lunes, 27 de febrero de 2023

ARQUITECTURAS POÉTICAS

Armonía
Fotografía
de
Adela Sánchez Santana


Cuatro poemas de  JOSÉ LUIS MORANTE

 
 
HETERÓNOMOS
 
Dentro de mí conviven, abocados
a una inmensa rutina sedentaria,
el yo que pienso y otro, el que parezco.
Un pacto, que firmaran con los ojos,
les conmina
a respirarse en cierta tolerancia,
y ambos han sido absueltos
de mencionar, siquiera,
cuál fue la última causa
que les diera la vida.
 
Cada uno tiene ya su enclave exacto:
el yo que pienso
habita, día y noche,
la intimidad de estas cuatro paredes.
Es semejante a un niño que olvidara crecer,
y por lo mismo
nada en el mar de una sabia ignorancia.
(“Acaso sea el invierno…
es razón suficiente para explicar el cosmos “)
Y balbucea. Ríe.
Se pierde en los espejos. Gesticula.
Colecciona recuerdos como si fueran conchas
que ha enterrado el olvido.
 
A veces llora, y viste el jersey gris
de la melancolía;
entonces toma un folio,
donde inicia el galope un sentimiento
y se hace reo de pertinaz tristeza,
hasta que traspapela la mirada
y descubre, cansado,
que afuera cae la lluvia
y mojan su perfil
unas livianas gotas de mi nube.
 
El que parezco
está en la calle de continuo.
Todos le conocéis
pues con todos comparte ese pan y esta sal
que, bajo el brazo, trae la vida;
las cotidianas dosis
de angustia existencial, trabajo y ruido.
Con él tropiezo,
una tarde cualquiera,
al doblar una esquina,
y tras justificarme torpemente
(Hallé la puerta abierta
y me aburría…”),
me despido gozoso y luego marcho
-el paso lento, sepultadas las manos
en los amplios bolsillos del vaquero-
a ver, sin más, el mundo por mis ojos.
 
 
EL ARTE DE VIVIR LOS LUNES    
                        
 
El arte de vivir los lunes
requiere cierta práctica y algo de teoría,
saber de estratagemas y confabulaciones
y adjetivar la prosa cotidiana
con una terca voluntad de estilo.
Incontables acechan
los peligros desde el primer café,
crecen cuando un olor
anuncia escuetamente la leche derramada,
se reproducen con duración de días laborables
y en guardia se mantienen,
tal seguros precintos,
entre los pasajeros del tren crepuscular
que nos devuelve a casa,
al reclamo del lecho hospitalario.
El arte de vivir los lunes
sobrevive y se esconde
en vacuas reflexiones como ésta:
nada es eterno, salvo un lunes.
 
                  
EL PICAPORTE
 
 
Casi nonagenario
-después de quince años de ceguera-
la evocación a tientas del pasado
equivale en mi padre
a resistencia.
El ahora es relente;
una cronología que tortura
con terapias y síntomas,
e ignora el leve aroma
de las flores de invierno.
 
Mi sedentaria angustia,
a cuerpo limpio,
no deja de pensar en cómo observa
aquello que no ve.
Con serena sonrisa
enumera detalles
que debieron ser ciertos
y yo escucho sonámbulo,
mientras cierro los ojos.
Todo pasó, no importa
si el pasado no asiente
o la estricta verdad le contradice.
 
A veces su mirada resucita.
Posiciona en un mapa
imágenes dispersas.
Su voluntad es luz;
es el tacto que gira el picaporte
para abrir desde dentro
la puerta infranqueable.
 
 
ALCANTARILLAS
 
 
Se aposenta la noche.
El rojo escalofrío
de una rata furtiva
distancia mi linterna.
 
Cerca suena un goteo
con trasiego de sístole.
 extraña,
La percusión empoza
el manchón aterido de los muros.
 
Aquí  yace dormida la belleza;
su destello cansado dictamina
que ningún cielo existe.
 
En el hedor, la náusea,
el escorpión de los desasosiegos.
Pero nada socava
el afán de seguir.
 
Camino a tientas,
en el fondo de un mar a medianoche.
Sé que soy mientras busco.
 
Procedencia de los poemas
 
 
. “Heterónomos”, Rotonda con estatuas (Madrid, 1990)
 
 . “El arte de vivir los lunes”,  Población activa (Gijón, 1994)
 
. “El picaporte”, Ninguna parte (Sevilla, 2013)
 
. “Alcantarillas”, Nadar en seco (San Juan de Puerto Rico, Valencia, 2022)
 

domingo, 26 de febrero de 2023

UN TROMPO QUE GIRA

Tiempo
Fotografía
de
Internet

UN TROMPO QUE GIRA

 
   La escritura de Anne Carson trasciende sus propios bordes. Muchos significados quedan fuera de alcance. Están llenos de puntos ciegos, pero mis interpretaciones, atinadas o fallidas, no me dejan la sensación de fracaso. La obra es un material sin género, duro, obsesivo, singular, que rechaza el ojo frío de la disección. Hay que leer sin más, contemplar un trompo que gira.
 
  La esperanza de entender también afecta al pie quebrado de lo diario, cuyos componentes nunca resuelven la contradicción, esa simultaneidad de amargo y dulce, de sensaciones de frío y de la color que pueblan el mapa de las emociones.

   El líder ruso deja su discurso a la nación con la parafernalia de una magna representación teatral. Culto extremo al líder; él es el único personaje. Verdadero terror y la necesidad absoluta de decir "No a la guerra". Pero el agresor es sordo. En su agenda solo cabe la barbarie.
 
  Sobre la mesa Microlitos y esta definición: “Mínimos guijarros arrastrados por el cauce existencial que erosiona y disgrega”. Así define el poeta rumano Paul Celan (Chernivstsi, 1920-París, 1970) sus aforismos y breves en prosa, una miscelánea que hace de la fragmentación y lo disperso una reflexión verbal. Es conocido el copioso diálogo que el quehacer intelectual de Paul Celan mantuvo con la filosofía, el psicoanálisis, la tradición religiosa judeocristiana y su acercamiento a distintos ámbitos lingüísticos centroeuropeos. 

   Leo también Mundo que abre lejanías, una antología sobre José Hierro, con selección, edición y prólogo de Carlos Alcorta. Hierro forjó una obra singular en la que tiene un largo recorrido la evocación de la guerra civil y de la posguerra; la angustia existencial, el incansable absurdo del devenir diario, la preocupación metalingüística y las paradojas de la comunicación entre el ser y la identidad colectiva. Después de todo, todo ha sido nada.

   Los viajes; esos recorridos sin lejanía, capaces de iluminar el ánimo.
 
