jueves, 29 de febrero de 2024

EMILIO LÓPEZ MEDINA. LUEGO SERÁS MEJOR QUE JOVEN

Luego serás mejor que joven
99 pensamientos sobre la vejez
Emilio López Medina
Apeadero de Aforistas
Sevilla, 2024

 

LLEGAR A SER LO QUE ERES


   El lento desplazarse de los días adquiere con el paso de los años un ritmo insólito, como si la conciencia del yo percibiera en la esquina la cercanía de la meta. Esta sensación no debe, en ningún caso, poner sombras en nuestra percepción de las cosas. La conciencia vigilante debe habitar lo diario vestida con una perenne disposición al asombro. Emilio López Medina está, como yo mismo, en ese caminar indeciso que se acerca a la mano del invierno y reúne en la entrega Luego serás mejor que joven el balance reflexivo de noventa y nueve pensamientos sobre la vejez, etapa crepuscular que nos lleva hacia la última costa.
    Siempre atento a los ejes meditativos de la vida, el filósofo y aforista se busca a sí mismo en el espacio quebradizo del discurrir. A la luz del pensamiento, explora efectos y trata de comprender o asumir las consecuencias con el mirador abierto de la razón. La sensibilidad de los textos elige el enunciado filosófico de cuño existencial, más que el aforismo normativo que busca el destello efectista en su formulación lacónica. Como si fuese el reflejo invertido de la juventud, la vejez sustituye la lozanía fisiológica por la introspección mental. EL escritor contrapone ambas etapas del existir, no desde la estridencia de la confrontación sino desde la armonía de lo complementario. Juventud y vejez dialogan y argumentan; incardinan un diálogo que hace de cada etapa un puente a transitar, un recorrido al paso de claridad y conocimiento que nunca pierde su textura emotiva. El árbol se busca en la raíz y el entusiasmo juvenil emprende un largo viaje con destino desconocido. La inquietud del periplo va cambiando de manera sutil la forma de mirar el entorno: la prisa se sosiega y el afán de acaparar se mitiga y tiende al despojamiento. Como asevera el filósofo: “Llega un momento en que la comprensión-que sube- y el interés- que baja- se encuentran. Es el momento de inflexión a partir del cual comienza a comprenderse todo y a no interesar nada”.
   Asumir la nueva realidad libera de dos infecciones frecuentes en esta edad: la decepción y el nihilismo: la primera nace de la negación del ideal, de la tendencia a sobredimensionar las esperanzas y posibilidades de lo real; el nihilismo es una proyección del ánimo pesimista. Condensa sombras. De los garabatos de ambas actitudes emanan daguerrotipos de tinta negra que alimentan el ensimismamiento y la huida interior. Para la supervivencia del ánimo, hay que desterrar cualquier compasión y fortalecer los músculos de la conciencia. El nuevo amanecer vital sugiere que para existir hay que seleccionar aspiraciones, ahondar en lo que permanece, profundizar en experiencia y sabiduría y en el conocimiento de la naturaleza humana. Los años reclaman sus hipotecas y carencias; susurran al oído que “La vida en ellos ya no está montada sobre el entusiasmo (…) sino sobre la supervivencia”.
  Con una dicción confidencial y cercana, los textos de Luego serás mejor que joven de Emilio López Medina conforman una recapitulación sobre la individualidad, cuajada de paradojas e inflexiones. No es posible el regreso, pero sí la alianza feliz con el pasado que ofrece la memoria. Tras el difuso territorio de la evocación todavía somos otros. Y son otros también hechos y sentimientos, libres de la arqueología cansada de la inmediatez. En el entrelazado entre pretérito, ahora y porvenir es un afán complejo llegar a ser lo que somos. Con la fidelidad de la coherencia, acumular años es una reivindicación del camino como aprendizaje. También del empeño de preservar ese niño interior al que le blanquea el cabello. Son hermosas ocupaciones para nuestros recursos filosóficos. Emilio López Medina conoce bien esa luz misteriosa que alumbra el intimismo de las ideas y su voluntad de búsqueda. Tal vez por ello, sus esquejes mentales tienden poco a la queja. Prefieren poner distancias y calmar la persecución incesante de fines inaccesibles. Quedan los recuerdos. Regresan y convulsionan la sensibilidad, alojan sus indicios en el cauce ensimismado del presente con la caricia del sol a mediodía. Perduran con la voz introspectiva de la memoria en pie. Mientras, con franqueza sutil y pensativa, el tiempo nos descubre que la música de fondo es olvido y silencio, y que es deseable no desafinar en la partitura del presente, ese canto del gallo que se empeña en prolongar a solas el último concierto.
 

 JOSÉ LUIS MORANTE




miércoles, 28 de febrero de 2024

ENTUSIASMOS

Escaparate de novedades
Imagen
de
Digital Trends Español


 ENTUSIASMOS

Habla de su libro con el entusiasmo de quien tiene un móvil de última generación.

Por un resquicio desapercibido de la mesa de trabajo asoma la tibia de un aforismo.

Era un insurrecto irredimible: pensaba.

Odia cordialmente las sombras ajenas; sospecha que quitan sitio a la sombra propia.

Supone que la fuerza de sus argumentos anula la ley de la gravedad.

Mucha gente dentro; también la decepción.

(Entusiasmos)



martes, 27 de febrero de 2024

ALBERTO GARCÍA-TERESA y DAVID TRASHUMANTE (Eds). ÚLTIMA POESÍA CRÍTICA

Última poesía crítica
Jóvenes poetas en tiempo de colapso
Alberto García-Teresa y David Trashumante
(Prólogo, selección y epílogo)
Lastura Editorial
Madrid, 2023

 

