miércoles, 30 de noviembre de 2022

GOYA GUTIÉRREZ. POZO PRÓDIGO

Pozo pródigo
Goya Gutiérrez
Olifante Ediciones de Poesía
Zaragoza, 2022


 REGRESOS

 

  Nunca dejo de recordar, cuando recibo una entrega poética de Goya Gutiérrez (Cabolafuente, Zaragoza, 1954),  su activismo impulsor tras las páginas de la revista Alga. Una tarea valiosa que ha compaginado con la escritura crítica y un trabajo lírico que abarca las salidas De mares y espumas, La mirada y el viaje, El cantar de los amantes, Ánforas, Hacia lo abierto, Grietas de luz y Lugares que amar, poemario que moldea un homenaje a la expresión artística desde diferentes estrategias expresivas como el cine, la pintura, el teatro, la fotografía, o la palabra como espacio habitable de verdad y belleza.
   El territorio lírico de Pozo pródigo muestra como pórtico un temblor inaugural. Es un intervalo de espera donde la búsqueda y el vislumbre de horizontes despiertan la conciencia para salir al día. Todo amanece con una iconografía de plenitud que aloja, en el regreso, un paisaje interior celebratorio. En los pasos iniciales de Pozo pródigo prevalece una mirada reflexiva sobre un recorrido que aglutina al mismo tiempo diversidad y azar. Son ángulos del poema que aportan una mirada integradora en el sujeto poético, donde la introspección es una tarea básica del estar.
  Son acordes de un recorrido que, de cuando en cuando, retorna al pasado por la evocación para vislumbrar la casa abandonada y el resplandor dormido de otro tiempo. Las estaciones se han convertido en testigos de un tránsito en el que se van desdibujando las huellas, como si lo vivido se quedara dormido entre la niebla: “Cada uno de nosotros llevamos en nuestra piel / un mapa de ese recorrido pedregoso, / el amarre de los vientres a la negra argolla / de la incertidumbre y de los malos propósitos”.
   En ese avanzar por la sombra se percibe un lugar interior convulsionado, hecho desapacible negrura.  Se suceden las imágenes que hablan de desolación e intemperie, mientras nace de nuevo la necesidad de crear un espacio habitable que conlleve nuevas formas de creer, vivir y amar. Se trata de gestar una actitud distinta frente a las pérdidas y derrotas. Hay que resistir buscando fuerza en el canto para poner fin a la errancia, descubriendo el umbral de una casa abierta. Quien recorre los calmos laberintos del tiempo debe saber el hueco que cobija la luz auroral, aquella que dibuja formas y colores y comparte el calor del mediodía, ese “incipiente sol de primavera”.
   El título del apartado central, “Amor de trenza, fuerza de carbunclo” lleva un introito de citas de fuerte contenido semántico. Se dan la mano Gaston Bachelard, Francisco Rico, Piedad Bonnett y Federico Gallego Ripoll.  Otra vez emerge, renacida y cálida, la casa. El recuerdo se hace elemento de vida. El contexto sugiere una definición matérica, como si se esforzara en recuperar los elementos que contienen las claves de lo temporal. En la acumulada historia de las habitaciones se muestra una claridad en la que resuena el crepitar del mundo. En él reviven criaturas y espacios. Ahí está el cercano recuerdo de la hija y aquel armónico desorden de la infancia que se guarda intacto en el mapa de la memoria, como si la casa no pudiera nunca desprenderse de sus raíces más emotivas. Y está también ese largo itinerario de lecturas en el tiempo, donde se fueron acumulando las voces de poetas invisibles, junto a esa nómina de creadores que logró vencer al tiempo y convertirse en presencias perdurables desde la secreta esencia del poema.
   Queda en Pozo pródigo el misterio de lo vivo y lo inerte, esa arcilla moldeable que las manos del tiempo van dando formas para que su piel cobije lo transitorio. Nace así una voz elegíaca, “una poeta que recoge y trasciende con su sutil vasija”, que abre caminos de regreso, que dejan en el presente espacios y vivencias. Son imágenes del tránsito, dispuestas a mostrar en su claridad expresiva, la voz del pretérito; el hueco enmudecido de lo germinal que concede sentido a la existencia. Retornan pasos marcados en la encrucijada del tiempo. En ellos se sostiene el ahora; las paredes alzadas de una casa que es secreta respiración de la memoria.
 