   Los afectos de los niños llenan la casa a diario; son esos sonidos claros que se abren a la esperanza o dan voz a los sueños. Secreta música donde habitan las horas en los hilos del tiempo.
 
(Apuntes del diario)
 

  

sábado, 25 de febrero de 2023

LA GRIETA

Caligrafía
Imagen  de Internet

 

LA GRIETA

 

  Con terco sosiego, inadvertida, la grieta se adhirió una mañana a la pared frontal del dormitorio. Cuando la descubrí era solo una mota negra, un poso de sombra. Poco a poco aumentó de tamaño hasta convertirse en acuarela impresionista. A través de su trazo puede verse un paisaje cambiante que, en los días ventosos, deja en el dormitorio arenas y hojarascas, ramas leves y esquejes de rosales. Sobre la pared, la grieta aumenta la longitud de su caligrafía. Concede a mis sentidos la fugaz sensación de abarcar todo. Hoy al despertarme mostraba un trozo de mar.


(De Cuentos diminutos)



 

viernes, 24 de febrero de 2023

MEMORIA DEL LIBRO

Vacío
Archivo general
de internet

                                                           MEMORIA DEL LIBRO

   Cuando vence la aurora la niebla del sueño, me he despertado en medio de un silencio extraño. Enciendo la luz. Recorro consternado cada habitación porque no reconozco lo que veo. En las estanterías no hay libros. Ninguno. Ni siquiera en la buhardilla, donde tantos años han ido creciendo los títulos de poesía con dedicatorias personales. Me cuesta respirar tanto asombro mientras me desplazo por el espacio dilatado de la casa vacía.
  La desolación empuja al sueño con una única tarea. Debo construir en una noche la memoria del libro, una réplica exacta de mi biblioteca.

(De Cuentos Diminutos)



jueves, 23 de febrero de 2023

CON CIELO DESPEJADO

Esperando abril
(Fornells, Menorca, febrero 2023)

 

APUNTES A MEDIODÍA

   Cambio la cerradura del buzón para que no entre en casa la bulimia editorial, ese empeño en acumular cerros de páginas inanes en el que emplean su tiempo varios conocidos y amigos. Me parece un hábito desastroso que causa un grave perjuicio al editor. Nadie lee o critica a quien publica cada fin de semana o cada mes.

   La gestión de estrategias editoriales no incluye la reescritura. Así que la poda de corrección política de Roald Dahl es un dislate, un tijeretazo censor, por más que encuentre la benevolencia comprensiva de la santa inquisición; los que también reescribirían "Lolita", "Viaje al fin de la noche" o las obras de Homero.

  Miro en el telediario las aspiraciones del espantapájaros independentista en el Congreso de los Diputados: cambiar de sitio una bandera para perturbar el ánimo de los que sueñan que el parlamento en la casa de todos.

  Cada vez más lejos de esos críticos amicales que lo resuelven todo con cuatro palabras de compromiso. No me gusta el relato de la cortesía; si no están, no están. Al menos, conmigo.

   Agita las páginas de medio diario divagando sobre la propia inteligencia. En la otra mitad sienta la inteligencia en una albarda capaz de dar cobijo al mismo Putin.

(Diario del regreso)





  

miércoles, 22 de febrero de 2023

MARTÍN TORREGROSA. ESTE OLVIDO INSERVIBLE

Este olvido inservible
Martín Torregrosa
Edición bilingüe Español-Francés
Traducción de Margarida Llabrés Rotger
Huerga & Fierro Editores
Madrid, 2022

 

PASOS DEL TIEMPO

 

   Desde 1997, cuando el Instituto de Estudios Almerienses publicó su entrega auroral Lazos de Sangre, con la que obtiene el premio Jornadas por la Paz, en Zurich, Martín Torregrosa (Albox, Almería, 1957) ha ido prodigando, con sosegada cadencia, una estela poética de relieve y con presencia en varias antologías. Su escritura evocadora y atenta a la textura de lo cotidiano percibe el entorno como un territorio intimista, propicio a la confidencia. Expuesto a la claridad del día, el sujeto verbal consume la huella del presente en un estar gregario que causa inquietud y desvelo. El taller creativo del fundador de la efímera revista Almendra de oro se completa con incursiones en la narrativa y en la literatura para niños.
  Este olvido inservible (2022) se abre con unos versos de Pedro Garfias que refuerzan la semántica del título: “Qué hilo tan fino, qué delgado junco / de acero fiel nos une y nos separa.” Amanece así un discurso reflexivo en torno a la condición temporal del hablante lírico, siempre sometido a pérdidas y ausencias. Con sensibilidad melancólica, el fluir de la conciencia asume que el decurso vital es continuo tránsito y parco caminar hacia la niebla: ”Sentenciadas de olvido, / las palabras salvajemente vivas / se harán ceniza ardiendo entre los dedos, / frontera intransitable, / equipaje perdido, días / que abriremos con una voz robada / al subconsciente”.
  Como un cuaderno blanco, la caligrafía del verso recrea el estar meditativo de la contemplación. Enlaza percepción y pensamiento en una búsqueda cognitiva que convierte al quehacer estético en solitario cruce de caminos, en esa  geografía de vida contenida entre el pasado y el ahora; entre el ser y estar. De esta mirada ante la realidad se nutre el apartado inicial que aborda el acto de escribir como constatación que salvaguarda los pliegues de la memoria. Es un eco suave de lo que fuimos.
   El segundo apartado “Claira” se abre con una conocida cita de Pablo Neruda. El trayecto poético se empapa de esas gotas de vida de la soledad; la percepción renueva formas, sensaciones que quedan incrustadas en el inventario sentimental. La lectura se define como un territorio germinal. El yo lírico acoge en su conciencia las impresiones sembradas por un libro entre las manos, que recrea los latidos de un tiempo sentimental en las calles de París. El pasado está ahí, en la quietud de la memoria, marcando las asimetrías del poema con los diversos indicios del trayecto.
  Como sucediera en el tramo inicial, la sección emplea como estrategia versal el texto breve, cadencioso y emotivo; con un lenguaje despojado, las palabras encierran en su semántica la pulsión temporal del sentimiento. Son un aura encendida. “Recógeme, amor mío, / recógeme, / porque la noche es larga / la soledad intensa, / y la tristeza mata”.
  En “El bosque de los días” fluye la levedad de la contemplación hecha indagación y canto, al modo de la poesía sensitiva y cordial de Eloy Sánchez Rosillo. De ese propósito de celebrar frutos y discurrir vital, que es ahora un vuelo de nostalgia a la intemperie, se nutren los poemas de quien se siente libre y soporta la caricia del frío por calles solitarias: “Con la emoción de siempre / lo observo todo, / y todo cuanto veo / me vuelve a sorprender”.
   Quien escribe no elude su compromiso con lo social, la esterilidad de un tiempo que no deja sitio a los más desfavorecidos y a los buscadores de esperanza donde plantar nuevas amanecidas. El poema “la maldad” es un aviso fuerte desde la retina crítica y el compromiso. De igual modo “El niño con el pijama de rayas” es testimonio de la barbarie nazi y la distopía de Auschwitz.
  El conjunto poético Este olvido inservible de Martín Torregrosa supone un viaje de retorno al intimismo  evocativo y a la tradición figurativa de nombres cimeros como Ángel González, Eloy Sánchez Rosillo, Joan Margarit y Luis García Montero. El hilo enunciativo y conversacional del lenguaje mantiene los destellos del recuerdo para enlazar secuencias familiares, más allá del tiempo y del vacío; muestra los signos del declinante discurrir que escapa como fresca corriente entre los dedos. Los recuerdos fechados en el mapa del tiempo recuperan paisajes, melodías, estampas familiares y la temporalidad que teje su epitelio con la dicción precisa de lo inevitable, con ese afán intacto de buscar un rincón a la verdad de ser. Exiliado en un lugar ajeno a la casa del padre, el sujeto lírico añora la voz del sur, ese tiempo de cosecha y trabajo que le recuerda, a pesar del desgaste de los años sensaciones de infancia y plenitud. Fluyen de modo natural instantáneas cercanas al discurrir biográfico, crecidas desde una sugestión cómplice. La poesía de Martín Torregrosa suena austera y sensible, con la complicidad de lo vivido en las páginas amarillas de la memoria.