PALABRAS EN PIE

  
   Anoté en una lectura un verso de Tomás Sánchez Santiago que siempre me ha parecido una definición ejemplar sobre el compromiso ético de la poesía: “Cuando escribes te manchas de ti mismo”. En la soledad del quehacer diario lo pronuncio en voz alta para que el taller de autor sepa qué coordenadas marcan el propio laboreo. Las palabras no son inocentes. No alojan pasivos receptores. Están ahí para descubrir la intención de quienes las pronuncian, para que preserven desde el lugar del sujeto en el yo colectivo una mirada ética. Para que supuren vivas y muestren las cicatrices  del lenguaje.
   Alberto García-Teresa (Madrid, 1980), poeta, narrador, crítico literario y antólogo, y David Trashumante (Logroño, 1978) poeta, performer y agitador cultural, presentan la antología Última poesía crítica, subtitulada  Jóvenes poetas en tiempos de colapso. Completan un pentagrama de treinta y cuatro veces jóvenes, nacidas a partir de 1992. La clave común entre los seleccionados es que sus poemas nunca son ajenos al ruido de fuera. Las composiciones hacen recuento de las grietas más profundas que definen el ahora y, desde su oscuridad, sostienen la arquitectura de resistencia de las palabras.
  En el texto de presentación, los editores recuerdan que la idea de esta compilación nació en el encuentro Voces del Extremo 2023, impulsada por Raúl Castañeda, quien advirtió sobre la creciente marea de poesía crítica. Quedaba delimitar el intervalo temporal. Y fue el año 1992, de gran relevancia social por el Quinto Centenario de la conquista de América, los juegos olímpicos de Barcelona y la Exposición Universal de Sevilla, junto al declive de las mayorías socialistas, la fecha biográfica de inicio. Comenzaba, poco a poco, un nuevo ciclo social y económico que constataba el triunfo del neoliberalismo. Era ineludible la implantación de una globalización económica que convertía el mercado en máximo exponente de la realidad social. Otros hechos históricos fueron goteos constantes sobre la conciencia: el cambio climático, la sedimentación de las ideologías extremistas y los desajustes entre progreso y subdesarrollo. La entrada en el nuevo milenio ha generado otras consideraciones que no pasan inadvertidas para los sentidos del poema: la ecología, la lucha por la igualdad, las nuevas tecnologías y los incontables conflictos que han impulsado éxodos y grandes movimientos migratorios. Así nacen, en las nervaduras del poema, un colapso de asuntos en pie que requiere tratamientos singulares. 
   En las tareas de agitación de la poesía crítica abundan las travesías de amanecida, los pasos que estrenan libros en la última década. Ahí se asienta el despertar de los nacidos en 1992: Celia Bsoul, Alba G., Miki Garofalo, Yeison F. García López y Ángela Martínez Fernández. El año de nacimiento sirve como faro de orientación del libro, sin otros aditamentos generacionales que vivir en el mismo entorno con similares características contextuales. Emerge un sustrato poético comunicativo y prosaico, con tendencia a lo explícito y con hilos temáticos similares. El poema se despoja de recursos literarios para avanzar hacia un coloquialismo que fragmenta el rechazo hacia un ahora desapacible que ubica en la periferia del sistema a los más débiles, a los diferentes, a los que llegan buscando futuro desde ninguna parte.
   Los nacidos en 1993 comienzan con Joan Deusa que aporta composiciones en valenciano en las que se asienta un suelo de ceniza y melancolía, una óptica más reflexiva.  Están representados en las voces de Mayte Gómez Molina, Julio León y Alejandro Pérez-Paredes. Las perspectivas caminan sobre el feminismo, la precariedad laboral, la equidistancia de la sociedad frente a los conflictos enquistados en el tiempo o la prolongación de estereotipos en el cauce social.
   Sobre el foco encendido de 1994 están Víctor Benavides Escriba, Jesús Godofredo aka Siku, Brenda Mondelo, Francisco Javier Navarro Prieto, Ismael Ramos, David Silvestre y Daniel Martínez Bauzá. Este grupo de poetas incorpora el gallego como lenguaje poética y el poema en prosa con Ismael Ramos, uno de los nombres claves de la selección, ganador en 2022 del Premio Nacional de Poesía Joven Miguel Hérnández con su poemario Ligero.  Los textos escogidos reiteran la sensación de intemperie social y hacen de la soledad, la ecología o el extrañamiento espacios incisivos del poema para anotar el grito y el compromiso. La apuesta por nombres inéditos incorpora a David Silvestre.
  También se integran añadas líricas de 1995, con Carlos Catena, como referente central; 1997, que aloja a Rocío Acebal, otra voz fuerte y bien conocida, y Raúl Castañeda, galvanizador de la antología. El inventario sigue hasta Ander Villacián, representante más joven de 2003.
  Tras la copiosa lluvia de poemas, el epílogo de los editores, inspirado en una cita de Enrique Falcón, poeta, miembro fundador del colectivo Alicia Bajo Cero y uno de los mejores teóricos de la poesía de la conciencia, subraya algunos aspectos conclusivos sobre el estado actual de la poesía, ya analizado con sabia pericia por Martín Rodríguez-Gaona en su ensayo Contra los influencers. Corporativización tecnológica y modernización fallida (o sobre el futuro de la ciudad letrada).
   La coyuntura digital ha multiplicado los modelos conductivos y la expansión insólita del mensaje. Ha facilitado la configuración de una praxis literaria basada en una supuesta democratización cultural. Sin embargo, para el salto generacional la realidad es mucho más sombría. El yo se ha convertido en medida de todas las cosas, con mínima fuerza de lo colectivo y sin sentido autocrítico. La homogenización es un hecho incontestable que hace de la poesía con conciencia crítica una necesidad básica porque la decepción y el descontento afloran en la coyuntura binaria con la pujanza de siempre. De este modo, la capacidad de indignación es un sentimiento que requiere una enunciación directa y singular en cada identidad literaria. Cada vez más, en el colapso, para que la palabra no se convierta en polvo la acción revolucionaria del poema, la ventana del grito a la intemperie buscando una respuesta.      

JOSÉ LUIS MORANTE




lunes, 26 de febrero de 2024

UN TROMPO QUE GIRA

Recorridos
Archivo digital
Flickr

 

UN TROMPO QUE GIRA

 
La escritura de Anne Carson trasciende sus propios bordes. Muchos significados quedan fuera de alcance. Están llenos de puntos ciegos, pero mis interpretaciones fallidas no me dejan la sensación de fracaso. Es un material sin género, duro, obsesivo, singular, que rechaza el ojo frío de la disección. Hay que leer sin más, contemplar un trompo que gira.
 
