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Antonio Machado
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BALAS Y POEMAS (Fragmento)
JOSÉ LUIS MORANTE
Poeta y crítico literario
Si vis pacem para bellum
(Si
quieres la paz, prepara la guerra)
Adagio Latino
Si quieres
paz, prepárate
para vivir en
paz con todo el mundo
Juan de Mairena
"... En el arco temporal de la guerra civil fueron muchos los intelectuales
que hicieron pública su lealtad al régimen republicano. Así se constataría en
el II Congreso Internacional de Escritores, celebrado en Valencia
, que
reunió en sus debates a voces que condenaron la rebelión de Franco y su
ensañamiento. Pero la fidelidad al régimen vigente se percibe de manera
ejemplar en la biografía de cuatro poetas: Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez,
Federico García Lorca y Miguel Hernández a quienes el hispanista Ian Gibson
–bien conocido por los lectores por sus investigaciones sobre nuestra historia
contemporánea- dedica su estudio
Cuatro
poetas en guerra.
Queda fuera Rafael Alberti, el poeta con más conciencia política, cuya
actuación, sin duda merece un monográfico.
El golpe de un grupo de militares en África, en julio de 1936, contra el
gobierno surgido en las lecciones de febrero que dieron el triunfo al Frente
Popular, fue el principio de una bárbara contienda que cercenó la convivencia,
desmanteló la sociedad civil y trajo como epílogo una inacabable dictadura. El
enfrentamiento afectó a todos los sectores sociales y exigió pronunciamientos
personales
.
Federico García Lorca, uno de los miembros más brillantes de la
generación del 27, de la mano del ministro de instrucción pública Fernando de
los Ríos se involucró en las Misiones Pedagógicas al frente del grupo teatral
universitario
La Barraca
que recorrió amplias zonas rurales para popularizar nuestro teatro clásico.
Caería asesinado en los primeros días de la guerra, víctima de las arteras
maniobras de la falange granadina. Los ultras no han olvidado sus compromisos
con el Frente Popular. Aunque no milita en ninguna formación se prodiga en
significados eventos: recita en
la
Casa del Pueblo de Madrid, pertenece a
la Asociación de Amigos de
América Latina, que denuncia
los
gobiernos autoritarios del Cono Sur, firma manifiestos y concede entrevistas en
las que recalca que la situación social no es ajena a las tablas teatrales y
que el postulado esteticista del arte por el arte, además de falso, está
finiquitado. En junio de 1936 concluye
La
casa de Bernarda Alba, un drama sobrio y sin poesía sobre la sexualidad en
el que halla acomodo el ambiente inquisitorial del campo y el cúmulo de
creencias lastrado por la intolerancia.
Un mes más tarde, a principios de julio, la situación social empeora:
las huelgas de obreros y las provocaciones falangistas ensombrecen la calle. El
12 de julio, pistoleros fascistas acaban con la lealtad republicana del
teniente José Castillo. Como respuesta, hombres uniformados detienen y ejecutan
al diputado José Calvo Sotelo. Los rumores del golpe se disparan; Federico
decide ir a Granada, donde llega el 14 de julio. Al día siguiente, la prensa
granadina saluda su retorno. En su ciudad, mitiga el miedo y participa en
algunas actividades públicas o privadas. Se confirman los augurios: el 17 de
julio se levanta la guarnición de Marruecos y, al llamamiento de Franco del día
siguiente, Queipo de Llanos se hace con
la Capitanía Militar
de Sevilla. En Granada la información política es confusa y dos días después
los rebeldes ocupan los edificios oficiales. El 23 de julio dominan
completamente la ciudad.
Los insurgentes quieren evitar una contraofensiva y encarcelan a los
cargos legales. Instauran un régimen de terror, con ejecuciones y saqueos en
domicilios privados. El 6 de agosto, la casa familiar del poeta en
la Huerta de San Vicente sufre
un estrepitoso registro falangista, la excusa es la búsqueda de una radio
clandestina. Días después, los joseantonianos vuelven y con métodos violentos
investigan la existencia de algunos fugitivos. Federico se derrumba; busca
seguridad en el domicilio de los Rosales. Uno de los hijos, Luis, es un joven
poeta que admira el itinerario de Lorca. Acepta el alojamiento de Federico.
Pero la represión es implacable. El 15 de agosto se cursa la orden de detención
del poeta y la búsqueda en
la
Huerta lleva a averiguar el paradero real, bajo amenazas. Al
día siguiente, Ruiz Alonso y sus esbirros se personan en la casa de los Rosales
y conducen a Federico al Gobierno Civil para
interrogarlo.
