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Hilo de oro (Antología poética 1974-2011) Eloy Sánchez Rosillo Edición de José Luis Morante Cátedra, Letras Hispánicas Madrid, 2014 |
SOBRE HILO DE ORO
hiSin interrupción y a lo largo de cuatro décadas, la obra de Eloy Sánchez Rosillo preserva un
discurrir coherente y deja señas diferenciales únicas, que han convertido al
poeta en lectura obligatoria. Su entrañable palpitación encuentra en el paso
del tiempo pautado ritmo evolutivo y una maduración natural.
El estudio prologal de Hilo de oro recrea el itinerario
biográfico, desde sus primeros años hasta el ahora. Ese contexto vivencial
permite establecer similitudes entre el sujeto biográfico y el hablante
escritural; resulta muy cálido asomarse a las ventanas de los días infantiles,
incidir en los años de aprendizaje, cuando se forja la vocación de escritor, y
ser partícipes del sustrato sentimental que la escritura inserta en muchas
composiciones. La vida de Eloy Sánchez Rosillo ha discurrido en Murcia, allí
nació en 1948, estudió y, tras finalizar la preparación académica con
expediente ejemplar, desempeña su quehacer laboral como profesor universitario;
allí también se han ido completando todos los poemarios que forman el corpus
creativo, representado con eficacia en esta
antología que abarca más de la mitad de los poemas escritos hasta 2011.
Cada obra es una propuesta personal que tiene como fondo un devenir
histórico. El aire de época que respira
el inicio creador de Eloy Sánchez Rosillo se definía por el sello culturalista
y por el alejamiento de la expresión natural en aras de un lenguaje con
prestigio poético, conectado con la tradición pero al margen de la actualidad.
El poeta emergente muestra una cortesía distante hacia lo gregario, rechaza
modas y prefiere la andadura en solitario; desde el amanecer de su obra opta
por una lírica introspectiva, formulada a través de una dicción trasparente,
que fomenta el propósito comunicativo cotidiano. La carta de presentación, Maneras de estar solo consiguió el
Premio Adonais, supuso un testimonio concluyente sobre las posibilidades
creadoras de una voz que en los años ochenta entrega títulos que lo consagran
como un poeta elegíaco. Son poco los estudios críticos que no emparentan la
estética de Eloy Sánchez Rosillo con la nostalgia de lo perdido, presente en la
escritura de Páginas de un diario, Elegías, Autorretratos y La vida.
Es una etapa en la que resalta la conciencia
temporal, el ser transitorio de las cosas y el empeño de la memoria en la
reconstrucción del pasado.
Ese predominio de lo elegíaco comparte espacio con otras preocupaciones
temáticas. En los textos se abordan impresiones de viajes, instantáneas del
entorno afectivo y un diálogo continuado con los elementos naturales. La
naturaleza es un interlocutor hospitalario y vitalista, cuya palabra fomenta
respuestas interiores. Por tanto, en el trayecto de Eloy Sánchez Rosillo hay
una confianza heredada en temas y motivos que evita el desconcierto.
Pero ese quehacer creador no es monocorde y busca aperturas y desarrollos.
Tras casi una década de silencio, el poemario La certeza supone una inflexión, un renovado enfoque que abre la mirada: la vida nos concede a diario
un gozoso bagaje, un colmado despliegue de sensaciones y elementos sensoriales
que llenan de motivos para la esperanza.
El tono de La certeza inaugura un segundo momento en la escritura
que fortalece la voz celebratoria, como testifican las entregas posteriores. En
Oír la luz el hablante lírico mira las cosas con el
sereno sosiego de la madurez, reconciliado con su propia condición transitoria.
El acto de vivir se ilumina y las sombras se retraen porque el ser es capaz de
trascender lo contingente. Los signos de la existencia propician un pensamiento
reflexivo, una indagación que conlleva un modo de contemplar la vida en una
suerte de equilibrio entre la emoción y el pensamiento. Desde esas claves se
escriben los poemarios Sueño del origen y Antes
del nombre, libro de cierre de esta antología, obras en las que percibimos
una disposición positiva
El recorrido de Eloy Sánchez
Rosillo, entre la elegía y la celebración, hace revivir con voz firme el
acontecer de la existencia, ahonda en los estados del ser y en su
contradictorio estar entre lo permanente y lo transitorio; nos deja en las
manos un hilo de oro, la leve plenitud de la belleza.