La esperanza de entender también afecta al pie quebrado de lo diario, cuyos componentes nunca resuelven la contradicción, esa simultaneidad de amargo y dulce, de sensaciones de frío y de la color que pueblan el mapa de las emociones.
 
Sobre la mesa Microlitos, y esta definción complementaria: “Microlitos. Mínimos guijarros arrastrados por el cauce existencial que erosiona y disgrega”. Así define el poeta rumano Paul Celan (Chernivstsi, 1920-París, 1970) sus aforismos y breves en prosa, una miscelánea que hace de la fragmentación y lo disperso una reflexión verbal. Es conocido el copioso diálogo que el quehacer intelectual de Paul Celan mantuvo con la filosofía, el psicoanálisis, la tradición religiosa judeocristiana y su acercamiento a distintos ámbitos lingüísticos centroeuropeos. Así forjó una obra singular en la que tiene un largo recorrido la angustia existencial, el incansable absurdo del devenir diario, la preocupación metalingüística y las paradojas de la comunicación entre el ser y la nada.
   Buena parte de los aforismos recogidos en esta obra son pálidas virutas de taller, frases sueltas que fuera del contexto adquieren un sentido difuso. Aunque de cuando en cuando salte el destello capaz de iluminar un pensamiento.
 
Los afectos llenan la casa a diario; son esos sonidos claros que se abre a la realidad o dan voz a los sueños. Secreta música donde habitan las horas en los hilos del tiempo.
 
(Apuntes del diario)
 

 

domingo, 25 de febrero de 2024

TIERRA EN BARBECHO

Cortados de Rivas

 

TIERRA EN BARBECHO

Si miras con atención el lugar que ocupas, donde estás no hay nadie.

En el apagado discurrir del tiempo, adanes primigenios que aguardan todavía una manzana.

El  verbalismo artificioso encala la escritura, pinta fachadas de víspera de feria.

En la madeja de la gratitud se apelmazan los hilos sueltos.

Los viernes aseguran un tedio prometedor, hecho de puntos suspensivos.

En la poesía bucólica, espontánea colaboración de una coral ecológica: piedras, juncos, pájaros y nubes…

En las conversaciones con desconocidos los intermediarios más eficaces son la elusión, la sensatez y el silencio.

La poesía es un yo caligráfico, angustiado por su propia identidad.

Aversión a la lógica. Un pensamiento único y en continuas tareas de agitación.

(Aforismos en barbecho)



 
 

sábado, 24 de febrero de 2024

HACIENDO OTOÑOS

Parque del Retiro, Madrid
Fotografía
de
Adela Sánchez Santana

 

HACIENDO OTOÑOS

                         Haciendo otoños vamos. Nos florece
                          el otoño en la misma primavera

                                       (RAFAEL GUILLÉN, de Pronuncio amor, 1957)

Emerge cada noche lo perdido
en la espalda curvada de los días
y asienta la verdad de su presencia.
el recuerdo depura
la jornada feliz de quien desanda
y conecta sus pasos
al presente,
en un proceso lento, con fondo de raíz,
oculto y mío.

Otra vez lo disperso germina cavidades
y se ubica tangible en un lugar
salobre, desprendido,
con paredes de luz.
Sus contornos protegen
con un nuevo verdor que empuja y crecen
juncales de esperanza;
los indicios,
de un florecer de otoño,
donde la primavera se bifurca.

El temblor del olvido
retrocede indeciso
y tantea en el margen
un drenaje sombrío,
cuando, dócil, la calma
amarra la retina con escorzos.
Simultáneas imágenes retornan
y suman planos vivos al transcurso.

Arde conmigo todo lo perdido;
reclama su fulgor rescoldo propio
y esplende el extravío contra el cielo.
Entre los dedos quema un hilo frágil
tensando la certeza inapelable
de que todo, por fin, cabe en su sitio.

 

                        José Luis Morante

                           

viernes, 23 de febrero de 2024

JAVIER RECAS. UN VIENTO PROPICIO

Un viento propicio
Javier Recas
Fotografías de Davido Prieto
Prólogo de José Luis Morante
Edición de Apeadero de Aforistas
Sevilla, 2023



 APUNTES MÍNIMOS
 

   Pocos investigadores literarios superan a Javier Recas (Madrid, 1961), doctor en filosofía, docente universitario, filósofo, ensayista y pintor, en el conocimiento de los principios esenciales del aforismo. Trabajos como Relámpagos de lucidez. El arte del aforismo (2014), Una aguda y grácil miniatura (2020) y El arte de la levedad. Filosofía del aforismo (2021), junto a sus ediciones de autores clásicos, analizan con profundo rigor la singular arquitectura de un género que durante demasiado tiempo ha tenido en los escaparates de novedades una presencia distante y secundaria.
   Tras esta persistente reivindicación como analista del decir mínimo, Javier Recas compila en Un viento propicio su cosecha lacónica personal. La hermosa edición de Apeadero de Aforistas añade un prólogo de José Luis Morante y un conjunto de fotografías en blanco y negro de Davido Prieto que reportan a cada uno de los bloques un cálido trasfondo visual.
  El material conciso se organiza en ocho cuadros escénicos con títulos de expresividad manifiesta. De este modo, cada intervalo constata las modulaciones reflexivas de un anclaje semántico. En el tramo de salida “Los dientes del tiempo” hay una percepción espontánea y honda del discurrir. El aforista escribe: “Con ojos de asombro y paso incierto, caminamos por un bosque de señales, incógnitos designios del tránsito mundano, sereno a veces, turbulento las más”. Somos ensimismados caminantes que esperan el viento favorable de lo cotidiano, el necesario polen que pone aire y cobijo al pensamiento. Los breves refrescan con las cristalinas acuarelas de emociones y sentimientos, siempre dibujadas, como refrenda el autor, “a mano alzada”.
  En cada conjunto de apuntes mínimos toma cuerpo una grieta conceptual, un asunto que va desplazando recorridos que nunca agotan su energía interior, ese hilo argumental que mantiene el latido de la reflexión. En Un viento propicio la experiencia verbal gira en torno al transitar del tiempo, la amistad como juego de complicidades, la ineludible presencia de lo contingente, el viaje interior del sujeto frente a sí mismo, los estados de ánimo que genera el manso cauce de lo laborable y esos huidizos reflejos que deja en la conciencia el manto oscuro de lo conceptual. Desde esos temas básicos va creciendo un latir conciso para hacer de cada aforismo un relámpago de lucidez, una aguda y grácil miniatura. Javier Recas transforma el merodeo mental en destello súbito. Así, en la amanecida “Los dientes del tiempo” encontramos este fecundo semillero verbal: “No sé si el futuro nos aguarda o nos persigue”, “Incrustado en este momento, soy eterno”, “Los recuerdos son los posos del fluir del tiempo”, “Vivimos en la infatigable clausura de un presente continuo” o “Cada vez contrasta más la velocidad de los días con la serenidad de la edad”.
  Los enunciados de cada sección iluminan los indicios aurorales que brotan del minimalismo lacónico; de igual modo, las fotografías de Davido Prieto complementan, con sus instantes capturados, el silencio de la desolación. Sus arquitecturas, desde la enramada de grises, absorben la mirada para constatar los pasos del trayecto y su crecido patrimonio de erosiones y carencias: la fachada de vanos clausurados, los transeúntes que caminan de espaldas hacia una senda ensombrecida, las anónimas presencias que se mueven en las grandes superficies o las puertas abiertas ante oscuros pasillos son pequeños esquejes visuales, cuadros que hablan con la pujanza de otros apuntes por escribir.
   El título Un viento propicio deja a resguardo las fisuras de la memoria. La mirada sensible afirma su voluntad de búsqueda. El pensamiento en vela emite señales, hace recuento del mensaje tenaz de los sentidos. Sobre el estatismo del lugar se mantiene un tacto de aurora para preservar en las profundidades del lenguaje la voluntad de permanencia,  la huida de los confines de la nada. Quien camina  o se asoma al umbral de la ventana, no está solo, sabe que la amistad es un gratísimo juego de complicidades, un impulso favorable que pone al tránsito mundano sol y aire limpio y alza puentes de luz hacia "el corazón de las cosas". Sabe también mirar hacia dentro e iluminar la hondura de un espejo cuyas sombras nos interpelan siempre.

