lunes, 28 de octubre de 2024

MIGUEL ÁNGEL ALONSO TRECEÑO. AFONÍAS


Afonías

Miguel Ángel Alonso Treceño
Apeadero de Aforistas
Sevilla, 2024

 

LA VOZ DORMIDA

 
  Aunque la amanecida literaria de Miguel Ángel Alonso Treceño (Avilés, 1970) comienza en 2016 con el libro Cinco, siete, cinco, muestra de haikus editada por Camelot, la senda minimalista de este asturiano, licenciado en Químicas e Historia, y graduado en Historia del Arte, y profesor de Fotografía en la Escuela de Artes y Oficios de su ciudad natal, impulsa dos compilaciones aforísticas: Conciencia (2019) y Misceláneas (2022). Son salidas que exploran los recursos argumentales del molde breve con el objetivismo lúdico de la ironía y el perfil indagatorio de quien habita en un tiempo extraño, habituado, como asevera el tenebroso nihilismo de Cioran, a los desastres inútiles, capaces de provocar un desencanto innato y una tristeza temprana.
 Afonías es nueva brisa; llega a los escaparates de novedades desde Apeadero de Aforistas, el incansable catálogo que coordina José Luis Trullo y en el que numerosas voces nuevas siguen enriqueciendo el respirar conciso. Miguel Ángel Alonso Treceño nos deja un libro breve que yuxtapone textos sin tramos diferenciadores, aunque de cuando en cuando hay rótulos de subtemas como “Atrapasueños”, “Celda de aislamiento”, “Alma” o “Alquimia”. La senda pensativa muestra un camino continuo que elige el tono confidencial, como forma de revelación preferente del yo. Las anotaciones se inscriben en un amplio proceso cognitivo de exploración y conocimiento, de felicidad comunicativa por su huida de la jerarquía grandilocuente. Tienen, por tanto, un enfoque clásico en su recorrido, con un notable apoyo en el pensamiento filosófico al intentar mostrarnos la sensibilidad del ser, superando cualquier afonía.
   El laconismo atiende siempre a la voz interior para pulsar los estados de ánimo y aventar una mínima crónica personal: “La tristeza decidió al instante escribir algunos versos”, “Estoy a mis cosas, que como son sólo mías, no son sólo cosas”, “Lo que conozco no es distinto de lo que soy”, “Como aún no sé bien lo que busco, lo busco desesperadamente por todas partes”. Las palabras abren un espacio reflexivo de aprendizaje que mira hacia la línea de horizonte del hablante interior, donde la incertidumbre es punto de fuga de una apacible soledad.
  Es sabido que, lejos de cualquier brújula predecible, la trama concisa se compone de planos superpuestos. Las preocupaciones semánticas deambulan, establecen itinerarios de ida y vuelta, se contradicen y añoran llanuras distantes en las que brotan otros universos, como si el pensamiento estuviese construido en espirales de humo: “En el límite de la luz, la ondulación de un grano de arena”, “Más allá de los límites del átomo, otro universo en expansión”, “Cuando camino no voy pensando cómo o por dónde caminar. Cuando camino sólo voy pensando cómo o en qué pensar”.
   El escritor recuerda que “Las mejores viejas ideas siempre parecen nuevas”; detrás de la obra en marcha del autor que amanece está el legado lector de aquellas presencias intactas que precedieron su voz: “Gracias a las ideas ajenas tengo las mías”. Miguel Ángel Alonso Treceño dicta un pequeño homenaje a Antonio Porchia, el clásico aforista de Voces y el poeta sin versos que miraba hacia fuera para percibir la vida dentro y emprender su personal camino hacia lo invisible; pero resuenan otros nombres especulares como Amiel y Jaime Fernández.
  Es necesario clarificar ideas. Lo paradójico establece una cercanía natural entre derivaciones en apariencia confrontada, pero con afinidades casi imperceptibles: “A cambio de ser escuchado, les dices todo lo que quieren oír”, “Ha decidido no moverse. Las placas tectónicas que están bajo sus pies, el planeta, la galaxia, el universo… Todo se mueve. Pero él ha decidido no moverse”, “Me escondo, pero no por temor a ser encontrado: por temor a encontrar”. Así nace un pensamiento equitativo, entre sombra y luz, que quiere iluminar los puntos ciegos, meter el dedo en la llaga para saber si todavía la sensibilidad se mantiene.
   La voz que habla en Afonías clarifica, empuña un laborioso lápiz introspectivo para caligrafiar ideas en palabras. Sabe que el pensamiento se contradice a sí mismo a la hora de formular sus argumentos, despereza sueños y percibe que el  reverso de la verdad es la duda y que en ella adquiere solidez y armonía la casa del pensamiento, en su continuo diálogo con el tiempo. Caminar hacia dentro es la mejor manera de superar afonías, de alejarse de cualquier superficie.
 
 

                     JOSÉ LUIS MORANTE




domingo, 27 de octubre de 2024

DESCONFIANZA

Inquietud
Fotografía publicitaria
de
internet


 DESCONFIANZA 
 
 
. Desconfío de las biografías legendarias, que no saben de quién es su pasado.
 
. Desconfío de la vida sana, ese túmulo de hábitos saludables que antes o después acabará metiéndonos en el ataúd.
 
. Desconfío de los que visten, con monotonía e insistencia, el abrigo de los compromisos y carecen de tiempo para el otro.
 
. Desconfío de quienes tienen temprana conciencia de su genialidad.
 
. Desconfío de los que piensan que el talento brota de la nada.
 
. Desconfío de quien hace de las relaciones personales un insalubre trastero, un lugar siberiano.
 
. Desconfío de esa obsesión indígena que llena de himnos, banderas y escuadrones la plaza de su pueblo.
 
. Desconfío de las amistades aparentes, con exuberancia decorativa.
 
. Desconfío del escritor que hace de la vida una actividad subalterna, llena de signos de puntuación.
 
. Desconfío de mí, si desconfío.

(Apuntes del diario)



 

sábado, 26 de octubre de 2024

LA NOCHE AZUL

La calle a solas
Fotografía
de
internet

 

ALCANTARILLAS

 

 
Hábitat de la noche.
En la sombra dos puntos luminosos;
una rata furtiva
que no aparta su miedo
del  resplandor lineal de las linternas.
Cerca suena un golpeo monocorde
en el que cada gota
parece dejar sitio a la siguiente;
igual que pulsaciones
de una sístole histérica.
Su percusión restalla y contagia humedad
al manchón de los muros.
 
Aquí está boca abajo la belleza;
su destello cansado
es una pausa,
provisional y torpe.
 
Llagas ocres ascienden
hasta el negro vacío
de otro túnel.
Más cables, tuberías,
excrementos. Y un denso  chapoteo
sobre el limo que engulle las pisadas.

En el hedor, continuas advertencias
de  un terco desaliño.
Pero nada socava
el afán de seguir;
camino a tientas.
Todavía hay un miedo
más oscuro y más hondo,
y sé dónde comienza.