JOSÉ LUIS MORANTE








martes, 21 de febrero de 2023

BODEGÓN

Bodegón
Casa de Julia Félix (Pompeya)
Museo Nacional de Nápoles

 

BODEGÓN

 
   Marcia encuentra en un sueño los besos que no dio, y llena de humedad la piel dormida. En un silencio extenso y claustrofóbico, Lena cuenta la avalancha de pasos que exilia inadvertida su memoria. Impregnada de polvo, la moneda perdida reclama en el rincón la mano abierta que resucite el vuelo a cara o cruz. Una araña descifra el agujero que reabre la sombra en la pared. 
   Pliegues de un bodegón que, al deglutir el tiempo, exigen cada día a los sentidos su madurez de fruta;  esa porción exacta de asombro y extrañeza.

(De Cuentos diminutos)



 

lunes, 20 de febrero de 2023

MANUEL RICO. TIEMPO SALVADO DEL TIEMPO

Tiempo salvado del tiempo
(Antología 1980-2018)
Manuel Rico
Prólogo de Fanny Rubio
Ediciones El Sastre de Apollinaire
Colección Poesía, 45
Madrid, 2020

 

FRENTE AL ESPEJO

 

  La singularidad creadora de Manuel Rico (Madrid, 1952), licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid,  acumula un sugestivo mosaico de vetas expresivas: poesía, relato, novela, crítica, literatura de viajes, ediciones misceláneas y páginas autobiográficas. En el conjunto de su obra palpita una realidad literaria múltiple que intercambia géneros y propone en sus salidas un diálogo coral con la escritura en su intento de ubicar la posición del sujeto lírico en la realidad múltiple de lo cotidiano.
 Sus coordenadas poéticas han dejado en la imprenta más de una docena de libros. Un fértil recorrido que cobra vida en 1980, cuando el ideario novísimo, con un profundo surco de afinidad y reconocimiento en la década del setenta, evidenciaba un notable desgaste  y hacía necesario el trazado de nuevos trayectos estéticos.
   Las breves reflexiones de Fanny Rubio miran, desde la lejanía del tiempo, aquella amanecida de Poco importa romper con las alondras (1980), libro casi olvidado del que se recupera en esta antología la composición “La visita”, un texto revisado y corregido. Con perspectiva de evocación liberadora, el poema incorpora un pensamiento repleto de conexiones simbólicas y una vocación de autoconocimiento que busca desasirse de lo contingente mediante un largo viaje introspectivo que reordena vivencias. Como escribiera Antonio Machado, en cita que sirve de entrada al callejero poético: “No olvidemos que, precisamente, es el tiempo (el tiempo vital del poeta con su propia vibración) lo que el poeta pretende intemporalizar, digámoslo con pompa: eternizar”.
  En esta suerte de relato confidencial con resonancias evocativas encontramos nudos con magisterios preclaros como Juan Ramón Jiménez y Antonio Machado, a los que se suman la cercanía afectiva de amigos y maestros como José Hierro, Blas de Otero, Félix Grande, Francisca Aguirre, Manuel Vázquez Montalván o Diego Jesús Jiménez. Desde estas presencias se conjuga la fuerza sostenida del poema hecha expresión del yo confidencial y asiento de un sentimiento generacional incardinado en un transitar histórico que incide en la memoria para mostrar “el tiempo salvado del tiempo”
  Recordar es percibir la memoria como naturaleza viva. De esa recuperación mana el hilo argumental de “La visita” que sirve de pórtico para asentar algunas claves escriturales del poeta: la cotidianidad de la vida diaria se convierte en sustrato indagatorio. Así sucede con las composiciones de El vuelo liberado (1986) donde cobra presencia central la finitud del yo y la visión recordatoria de la muerte en un paréntesis transitorio despojado de cualquier esperanza: “Y fue también celebración del miedo / el maldecido oficio / de reescribir, con terquedad, la Historia / contra vidrios helados y alacenas, / contra la brisa triste que dejaba / la noticia del plomo en aquel barrio”. Pero también en la desolación de la periferia  y los márgenes el amor expande raíces fuera para buscarse. Esa vía sentimental muda la percepción de los sentidos; es claridad y destello, materia perecedera y afán de vida que guarda el prodigio de la lluvia y abrillanta la soledad oscura de los parques. También desde la observación de un entorno crepuscular se escriben los poemas de Papeles inciertos (1990), cuya voz enunciativa enlaza con el rumbo marcado por la lírica realista y figurativa de algunos nombres del 50, como Jaime Gil de Biedma, Ángel González o Carlos Barral. La realidad cuestiona la equívoca luz de los sueños.
  Las composiciones elegidas de El muro transparente (1992) y Quebrada luz recuperan el tono evocativo, donde conviven el miedo y la amenaza. Retorna el ambiente sombrío de la época en los años finales del franquismo y los primeros pasos del nuevo régimen ensimismado y estéril, todavía con la sombra próxima de la dictadura. De esos años queda la definición del compromiso y la presencia de objetos que reivindicaban una manera de ser y de pensar, como la chaqueta de pana o los claveles rojos de la revolución portuguesa. Son siluetas recortadas en el respirar de la época que muestran una luz que no prescribe, como describe el poema elegido para abrir el libro Quebrada luz (1996). Como sucede en las sombrías secuencias que muestran los cuadros de  Hopper, el discurrir se desvanece entre escenas de quietud y  silencio, para constatar que detrás de los cristales habita una intemperie estática, deshabitada, fría.
   Para muchos lectores del poeta, entre los que me incluyo, La densidad de los espejos (1997) es uno de los títulos centrales del trayecto. En él habita una fuerte conciencia de la muerte y la persistente estela de la temporalidad, un recorrido repleto de estancada ceniza. A este desazonado caminar hacia el olvido se contrapone la epifanía de la plenitud sentimental con poemas tan hermosos como “Imborrable amor”, un canto íntimo de celebración y esperanza.
  El estrato metaliterario de Donde nunca hubo ángeles (2002), aunque despojado de cualquier dogmatismo teórico en torno al lenguaje, explora la utilidad difusa del empeño lírico, la condición de senda movediza que busca transcender los pasos cotidianos en un quehacer oscuro en el que respira la orfandad del sujeto frente al muro cambiante de la realidad. Se vislumbra el paso de la Historia, no como verdad objetiva, sino como página abierta a la interpretación de la conciencia del sujeto.
   El largo tramo escritural concede a la ciudad un protagonismo continuo. El barrio, casi periférico y marginal, las transformaciones del entorno urbano o las secuencias que protagonizan anónimos viandantes solitarios dibujan un entorno humano en el que la reflexión sobre la convivencia colectiva y los laberintos interiores del yo cohabitan en el aire indagatorio del poema. Con esa sensación se leen muchas composiciones de la entrega De viejas estaciones invernales (2006). Tras el paréntesis luminoso del verano en el pueblo, casi un enclave de libertad y armonía, tocaba regresar a la rutina y al gregarismo de los horarios con los tercos itinerarios de costumbre.
   Una atmósfera similar se aborda en la entrega Fugitiva ciudad  (2012), como si los poemas fueran misteriosas recetas para engañar el vaivén temporal que poco a poco se va poblando de dolorosas ausencias, como recuerdan los estremecedores versos de “De la orfandad completa”; con el temblor de un íntimo homenaje, de recuerdo a la madre para borrar cualquier lejanía.
  Cierra la antología una breve representación de Los días extraños (2015), algunos textos inéditos y el epílogo “El sentido del poema”, firmado por el propio escritor. Es una hermosa poética en prosa que vuelca su indagación sobre el lenguaje como estado de conciencia y como experiencia propicia de conocimiento y emoción. La palabra es “muro transparente entre lo invisible y lo opaco”.
   La obra poética de Manuel Rico concede a la memoria densidad y peso. Sigue el azaroso curso del tiempo. Explora transparencias para buscar reflejado en sus aguas la voz estremecida del vivir; el paso caminante de estaciones y nubes  que pone en pie lo que se desvanece.