JOSÉ LUIS MORANTE




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ORANTE  

jueves, 22 de febrero de 2024

PABELLÓN DE INTERNOS

Alambrada
www.arcdaily



PABELLÓN DE INTERNOS

  

   Regreso al Pabellón de internos. Una fila de adelfas sobresale de su alambrada hostil. Dentro no cambia nada. Los internos deambulan dubitativos, mirando mi presencia con desconfianza. Después se aproximan; me piden euros y tabaco y premian la generosidad con confidencias. Alguien, susurran, empujó al celador en la escalera central; hubo suerte, aunque sobrevivió se fracturó la cadera y estará lejos varios meses. En la tapia de entrada, siguen juntas las dos sillas de plástico que miran la avenida.


(De Cuentos diminutos)


miércoles, 21 de febrero de 2024

CUADROS TERAPÉUTICOS

"Chop Suey", 1929
Edward Hopper


 CUADROS TERAPÉUTICOS

Con mi gratitud, a Luis Alonso

Le pareció de pronto que toda su existencia era un mundo extraño y solitario, un modelo continuo de los cuadros de Edward Hopper.

La generosidad es solo una estrategia narrativa si es incapaz de invitar a una cerveza a los amigos.

Cada libro ha de tener un lugar propio para las erratas.

Más que un problema físico, las cataratas oculares son desamor con la luz; envuelven el ojo en niebla.

Hay escritores que miran mal a las estatuas del parque, como si se hubieran apropiado de su pedestal. 

El yo invisible y sus compañeros de oficio tienen una excusa perfecta para justificar su nadería: crecieron en la sombra, esa identidad que solo se alimenta de sí misma.

(Aforismos en el museo)


martes, 20 de febrero de 2024

NAJWAN DARWISH. EXHAUSTO EN LA CRUZ

Exhausto en la cruz
Najwan Darwish
Edición bilingüe árabe-español
Traducción de Frances Simán
Prólogo de Raúl Zurita
Editorial Vaso Roto
Madrid, 2022

 

LOS OJOS DESVENDADOS

 