      

viernes, 25 de octubre de 2024

CRÍTICA CON GUANTES DE BOXEO

estanterías a la espera
Archivo de internet

 

CRÍTICA CON GUANTES DE BOXEO

 
   No entiendo la manía obsesiva de algunos lectores al exigir a la mirada crítica que use, en su ejercicio, guantes de boxeo; no entiendo la aversión por el juicio reflexivo y cordial. Parece que la prudencia al eludir descalificaciones es solo un exceso de amiguismo, un muestrario de subordinación, una invitación a la mentira. Según ellos, solo son veraces las reseñas que crean efectos secundarios, aquellas que golpean duro la piel formal, las vísceras argumentales o los recursos ortográficos…
  Hay que ser un crítico de pelea, de los que disparan con el colt del teclado y luego soplan sobre el suplemento calándose el sombrero de la suficiencia. Así que para el futuro debo ser un sujeto del ring, uno de esos personajes siniestros que ponen bilis en cada renglón.

       
(A pie de página)


jueves, 24 de octubre de 2024

RECITAL DE MICRORRELATOS

Lectura en Librería Enclave de Madrid
con el poeta, ensayista y crítico 
Alberto García Teresa

 

 UMBRAL

 
  
   La minificción ha sido compañía habitual en la mesa de trabajo durante décadas, aunque lejos de cualquier urgencia editorial. Eran textos sin estación de llegada, microhistorias fuera de guion. Los itinerarios expresivos impulsan una convivencia pacífica entre la poesía, como desempeño prioritario, y otras estrategias como el ensayo crítico, el artículo de actualidad, la nota autobiográfica y el aforismo. Me gusta esa concisa fisionomía del relato breve porque concentra argumentos asentados en la agudeza: la anécdota solo precisa una modesta escenografía.
   El uso de la primera persona concede al texto carácter personal y una hondura de lo singular, desde la introspección. Sospecho que el análisis de tal perspectiva precisaría una disertación más larga, pero este enfoque textual no es sino un sondeo en la condición diversa del ser humano. Somos un conjunto de pequeñas viñetas ficcionales cuyos elementos establecen pactos de verosimilitud. Se oye la respiración que mantienen las cosas. Un mundo abigarrado que reaparece y se exilia en un lado y en otro.
   El nomadismo argumental describe afinidades sobre el viaje continuo de lo cotidiano. En sus retazos se aloja lo fortuito, el suceso trivial; la grieta de luces y sombras que permite acceder a los registros de la imaginación. También a la reflexión práctica sobre el lenguaje como depositario de conocimiento y experiencia.     El microrrelato es un detective que sale al día. Todavía no sabe, pero le gusta sospechar de todos. En literatura, el molde no es una enojosa disciplina sino un juego menor cuyas reglas se pueden manipular a voluntad. Esta falta de sumisión permite el diálogo, una conversación de punto medio entre el verso y la prosa en el cuarto de estar de cada página. Mientras respira, el cuento diminuto pone en práctica un pensamiento de Jack Kerouac: “Seamos libres en cualquier momento”.

(Fragmento del prólogo al libro Fuera de guion, Lastura, 2024)



miércoles, 23 de octubre de 2024

JAVIER BOZALONGO. MECANISMO DE ARENA

Mecanismo de arena
Javier Bozalongo
Ediciones ETC El Toro Celeste
Colección de poesía La Federica
Málaga, 2024

 

ASENTAMIENTOS DEL YO

   La voz poética de Javier Bozalongo (Tarragona, 1961), como impaciente observadora de las estaciones vitales que se van yuxtaponiendo en el devenir, traslada a la escritura un intenso quehacer en la última década. Con fuerte energía intelectual entrelaza mirada lírica, ficciones narrativas y la precisa brevedad del pensamiento conciso. Son tareas articuladas en torno a esas respuestas personales que demanda la búsqueda de la madurez, la incertidumbre y el desconcierto de una convivencia mudable y los contraluces del yo, enfrentado a la honda grisura de sus sombras y sueños.
   El autor suma hasta las fechas las entregas Líquida nostalgia (2001), Hasta llegar aquí (2005), Viaje improbable (2008) La casa a oscuras (2009), Todas las lluvias son la misma tormenta (2018), Este país (2019), la plaquette Los días generosos (2021) y el poemario Nombrar la herida (2022). Este denso bagaje conforma una voz personal que amplía enfoques sin rupturas ni giros; Javier Bozalongo hace del lenguaje un espacio de comunicación y cercanía, de pulsión colectiva que bebe de una herencia figurativa y humanista, con nítido sedimento autobiográfico, y cuya panorámica de conjunto está representada en los balances Nunca el silencio, Has vuelto a ver luciérnagas y Las raíces, tres propuestas antológicas editadas en Latinoamérica. A este fértil quehacer que baraja estrategias expresivas se añade el libro de haikus Todo es azar (2021) que completa el volumen total.
   Mecanismo de arena tiene como apertura cuatro poemas que reproducen la escritura a mano del poeta: “A vueltas con la luz”, “Viaje”, “Al final del pasillo” e “Invitación”. Son textos prologales que preceden a la amanecida del libro y enumeran precisas indagaciones interiores: “¿Dónde hay más poesía, en la luz pertinaz / que entra por la ventana y dibuja a su antojo / las formas más extrañas a las que busco nombre / o en las leves palabras que buscan una voz / que las pronuncie y dé sentido a su existencia?”. La primera composición desempolva de inmediato con su expresiva desnudez el pleno sentido de esta salida poética: “Ahora que las piezas se van desmoronando, / reconstruir el puzzle de la vida: / mecanismo de arena”. El sujeto poético mira alrededor y percibe el estar transitorio y la condición perecedera; la palabra toma cuerpo para ser testigo de la erosión del tiempo, para mostrar esos rincones vulnerables que refrendan una estética intimista que traza puentes entre el verbo evocativo de lo biográfico y el claro anhelo de una sensibilidad que trata de entender la condición temporal de la conciencia.
   El primer apartado “Exterior. Día” muestra la fuerza de lo sensorial, de esos espacios abiertos en los que transitamos por las aceras de la rutina con la firme pisada de la coherencia, sin espejismos ni juegos de magia. En todo el apartado la luz funciona como símbolo que adquiere una presencia central, contradictoria y plena. La vida es recorrido, un viaje engarzando contradicciones y batallas cotidianas en el que se va definiendo un compromiso nítido con los desajustes porque la realidad está ahí, repleta de grisura, y son pocos los momentos que abren alas al sueño y la esperanza. El poema se convierte en una estrategia intacta para recuperar los instantes perdidos, y conforma una voz fuerte que dota al núcleo argumental de sentido ético. El sujeto verbal reflexiona, se asoma al brocal de la experiencia y recuerda en voz baja su intrahistoria; lo cotidiano es una largo pasillo de una casa deshabitada donde es necesario descubrir quienes respiran en sus corredores.
   La segunda sección “Pas de deux” incorpora una nota explicativa: en la coreografía del ballet “Paso a dos” es un movimiento realizado conjuntamente por la pareja. El campo visual que despliega la pieza abre un abanico de sugerencias que muestran un sentido polivalente en el poema. En la corriente continua de la música se dibuja una estela de actitudes. El calentamiento, la función, los movimientos coreográficos, la conciencia del cuerpo, el reposo… trazan un mapa de sensaciones vitales que perduran cuando baja el telón y se van apagando los aplausos. Cada poema se abre para mostrar perplejidad y sorpresa, euforia y alegría de una representación que deja huellas en la escritura.
   En la sección de cierra “Interior. Noche” habita un claro sentimiento de soledad y naufragio. La existencia dormita en una quietud que conecta con las sombras y que siente como una estridencia la presencia de los demás, ya sea a través de una llamada intempestiva o en las expectativas de una travesía matinal que busque luz en las respuestas digitales del móvil o en esas sombras chinescas que alientan una representación en la pared, como si todo hubiera sido un simulacro, un espejismo inane que despliega imágenes en la imaginación.
  El libro integra al final una conversación del poeta con el joven escritor Alejandro Pedregosa en torno al discurrir del libro y sus claves interpretativas. Las respuestas definen un libro de retorno al intimismo, tras un paréntesis anterior de sus dos últimas salidas marcado por la voz fuerte del compromiso con lo colectivo. Desde una sensibilidad confidencial, el poeta clarifica la postura personal frente a una realidad agotadora y proclive a la penumbra que necesita la luz de lo ideal para definirse: el hablante lírico retorna a sí mismo, sondea la profundidad de los espejos para evocar sensaciones y vivencias, para pulir recuerdos;  para asumir un lugar propio cuyos contornos solo se definen desde dentro: “Lo que no veis de mí, también soy yo”.