JOSÉ LUIS MORANTE

martes, 29 de noviembre de 2022

CUARENTENAS Y ENSIMISMAMIENTOS

Madrid, otoño y grises
Fotografía de
Rosa María Hernández Costa

 

CUARENTENAS Y ENSIMISMAMIENTOS

 

Tras un trimestre de insólita actividad literaria, la realidad establece con precisa exactitud sus cuarentenas y ensimismamientos. En ello estoy mientras van pasando los días hacia dentro. El regreso a los hábitos de siempre será emotivo para la voluntad y el ánimo, para el sosiego de la lectura y de nuevos poemas: calle abierta. 

Hablo de ensimismamiento pero el concepto requiere matizaciones; he podido disfrutar de otras actividades. Sucedáneos para cuando despierte de este sueño de ocres y vea que todavía la literatura sigue ahí, como un dinosaurio que percibe un cielo roto.

Debo callarme frente a los que escriben haikus en romance. El analfabetismo literario es muy visceral y nunca sabe a qué premio optar al día siguiente, si el Nobel o el Cervantes, el Reina Sofía o el Federico García Lorca.

Las confidencias hay que merecerlas; los que opacan el cristal no son destinatarios del intimismo, como esas presencias que se extraviaron en algún recodo de la amistad y nunca regresaron a casa.

Otros siguen considerando el insulto como una de las bellas artes. Y baten palmas frente al alba rosada de los exabruptos. Tal creencia dice mucho de su estado mental, de su empeño de viajar en barca por el mar de la Mancha y, claro y conciso, del enorme porvenir laboral que tiene la psiquiatría.


(Diario de ausencias)


lunes, 28 de noviembre de 2022

IN NOMINE AUSCHWITZ (Presentación en El Café Comercial de Madrid)

In nomine Auschwitz
Antología de la poesía del Holocausto
Carlos Morales del Coso
(Prólogo, edición y selección de poemas)
Liminar de Fernando Navarro García
Editorial Última Línea
Colaboración de CITMA
Málaga, 2022

 UNA TARDE EN EL CAFÉ COMERCIAL

  Se abre camino el día y presentaremos esta tarde en El Café Comercial de Madrid, en plena Glorieta de Bilbao, la obra "In nomine Auschwitz", una fundamental antología de la poesía del Holocausto provocado por la distopía nazi, con edición, selección y estudio introductorio de Carlos Morales del Coso. El estudioso personifica un incansable anhelo personal, nacido desde la amistad y la palabra de Carlos de la Rica, fundador del proyecto editorial de El Toro de Barro. La tenacidad de Carlos Morales encuentra asiento en el impulso de Última Línea y de su director Gonzalo Sichar. Y a ellos se suman la sensibilidad y los poemas de poetas como José Luis Torrego, que estará coordinando las intervenciones líricas. Escribió Heidegger que la poesía es el lugar desde donde emerge la verdad. Y hoy intentaremos, con vuestra compañía, que llegue a superficie desde la larga noche de muerte, dolor y niebla del Holocausto. Frente a la barbarie siempre la ética, la obligación de poner voz a los otros.

 

JOSÉ LUIS MORANTE




 

domingo, 27 de noviembre de 2022

ANAIS VEGA. SECUELAS DEL FUEGO

Secuelas del fuego
Anais Vega
XIV Premio de Poesía Joven
RNE-FUNDACIÓN MONTEMADRID
Pre-Textos, Poesía
Valencia, 2022

 

