Formas de marcharse Nancy Debs Ramos Imagen de cubierta de Rafael Trelles Isla Negra Editores Colección El Rostro y la Máscara San Juan, Santo Domingo, 2024 |
DERIVAS
La biografía personal de Nancy Debs Ramos parece alentar una celebración del nomadismo. Se escribe en movimiento continuo. Hija de madre española y padre libanés, nacida en Cuba, puertorriqueña de corazón y residente en Carolina del Norte (EE.UU), cursó una Maestría en Creación Literaria de la Universidad del Sagrado Corazón en San Juan y ha dejado en su taller poemas, cuentos, artículos de prensa y microrrelatos, algunos de ellos reconocidos con importantes premios.
Su entrega más reciente Formas de marcharse se publica en Isla Negra, la vitalista editorial caribeña dirigida por el poeta Carlos Roberto Gómez Beras, quien también impulsó la publicación del primer libro de minificciones y cuentos breves La fragilidad de las cosas (2018). Con aquella entrega, comenzaba a fluir un manantial narrativo que mantiene un cauce fuerte, como ratifican los casi treinta textos compilados en Formas de marcharse. La entrega tiene una llamativa imagen de cubierta del artista Rafael Trelles que se inspira en las rutas expresivas de Franz Kafka. Aquel inolvidable insecto de la Metamorfosis calza un botín para salir al paso de la amanecida y pasear su nueva condición vital con un trazo figurativo que convierte las secuencias de la realidad en el definido desorden del asombro. También del escritor de Praga es la cita de apertura, cuyo enunciado tanto recuerda al decir lapidario de los aforismos: “Formas parte de mí, aunque no vuelva a verte nunca”.
La cosecha argumental de Nancy Debs Ramos está ligado a ese cúmulo de absurdos y acontecimientos insólitos que la normalidad laboral deposita a diario sobre nuestros actos más elementales: comer, pasear, dormir, habitar las rutinas o trazar esas líneas difusas de las relaciones personales. Son estratos que también abordan temas actuales como los malos tratos, la soledad, el rumor violento de lo sesapacible o la pandemia. Los relatos conviven con minihistorias de resolución inmediata que consiguen excelentes resultados narrativos en “La intrusa” o en “Rompecabezas”. Las tramas rastrean secuencias de vida, en las que se aposa la perplejidad como norte de nuestra condición transitoria. Así sucede en el cuento inicial “Buenos amigos”, donde la confusión siempre está cerca para sondean el sentido existencial del ser, o meditar sobre la remansada superficie de la amistad. Entender actitudes ajenas es ayudarnos a comprender al extraño que nos habita. Lo cotidiano no es un remanso transparente; muestra una superficie en vela, convulsionada por los guijarros del pensamiento. La incertidumbre del yo toma conciencia, sabe, que acecha el vuelo de una soledad involuntaria que obliga a percibir afinidades y coincidencias con los demás, y que desdobla los latidos del tiempo, unificando pretérito y ahora, o mirando la espera del futuro con ojos de escepticismo y desconfianza.
La escritora convierte a algunos escritores, como Raymond Carver, o artistas, como Rafael Trelles, en presencias narrativas, integradas con naturalidad en los estratos escriturales. El volumen toma el título de un cuento, fragmentado en dos momentos, que hace de la casa un personaje más que marca el destino de sus moradores con sus secretos en manos del tiempo. La experiencia vital desazona, parece que tuviera fecha de caducidad; y a ese estar siempre en el borde de lo vulnerable, donde la muerte descubre su verdad, dedica Nancy Debs Ramos cuentos como “Saber cuándo”, “No hablar” o “Gregorio Samsa lo sabía”.
Otros textos descubre que la tranquilidad de lo diario depende de un hilo frágil que alguna contingencia rompe para siempre Así sucede en el relato inspirado en “casa tomada” de Cortázar, donde la epidemia provoca un encierro interminable que sólo concluye con la inesperada aparición de invencibles ejércitos de hormigas.
Formas de marcharse sorprende por su heterogénea amalgama de asuntos; pero también por su empeño expresivo de narrar cada historia con una prosa limpia y comunicativa, poco contaminada de figuras retóricas y digresiones. Una dicción de calado emotivo para que afloren las incongruencias que rompen las costuras de la lógica. Como escribiera Elena Poniatowska y recoge en uno de sus cuentos Nancy Debs Ramos, la voz del escritor es la pregunta; el patrimonio de las palabras contiene la sencilla tarea de objetivar el conocimiento del ser y del mundo, de dar al calado sentimental de cada existencia sus sorprendentes versiones; aquello que convierte un acto anodino en una estela en vuelo de lo extraordinario.