JOSÉ LUIS MORANTE


 
 

martes, 22 de octubre de 2024

PERFIL DEL SUEÑO

Perfil del sueño

ABRIR LAS ALAS

 (Aforismos)

 
 
Solo habla consigo cuando hay un intérprete disponible.
 
La impaciencia aconseja hornear semillas.
 
El toldo del tragaluz es un oxímoron.
 
Entre los misterios de la inteligencia, el empeño de ocultarse a diario.
 
Quien no sabe dónde ir  mantiene siempre un inquebrantable compromiso con el traspiés.
 
La humildad cumple con mérito la función de ser nota a pie de página.
 
Rareza: una amistad sin ánimo de lucro.
 
Cuando aletea cerca, el optimismo recuerda la mínima vibración de una libélula.
 
Esas voces que visten a diario papel de lija y ganan altura cuando callan.
 
Acabé identificando su belleza con el vacío; en ella, todo es nada.
 
Es acaparador y avaro; cuando respira guarda el oxígeno y el anhídrido carbónico.
 
Qué triste la lectura volátil, la que no tiene huellas dactilares.
 
 
(José Luis Morante)
 
 
 
 
 

lunes, 21 de octubre de 2024

EL SUEÑO DE LA SECUOYA

Yosemite Park, California
Fotografía
de
Adela Sánchez Santana


 EL SUEÑO  DE LA SECUOYA

   Ya despierto, espera unos minutos para abrir los ojos. Esta noche en la minuciosa paciencia de su sueño ha crecido en el jardín una secuoya. Se despereza de inmediato y sale alborozado a la terraza donde parpadea de sorpresa y emoción. La enorme arquitectura vegetal está allí y su sombra recubre casi a toda la casa. Da un par de vueltas al imponente tronco, contempla la corteza… Poco después escucha  el ruido de un pensamiento práctico: tal vez sea mejor que la imaginación nocturna sueñe con arbustos.        

(Del  libro Fuera de guion, Lastura, 2024)



                


domingo, 20 de octubre de 2024

JOSÉ ÁNGEL VALENTE DESDE LA MIRADA DE JUAN GOYTISOLO

José Ángel Valente


 
ETICA DEL LENGUAJE
 
Ensayos sobre José Ángel Valente
Juan Goytisolo
Edición de Claudio Rodríguez Fer
Universidade de Santiago de Compostela, Serie Punto cero
Santiago de Compostela, 2009
 
   Claudio Rodríguez Fer, responsable de la Cátedra José Ángel Valente de la Universidad de Santiago de Compostela, preparó en 2009 un conjunto de análisis críticos de Juan Goytisolo focalizados en la personalidad y en la obra de José Ángel Valente. El libro destinado al circuito universitario tuvo una circulación invisible y creo necesario recuperar su enfoque por la permanente actualidad valentiana. Juan Goytisolo aporta al esquema crítico enfoques de interés y además aprovecha el trayecto para hablar de sí mismo con perspectiva similar a sus mejores novelas y ensayos.
   El objeto de estudio es el pensamiento estético de Valente, cada vez más alejado de la promoción generacional del medio siglo que tuvo su foto de grupo en el conocido homenaje a Antonio machado, celebrado en Colliure en 1959. El escritor es un creador solitario, empeñado en ensuciar su propio nido como protagonista de una particular experiencia de soledad e independencia. Conforma una cima congruente, de legítimo valor y ejemplaridad por la plenitud de su materia verbal.
   El análisis no podría realizarse sin recuperar autores de referencia como maría zambrano, Miguel de Molinos y Fray Luis de León, a los que es obligado añadir la materia esplendente de la mística. De ello se ocupa el avance “Palmera y mandrágora”, un ensayo donde se reflexiona sobre la dimensión imaginativa de la palabra poética que enlaza lo visible y lo invisible como derivaciones complementarias.
  Un título esencial en el corpus de Valente, Material memoria justifica una aproximación pausada donde se constata la maduración del poeta y su capacidad para asimilar lecturas que se convertirán en elementos indispensables de una expresión radical y renovadora. El hábitat poético retorna a iluminar la experiencia mística y su inmanencia en el apartado homónimo “experiencia mística y experiencia poética.
   Con el verbo sentimental de la despedida, Juan Goytisolo, con motivo de la desaparición del escritor, recrea los lazos amistosos reforzados durante décadas y las convincentes afinidades éticas y literarias. la escala de valores del poeta forja un lenguaje nítido y polisémico.
Intolerante por convicción y crítico con cualquier componenda que prime el estar frente al ser literario,   Juan Goytisolo reivindica la libertad de pensamiento de José Ängel Valente en cada uno de estos apuntes críticos. Perdura el retrato con trazos singulares que hacen de esta obra una baliza de calidad perenne frente al mercadeo de prestigios provisionales y la trivialización de la actualidad literaria. la obra de Valente sigue en pie. Tenía en la palabra crítica de Juan Goytisolo uno de sus mejores valedores.


 

sábado, 19 de octubre de 2024

HETERÓNOMOS

Fachadas
Fotografía
de
Adela Sánchez Santana

 

 
 
HETERÓNOMOS
 
 
Dentro de mí conviven, abocados
a una inmensa rutina sedentaria,
el yo que pienso y otro, el que parezco.
Un pacto, que firmaran con los ojos,
les conmina
a respirarse en cierta tolerancia,
y ambos han sido absueltos
de mencionar, siquiera,
cuál fue la última causa
que les diera la vida.
 
Cada uno tiene ya su enclave exacto:
el yo que pienso
habita, día y noche,
la intimidad de estas cuatro paredes.
Es semejante a un niño que olvidara crecer,
y por lo mismo
nada en el mar de una sabia ignorancia.
(“Acaso sea el invierno…
es razón suficiente para explicar el cosmos “)
Y balbucea. Ríe.
Se pierde en los espejos. Gesticula.
Colecciona recuerdos como si fueran conchas
que ha enterrado el olvido.
 