RITUALES DIARIOS


   Si exploramos los itinerarios estéticos de la generación nacida en el cierre de siglo, percibimos una producción cadenciosa y diversa,. En ella se conjugan nombres propios que ponen frescura e intimismo en su creación. En este sustrato histórico comienza su andadura Anais Vega (Córdoba, 1991), que cursa en el ahora Filología Hispánica en la Universidad de Córdoba. Su trabajo más temprano, Azules y otras sombras, fue reconocido con el Premio de Poesía Joaquín Benito de Lucas; también su segunda entrega Secuelas del fuego sale de amanecida al obtener el XIV Premio de Poesía Joven RNE-Fundación Montemadrid.
  La poeta elige como vértice iluminador de su escritura una cita del mexicano José Emilio Pacheco, cuyo sustrato lírico está marcado por la exploración del inasible ritual diario y por la percepción del discurrir existencial que crea de continuo inquietud y desconcierto, secuelas de ceniza. También la estela poética de Anais Vega opta por varias señas reconocibles: la cercana dicción del coloquialismo, la trama de lo cotidiano, el papel relevante del diálogo con los otros al compartir sueños, decepciones y sosiego y, en el propósito formal, el uso del poema breve como propuesta cercana y transparente, despojada de aditamentos herméticos. Quien camina por la hondura gris del amanecer dibuja una identidad reflexiva: “Es una extraña la que pinta / mis labios / mirándose al espejo. / Contesta algunos wasaps / y ríe con sus amigas, / madruga, / hace deporte, / y después el amor. / Es una extraña y yo / simple pared / e involuntaria espectadora.”
   Por tanto, la marcha argumental de Secuelas del fuego hunde su raíz en el devenir de lo contingente. Está marcada por los afanes de un ser individual que sobrevive a la monotonía del discurrir. Una calma aparente se posa en el entorno, como un extraño marco de representación. De repente aparece un suceso que convulsiona todo, que pone en la tristeza una estridencia, un tacto áspero, un grito que recuerda los mecanismos desgastados de  un mundo inicuo, “que solo puede haberlo creado un loco”.  
  El balance vital prosigue indeclinable hasta dejar al hablante poético en las frontera de los treinta; es un tiempo de transición que zarandea aquellas aspiraciones entusiastas de la juventud. Qué excelente reflejo de ese impulso vital el poema “Los jóvenes de abajo" que enfoca la decepción en la grisura de lo laborable. Poco a poco, se perciben también las mutaciones propias, esas inadvertidas erosiones que van tomando formas nuevas y dejan en las aceras ausencias y pensamientos nacidos desde la evocación. Todo lo que fue un día, ya es distinto. Son otras las ramas que sostienen, o las voces que suenan en el parque y que describen, íntimas, esas certezas que los años mueven de sitio;  ilusiones que no saben terminar un buen autorretrato.
   En el apartado central “Chispa y llamarada” Anais Vega se asoma al presente sin filtros desde una hermosa cita de Joan Margarit; no busca retocar sino que encuentren una ventana con luz las preguntas de siempre; aquellas que saben que la naturaleza de fondo del existir está cubierta por una vaga niebla. Resalta la coherencia del sujeto verbal en asumir su identidad biográfica y el pensamiento con mínimos cambios de planes. Un ambiente sin decoración que tanto recuerda en ocasiones a la sala de espera de un psiquiatra con sus expresionistas contornos de normalidad. Pero también allí crece una brizna de esperanza, salta la chispa que no pierde la fe en la supervivencia, por más que los lobos nunca cambien o se disfracen con pieles de temporada.
   En la poesía de Anais Vega, con voz sabia y precisa, se dibujan los contornos de la realidad y su tendencia intacta de cobijar la umbría y el pesimismo existencial. Los pasos afloran con huella frágil, destinados a ser silencio y humo, un poco de vaho en los espejos. Desde ese sentimiento elegíaco, que enlaza con magisterios como Ángel González, comienza un trayecto marcado por la inquietud de una conciencia insomne. Quien piensa sabe que un día no estaremos, pero sabe también que vivencias y percepciones no son definitivas. Que es posible emerger con palpitaciones vivas. Ser otra vez un ave fénix, cuando el amor rescata con su mano tendida y libera de cualquier sensación crepuscular “Con la Noche estrellada bajo el brazo”.
 
JOSÉ LUIS MORANTE



 

viernes, 25 de noviembre de 2022

ANTONIO MACHADO Y LA ELEGÍA

Antonio Machado


 
BALAS Y POEMAS (Fragmento)
 
 
JOSÉ LUIS MORANTE
Poeta y crítico literario
 
 
                                                                       Si vis pacem para bellum
                                                                       (Si quieres la paz, prepara la guerra)
                                                                                             

                     Adagio Latino

 

Si quieres paz, prepárate

para vivir en paz con todo el mundo

 