   Najwan Darwish (Jerusalen, Palestina,1978), poeta, crítico y periodista cultural del diario Al-arabí al-Jadeed, comienza  cauce en la amanecida del siglo XXI, cuando  renace el silencio fugitivo de los poemas más tempranos. Pronto fortifica estética y tiene amplio despliegue en todo el mundo árabe, donde su voz, como persistente reivindicación de la causa palestina y denuncia de la opresión, adquiere amplio refrendo, siendo volcada muy pronto al inglés. También se vierte a otros ámbitos como el ​español, donde se pueden leer las entregas Nada más que perder (2016), traducida por Juan José Vélez Otero, No eres poeta en Granada (2018) con viaje al castellano de Ibrahim El Yaichi y el libro que ahora nos ocupa, Exhausto en la cruz, con versión de la poeta y traductora Frances Simán.
  El prólogo de Raúl Zurita “Nuestro derrotado estandarte” constata una escena primordial del testimonio lírico de Najwan Darwish. El contacto directo con la tierra y su carácter matérico. En ella toma cuerpo lo ancestral, la sensación de pertenencia, los restos de un estar milenario continuamente desplazado. Esa energía interior que mantiene el latido del verso, no cesa, tras tantos años de agonía. Se transforma en pulsión e imperativo moral para denunciar con ojos desvendados la violencia en Sabra, Shatila y Gaza, para que no se pierdan en el olvido los lugares donde la muerte es una semilla que se esparce por un páramo llena de ceniza. Los enunciados que explican el mundo en conflicto nunca deben borrar los indicios aurorales, los espacios germinativos que brotan desde el silencio de la desolación para dejar debajo de la lengua la certeza de que vendrán nuevos días.
   El título Exhausto en la cruz postula un magma semántico del sufrimiento. Como escribe Raúl Zurita “en una cruz hecha de escombros y de muerte, de amor y de vergüenza”. La conciencia en vela emite señales. Sobre el estatismo del lugar se mantiene una brisa ancestral, una vieja sabiduría que contradice a los historiadores y la historia. Las ruinas del entorno son también un tacto de aurora, una geografía devastada pero fértil, para dar que adquieran vuelo emociones y pensamientos y para preservar en las profundidades ocultas del lenguaje la voluntad de curarse.
  El conjunto de poemas de Exhausto en la cruz no tiene un núcleo básico argumental. Se desplaza por distintos asuntos, desde el intimismo a la recuperación de personajes históricos y al perenne sufrimiento de la Palestina ocupada. Las composiciones acercan las cicatrices que convulsionan el interior del hablante lírico. La escritura clarifica; es un modo de sentir que la poesía libera del tiempo e iluminar su discurrir con matices terapéuticos. No se trata solo de resistir en el ahora, de ser parte de un pueblo sin esperanza, sino de recordar la presencia continua del pasado, sus hechos y tradiciones, la búsqueda de verdad y belleza, anclada en las obras de músicos y poetas.
   En la segunda sección “Un camello cargando la Kaaba sobre su espalda” predomina el poema breve que interpreta hechos objetivos con la mirada del testigo implicado. La poetización de lo cotidiano se acerca a la complejidad de convivir con la realidad austera y esencial, nunca exenta de la sensación de derrota: “Dame este foso en la tierra / de donde surge el canto de un pueblo sin esperanza. / Entra a la habitación de al lado / y pásame mi muerte”. La estela mínima de lo cotidiano poco a poco se amplía; muestra un despliegue argumental en el que se integran los destellos vivenciales y el recuerdo solidario de la convivencia. En la sinceridad de la palabra la esperanza parece un reflejo ilusorio. El poema “Exhausto en la cruz” que da título al libro deja la conciencia y los signos de un cansancio interior que busca un destinatario que reciba sus incertidumbres.   
   El conjunto “Un trabajador, en espera” tiene su punto de partida en la situación de los jornaleros que persiguen el pan de cada día, en el corto aliento de la voluntad entre sangre y sudor. La tierra guarda una larga historia de esclavitud, pueblos como aves migratorias, sometidos a la crueldad de los negreros, vidas que buscaron resguardo en las grietas del tiempo o que escribieron cartas de libertad que nunca llegaron.
   La idea del exilio como forma de lucha frente a los tiranos se desarrolla en las breves composiciones de “Mientras el Señor colocaba los primeros toques en tierra firme”. La soledad se hace entonces estado del sujeto. La debilidad renace y se convierte en único país. El poeta escribe: “El desierto en mi casa es infinito”. Desde el comienzo, la existencia tiende a la desnudez; quien da voz a la incertidumbre se siente un caminante al que solo acompañan la pérdida y la condición temporal, líneas de una biografía escrita en el agua.
   El apartado “Un soldado ignoraba que la guerra había terminado” reflexiona sobre la conciencia del tiempo. Existir es habitar un largo sueño en el que todo se va recubriendo con capas de olvido. Pero son reales la tierra, la muerte y las palabras que dan forma al poema. Asumir el destino es seguir caminando, incluso ignorando el final de la ruta.
   Concluye Exhausto en la cruz con el conjunto “Cada palabra que me mira dice: “tú me desterraste”. La escritura necesita una razón de ser, un motivo para ser desterrada hacia el silencio. Se pone en pie para abrir los ojos a lo que pasa fuera, para saber por qué se desilusionó la primavera, para formular esas preguntas circulares que giran sobre sí mismas y mantienen cautivos los enigmas. Najwan Darwish sabe que las palabras abren la tierra para buscar frutos, para hablar del dolor y la plegaria. Para oír el rumor de un verso colectivo con las manos vacías donde yacen el dolor de los huérfanos y los atardeceres de quienes caminan por un desierto oscuro.
 
JOSÉ LUIS MORANTE



 

lunes, 19 de febrero de 2024

LOS OJOS DESVELADOS

Amanecida

LOS OJOS DESVELADOS


Hay opiniones que manchan

Aquel árbol tenía los ojos desvelados.

Era tóxico, por mero entretenimiento.

Punto y aparte; el momento justo para que su indigencia mental sea una invitación al silencio.

Antes de dormir elijo con cuidado una película de inmersión inmediata, para que las palabras puedan recogerse a tiempo.

Los nuevos proyectos hablan en susurros, como maduran la semilla y el fruto.

(Aforismos desvelados) 
 

domingo, 18 de febrero de 2024

JAVIER GALLEGO DUEÑAS: UNA CONVERSACIÓN CON JOSÉ LUIS MORANTE

José Luis Morante
Rivas Vaciamadrid, febrero de 2024
Fotografía
de
Javier Cabañero Valencia

 

UNA CONVERSACIÓN CON JOSÉ LUIS MORANTE

 

Javier Gallego Dueñas

Febrero de 2024 

   José Luis Morante es poeta, crítico y ensayista. Su obra lírica integra una decena de libros, desde Rotonda con estatuas (1990) hasta Nadar en seco (2022), con reconocimientos como el Premio Luis Cernuda, el Internacional de Poesía San Juan de la Cruz, o el Premio Hermanos Argensola. Una amplia selección poética se recoge en las antologías Mapa de ruta (2011), Pulsaciones (2017) y Ahora que es tarde (2020).

Javier Gallego.- Conseguir una voz poética singular es una labor constante y, decididamente, la has definiste pronto y se detecta desde tus primeros poemas publicados en “Rotonda con estatuas”. ¿Cómo definirías tu estilo poético y qué elementos consideras distintivos en tu obra?

José Luis Morante.- El escritor por naturaleza está obligado a ser solista siempre para superar los ecos y el gregarismo; pero esa voz no es fija y se va moldeando en el tiempo. Las contingencias personales mudan y la experiencia de la edad promueve otras formas de acercarse al poema. Creo que mi forma de escribir está cerca del realismo figurativo; me gusta que los poemas sean comunicativos, confidenciales y alejados de cualquier maraña hermética y que ajusten su discurrir a un final resolutivo, fuerte, con la precisión del aforismo.

JG.- El tiempo, sin duda, es uno de ellos, ¿es distinto ahora que gozas de un momento vital alejado de tus obligaciones docentes? El tono elegíaco es una constante en tu poesía, como también lo es el carpe diem, el aprovechar el momento. ¿Cómo se conjuga la balanza?