A veces llora y viste el jersey gris
de la melancolía;
entonces toma un folio,
donde  inicia el galope un sentimiento
y se hace reo de pertinaz tristeza,
hasta que traspapela la mirada
y descubre, cansado,
que afuera cae la lluvia
y mojan su perfil
unas livianas gotas de mi nube.
 
El que parezco
está en la calle de continuo.
Todos le conocéis
pues con todos comparte ese pan y esta sal
que, bajo el brazo, trae la vida;
las cotidianas dosis
de angustia existencial, trabajo y ruido.
Con él tropiezo,
una tarde cualquiera,
al doblar una esquina,
y tras justificarme torpemente
(“hallé la puerta abierta
y me aburría…”)
me despido gozoso y luego marcho
-el paso lento, sepultadas las manos
en los amplios bolsillos del vaquero-
a ver, sin más, el mundo por mis ojos.
 
                                         
                                   JOSÉ LUIS MORANTE




viernes, 18 de octubre de 2024

EL PENSAR SEDENTARIO

A solas
Fotografía
de
Adela Sánchez Santana

 

A SORBOS
 
JOSÉ LUIS MORANTE
 
                                                                                               
Todo es siempre menos
 
JRJ
 
 
Extremó la prudencia verbal; no aventura palabras si no es en presencia de su diccionario.
 
***
 
Afrontar sin amargura, sin gestos de abandono,  que lo que pensamos oculta lo que somos.
 
***
 
Su cerebro contiene dos ideas; son tan opuestas que entre ellas cabe un sistema filosófico.
 
***
 
Al florecer el día  rompe la quietud del reloj un aforismo. Sorbos cortos.
 
***
 
Basta mirar la penumbra de alrededor para saber que no estoy.
 
***
El puño cerrado de quien corta rosas.
 
***
 
Una pobreza de hospitalidad irrefutable, capaz de ofrecer su vieja cama de faquir.
 
***
 
El silencio y su fuerza de convicción. Sabe quién responde cuando nadie llama.
 
***
  
El prudente convierte en coma cualquier punto final.


jueves, 17 de octubre de 2024

CHARCOS EN LA CALLE

Tras el aguacero
Fotografía
del archivo
Dreamstime


 CHARCOS
 
 
   Mientras camina con despaciosa torpeza, bajo el paraguas recordó. De niña buscaba charcos para saltar sobre su transparencia. Una sonrisa se dibuja en la cara. Sigue caminando. Vislumbra un círculo de agua en medio de la calle. No duda,  pliega el paraguas y lo deja dormir unos minutos sobre la acera.
   Ensaya un primer salto; después otro, y otro y otro, antes de que le falte el aliento… Entre las punzadas de humedad se siente renacida con sus ochenta y cinco.
   Exhausta y temblorosa, recoge el paraguas y ya no lo abre. En la tarea del regreso, piensa cómo justificará ante el personal del geriátrico el aspecto desastroso de la ropa y los zapatos mojados. Da igual si no aparece la excusa. De niña creía siempre en el final feliz.

(Del libro de microrrelatos "Fuera de guion", Editorial Lastura, 2024)


miércoles, 16 de octubre de 2024

CIUDAD PRIVADA

Puerta de San Vicente, muralla de Ávila
(Álbum personal)

 

CIUDAD PRIVADA
 
Una vez más regreso a la ciudad de siempre,
descifro con premura
un largo itinerario de recuerdos,
mientras sube, con ardor renovado,
la hiedra de otros días
desde un lejano sueño hasta la boca.
Pero nada es igual, aunque contemple ileso
el dócil deterioro,
antiguos edificios maquillados de tiempo.
No logro adivinar qué signos, qué paredes,
ocultan las hogueras del pasado.
No hay rastros inmutables, no hay indicios
de una felicidad remota en la memoria.
Cuánta mano vacía, cuánta ausencia;
quedaría conforme siquiera vislumbrando
una imprevista huella, algún reflejo.
Se reiteran mis pasos por calles desoladas,
la soledad se enquista,
suena el reloj de un campanario;
aburrido neón de pupila naranja
vierte sobre mi busca un guiño cómplice,
una difusa luz precede al día.
La llegada del alba desvanece
una ciudad cuyo enclave es olvido.
 
     (Antología Ahora que es tarde, La Garúa, 2021)

martes, 15 de octubre de 2024

APUNTES DEL DIARIO

Jorge Pérez Cebrián
(Requena, Valencia, 1996)


 

APUNTES DEL DIARIO

El largo viaje americano me obligó a concentrar los eventos literarios en octubre, noviembre y diciembre; así que ahora parece que soy un practicante asiduo del nomadismo cultural. La verdad es que mi forma de estar más feliz es la soledad de la buhardilla, entre libros y notas al paso. Pero echar una mano a la joven poesía también es un disfrute siempre, como lo es el encuentro con lectores y amigos.

Esta tarde, a las diecinueve horas, presentación del libro "Pero nunca los huesos de las aves", del joven poeta valenciano Jorge Pérez Cebrián. La obra, reconocida con el XVI Premio de Poesía Joven de RNE y Fundación Montemadrid, ha sido publicada por Pre-Textos y estarán conmigo en el Café Comercial el autor y el excelente anfitrión Rafael Soler, poeta, novelista e incansable gestor cultural.

Una de esas personalidades disolventes que arrastra el don de la inoportunidad. De la gente que cuenta chistes en el tanatorio, en presencia del difunto.

Hace falta ser muy dinosaurio, como yo, para confundir a Juan Carlos Onetti con Augusto Monterroso. Decía Borges que las erratas mejoran los textos, y yo no voy a contradecir a Borges.

(Apuntes del diario)


 

lunes, 14 de octubre de 2024

MINIATURAS VERBALES

Conferencia
de
JOSÉ LUIS MORANTE
Centro Cultural Federico García Lorca
Plaza de la Constitución, Rivas Vaciamadrid
Sala Marcos Ana, 19,30 horas en PALABRAS EN VUELO

 

MINIATURAS VERBALES

 

   El habitual despliegue de la taxonomía literaria ha sentido siempre una fascinación general por las formas expresivas de larga extensión. No se ha mitigado con el tiempo el interés popular por la novela y, en menor medida,  el teatro y el ensayo; son géneros que se consideran actos para un desarrollo indagatorio de la condición humana desde la amenidad y el didactismo. Con esta percepción colectiva los géneros marcados por la brevedad han sufrido en el discurrir un forzado anonimato porque su apariencia se asocia con la sencillez y la levedad transitoria; es decir, con la nadería.
  El miniaturismo  verbal integra como principales modalidades lacónicas los haikus, aforismos, epitafios y microrrelatos. Todos estos formatos encarnan en su textura una dicción breve y una síntesis argumental compacta que en el presente literario se abre paso con diligente desenvoltura.
   Vivimos, por tanto, un tiempo de eclosión de la urna breve, y cabe preguntarse cuáles son las causas que han propiciado un cultivo tan fértil en el proceso de renovación de la jerarquía literaria. Son muchas las voces que otorgan al asentamiento lacónico algunas razones de peso: la mutación del hábito lector adquiere un sentido práctico, tiene que ver con el acceso inmediato a la información y a la necesidad de consumir contenidos más breves y directos, argumentos clarificadores y exentos de matices digresivos. Sin duda, el manejo continuo de redes sociales ha fomentado el chispazo verbal, la tendencia a un mensaje urgente, de semántica clara y atractivo en su presentación. Además la globalización ha borrado distancias y reductos oscuros, incrementando la facilidad para crear y compartir sin restricciones ni filtros; lejos del complejo proceso de secuenciación editorial, la pantalla digital es un cercano espacio democrático donde todos somos autores. En el empeño de airear contenidos la brevedad se adapta mejor a las limitadas dimensiones de los dispositivos móviles y especulamos también que la persistente innovación y el desarrollo tecnológico anulan cualquier quietud y galvanizan la indagación comunicativa y el ánimo vanguardista para descubrir los matices más estimables de los nuevos formatos...