JOSÉ LUIS MORANTE





domingo, 19 de febrero de 2023

EL NUDO DEL POEMA

Encargo
Archivo general
de
Internet

 
POÉTICA

Cuando escribo un poema
algo se torna luz y epifanía,
pero no sé qué.
En ese afán abierto,
las palabras son rastros que siembran hendiduras;
adelgazan el aire
y fuerzan el exilio de los ángulos ciegos,
sedados de silencio y de penumbra.

Si escribo soy Adán y recobro
el destiempo de ser
el viejo paraíso que mudó de lugar,
porque acaso el gran árbol
se hizo un día
el espejismo firme de la pulpa
que supura dolor.

En las horas opacas,
si escribo sangra dentro
una herida feliz, un calor tibio
que enciende la belleza inadvertida.

Las palabras entonces
son escuetos teoremas;
la odisea cuajada de sirenas y cíclopes
que siembra resplandor en el retorno
del viajero que vuelve
para cortar el nudo del poema.

     (De Nadar en seco. 2022) 



sábado, 18 de febrero de 2023

ROSA Mª MARCILLAS PIQUER. BAJO OTRA LUZ

Bajo otra luz
Rosa Mª Marcillas Piquer
Editorial Olé LIbros 
Colección Poesía
Valencia, 2023

 

REMANSOS DE LUZ


  La senda creadora de Rosa Mª Marcillas Piquer (Barcelona, 1964) comienza tarde, como una floración de madurez. Aglutina coediciones con Pedro Villar Sánchez y  algunas participaciones en antologías colectivas. Pero la mejor manera de abordar su cauce poético es a través de la entrega Bajo otra luz (2022). El trabajo proyecta una voz despojada y directa, con un fuerte acento coloquial que identifica, en el ejercicio literario, la cercana textura sentimental del sujeto poético y abre los ojos al incierto entorno cotidiano, desde el umbral habitable del poema. Como sucede en la poesía meditativa de Francisco Brines, uno de los magisterios asentados de la escritora, la poesía evoca un recorrido existencial, sortea sombras en su itinerario de afectos e ilusiones; y no olvida la huella de las circunstancias biográficas en el silencio tenaz de la memoria. Rosa Mª Marcillas Piquer deja una nota prologal, a modo de síntesis: “Bajo otra luz guarda los paisajes recorridos desde el silencio y la contemplación, desde la escucha fértil de la propia voz por el camino de la vida, cruzando valles y desiertos, dejándome empapar por la fina lluvia y protegiéndome de las tormentas. Así nace el canto, entre las sombras, la palabra que es luz y atraviesa la niebla para cambiar el contorno de las cosas”.
  La palabra convive con hermosas imágenes que buscan el rastro de belleza de los elementos al paso: paisaje y naturaleza fortalecen el rastro enunciativo de las composiciones y su afán de mantenerse en vela frente a las sensaciones cotidianas, dispuesto al canto y la soledad. En el tramo de amanecida “Solo tu voz” la mirada se hace contemplación y vuelo, busca las connotaciones del rumor, expande impresiones que aventará el viento del olvido, así que conviene no olvidar que en nuestras manos todo es fugaz y transitorio y es bueno caminar llenando el aire de luz y de esperanza.
  En los poemas emerge una escritura reflexiva y sensorial que, tras la palabra y la mirada, recorre percepciones de una realidad alzada con materiales humildes, pero dispuesta al viaje interior de la transcendencia, esa semilla que “amanece callada” y sobrevive entre la luz. El libro desenvuelve un hilo argumental compartido: el sustrato existencial percibido desde el fluir de la conciencia que fusiona paisaje y sensación en los sentidos del yo poético. Los breves textos conforman paisajes afectivos en los que se va marcando la mano del tiempo. La realidad convoca formas diversas: el mar, la montaña, las sendas de la memoria en la ciudad; o esa imagen de calma que forma la inercia de lo cotidiano.
   La expresión descriptiva y el coloquialismo dan voz también a los recuerdos y sus azarosos relieves, marcados por el incansable discurrir de los días.  Cobran voz la ausencia, los rescoldos del dolor y el frío o los murmullos de otras heridas en la piel: “Calles vacías / Un sendero de ausencias / bajo mis pies”.
   Tras la poesía de Rosa Mª Marcillas aparece la retina contemplativa del haiku y el verso reflexivo, impregnado de austera melancolía, que recuerda las cosas diluidas en la memoria, que asume con entereza y lucidez el limitado sustrato del discurrir diario: “Crece el silencio / entre sus ruinas, / como la sombra / que bajo el árbol, / va cubriendo de olvido / las hojas muertas”. Poesía intimista que busca definirse como una anotación vivencial que guarda las afirmaciones del asombro. Versos de claridad y amanecida  que cobijan sensibilidad y memoria para que busque sitio el temblor de la luz. O como anota, con el acento fuerte de la complicidad lectora,, Pedro Villar: "Una confesión sincera desde la que se desnuda el paisaje del corazón. Un canto a la vida y a sus silencios".