                               Juan de Mairena

 
 "...  En el arco temporal de la guerra civil fueron muchos los intelectuales que hicieron pública su lealtad al régimen republicano. Así se constataría en el II Congreso Internacional de Escritores, celebrado en Valencia[1], que reunió en sus debates a voces que condenaron la rebelión de Franco y su ensañamiento. Pero la fidelidad al régimen vigente se percibe de manera ejemplar en la biografía de cuatro poetas: Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez, Federico García Lorca y Miguel Hernández a quienes el hispanista Ian Gibson –bien conocido por los lectores por sus investigaciones sobre nuestra historia contemporánea- dedica su estudio Cuatro poetas en guerra[2]. Queda fuera Rafael Alberti, el poeta con más conciencia política, cuya actuación, sin duda merece un monográfico. 
  El golpe de un grupo de militares en África, en julio de 1936, contra el gobierno surgido en las lecciones de febrero que dieron el triunfo al Frente Popular, fue el principio de una bárbara contienda que cercenó la convivencia, desmanteló la sociedad civil y trajo como epílogo una inacabable dictadura. El enfrentamiento afectó a todos los sectores sociales y exigió pronunciamientos personales[3].
   Federico García Lorca, uno de los miembros más brillantes de la generación del 27, de la mano del ministro de instrucción pública Fernando de los Ríos se involucró en las Misiones Pedagógicas al frente del grupo teatral universitario La Barraca que recorrió amplias zonas rurales para popularizar nuestro teatro clásico. Caería asesinado en los primeros días de la guerra, víctima de las arteras maniobras de la falange granadina. Los ultras no han olvidado sus compromisos con el Frente Popular. Aunque no milita en ninguna formación se prodiga en significados eventos: recita en la Casa del Pueblo de Madrid, pertenece a la Asociación de Amigos de América Latina, que denuncia  los gobiernos autoritarios del Cono Sur, firma manifiestos y concede entrevistas en las que recalca que la situación social no es ajena a las tablas teatrales y que el postulado esteticista del arte por el arte, además de falso, está finiquitado. En junio de 1936 concluye La casa de Bernarda Alba, un drama sobrio y sin poesía sobre la sexualidad en el que halla acomodo el ambiente inquisitorial del campo y el cúmulo de creencias lastrado por la intolerancia.
   Un mes más tarde, a principios de julio, la situación social empeora: las huelgas de obreros y las provocaciones falangistas ensombrecen la calle. El 12 de julio, pistoleros fascistas acaban con la lealtad republicana del teniente José Castillo. Como respuesta, hombres uniformados detienen y ejecutan al diputado José Calvo Sotelo. Los rumores del golpe se disparan; Federico decide ir a Granada, donde llega el 14 de julio. Al día siguiente, la prensa granadina saluda su retorno. En su ciudad, mitiga el miedo y participa en algunas actividades públicas o privadas. Se confirman los augurios: el 17 de julio se levanta la guarnición de Marruecos y, al llamamiento de Franco del día siguiente, Queipo de Llanos se hace con la Capitanía Militar de Sevilla. En Granada la información política es confusa y dos días después los rebeldes ocupan los edificios oficiales. El 23 de julio dominan completamente la ciudad.
   Los insurgentes quieren evitar una contraofensiva y encarcelan a los cargos legales. Instauran un régimen de terror, con ejecuciones y saqueos en domicilios privados. El 6 de agosto, la casa familiar del poeta en la Huerta de San Vicente sufre un estrepitoso registro falangista, la excusa es la búsqueda de una radio clandestina. Días después, los joseantonianos vuelven y con métodos violentos investigan la existencia de algunos fugitivos. Federico se derrumba; busca seguridad en el domicilio de los Rosales. Uno de los hijos, Luis, es un joven poeta que admira el itinerario de Lorca. Acepta el alojamiento de Federico. Pero la represión es implacable. El 15 de agosto se cursa la orden de detención del poeta y la búsqueda en la Huerta lleva a averiguar el paradero real, bajo amenazas. Al día siguiente, Ruiz Alonso y sus esbirros se personan en la casa de los Rosales y conducen a Federico al Gobierno Civil para  interrogarlo.  Las posteriores gestiones de los Rosales[4] resultan infructuosas. En la madrugada del 17 de agosto sería fusilado.
 