(Fragmento de la conferencia "Miniaturas verbales")


domingo, 13 de octubre de 2024

MÁS ALLÁ

Ciudad Financiera
(San Francisco, 2024)
Fotografía
de
Adela Sánchez Santana



VIAJES
 
Perseguir la estela del yo. Ir más lejos. Hacia dentro.
 
*
 
Ser testigo en el viaje de una realidad proteica, con haz y envés, ajena a la senda amañada del turista.
 
*
 
Antes de partir se apunta a un taller literario sobre el arte de novelar. Los recorridos aproximan pormenores reales y ficción.
 
*
 
El trayecto largo altera la identidad. La imagen en los espejos del hotel nunca es fiel al original.
 
(Apuntes de la Costa Oeste)


 

sábado, 12 de octubre de 2024

JORGE PÉREZ CEBRIÁN. PERO NUNCA LOS HUESOS DE LAS AVES

Pero nunca los huesos de las aves
Jorge Pérez Cebrián
XVI Premio de Poesía joven RNE y Fundación Montemadrid
Editorial Pre-Textos
Valencia, 2024


 

ESTACIÓN FINAL

 

   En la primavera de 2024, en la ciudad cervantina de Alcalá de Henares, tuve la oportunidad de abrazar por primera vez a Jorge Pérez Cebrián (Requena, Valencia, 1996) en un evento organizado por la poeta y traductora Elisabeta Botan, en el que participaban con nosotros otros poetas como Cristina Penalva, Fernando Pastor  y Darío Márquez. Desde su voz amanecían los nuevos proyectos literarios del joven valenciano y pude escuchar, en el cálido ambiente de una biblioteca pública, una lectura altamente emotiva con una selección de poemas de Pero nunca los huesos de las aves, un meritorio anticipo del libro publicado por la editorial Pre-Textos, tras ser reconocido con el XVI Premio de Poesía Joven de RNE, en colaboración con la Fundación Montemadrid.
  Hasta la fecha, Jorge Pérez Cebrián había publicado las entregas La voz sobre las aguas (Valparaíso, 2019), La lumbre del barquero (Olélibros, 2021), y De cuánta noche cabe en un espejo (2022), obra que consiguió el Premio Arcipreste de Hita y también llegó a los escaparates  publicada por la editorial Pre-Textos. Este río continuo de poesía permite establecer algunas premisas sobre la singladura personal. Jorge Pérez Cebrián desdeña lo anecdótico y vela la biografía concreta para convertir sus composiciones en estratos reflexivos que recorre un pensamiento en vigilia. Los versos trasmiten una perspectiva humanista, una forma de ser y de sentir el devenir existencial y la temporalidad, dos vértices conceptuales recurrentes.
   En un clarificador artículo publicado en Zenda el escritor exploraba el sentido de su entrega Pero nunca los huesos de las aves. La palabra poética enuncia las cualidades del ave como presencia simbólica: grácil y ligera pobladora del aire, el ave habita ese peldaño que nos acerca a la divinidad y el paraíso; es reflejo del alma. Esta imagen, tan espiritual y transparente, oculta un esqueleto que nunca supera su condición de fisiología frágil y vulnerable, de elemento matérico con fecha de caducidad. Se abre entre realidad e ideal un panorama conceptual de contrastes, un espacio tensional que produce enajenación y desencanto. Lo inasible convoca a una cita en la distancia, e invita a la voluntad a descubrir sus lejanas posibilidades para emprender un viaje interminable.
   La apertura del libro “Devolver el remo” sugiere un instante final de claudicación y quietud, la llegada a un andén que sella más pasos perdidos. Después del ocaso la voz emprende un caminar descalzo que soporta el peso del frío y el cumplimiento de un porvenir impuesto en el que sólo queda la mano alzada del recuerdo.
   La vibración 440 herzios, número en apariencia misterioso que da titulo a un poema, sirve como estándar de referencia para afinar la altura musical, la nota que desbroza el silencio que sellan las sílabas gastadas. Es también un destello de esperanza que se convierte en una refutación de la sombra. La carne muere y solo queda el barro y el aliento de los dioses, una dimensión transcendida del yo.
   El final emplea algunos referentes culturales como Sinar, la bíblica llanura entre los ríos Éufrates y Tigris donde se asentó la civilización mesopotámica, Esa geografía del pasado contribuye a crear una dimensión mítica del poema, lejos de lo cotidiano y lo biográfico. Todo el apartado tiene la evolución de una sensibilidad nocturnal. Todo es noche, un oscuro horizonte perdido en un mapa, un yo colectivo que soporta el peso de la carne y muere un poco cada día.
   El conjunto de poemas “Antes de que nos halle la mentira” recupera la evocación del polvo de la historia, ese largo rastro de lo perdido en el que se entrelazan también la geografía de los sueños y el tenue resplandor del desencanto, al descubrir los frágiles cimientos del mañana. Solo el amor y el deseo siembran amanecidas, construyen una íntima patria de celebración y canto, donde habita el todavía. La muerte se apaga y renacen las cosas que no han sido, aunque el amor se desvanezca.
   El aserto culturalista “La sangre de Agamenón en el cuello del cisne” enriquece la semántica del mito haciendo de la muerte una cercana presencia que condiciona el destino, y pone en lo cotidiano el color bermejo de la finitud. En su indagación sobre la trama vital se percibe la ceniza que recubre nuestra condición. El poniente acecha al atardecer y a él se encamina el complejo mecanismo de los días. Todo está dispuesto para el cierre final, para el otoño de tareas que deja al caminante ligero de equipaje, con un legado de quien nunca tuvo nada y, por tanto, nada retiene.
   Los poemas de Jorge Pérez Cebrián sobrecogen. Su voz pronuncia tristeza ante la certidumbre de un destino poco proclive al cumplimiento del ideal. La vida apenas deja sitio a lo inasible, a la intensidad del vuelo, a la asunción de los certeros trazos que alumbran la belleza, que apagan en cada instante el rumor de los huesos de las aves, el plumaje de una densa oscuridad.



JOSÉ LUIS MORANTE



viernes, 11 de octubre de 2024

Una conversación con Manuel Neila


 

JOSÉ LUIS MORANTE: EL SENTIDO Y EL VALOR DE LA ESCRITURA AFORÍSTICA

 

Por Manuel Neila

       José Luis Morante (El Bohodón, Ávila, 1956) es poeta, ensayista y crítico literario de amplia trayectoria. Su obra poética se compone de doce títulos y aparece seleccionada en los volúmenes Mapa de ruta (2010), Pulsaciones (2017) y Ahora que es tarde (2020). Colabora habitualmente en Turia. Revista cultural, Crátera, donde coordina la sección de aforismos, y en el suplemento “Los Diablos Azules” del periódico digital Infolibre.es, al tiempo que coordina el blog “Puentes de papel”. Cuenta en su haber con ediciones de Juan Ramón Jiménez, Joan Margarit, Eloy Sánchez Rosillo, Luis García Montero y Karmelo  C. Iribarren.