 
JOSÉ LUIS MORANTE
 

 

jueves, 16 de febrero de 2023

TINTA BOTÁNICA

Futuro
Fotografía
de
Javier Cabañero Valencia

DESDE EL PARQUE DE BELLAVISTA
 
 
 
En el trasfondo del azar dormita un orden secreto, una simetría que pauta planteamiento, nudo y desenlace.
 
 
La autobiografía convierte a otro en protagonista.
 
 
Los minimalistas dogmáticos pueden confundir un haiku con un cantar de gesta.
 
 
El agónico vocacional tiene una visión cabizbaja de la realidad inmediata.
 
 
Cerca del mar todo se borra, salvo el silencio roto y el efecto emocional de la contemplación.
 
 
Contra los insectos utiliza el reproche  didáctico.
 
 
No siempre fue pasado e invisible.
 
 
La conciencia egoísta piensa que un cielo menesteroso cobija a los demás.
 
 
El insomnio acumula ruidos con cautelosa paciencia.
 
 
Las falsas verdades dejan ruinas que se veneran largo tiempo.
 
 
Cuando despierto regreso de un oasis que no existe; entre las manos tengo un puñado de arena.
 
 
A diario la realidad comparece con la piel sucia y agujeros en la suela de los zapatos.
 
 
Se desplaza con disciplina de trazado ferroviario.
 
 
Tinta botánica: libros de hoja caduca y libros de hoja perenne. 

(Aforismos y nanas)

 

martes, 14 de febrero de 2023

TINTA FRESCA

Umbral del día
Fotografía
de 
Internet

 

TINTA  FRESCA
 
 
Te sueño y me propongo
hacer de nuestra vida
un poema continuo.
Al despertar
escribo el primer verso.
La lluvia me interrumpe;
su tacto transparente
diluye lo que escribo.
Intento improvisar
un texto sin palabras.
Tinta fresca.

     (De Nadar en seco)





domingo, 12 de febrero de 2023

JOSÉ ÁNGEL VALENTE: DESDE LA ISLA

José Ángel Valente
(1929-2000)
         

 

       

LECTURAS DE JOSÉ ÁNGEL VALENTE

 
El guardián del fin de los desiertos.
Perspectivas sobre Valente
Edición de José Andújar Almansa y Antonio Lafarque
Pre-Textos, Valencia, 2011
 