JLM.- Estamos atados al tiempo; él refrenda de continuo nuestra condición perecedera y el estar existencial transitorio. Asumir los rasgos que nos definen desde el pensamiento y la razón, desde el fluir de la conciencia y los sentimientos, es la tarea que enmarca las relaciones entre sujeto y entorno. Y en estas relaciones la elegía, el cántico celebratorio o la visión crepuscular son estados del ánimo que condicionan la temperatura del poema.

JG.- El poeta hace tiempo que dejó de estar en su torre de marfil y tu labor ha sido siempre de conectar con la sociedad, bien desde la crítica, organizando aulas de poesía, encuentros con autores, acercándolos a un público más amplio con las ediciones comentadas, pero ¿cómo abordas la relación entre la poesía y la sociedad en tus escritos? En tu opinión, ¿cuál es el papel de la poesía en el mundo actual y cómo crees que puede impactar en la sociedad?

JLM.-No soy Robinson en una isla desierta; nadie puede abstraerse de su condición de ciudadano. El nosotros conforma un relato próximo y plural que extiende obligaciones y compromisos. La sociedad contemporánea está llena de grietas. Su reparación es tarea de todos. Nunca he creído en la poesía como mero juego verbal, sin vínculos con la realidad. Las máculas más evidentes obligan a asomarse a las ventanas de una poesía crítica, que ponga las manos en la solidaridad y la esperanza. Desde esa creencia de buscar puntos de luz nace la voluntad del poema, su empeño en hacer más habitables las palabras.

JG.- Estamos en un momento en el que han irrumpido nuevas maneras de difundir las creaciones, internet, las redes sociales. Hay sin duda nuevos canales de distribución de la poesía, pequeñas editoriales independientes, encuentros, slam poetry… ¿en qué afectan?

JLM.- Son sobre todo formas de difusión del material poético; las redes facilitan mucho el espacio común y son también enciclopedias incansables de ámbitos expresivos. Con ellas se rompen las jerarquías elitistas y se establece un magma más igualitario. Pero faltan filtros de calidad, no se respetan los derechos de autor y las epigonías son incontinentes. También se daña de forma estrepitosa al mercado, a las librerías en papel a los autores. En la senda de la poesía las pequeñas editoriales son actores de reparto; sin ellas las publicaciones de riesgo apenas existirían porque las grandes firmas son muy estrictas en la figura profesional del autor.

JG.- Hay muchos autores que se quejan de una discriminación que afecta a quienes no cultivan las redes sociales o no tienen muchos seguidores, ¿podríamos hablar de una tiranía de las redes en obedecer a criterios meramente mercantiles?

JLM.-Sin duda, las tiradas habituales de libros de poesía están entre trescientos y quinientos ejemplares; y las redes permiten una promoción más continua y efectiva, como sucede también con las revistas y suplementos digitales. La presencia binaria es casi obligatoria. Pero la lectura es un asunto privado y singular; entre el papel y la pantalla hay diferencias notables. Lo virtual no pasa de ser un espejismo, no sé si mercantil o no, porque la queja de la falta de lectores es continua en los dos ámbitos.

JG.-¿Cómo ves el mundo editorial? Hay quienes, y no son pocos, opinan que hay demasiada oferta editorial y que se hace imprescindible un cribado. En tu blog y en diferentes publicaciones aparecen reseñas en las que no solo valoras el trabajo de autores consagrados, también das visibilidad a nuevas voces. Hay otros muchos críticos que van cribando esa ingente marea de libros de poesía. ¿Son tan decisivas las listas de lo mejor del año?

JLM.- La producción de libros está en alza; se publica más que nunca y son muy asequibles las posibilidades de autoedición. Esto hace que la oferta sea inabarcable y que solo se conozca una mínima porción editorial. Así que es esencial el criterio, el gusto propio, el conocimiento de la labor crítica. En el blog conviven el apoyo a las nuevas voces, uno de los signos definitorios de mi quehacer crítico en el tiempo, y la mirada a los hitos del ahora poético. No se pueden desconocer los pasos que marcan los caminos creativos más fértiles. El balance final de cada año literario tiene una insólita repercusión, una algarabía de final de liga, pero no pasa de ser una conjunción pactada de intereses y enfoques subjetivos. En poesía no hay dogmas y los títulos podrían ser otros con la misma fuerza.

JG.- Me da la impresión de que en gran medida son el mínimo común gusto de los críticos de cada publicación y eso favorece que ciertas editoriales acaben copando los puestos relevantes de las listas. No todos, por ejemplo, han tenido acceso a cierta producción de editoriales pequeñas, por lo que, al final no se convierten en gustos compartidos. ¿Debemos sospechar, sin embargo, de cierto dominio del mercado que influye en la calificación de “calidad” para entrar en las listas? Porque vamos a desechar el amiguismo, pensemos que esas listas son honestas.

JLM.- Las editoriales grandes copan premios, canales de distribución y presencia en librerías, así que resulta inevitable que haya muchos títulos que son comentados, se venden o se presentan en los mejores escenarios. Los buenos críticos deben buscar el equilibrio y la presencia de espacios editoriales más frágiles; a mí me gusta muchísimo el tanteo de proyectos editoriales a trasmano. Disfruto mucho buscando perlas en las valvas abiertas de la página escrita. Y los compromisos amicales están ahí y son muy complejos e ineludibles. Además si se unen amistad y calidad literaria el gozo es doble.

JG.- Se generó no hace mucho una polémica tras un reportaje de una nueva generación del 27 integrada por mujeres. Daba la impresión, por los comentarios de que es posible que fueran todas las que aparecían, y la queja estaba más en las ausencias

 JLM.- La frase de José Ortega y Gasset que definía la identidad del sujeto se olvida con estrepitosa frecuencia: el yo y su circunstancia. El voto femenino en España no se consiguió hasta la II República, y en las Cortes había cuatro diputadas y ni siquiera ellas estaban de acuerdo sobre el voto. El siglo XX ha sido el de la normalización de la igualdad de derechos y todavía persiste la reivindicación y la lucha por la igualdad. El silenciamiento afectó a todas las parcelas de la vida: el arte, la música, el pensamiento, la literatura. Reivindicar y reescribir la historia de la mujer es tarea de todos.