Al igual que otros poetas de la denominada generación del 80 o de la Transición,  José Luis Morante cultiva de igual manera el verso y el aforismo, ya sea como creador, ya sea como estudioso. Mientras que el aforismo le muestra el sentido de las cosas, siempre parcial y fragmentario, el verso le señala al valor de las mismas. Como aforista, es autor de Mejores días (2009), Motivos personales (2015), la antología Migajas de voz (2021) y Planos cortos (2021). También es responsable de la muestra antológica 11 Aforistas a contrapié (2020) y acaba de editar Paso ligero. La tradición de la brevedad en castellano (siglos XX y XXI).

        Es ampliamente conocida su dedicación a la poesía lírica, como poeta y crítico de poesía en diferentes medios. Ahora bien, ¿cuándo descubrió la escritura aforística y en qué momento comenzó a publicar aforismos?

 —Encontré muy pronto en mis lecturas la certeza escrita del aforismo, su lacónica precisión. A principios de los años noventa tuve la oportunidad de dirigir dos revistas literarias de vida efímera que me pusieron en contacto con practicantes del género. Félix Grande me habló con entusiasmo de Carlos Edmundo de Ory y yo tuve la fortuna de conocer a otros escritores lacónicos como Vicente Núñez o Ángel Crespo; así que es un género muy unido a mi propio trayecto creador.

        —En su calidad de poeta, ¿qué semejanzas y diferencias encuentra entre el género lírico y el género didáctico, al que sin duda pertenece el aforismo, no tanto desde el plano teórico, como desde la experiencia personal?

 —Cada estrategia expresiva mantiene un sistema de claves, un espacio propio; pero las lindes son difusas y propician que los géneros mantengan relaciones cercanas, en las que afloran afinidades y disidencias. Hay poesía meditativa, lírica con aspiraciones filosóficas y hay minimalismo didáctico. Esa convicción ha estado presente en la experiencia personal a través de lecturas, ediciones, encuentros personales y en el taller literario de cada libro.

       —Con el paso del tiempo, el aforismo presenta unos rasgos que permanecen constantes, mientras que otros cambian dependiendo de la situación histórica. ¿Podría señalar cuáles son las constantes del género aforístico?

—La brevedad, la autonomía del texto, el despojamiento formal, la originalidad semántica… Son propiedades del aforismo que han permanecido en el tiempo, aunque soy consciente que no hay una fórmula exacta y cerrada; los aforismos de Marco Antonio no se parecen a los de Wilde y los de Juan Ramón Jiménez no tienen parentesco con los de Gracián…

 —Algunos estudiosos del género diferencian entre el aforismo tradicional, el moderno y el contemporáneo, en función de ciertos rasgos propios de cada época. ¿Cuáles serían los rasgos diferenciales, si los hubiera?

 —Cada intervalo histórico está marcado por la diversidad y lo heterogéneo; la generalización histórica es una apariencia porque lo que define a cada identidad literaria es la percepción singular, el registro diferencial, la negación de la foto de grupo. Por tanto, un contexto histórico da pie a itinerarios creadores divergentes. Creo que la teoría generacional es solo un recurso crítico para el almacenaje práctico de autores.

        —La crisis de la mentalidad burguesa tuvo como consecuencia el paso de la escritura clásica —una escritura universal, de clase— a las escrituras modernas, y así lo advirtió Roland Barthes en El grado cero de la escritura. ¿Cómo se refleja ese cambio en el género aforístico? ¿En qué medida repercute en el género?

—El ensayo de Barthes, publicado en 1953, no hace una revisión de autores y corrientes sino del concepto mismo de escritura literaria y su relación con los periodos históricos. Algo similar sucedió con las investigaciones de Juan Carlos Rodríguez, el impulsor teórico de la Otra Sentimentalidad. Sospecho que el fluir del aforismo en el tiempo escribe liberado de implicaciones teóricas y deja en manos del lector la autoridad interpretativa; quien escribe no lo hace para confirmar teorías; por tanto, no hay una repercusión directa en la arquitectura formal y semántica del aforismo.

        —El aforismo contemporáneo participa de la filosofía y la poesía, de la interpretación y de la evaluación. Por lo que tiene de filosofía, busca el sentido, siempre parcial y fragmentario, de un fenómeno. Por lo que tiene de poesía, señala el valor de ese fenómeno. ¿Cuál de los dos aspectos predomina en la actualidad?

 —Hay un claro predominio del aforismo lírico; es abrumador el número de poetas que escribe aforismos ahora. Intuyo que el tuétano del minimalismo conciso es la filosofía y no hay posibilidad de que lírica y filosofía se desparejen: son músculos y huesos que hacen posible el vitalismo existencial.

        —En lo que llevamos de siglo, el interés de los creadores y los investigadores por la escritura aforística ha aumentado considerablemente. A su parecer, ¿cuáles son las razones de la sorprendente proliferación del aforismo en nuestros días?

 —La expansión aforística en la etapa digital ha sido muy intensa y las razones son varias: el globalismo digital y la “literatura de urgencia” de las redes sociales, la difusión de autores clásicos y la creación de colecciones destinadas al género, la aceptación del género sin el corsé de literatura secundaria y, por supuesto, el papel de estudiosos  concretos como usted, que propician una divulgación popular de los registros minimalistas.

 —Desde la aparición de Pensar por lo breve, compilada por el profesor José Ramón González, hasta el momento presente, en que usted edita Paso ligero, han aparecido más de media docena de antologías de aforistas españoles. ¿Qué opinión le merecen esas obras? ¿Podría señalar las características diferenciales de la suya?

—Eran necesarias; las aproximaciones teóricas todavía son mínimas si comparamos con otras estrategias expresivas, así que sospecho que irán aflorando más enfoques que buscarán acotar características y practicantes, lo que redundará en un conocimiento más hondo. Paso Ligero. La tradición de la brevedad es un estudio histórico sobre el aforismo contemporáneo en castellano, durante los siglos XX y XXI, que aporta además un amplio muestrario de aforismos para hilvanar trayecto biográfico y creativo.

        —Su antología, subtitulada La tradición de la brevedad en castellano (siglos XX y XXI) es la más abarcadora de las realizadas hasta ahora. De hecho, comprende tres periodos históricos: La Edad de Plata (1902-1939), Posguerra y Dictadura (1939-1975), Transición y Democracia (1975-1923). ¿A qué se debe esta división?

 —A la sumisión de la literatura a un enfoque histórico; los tres periodos son clásicos en los estudios de investigadores e historiadores de etapa. El escritor es un sujeto cívico, convulsionado por la contingencia del yo y su circunstancia.

       —En el último tramo representado en su libro, Transición y democracia (1975-2023), los aforistas se han multiplicado exponencialmente. ¿No cree que hubiera sido conveniente antologar este periodo en un volumen independiente?

