dónde puede romper la literatura poética del inmediato futuro?
P.- Ese comentario parece tener
un sentido en clave, ¿es una venganza?
P.- ¿Hay mal ambiente en la literatura?
R.- Depende el punto cardinal que contemples; mis mejores amigos son poetas, comparten mis alegrías, son solidarios y alguno, como Luis Felipe Comendador, me edita y dedica parte de su economía a recoger mis anotaciones de lo cotidiano y a ofrecerme sus colecciones para mis inéditos. Su generosidad está fuera de toda duda. Como la de Josune García, Emilio Pascual, o Sergio Gaspar. Durante la década que coordiné Prima Littera recibí muchas colaboraciones y un notable apoyo personal y literario. Como en otras actividades, hay de todo, pero yo estoy muy contento con el elemento humano de la escritura.
R.- No; cada vez escribo poemas con más lentitud aunque cuando concluyo el poema recibo una alegría de primer orden.
[1] Antonio Gutiérrez Turrión
(Valero de
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Venus de Milo Museo del Louvre, París |
CURIOSIDAD
La sobria vanidad de la escultura alzó los ojos y
fijó su mirada en mí con desconfianza, como si me viese por primera vez.
Después fue repasando el contorno lineal de mi silueta en busca de algún
apéndice roto, de esos indicios que nos guarda la humillación del tiempo.
(Microrrelatos de verano)
Mirador (Días en Florida) |
AGUA POTABLE
Cuántos manantiales sin agua potable.
Esas páginas impolutas y frías, sin glóbulos rojos.
El aspirante a personaje concede al ombligo un interés escénico.
Discreto, en la mirilla de la mañana pide asilo el esqueleto de un dinosaurio.
Mientras se aquieta la bruma, el sol es una lámpara minúscula, de segunda mano.
Los insectos sobre la tierra fría del sendero. Soledad camuflada de vida.
La trastienda mental de quien sustituye amigos por animales domésticos.
Como gesto de autoprotección, espío los versos sueltos de mi vecindario.
La rutina carboniza el asombro.
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Panorámica visual (Hiroshima, Japón, mayo de 2025) Fotografía de Adela Sánchez Santana |
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Fuentévar Francisco Caro Mahalta Ediciones Colección Adivinos Ciudad Real, 2025 |
PAISAJES CON FIGURAS
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Plaza de la memoria Fotografía de Adela Sánchez Santana |
EL TIEMPO SIN VOZ
PARADOJAS
Los códigos cifrados.
El pájaro y la jaula.
La lluvia en los poemas.
El mar de tierra adentro.
La ceguera y los libros,
aquella afinidad entre mi padre y Borges.
La idea que cobija el borrador.
Esa ilusión etérea de las cosas reales.
Las rosas sin olor, las flores secas.
El tiempo y la quietud de cada instante.
La luz y el corazón de las tinieblas.
Los días que amanecen y no estoy.
He tenido un sueño muy extraño. Todo alrededor era un extenso espacio de silencio, un tiempo sin voz. Alzo los ojos y allí están mis carencias dinámicas y orondas, repletas de vida, con el mismo entusiasmo de siempre. Sí, soy yo, no hay duda.
Cuánto “no sé” en las respuestas de algunas amistades en retirada.
Me reconoció por la voz y me abrazó
con fuerza, pero había perdido su entusiasmo vital. No sé por qué me pidió
perdón mientras me comentaba que durante años había vivido en él un estúpido de
oficio, con una intensa vida laboral. Me dejó en las manos una inquietud
desconcertante que tardaré tiempo en enfriar.
Los impostores de identidades digitales se detectan de inmediato, como los falsos lectores que han leído todas las novelas de Borges.
No votar la candidatura a la Real Academia de Luis Alberto de Cuenca es un dislate más de la vida literaria , un error que advierte de que para obtener el dorado vellocino hay que estar y no ser.
Se preocupa tan poco de mí que siempre contesta con lugares comunes. Actos reflejos que significan lo mismo si viajo a Madrid o a Tokio. Pero su actitud no me pasa inadvertida; para mí hace muchos meses que es invisible y solo escribe libros sin palabras.
Diario de viaje
ESTRELLAS SIN HILO
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Conversación Fotografía de Javier Cabañero Valencia |
1
Pierdo palabras; pronto seré un diccionario deshabitado.
La edad recicla la ternura en desuso.
3
Existen muchas formas de soledad. En mí viven las más frondosas.
4
Tras el despertar, qué eficaz la poda de quien
contradice siempre.
5
La caligrafía en cursiva de la aurora imita la espontaneidad del niño que amplifica sonidos y oye la voz del mar en el caño oxidado de la fuente.
6
En el bosque de lo cotidiano, en cualquier rincón, las ramas dactilares del absurdo.
7
Habla poco de euforias infantiles. Fue un adulto inmaduro desde niño.
8
Hay amanecidas que confían en la pericia de la imaginación para sobrevivir.
(Aforismos del bosque deshabitado)
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Laberintos (Tokio, 2025) Fotografía de Adela Sánchez Santana |
PRIMERA CLARIDAD
1
Vivir la claridad del despojamiento, su estar limpio, su ascesis hasta la otra orilla. Abro las manos. De la quimera existencial me llevo casi nada.
2
Aunque esté lejos, qué trasluz cercano empareja al asombro.
3
La germinación de la belleza requiere constancia; instantes con levedad de nube.
4
6
Tengo una brújula para extraviarme en mí.
7
Antes, la desnudez invitaba al deseo. Ahora apresura la búsqueda urgente de una bata de felpa para evitar el resfriado.
8
Tras la vigilia guardo las cenizas del sueño.
José Luis Morante
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Templo Todaiji (Nara, mayo de 2025) Fotografía de Adela Sánchez Santana |
EXIGENCIAS LITERARIAS
El yo escritor es el mismo que el yo viajero. Los dos viajan con la espalda ocupada por la mochila de las exigencias. No basta la buena intención. Para
que el itinerario personal cruce
el umbral de lo permanente y busque pronto la silueta de fondo del lector debe
cumplir de forma imprescindible algunas exigencias. Cuánto emociona escuchar la voz dubitativa en el taller. La literatura es un encuentro pactado entre dos
comensales: el autor y las palabras. Son dos caminos que se juntan en un punto
de cruce, ajenos al invierno, para firmar acuerdos y pactos comunes. Igual que cada gota, los dos preguntan donde deben guardar su transparencia. Como pagodas con elegantes techos inclinados cada género asciende para depositar en el aire su techado y su altar: el ensayo precisa el sentido cartesiano, a
salvo de cualquier disgregación; el aforismo la persuasión pedagógica, el epitelio lírico y la
prolongación del pensamiento; el relato la complicidad y la pequeña magia del
final; la novela, el paso libre de los argumentos y la inteligencia ordenadora en el rumbo de los
personajes; y la poesía, el misterio vespertino de la insinuación, el no sé qué
que queda balbuciendo. El escritor sigue buscando en cada viaje la intuición creadora, la riqueza emocional
y la mano azul de un camino sin nadie, laborioso, que consume recorrido en un instante.
José Luis Morante