   El corpus de José Ángel Valente (1929-2000), fallecido en Ginebra a los 71 años,  preserva su vigencia y se ha convertido en línea medular de buena parte de la nómina poética española del cierre de siglo, acogida bajo el epígrafe “poética del silencio”, un aserto esquemático y ambiguo. El escritor sedimenta una estética de la transcendencia que incide en la sumisión de la palabra al pensamiento; el verso se convierte en territorio de búsqueda e incertidumbre, en un descenso hacia la soledad en el que se hace tema substancial la exploración del lenguaje como medio de conocimiento. Su obra diversificada en lírica, páginas autobiográficas, aforismos y ensayos aglutina desnudez, despojamiento e indagación en el sentido último de la finitud a través de elementos simbólicos recurrentes como la luz, la noche, el desierto y la ceniza.
    Valente fue un poeta escindido por voluntad propia de la rama generacional del medio siglo, aunque participara en la puesta en escena que se convirtió en la imagen más nítida de la promoción: la visita a Colliure el 22 de febrero de 1959 y el homenaje a Antonio Machado. Sobre el encaje colectivo de aquellas voces, que tanto debe a Carlos Barral y a las maniobras promocionales de la Escuela de Barcelona, Ángel González ironizó: “Podría decirse de nosotros que teníamos una forma parecida de vivir y de beber, cosas ambas que unen mucho”. Reacio a cualquier retrato de grupo, José Ángel Valente hizo de la independencia un parapeto, disolvió afinidades y analogías de contexto, tachó estereotipos y desoyó compromisos sociales para vivir al margen los últimos quince años de su existencia. Tras una breve estancia en Málaga, buscó casa en Almería, un lugar de la periferia, a trasmano del mercadeo editorial, que lo acogió con hospitalidad. Al cumplirse el décimo aniversario de su muerte, la ciudad mediterránea fue sede de un encuentro de estudiosos y especialistas para abordar la singularidad creadora y el legado intelectual.
   El conjunto de enfoques se compila en El guardián del fin de los desiertos, una aproximación diversa coordinada por José Andújar Almansa y Antonio Lafarque, con disposición de tríptico. El apartado inicial, “La memoria”, explora el anclaje biográfico a través de testimonios que integraron el círculo más íntimo. El introvertido carácter del poeta se disipa pronto, con los bocetos afectivos de Fernando Lara, Ramón de Torres y José Guirao, quien subraya la pasión por la plástica y el profundo calado de los ensayos sobre arte. Son textos que rehumanizan la figura existencial, muchas veces proclive a la aspereza y al juicio espinoso. Para los creadores de asimetrías entre vida y obra, la conclusión general de “La memoria” incide en la idea de que son conceptos complementarios. En esta cronología vivencial figura Antonio Gamoneda con una reflexión que une el pensamiento poético con los hitos biográficos esenciales: vida y muerte, y cierra este núcleo temático el análisis de Andrés Sánchez Robayna sobre el diario inédito. La miscelánea, custodiada tras la muerte del poeta por la compañera sentimental, Coral Gutiérrez, arranca en los años cincuenta y se mantiene hasta sus últimos días. Conviene descartar de inmediato la autoconfesión analítica; la discontinua redacción aglutina apuntes biográficos, esbozos críticos sobre lecturas, citas, disquisiciones aforísticas y bocetos en verso o en prosa. Como es sabido, en septiembre de 2011 el Diario anónimo fue publicado por Galaxia Gutenberg, Círculo de Lectores, en edición de Andrés Sánchez Robayna.
    Cuatro aportaciones forman la segunda sección, “Los signos”, centrada en el recorrido creativo. El apartado desvela la segregación natural: poesía, traducción y ensayo. En él sondean José Andújar Almansa, Lorenzo Oliván, Miguel Gallego Roca y Jordi Doce. Exploran la diversidad  genérica y su común aspiración a la unidad a través del carácter cognitivo del lenguaje. La palabra poética trasciende la realidad, multiplica símbolos y oculta a la razón el significado común porque las referencias se disuelven; la escritura no se deja llevar por la inercia de lo establecido. El aporte de José Andújar incide en la visión lírica de Valente, defiende que la poesía nace de la crisis de identidad del sujeto poético y de la necesidad de recobrar el sentido originario de las palabras de la tribu. Lo subjetivo debe disolverse, hacerse barro magmático en el que se cobije la existencia y sus fragmentos. Lorenzo Oliván  establece una cata de las conexiones existentes entre la prosa de creación y el discurso lírico. Toma como punto de partida el aforismo, un género de confluencia que enlaza discurso reflexivo y poesía. Gallego Roca analiza el concepto de traducción del escritor, cuya labor se compiló en 2002 en  su Cuaderno de versiones, prologado por Claudio Rodríguez Fer. El rastreo de obras de otra lengua permite profundizar en legados foráneos y, al mismo tiempo, ayuda a clarificar el sentido de su propia tradición.
   El pensamiento crítico de Valente promueve el ensayo de Jordi Doce; el poeta y traductor perfila un contexto personal a partir de la precaria situación ensayística de los noventa en nuestro país y recupera el supuesto enfrentamiento teórico entre dos magisterios de ese tiempo en los que no percibe suturas: Jaime Gil de Biedma y José Ángel Valente. Jordi Doce emplea como punto de arranque de su aportación los escritos de naturaleza política, o sociohistórica, nacidos en el devenir de la Transición; en ellos, los conceptos de poder y libertad son sustratos reflexivos de primer orden. El análisis del ensayo crítico de Valente resalta la congruencia del mismo con la vertiente lírica.
   El muestrario de cierre acumula enfoques abiertos. Abre la sección María Payeras, investigadora que ha firmado valiosas aproximaciones a la promoción del 50 y a la colección Colliure; de ahí que se detenga en el tramo inicial del discurso lírico, cuando Valente se aproxima a una estética compartida, su discurso teórico se inserta en una realidad simbólica y se proyecta la imagen del autor en la obra. En el primer tramo escritural no pueden difuminarse los enlaces con los fugaces compañeros de viaje. Es una etapa en la que el contexto resulta integrador; la expeditiva presencia de la dictadura reafirma una poética declarativa y testimonial, de fuerte entramado anecdótico, realista y crítica.
   Sobre la convergencia entre estética y filosofía profundiza Carlos Peinado Elliot sobre Tres lecciones de tinieblas, tal vez la entrega más hermética. Conviene recordar que, ya en 1973, Valente emplea la prosa poética en su libro El fin de la edad de plata. En él se extrema la decantación y concisión de la palabra, su misteriosa opacidad para emitir un sentido alegórico, que conecta con la creencia de la poesía como forma de visión.
   La presencia literaria de José Ángel Valente no ha hecho sino acrecentarse. El valor y la actualidad de su testimonio intelectual fomentan aproximaciones y contribuyen a profundizar en un intenso proceso de escritura que ya puede analizarse con perspectiva histórica; una estética de rigor y despojamiento que lleva al lenguaje hasta el punto cero, “en el que el signo vuelve a hacerse pura expectativa”, ámbito de quietud y sosiego donde se manifiesta lo que ha estado oculto.
 
 

                                                                  JOSÉ LUIS MORANTE  



viernes, 10 de febrero de 2023

LUIS CASADO DE OTAOLA. ANÉMONAS AZULES

Anémonas azules
Luis Casado de Otaola
Proemio de Víctor Figueroa
Editorial Polibea
Colección La espada en el ágata
Madrid, 2022
 

ESPACIOS VERBALES

 

   Anémonas azules inaugura el camino creativo de Luis Casado de Otaola (1965), quien hasta la fecha solo había publicado el cuento “El socorro de Viena”, que buscó sitio en el volumen colectivo ¡París, París, París! Y otros relatos (Vagadamia, 2020). A esta carta de amanecida se añade un pórtico de Víctor Figueroa que alude a la naturaleza proteica del texto. Luis Casado de Otaola sorprende al lector con una sugerente organización de asuntos varios; muestra la íntima cartografía de intereses del sujeto verbal y sus desplegadas conexiones con la tradición cultural. Se elige la voz directa del sujeto implicado al enumerar las indagaciones más relevantes, desde el sentido existencial del devenir diario hasta la función del arte o los espacios ficcionales de lo autobiográfico.
  Las copiosas citas iniciales de la Metamorfosis de Ovidio trasmiten un tono de reflexión vital; el despertar a la existencia en una ventana de descubrimientos que renueva la voluntad y el afán de vivir; pero somos material perecedero y esa condición natural nos lleva pronto a los territorios de la decrepitud, el dolor y la muerte; al paso del tiempo y sus estragos.
  Una de las formas de mitigar los efectos secundarios de la fugacidad es la metamorfosis, la potestad de cambiar nuestra naturaleza y transformar el dolor en arte y en manos de tierra que moldean verdad y belleza. Como universo pleno de arquitectura y simetrías, la voluntad estética concede a la realidad aspiraciones trascendentes. El autor recuerda cómo el mismo Ovidio, desterrado en Ponto Euxino y enfermo de melancolía, como los personajes de sus fabulaciones, transformó el dolor en poesía y sublimó su estar solo en arte, capaz de prolongar su memoria en el tiempo.
   También la meditación sobre el trayecto diario de Fernando Pessoa en Libro del desasosiego ofrece un balance de profundidad sobre las mutaciones de las cosas y las concatenación de menudencias y futilidades que conforman la servidumbre de existir. Al cabo, el universo físico es una estela de formas y apariencias que fluyen. En la consumación de lo cotidiano nada sucede, salvo lo contingente. Todo parece inmerso en la quietud de una larga espera, como si fuese inminente un cambio, una mudanza, que está ahí, inadvertida, bajo el amparo del silencio.
  El campo visual de la página despliega situaciones e historias. Los argumentos acuden al texto, como si las ideas pretendiesen descubrir el orden natural que oculta el relato ensimismado del devenir. Luis Casado de Otaola selecciona instantáneas del pensamiento occidental, busca escenas, evoca la convivencia entre dioses, héroes y hombres y anota, con luminosa clarividencia su lección ética. Así vamos trazando un preclaro recorrido sobre el poder igualatorio de la muerte, el oro mustio de los triunfos terrenales, el prodigio de la vida que se renueva y los íntimos y nobles sentimientos que habitan los laberintos interiores. También el inevitable destino en la ceniza, o las lecciones que deja entre las manos la experiencia docente y esa hojarasca diversa de la actualidad cotidiana, que admite en su tratamiento un epitelio irónico, que quita púlpito a la solemnidad.
  Anémonas azules agrupa en su transcurso una miscelánea de asuntos. Integra reflexión, crítica literaria, experiencia vital transformada en relatos y, casi siempre, un cálido elogio de la lectura. Es una crónica personal en la que su autor reflexiona sobre quehaceres cotidianos su vida que encuentran en el libro sucesivas ampliaciones. Lo evocado enlaza pretérito y ahora, mientras suena la voz sosegada de la biblioteca y el ruido de la calle para trazar juntos el selecto retrato de un paisaje lector.