—Los etiquetados de urgencia suelen tener fecha de caducidad; solo han transcurrido dos décadas del siglo XXI y creo que muchos trayectos están por definir; la antología es una selección de nombres propios, un apunte parcial, no una concentración de practicantes en la Puerta del Sol. No obstante, ya preparo un nuevo volumen sobre la etapa digital, así que también se trata de tener un poco de paciencia. Toca ahora reivindicar las premisas de Paso ligero.   

La hondura reflexiva está más pertrechada para un ejercicio de resistencia; las señas de etapa se diluyen cuando los gustos sociales de un determinado momento periclitan; pero el aforismo es un continuo defensor del matiz, así que harán caso a Borges y llenaran los pasos del futuro de caminos que se bifurcan.

—La escritura aforística concita a veces el rechazo de críticos y lectores. ¿Considera que el aforismo continúa siendo menospreciado por la crítica convencional, como si fuese un género menor, subsidiario, de poca monta?

—Desde el trabajo de José Ramón González hay una apertura de oído crítico. Fue un acierto que zarandeó un poco las solapas del lugar común que considera el aforismo como una nadería verbal. También sucedió en su día con el haiku y el microrrelato. Hoy las formas breves suscitan más interés crítico y hay que seguir en la pelea. No se trata de convencer sino de argumentar.

        —La proliferación actual de la escritura aforística obedece a múltiples causas, entre las que se cuentan el desarrollo de los nuevos medios de comunicación y el auge de las nuevas tecnologías. Pero, ¿cuáles son los efectos menos saludables?

 

—La banalización y el oportunismo de las modas son virus extensivos que crean efectos nocivos. En las redes no hay filtros y la ocurrencia se disfraza de profundidad. Hace muchos años ya lo advirtió Sánchez Ferlosio. Cuidado con los disfraces de lo transcendente; son pieles de cordero. La mejor terapia es la lectura. La formación del gusto y el criterio personal.

 —Y, para terminar este conversatorio: ¿qué porvenir le augura el género más breve, en estos tiempos de locura gregaria que nos han tocado en suerte?

 —Amanece, se han descorrido las cortinas y se dibujan formas y colores de un paisaje amplio y atractivo; así que sentidos y pensamientos ya perciben el rumor sosegado del porvenir.

Y me permitirá dar las gracias por su luminosa estela de preguntas. Querido amigo, esta conversación ha sido un placer.

 (Entrevista publicada en las páginas de El cuaderno, Ediciones Trea) 

jueves, 10 de octubre de 2024

JOSÉ LUIS MORANTE. FUERA DE GUION

Fuera de guion
(Casi cien microrrelatos)
José Luis Morante
Editorial Lastura
Colección Alquisa, Narrativa Contemporánea
Madrid, 2024

 

PADRÓN MUNICIPAL

 

  En la casa del tiempo, ellos habitaron esperas sin regreso. Encontraron a solas el lugar. Julio Cortázar era escritor porteño; había nacido en Bélgica y residía en París. Con precisión de niebla, Jorge Luis Borges hizo suya la patria de Ginebra, un reducto con lago que nunca detectó su ceguera argentina y su apariencia inglesa. Cansado del paisaje y sus latidos, Juan Carlos Onetti se quedó en la cama; guardaba en la mesilla un billete de ida desde Montevideo hasta Santa María. Alejandra Pizarnik sigue ausente en el bosque materno del poema. Afloran en el padrón municipal itinerarios de vivos y muertos. Son memoria. Siluetas en el aire  que ahora buscan la nada y el silencio entre mis libros.

(Del libro Fuera de guion, Lastura, 2024)



 

                                                     

 

miércoles, 9 de octubre de 2024

ATILANO SEVILLANO. LAS CUATRO ESTACIONES

Las cuatro estaciones
(Haikus para jóvenes lectores)
Atilano Sevillano
Ilustraciones de Sonsoles Yáñez
Editorial Gunis
Sevilla, 2023

 

MINIATURAS VERBALES


   Con una presentación ejemplar, que incluye notables características formales en el gramaje del papel y en la reproducción de las ilustraciones realizadas por Sonsoles Ñáñez, Las cuatro estaciones, de Atilano Sevillano, doctor en Filología Hispánica y Licenciado en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada, profesor de talleres literarios, poeta y aforista, realiza un didáctico sondeo sobre la concepción orgánica del haiku y su decurso histórico, aparentemente dirigida a jóvenes lectores pero de gratísima lectura para cualquier adulto. Al cabo, el pequeño poema es una casa habitable, hecha de luz y mediodía.
  El prólogo personifica la voz profesoral de Atilano Sevillano; sigue el sendero del discurrir clásico del haiku y sus contingencias históricas. Recuerda que el amanecer de esta composición minimalista está ligado al tanka, un poema corto tradicional japonés de cinco versos que siguen el esquema versal 5/7/5/7/7/; el tanka fue muy cultivado entre los siglos VII y XII y su evolución permitiría a los poetas Moritake y Sokan, entre otros, practicar la supresión de los dos versos finales para crear una nueva estrofa que alcanzaría su máximo esplendor en el siglo XVII con Matsuo Basho.
  El quehacer semántico del haiku está ligado a la percepción filosófica de un mundo cambiante y al compromiso sensorial con la naturaleza como espacio sagrado; define el entorno ideal para observar la fragilidad de una existencia efímera, ligada a la reiteración de ciclos temporales. En los vértices temáticos del texto conciso conviven todos los elementos naturales de la tierra, el aire y el agua, lo que da pie a una miscelánea argumental en la que suele quedar velado el yo poético. En el haiku, el hablante verbal es solo un testigo del aquí y ahora, del destello de un instante que pasa y se queda prendido en la frágil telaraña de la memoria.
  Esta reflexión permite un contacto fuerte entre el sujeto lírico y la presencia ineludible del panorama ambiental y sus mínimos esplendores. En esta manera de percibir hay una actitud colectiva de mirar el mundo ligada a la religión tradicional y las enseñanzas del sintoísmo, taoísmo y budismo.
   Los tres versos apuntan una amanecida; hilvanan, con lucidez y afecto, el cálido papel de observador sorprendido, que somete a los materiales cosechados entre un incansable proceso de decantación; una cualidad que refleja el aware o la emoción intensa que, con su laconismo directo, trasmite el latido del asombro. Por tanto, en su economía, el haiku expande la vibración sensorial del instante desde una dicción cercana y exenta de figuras retóricas,  pero vivaz y emotiva.
      Atilano Sevillano recuerda también que muchos poetas de haikus acompañaban la escritura lacónica con dibujos que seguían trazos sencillos e intuitivos. Y esa es la razón de la excelente colaboración de Sonsoles Yáñez, que ha realizado ilustraciones de una sorprendente fuerza expresiva. Los dibujos hilvanan sensaciones, destellos emotivos y tanteos de la retina en libertad. Desde esa diversidad de enfoques nacen las miniaturas con luz del poeta. Veamos algunos haikus de cada estación: Primavera:  “La lagartija / toma baños de sol /  entre las rocas”, “Cuando escampa / concierto al aire libre / las ranas croan”, “Gotas de lluvia / En el jardín los rastros / de caracoles”. La primavera se hace así renacida y esplendor; también “El verano” deja su estela de cosecha cumplida, mientras suenan en la claridad desplegada de lo diario grillos, chicharras y todo tipo de insectos, habitando la hierba seca que anuncia el tiempo de siega: “Noche de agosto / Zumbido de chicharras. / Cómo dormir”; pero los ciclos estacionales son perecederos y mudan la apariencia de la naturaleza que dibuja destellos caducos y asimetrías cotidianas. “Otoño” trae la claridad dormida de noviembre y la soledad de quien escribe y mira cómo amarillean las hojas y se desprenden de las ramas del árbol: “Arrecia el viento. / Cómo crujen las ramas / del viejo árbol”, “Por las aceras / las hojas ya marchitas / vienen y van”, “Tras la chopera / llega el rumor del río: / canto de otoño”. El laconismo del haiku también tiene voz para los efectos del invierno: “Atardecer, / cae la densa nieve / y un lobo aúlla”, “la noche larga, / las farolas de la plaza / entre la niebla”, “Dejan sus pasos / entre la blanca nieve / huellas visibles”.
   La reflexión final sugiere enseñar los rudimentos básicos del haiku a modo de taller. Las nociones de métrica que organizan la mínima brevedad de los textos recuerdan las normas académicas del cómputo silábico y subrayan que para la ortodoxia de la estrofa es fundamental el kigo o palabra estacional y el aware que equivale a esa turbulencia poética, capaz de captar la esencia del instante.
   En la formación estética de niños y jóvenes están presentes por pleno derecho dos nombres propios que han volcado su amor al haiku en los pupitres escolares: los poetas y profesores Manuel Lara Cantizani y Ricardo Virtanen. A ellos se suma Atinalo Sevillano con un libro muy hermoso que acerca los valores esenciales de la estrofa japonesa. Una lectura muy recomendable para fomentar el cálido despegue de esta estrategia expresiva y su permeable identidad en la prisa sonora del reloj.