JG.- En todo caso, ¿crees que existe una poesía femenina? ¿En qué sentido, en el de tratar temas, tener una visión diferente, un estilo literario distinto? ¿O se trata más bien de que no se dan a conocer de la misma manera, el famoso silenciamiento?

JLM.- No estoy capacitado para solventar de un plumazo una cuestión en la que han terciado inteligencias muy brillantes sin apagar las interrogaciones. Desde esa carencia auroral, creo que la poesía no tiene género, que cualquier voz puede tratar un tema u otro y mostrar una sensibilidad u otra. Estrategias como el monólogo dramático hacen posible que nazca un yo femenino pleno de verdad literaria. Pensar es un esfuerzo de una identidad concreta; escribir poesía, también. Por fortuna, la eclosión de poetas contemporáneas es maravillosa y sus reconocimientos literarios también.

JG.- Como poeta de dilatada trayectoria, ¿cuál dirías es la inspiración principal detrás de tus poemas y cómo ha evolucionado a lo largo de tu carrera? ¿Consideras que difiere mucho de tus contemporáneos?

JLM.-Los manantiales poéticos son dos: existencia y lectura; conviven juntos desde que comenzara a escribir hace más de tres décadas. No se puede obviar el yo que somos, sentimos y pone fisiología en las palabras. Y la biblioteca es el espacio mágico que atesora las voces del tiempo: los poetas de ayer, de hoy y de mañana, esa gente que viene a cenar, que habla al oído o golpea el corazón con la fuerza cómplice de sentir en común. Sospecho que ambos manantiales están en todas las biografías poéticas y que sólo difieren las proporciones.

JG.- ¿Cómo conecta un poeta con las nuevas hornadas, por la labor de crítico y antólogo? ¿Es imprescindible hablar de generaciones? ¿Tiene sentido hoy hablar de generaciones? Los nuevos poetas ¿están conscientes de la tradición o tienen una postura adánica?

JLM.- Los años en el aula marcaron mi cercanía y complicidad con las voces más jóvenes; siempre idealicé su intuición, su generosidad y su fuerza para buscar el ideal. Así que al poeta y el crítico se unió el epitelio del profesor que tuvo una relación muy amplia con los alumnos que querían escribir, que buscaban libros, consejos o terapia contra la decepción. Sigo buscando el sonido de las voces más jóvenes. La semana pasada Lidia López Miguel, de Lastura, me regaló el libro Última poesía crítica, una selección y edición de Alberto García-Teresa y David Trashumante, así que procuro estar al día. Y tengo buenos afectos con poetas de amanecida por ser jurado de algunos premios literarios, por los libros que recibo (que son muchos) y por los contactos editoriales. El tiempo deja la sensación de que en los soportales de la plaza mayor de la poesía cabemos todos. Los conceptos críticos son formas de acercamiento al mapa global de los géneros literarios. Aunque no se acepte el término generación, se usa por su carácter práctico, por la perfección de la foto de grupo. Yo soy un fervoroso partidario del término, acaso por el continuo estudio de las generaciones del 27, el 50, los novísimos o los propios trabajos de “Ultima poesía española” (1997) o Re-generación (2016). Aceptando siempre que es un concepto de límites difusos y que cada yo se siente adánico, único habitante del paraíso.

JG.- Es como el uso de las vanguardias, o mejor, la tradición en tu poesía y en las nuevas generaciones, ¿qué opinas del panorama? No quería dejar de tratar la cuestión del edadismo. No sé si para bien o para mal ser joven poeta es una categoría y autor consagrado es otra liga. ¿Cómo ves la trasferencia de influencias mutuas?

JLM.- Un árbol no puede vivir sin raíces, un poeta está seco sin tradición. Hay un cauce continuo en el poema que recorre el tiempo y crea un aliento atemporal. Quien no lo sabe sufre el trampantojo de la originalidad, y se empeña en dibujar fuera del marco. La discriminación por edad no existe en la literatura porque al prestigio de la voz auroral se contrapone el atardecer de la sabiduría del poeta maduro. Muy atinado que Dionisia García haya ganado el Premio de la Crítica de 2023 con 94 años, y los últimos poetas que han sido reconocidos con el Premio Cervantes tenían una senectud creadora maravillosa. Y siempre es un acontecimiento el poeta joven que abre la ventana de la poesía por primera vez. Así que se acabó, y ojalá para siempre, “matar al padre”. En la casa de la poesía  hay sitio para todos.


Francisco Javier Gallego Dueñas (Rota, Cádiz, 1968). Licenciado en Historia Medieval (UGR) y Sociología (UNED). Doctor en Sociología con una tesis sobre sociología del secreto. Actualmente es profesor de secundaria en su tierra natal. Editor y fundador de la revista Voladas. Ha publicado en diversas revistas académicas y literarias y está incluido en varias antologías. Mantiene un blog de opinión y crítica literaria (https://profundamensuperficial.blogspot.com). Autor del poemario Las gramáticas del tiempo (Takara Editorial, 2017) y Somos grieta (2021).
 

 

 

 

 

viernes, 16 de febrero de 2024

PABLO FIDALGO LAREO. VIVIR SIN NADA

Volver a casa
Pablo Fidalgo Lareo
Prólogo de Martín López Vega
RIL Editores
Colección Aerea Carménère
Santiago de Chile-Barcelona, 2023

 