Las posteriores
gestiones de los Rosales
resultan infructuosas. En la madrugada del 17 de agosto sería fusilado.
Las operaciones militares del ejército nacional se realizan con
ferocidad. Franco y Queipo de Llano prodigan avances hacia el centro y bajo su
autoridad suman territorios andaluces y extremeños. El objetivo prioritario es
Madrid, sede gubernamental. Tras la caída de Toledo, la carretera de
Extremadura presencia un avance fortalecido por la idea de que la capital
carece de una defensa adecuada. Así es: los emplazamientos antiaéreos son
escasos, no se dispone de armas y municiones para reclutar efectivos civiles y
cunde la anarquía entre los elementos defensivos, a excepción de la
disciplinada organización del partido Comunista y el Quinto Regimiento. Sin
embargo, las carencias se superan y el “no pasarán” atrinchera al fascismo en
la Casa de Campo, soportando
bombardeos que afectan incluso a edificios como la pinacoteca del Prado, los
aledaños de
la
Biblioteca Nacional y el Palacio de Liria. Muchas voces
condenan esta agresión a la cultura. El 19 de noviembre,
El mono azul denuncia “la
patológica crueldad” que no respeta el legado de generaciones y se ensaña con
centros culturales e intelectuales en un manifiesto que firman Rafael Alberti,
María Teresa León, Luis Cernuda, Vicente Aleixandre, José Bergamín, León
Felipe…
El 24 de noviembre un grupo de
intelectuales es evacuado hacia Valencia. Uno de los que salen es Antonio
Machado, quien es portavoz del agradecimiento colectivo ante el heroísmo de la Junta de defensa.
Republicano por tradición familiar, vivió con alborozo el bienio progresista y
se involucró en escritos, homenajes y actividades de apoyo cultural. Atrapado
en Burgos, su hermano Manuel poco a poco se convertirá en benevolente cantor de
los militares rebeldes; esta incidencia afecta al poeta que, sin embargo, asume
con entereza el rol del compromiso. Instalado primero en Valencia y más tarde
en Rocafort con su familia, durante año y medio Antonio Machado desarrolla
diferentes funciones: preside la
Casa de la
Cultura, firma manifiestos, da entrevistas que propagan su
apoyo a la democracia de las urnas, forma parte de la Presidencia de Honor
de la Conferencia
Nacional de la
Juventud, condena el golpismo y la criminal actitud del
fascismo internacional y colabora en iniciativas como la revista Hora de España. Sería en esta
publicación donde se levantó... "
(Fragmento del estudio sobre Antonio Machado)
Los
sublevados conquistan el centro peninsular casi sin oposición y, tras la toma
de Toledo, y se impone la opinión de que la caída de Madrid es inevitable. El 4
de noviembre de 1936 se gesta un poder ejecutivo de urgencia, presidido por el
socialista Francisco Largo Caballero quien para preservar la autonomía política
decide el traslado a Valencia. Se oponen a la propuesta los cuatro ministros
cenetistas y los dos comunistas, pero la decisión se impone. De ese modo
Valencia se convierte en capital política de
la II República.
Ian
Gibson hace un análisis muy documentado sobre la lealtad a la causa republicana
de Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez, Federico García Lorca y Miguel
Hernández en
Cuatro poetas en guerra, Planeta, Barcelona, 2007.
La
defensa de Madrid se encomienda a una Junta de Defensa en la que participan
todas las formaciones ideológicas con representación en el Consejo de
Ministros. La preside el general José Miaja.
Félix
Grande reconstruye los últimos días de Federico García Lorca en su libro
La calumnia- Mondadori, Madrid,
1987-para exculpar a Luis Rosales en la muerte del poeta y para dar cuenta de
su compromiso en el clima de represión que soportó Granada en los primeros
pasos de la guerra civil.
La
revista era uno de los órganos de expresión de
la Alianza de Intelectuales
Antifascistas
, firme soporte para la
defensa de la cultura.
Es
una revista mensual cuyo primer número amanece en enero de 1937, en la imprenta
de Manuel Altolaguirre. Cuenta con ilustraciones de Ramón Gaya y un colectivo
de calidad en el que están León Felipe, José Moreno Villa, Antonio Machado,
José Bergamín o Rabel Alberti; después se sumarían otras escrituras como María
Zambrano, Miguel Hernández u Octavio Paz.
Hora de España, número 8, pp. 5-10. Esta
entrega se editó en la ciudad del Turia, en
agosto de 1937. Un largo artículo glosaba la significación del II
Congreso Internacional de Escritores