JOSÉ LUIS MORANTE
 

 

martes, 8 de octubre de 2024

EN BOCA CERRADA

Inquietud
Fotografía
de Internet


 EN BOCA CERRADA

 

   Como certezas escritas con la caligrafía de la infancia, desde niños, los fantasmas saben que la vida está ahí, pero no existe. Es lluvia de sombras colgando de las telarañas vaporosas del cielo. Un destello diluido que se debe mirar con los ojos sin luz. Aun así, nunca comparten confidencias en balde ni comentarios especulativos para no derramar las migas del disentimiento.
  vitalistas y etéreos, los fantasmas rezuman trayectos sosegados. Desmontan silencios. Una y otra vez tienen aspiraciones simples: sembrar de noche miedos ocasionales en los surcos del sueño; y compartir, de día, una baraja de temores entre practicantes habilidosos, empeñados en aplastar caracoles y hormigas por mirar detrás.

(del libro de microrrelatos Fuera de guion, Editorial Lastura 2024)

 
    

lunes, 7 de octubre de 2024

RICARDO VIRTANEN. HILO DE LLUVIA

Hilo de lluvia
Ricardo Virtanen
prólogo de Luis Alberto de Cuenca
Editorial La Garúa
Colección Haiku
Barcelona, 2024

  

INTERIORES DEL HAIKU

  

   Siempre es causa de asombro el vitalismo creativo de Ricardo Virtanen (Madrid, 1964). Es poeta, profesor universitario, músico, narrador, aforista y un referente fundamental de la cultura de Rivas, localidad en la que vive con su familia desde hace veinte años. En su trayectoria creadora como poeta ha dedicado a la estrategia expresiva del haiku un sostenido tiempo de cultivo, escribiendo los libros Notas a pie de página (2005), La sed provocadora (2006), Sol de hogueras (2010), Nieve sobre nieve (2017) y Llama de luna (2021). Una cosecha tan reseñable ha convertido a su autor en una presencia esencial en conocidas antologías del género como Un viejo estanque (2013). También ha impulsado la práctica de la estrofa entre sus alumnos de ESO preparando las ediciones Una flor amarilla (2022) y Bajo el cerezo en flor (2023).
   Tan sólido trayecto ha definido una estética de trazo clásico, que apuesta por los matices frente a la ruptura y la gratuidad experimental. Así lo atestigua también en un prólogo de cálido sustrato emotivo el poeta Luis Alberto de Cuenca: “Virtanen se atiene la mayoría de las veces a la más pura ortodoxia del haiku japonés, que ha de versar sobre un tema relacionado de uno u otro modo con la naturaleza, el paso de las estaciones y la observación del mundo circundante, sin permitirse en ningún momento (o casi en ningún momento, si queremos ser exactos), la efusión sentimental.”
   En efecto, en los cien haikus de Ricardo Virtanen, escalonados en tres apartados, es básico el registro sensorial; ese papel de quien integra los elementos del entorno, desde la continua vigilia de la percepción, en el preciso molde de las diecisiete sílabas.
   La sección inicial, “Inquietudes”, por su denominación, parece ubicar sus textos en un registro interior; pero de inmediato constatamos que los ciclos naturales asoman a cada instante: la lluvia, el rumor renacido de los pétalos en flor, la finitud de la belleza: “el crisantemo / se dobla en la maceta / como una ráfaga”, la fuerza sensitiva del entorno que desasosiega y abraza al mismo tiempo en el naufragio de los días, mientras una brisa conmociona, casi inadvertida, la quietud, como esa mano anónima que pasa las páginas del libro de la vida y su continuo despojamiento: “Llega septiembre. / Al borde del camino, / sólo unos cardos”. Casi todos los textos de este primer tramo dejan una sensación crepuscular, como si la vida atardeciera con prisa tras un horizonte deshabitado y quedara solo el silencio, la frágil silueta de una rama sin hojas: “Ya no se ven / huellas en el camino. / Nieve en la nieve”.
   La parte central se titula “Rumores” y se abre con citas de los clásicos  Shiki e Issa. Amanece en ellas una mínima fauna dispuesta a brindar compañía en el azaroso desplazamiento cotidiano. Luciérnagas, mariposas, grajos, pájaros, trazan en el aire leves itinerarios que siguen la dirección del viento. En este apartado emerge el haiku que da título al libro: “Bajo la luna, / el aullido de un perro. / Hilo de lluvia”. Los instantes de vida cobran protagonistas frágiles y cercanos y dejan al yo en la zona de sombras del poema; el yo no está sino para constatar los destellos de vida de la naturaleza que se mueven entre las sombras de los árboles. 
   El sustantivo “Presencias” agrupa los haikus que conforman el apartado final, esta vez bajo el eco sonoro de Santóka. Si el haiku es lo que sucede aquí y ahora, esa coma viva del tiempo, el registro tonal mantiene en calma el paso en los poemas; el pasado se marcha, pero su olor perdura, como si todo quisiera constatar su presencia cerca del testigo: “Coge la rosa / antes de que sus pétalos / estén en tierra”.
   Ya se ha escrito que en el taller creador de Ricardo Virtanen conviven varios géneros. Pero en esta vocación creadora el haiku es vértice preferente. Sin duda, en  su hechura formal y sensitiva, el madrileño es un maestro; uno de los mejores que pone en el mínimo esquema japonés una luna redonda, la sacudida de la plena luz.
 
JOSÉ LUIS MORANTE