JOSÉ LUIS MORANTE




jueves, 9 de febrero de 2023

EN EL ACANTILADO


 

TURBULENCIAS
 
 
A diario la realidad actualiza lo fantástico.
 
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El temperamento racionalista programa encuentros casuales.
 
*
 
Curan la esclerosis múltiple de las teorías con más teorías.
 
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La poesía anula el afán reductivo de los argumentos.
 
*
 
Me gusta el cosquilleo de mirarte a un centímetro de perplejidad.
 
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La nada es la etapa más resolutiva del optimismo filosófico.
 
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Por razones de edad, mis oídos decepcionan al catequista ideológico.
 
*
 
Le fue dado descubrir la verdad como una nueva narrativa
 
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Sabe tocar fondo mientras vuela.
 
 
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La religión convierte el cielo en un espacio cerrado.
 
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Los excesos verbales inventan aforismos con índice temático.



(Aforismos en el acantilado)


martes, 7 de febrero de 2023

DIONISIA GARCÍA. CLAMOR EN LA MEMORIA

Clamor en la memoria
Dionisia García
Editorial Renacimiento
Colección Mediodía
Sevilla, 2022

 

MAPA DE TI

 
 
    Dionisia García (Fuente Álamo, Albacete, 1929), licenciada en Filología Hispánica, miembro correspondiente de la real Academia de Bellas Artes de San Telmo (Málaga), hija adoptiva de la ciudad de Murcia e hija predilecta de Fuente-Álamo, en su espléndida madurez intelectual mantiene abierta una estela creadora marcada por una perspectiva ecléctica. Amalgama géneros como la poesía, el cuento, el ensayo, el aforismo y la autobiografía. Son indagaciones expresivas que por su pluralismo y diversidad convierten a la escritora en uno de los nombres literarios referenciales de nuestro tiempo. Su vinculación con la poesía es continua y así se constata en Atardece despacio, volumen que acoge el cuerpo poético completo. Una  producción contundente, que compila más de cuatro décadas de escritura. Es el balance de una entrega incansable, que aún prosigue, como demuestra el abanico de poemas elegíacos de Clamor en la memoria (2022).
   La poeta abre su mirada creadora con un breve prólogo, “Caminos transitados” donde expresa el epitelio de esta entrega y su textura sentimental: “No es fácil escribir sobre un suceso cuando el referente, la persona amada, ya no está. Es por ello que he procurado mantener velada la herida, el dolor por su ausencia, a través de la palabra. Las cosas del alma se malogran si te acercas a ellas con descuido. Tú, Salvador, estás aquí con nosotros, en nuestros hijos”. En el laconismo de esta nota queda el núcleo interior de la escritura: despliega, sobre cualquier otra contingencia, un “mapa de ti”, un homenaje que recupera los itinerarios vividos en común, las pertenencias sentimentales que aposan incertidumbres e ilusiones, el variado contexto de la complicidad. La poesía se hace meditación y memoria; recobra los trayectos al paso, las etapas que aletean ahora en la lejanía: “Todo ha pasado / fugaz y luminoso, / con recorridos / que la memoria olvida. / Solo tú en el recuerdo”.
   Las palabras recobran las manos cálidas de una identidad en el tiempo, como si esta presencia completara las formas del entorno y no faltase nada en la casa de siempre.  Los días antiguos pierden su color desvalido para mostrar de nuevo la pujanza de una sonrisa en flor y su empeño de dar aliento al presente. En la frágil verdad del existir, el tránsito recobra evocaciones, vivencias mitigadas por los pasos del tiempo que acogían lecturas, músicas y trayectos que tenían “el olor a comienzo”.
   El yo es un pasajero fugaz del transcurrir. Su condición recuerda el verbo sabio de Montaigne: “Las vidas más hermosas son, a mi entender, las que se conforman al modelo común y humano”. El balance personal parece un mero patrimonio rutinario, en el que hay que saber descubrir la singularidad: el vuelo auroral de un nuevo proyecto literario, un viaje lejano, el primer hijo, la oscuridad habitable de una sala de cine; en suma, la incansable ruta de aprendizaje y gozo que abren los días, mientras se pone el sol de otra manera.
   En esa senda común las jornadas viajan hacia la última costa; alumbran el destino final. Llega la despedida que moldea la separación definitiva y el frío denso de la soledad. Las palabras ahora parecen una oquedad sin fondo y sin sentido. La realidad muda en páramo de soledad y espera, que solo cobra voz en la elegía: "Tu mirada me llega / como hilo de luz en lejanía, / y ya no supe más de la presencia. / Un despertar inquieto / me llevó a darme cuenta: / la habitación oscura, / y yo ya estaba sola.”. Queda solo el misterio de la ausencia, el desgarro en silencio de una herida que no puede curar y se hace escritura. Quien no está es ahora el mudo resplandor de lo vivido, la ausencia que define el clamor palpitante del camino común.

JOSÉ LUIS MORANTE


lunes, 6 de febrero de 2023

LUNES AL SOL. ESTACIÓN TRIBUNAL


 

LUNES AL SOL. ESTACIÓN TRIBUNAL

Los trayectos de metro que prefiero son aquellos que tienen un recorrido aleatorio.