VOLVER A CASA

  En la hermosa introducción “Pablo Fidalgo o la verdad sobre todos nosotros” del poemario Vivir sin nada el poeta, traductor y gestor cultural Martín López Vega deja una clave de lectura que define, con apunte preciso, la trayectoria lírica de Pablo Fidalgo Lareo (Vigo, 1984): “En realidad todos sus libros están conectados de alguna manera; son un ensayo de autobiografía espiritual, en la que abundan los detalles concretos, pero que buscan siempre trascender la anécdota, responder a dos preguntas: ¿Quién soy yo? Y ¿Por qué? “. Yo añadiría, si se me permite, otro rasgo personal: el fuerte enlace entre poesía y teatro, los dos géneros esenciales que cultiva el poeta. Ambas estrategias expresivas conviven desde que en 2010 vio la luz La educación física, su primera página poética, a la que seguirán La retirada, premio Injuve 2012, El tiempo de las tragedias absurdas, con Pilar Pérez Abilleira, quien aporta fotografías a los textos, Mis padres: Romeo y Julieta (2013), Esto temía, esto deseaba, Crónica de las aves de paso (2018), accésit del Premio Adonais, La dejadez, Anarquismo & DanielFaría (2019), dos performances editadas juntas por la editorial Papeles Mínimos  y El perro en la puerta de la casa, donde Pablo Fidalgo Lareo invita a recordar la conmovedora presencia de Argos, el perro de Ulises, convertido en voz enunciativa del poema.
  El sujeto verbal de Vivir sin nada va perfilando un extenso monólogo interior, cuajado de preguntas. Deja fluir una historia abierta que mana desde el pasado, incontinente y dócil. En su hilo argumental se enlazan recuerdos, secuencias al paso que buscan una pausada reconstrucción. Ayer, casi niños todavía, era el tiempo de la posibilidad y la espera. Era también el despertar de las preguntas que quedaron sin respuesta porque alrededor la oscuridad susurraba contradicciones y no certezas. Por eso, cuando el ahora sondea la memoria, todo parece distinto y emerge firme una soledad hecha desasosiego y ausencia. El largo viaje introspectivo explora y analiza con paciencia las causas de la dispersión, el borrado de tantas fotografías y vivencias comunes.
   También el segundo poema, integrado en “Memoria de otra casa” es una extenso espacio verbal cuajado de interrogaciones. La propia identidad se convulsiona, encarna la presencia de un adicto que se acostumbra a vivir sin nada. La arquitectura familiar se resquebraja y deja entre sus ruinas un fuerte sentimiento de culpa, una sentencia, una renuncia a cualquier herencia y el impulso continuo de estar en otra parte para encontrar la verdad y dar sentido a lo que sucede.
  En el tramo final del libro, el que conforma el apartado “Vivir sin nada” hay un brusco cambio formal. Los poemas narrativos desaparecen y es el poema breve y despojado el que con mínimas imágenes desgrana los estados de ánimo. Se hace más fuerte la sombra perfilada de lo terrible. El sujeto verbal expande el ovillo de su propia lógica, se ve a sí mismo como un buscador sin sitio que necesita algo más que pan y techo; necesita ser y reconocerse: “Un adicto necesita conocer su cuerpo / reconstruirlo / entrenarlo / dominarlo /    Pero eso / ¿a quién le importa? “. Como si todo fuese un alud de sombras, el pensamiento sigue labrando respuestas, quiere comprender, compartir y despertar al día, pero el extravío es complejo y su itinerario no permite el retorno. Solo la presencia del otro, la posibilidad de caminar con un nosotros en la mirada permite superar el desarraigo, abrir una ventana al aire limpio.
   El poeta incluye como cierre de Vivir sin nada  el texto “LE CITTÀ DEL MONDO”  una meditación sobre la fragilidad y la condición insular del sujeto. De cada inmersión en los laberintos interiores de la existencia van manando ausencias, preguntas y reflejos de soledad y melancolía. Son advertencias que requieren ser nombradas con el despojamiento de un vocabulario personal. Las palabras de los otros no sirven. Están ahí pero desconocen hacia dónde lleva el camino de ser. Quien camina se tiende boca abajo, desanda el tiempo y asume la extrañeza de la temporalidad.
   Uno de los magisterios del poeta, Giuseppe Ungaretti, de quien se rescriben en Vivir en nada algunos versos, hizo de la interioridad del sujeto un campo exploratorio, a través de un lenguaje sintético y desnudo. Aspiraba a mostrar la abisal oscuridad del interior y dar vuelo al trasfondo biográfico. En el mismo registro, hace sustrato del poeta la experiencia vital. Los poemas reflejan las erosionadas expectativas del yo, su caminar hacia el ocaso, mientras la luz diluye y desfigura el camino a la nada.


JOSÉ LUIS MORANTE



jueves, 15 de febrero de 2024

NUBES DE AMANECIDA

Crepuscularios y auroras
Fotografía del archivo
Istockphoto


 

NUBE
 
Conoce la indigencia
el pacto con mi sed adormecida.
Al abrir la mañana,
nada pido, por tanto;
tal vez el mapa blanco de una nube
que dibuje al descuido su textura,
la letra detenida de una niñez ingrávida.
 
Y que la nube un día
sea vuelo que no duerme el cansancio,
secreto fugitivo
en un cielo estepario,
lluvia fértil saliendo de la noche
para poner de nuevo
entre los párpados
un temblor auroral,
la claridad pujante del comienzo.

    (Del libro Nadar en seco, 2022)


 

miércoles, 14 de febrero de 2024

LA VOZ DEL CIGARRILLO

La muerte lenta
Fotografía
de
internet

 

EN EL CENICERO

cuando el amor se fatiga surge el tabaco

ENRIQUE JARDIEL PONCELA
 
  Aunque desempeñe su labor comunicativa habitual,  o sea un asunto privado, la escritura  necesita un contexto previo, un encuadre correcto que no desfigure sus bordes. Sin él la ternura se convierte en erotismo y el erotismo simula ser pornografía. Su comprensión requiere, por tanto, una mentalidad expandida para comprender que los mensajes contienen otras percepciones de la realidad; sus palabras emergieron en un espacio y tiempo concretos.
 
 Valoro mucho la confianza, esa luz que oculta la niebla, esas gotas frescas que alejan la sed.
 
  El optimista es proclive a la grandilocuencia; cree que la amistad es fuerte, como la raíz de una secuoya. Así que sufre un terrible efecto erosivo en su ánimo cuando descubre que la reptante raíz que imaginaba es solo un hilo suelto, el expandido temblor de una telaraña.
 
 
El tiempo desvela una paciente labor de sondeo para alumbrar identidades, tramas y personajes que reconstruyen con fidelidad nuestras relaciones sociales. En ellas, la soledad camina una propuesta introspectiva, elegíaca e intimista.
 
  El ahora se convierte en tiempo narrativo de una identidad incierta. Soy una estela que pregunta con insistencia, en primera persona, al despertar de su memoria por sus indicios sentimentales.
 
  Los otros, esas aproximaciones esporádicas.

(Páginas del diario)