Noches que dejan el cansancio exhausto.

Esos amigos que parecen puzzles en los que no encaja ninguna pieza.
 
Cada memoria tiene anclaje en el agua.
 
Queda la versión íntegra de su historia personal. Nada con un fondo gris.
 
Solidaridad de papelera; deja sitio de inmediato a todo lo que sobra.
 
El topo defiende la semejanza cromática.
 
Solo percibe las palabras propias. Las voces ajenas son ruidos abruptos.
 
Me dedicó en seis meses tres adjetivos, dos adverbios y cuatro preposiciones. Un despilfarro austero.



(Ontologías)


 

domingo, 5 de febrero de 2023

ASCETISMO

Lejanías
Imagen
de
Internet

 

ASCETISMO

 

Necesitaba poco. Y lo poco que necesito, ya no lo necesito

 

   Su proceder fue sumando una correcta sucesión de hábitos. Limó necesidades hasta respirar un ascetismo de rostro sombrío, en el filo cortante de la renuncia, extremo. De noche no alteraba costumbres. Cuando dormía, vencida por el cansancio, la imaginación buscaba huecos propicios. En ellos alojaba siempre el mismo sueño.

(De Cuentos diminutos




sábado, 4 de febrero de 2023

ROSARIO TRONCOSO. NO ES LOCURA, ES CLARIDAD

No es locura, es claridad
Rosario Troncoso
Ediciones de la Isla de Siltolá / Aforismos
Sevilla, 2023

 

RASTRO DE AUSENCIAS
 
 
 
   Cualquier senda literaria tiene mucho de exploración y búsqueda; de voluntad que sale al paso, dispuesta a adentrarse en recorridos que propicien un retrato más nítido y preciso del taller, en su empeño de enlazar sensaciones, pensamientos y actitudes: “Escribir es ensanchar la mirada”. Rosario Troncoso (Cádiz, 1978), docente de Educación Secundaria de Lengua Castellana y Literatura, editora, articulista y gestora cultural mantiene en su presencia una creación abierta que conjuga géneros como la poesía, el comentario de prensa, la crítica y el aforismo, aunque sus itinerarios expresivos disgregan entre sí un diálogo abierto, sin disonancias.
  Su producción concisa amaneció con la entrega Relámpagos (2019). Algunos textos se integraron poco después en la antología 11 Aforistas a contrapié (Ediciones Liliputienses, 2020). Aquellos pensamientos lacónicos aglutinaban fragmentos reflexivos, anotaciones autobiográficas, impresiones de ambiente, versos sueltos y algunos haikus; en suma, una travesía por la dicción sapiencial marcada por la pervivencia del lirismo y un claro epitelio afectivo.
   Retorna al quehacer hiperbreve con la entrega No es locura, es claridad, una compilación definida, con hermosa precisión, por Carmen Canet, en su texto de contraportada: “como en un atlas de geografía humana nos despliega las pequeñas cosas de la existencia”. En la perspectiva escritural de Rosario Troncoso se sientan en la misma mesa la experiencia vital, el sentido común como brújula de regulación del estar diario y la nostalgia de un tiempo edénico, asociado en general a los días de infancia y a la plenitud auroral de la niñez.
   Con citas de Emile Cioran y Javier Sánchez Menéndez, Rosario Troncoso emprende ruta con el apartado “Certezas feroces”, al que añade la voz de Luis Rosales que recuerda “Quien no duda nunca, se miente a sí mismo”. Desde ese estado de introspección que suma resonancias interiores para definir las coordenadas propias, la escritora explora y descubre los relieves anímicos del mapa personal. Encerrada en su propio fluir, la conciencia trata de hallar el equilibrio básico que aporte una identidad nítida y luminosa: “Cuánto de ti en los ojos de los otros”. Se sabe vulnerable y frágil, hecha cristal en las manos del tiempo y en la percepción del otro. La existencia recrea con demasiada frecuencia un movimiento pendular entre el amor y el dolor y en esa trayectoria se ubican abundantes certezas de la escritora, esos estados anímicos marcados por la perplejidad: “He aprendido a vivir sin pensarte, ahora no estoy pensando en ti”, “Nada como el dolor, para amar lo que no duele”, “Prender, arder, desprenderse”, “Si han brotado las alas duele más la condición de pájaro”, “El más profundo desconcierto está en despedirse, otra vez, de quien ya se había ido”.
   Recordé, al inicio de esta reseña el tacto lírico de estos aforismos; Rosario Troncoso argumenta el pensar tras una sensibilidad poética que busca claridad en la belleza: “Los lugares más hermosos son sueños que no recordamos al despertar”, “Su boca en mi espalda cose mi corazón”; “Cuando el abismo sea la sombra propia se ha de abrir el pecho al más mínimo destello de luz”, “La libertad duele porque está hecha de heridas”, “No temo que me hieran, temo cómo seré yo después de la herida”.
   La crecida digital ha volcado en las redes un reguero de asuntos personales que, por su exposición, se convierten en muestrario público de lo privado, aunque sean evidencias intangibles, fantasmales, huidizas. Aun así, mantienen una pulsión social estridente. De esa circunstancia de hace eco la escritora para moldear impresiones reflexivas que adquieren la condición de reflejos del yo: ”Amor Instagram: no soy capaz de soñarte sin filtros”, “Firmeza en los planteamientos: filtrado de individuos sobrantes”; “El onanismo en las redes sociales se ha convertido en un valor a compartir”. Rosario Troncoso vierte en sus aforismos la experiencia digital y una fuerte mirada crítica, pocas veces benevolente, como si personificara una sensibilidad de náufrago que advirtiese sobre el tejido frágil de ilusiones y sueños: “Si constantemente hay que demostrar inteligencia a los demás son los demás los que deben demostrarla”, “A veces creemos ser espejo para alguien y solo somos espejismo”, “Exigimos a los demás que sean oasis para nosotros, mientras ofrecemos un erial”.
   La carga explícita del título, sirve de apertura también a la sección final. De nuevo la soledad y el ensimismamiento dictan la caligrafía escritural de un presente de inquietud y melancolía, donde los sueños tienen vuelos rasantes y donde la voz de la razón contradice idealizaciones y esperanzas: “El estado de ánimo es una lámina frágil en manos de los demás”; “Locos y pájaros no tienen miedo a las alturas”, “Se debe amarrar bien la cordura: es volátil”. Queda a solas la orfandad del solitario. El empeño de quien despliega el mapa del corazón para asumir, como un legado básico, hecho de aspiraciones quebradas, que “Crecer, mirar y no volverse loco es el verdadero éxito de la vida".

        
 
JOSÉ LUIS MORANTE