   Las operaciones militares del ejército nacional se realizan con ferocidad. Franco y Queipo de Llano prodigan avances hacia el centro y bajo su autoridad suman territorios andaluces y extremeños. El objetivo prioritario es Madrid, sede gubernamental. Tras la caída de Toledo, la carretera de Extremadura presencia un avance fortalecido por la idea de que la capital carece de una defensa adecuada. Así es: los emplazamientos antiaéreos son escasos, no se dispone de armas y municiones para reclutar efectivos civiles y cunde la anarquía entre los elementos defensivos, a excepción de la disciplinada organización del partido Comunista y el Quinto Regimiento. Sin embargo, las carencias se superan y el “no pasarán” atrinchera al fascismo en la Casa de Campo, soportando bombardeos que afectan incluso a edificios como la pinacoteca del Prado, los aledaños de la Biblioteca Nacional y el Palacio de Liria. Muchas voces condenan esta agresión a la cultura. El 19 de noviembre, El mono azul[5] denuncia “la patológica crueldad” que no respeta el legado de generaciones y se ensaña con centros culturales e intelectuales en un manifiesto que firman Rafael Alberti, María Teresa León, Luis Cernuda, Vicente Aleixandre, José Bergamín, León Felipe…
   El 24 de noviembre un grupo de intelectuales es evacuado hacia Valencia. Uno de los que salen es Antonio Machado, quien es portavoz del agradecimiento colectivo ante el heroísmo de la Junta de defensa. Republicano por tradición familiar, vivió con alborozo el bienio progresista y se involucró en escritos, homenajes y actividades de apoyo cultural. Atrapado en Burgos, su hermano Manuel poco a poco se convertirá en benevolente cantor de los militares rebeldes; esta incidencia afecta al poeta que, sin embargo, asume con entereza el rol del compromiso. Instalado primero en Valencia y más tarde en Rocafort con su familia, durante año y medio Antonio Machado desarrolla diferentes funciones: preside la Casa de la Cultura, firma manifiestos, da entrevistas que propagan su apoyo a la democracia de las urnas, forma parte de la Presidencia de Honor de la Conferencia Nacional de la Juventud, condena el golpismo y la criminal actitud del fascismo internacional y colabora en iniciativas como la revista Hora de España[6]. Sería en esta publicación[7] donde se levantó... "

(Fragmento del estudio sobre Antonio Machado)



[1] Los sublevados conquistan el centro peninsular casi sin oposición y, tras la toma de Toledo, y se impone la opinión de que la caída de Madrid es inevitable. El 4 de noviembre de 1936 se gesta un poder ejecutivo de urgencia, presidido por el socialista Francisco Largo Caballero quien para preservar la autonomía política decide el traslado a Valencia. Se oponen a la propuesta los cuatro ministros cenetistas y los dos comunistas, pero la decisión se impone. De ese modo Valencia se convierte en capital política de la II República. 
[2] Ian Gibson hace un análisis muy documentado sobre la lealtad a la causa republicana de Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez, Federico García Lorca y Miguel Hernández en  Cuatro poetas en guerra, Planeta, Barcelona, 2007.
[3] La defensa de Madrid se encomienda a una Junta de Defensa en la que participan todas las formaciones ideológicas con representación en el Consejo de Ministros. La preside el general José Miaja.
[4] Félix Grande reconstruye los últimos días de Federico García Lorca en su libro La calumnia- Mondadori, Madrid, 1987-para exculpar a Luis Rosales en la muerte del poeta y para dar cuenta de su compromiso en el clima de represión que soportó Granada en los primeros pasos de la guerra civil.
[5] La revista era uno de los órganos de expresión de la Alianza de Intelectuales Antifascistas, firme soporte para la defensa de la cultura.
[6] Es una revista mensual cuyo primer número amanece en enero de 1937, en la imprenta de Manuel Altolaguirre. Cuenta con ilustraciones de Ramón Gaya y un colectivo de calidad en el que están León Felipe, José Moreno Villa, Antonio Machado, José Bergamín o Rabel Alberti; después se sumarían otras escrituras como María Zambrano, Miguel Hernández u Octavio Paz.
[7] Hora de España, número 8, pp. 5-10. Esta entrega se editó en la ciudad del Turia, en  agosto de 1937. Un largo artículo glosaba la significación del II Congreso Internacional de Escritores

jueves, 24 de noviembre de 2022

NADAR EN SECO (PRESENTACIÓN EN LIBROS PROHIBIDOS, ÚBEDA)

Recital y lectura en Úbeda, Jaén
Cartelería y diseño
Javier Gallego Dueñas

 

NADAR EN SECO
 
El tiempo que no tuve nada en seco.
En él cada brazada recolecta
los secretos acordes de la profundidad.
De cuando en cuando
rasgan la superficie huecos húmedos
de cuyo fondo emergen
estelas de luciérnagas.
Mas un sudor salobre
desdice la quietud,
impulsa cercanía
hacia el contorno exacto del trascielo.
 
No dejo que el cansancio me carcoma.
Sacudo el agua ausente.
En los brazos maltrechos
hay jirones de mí.
 
     (Del libro Nadar en seco, 2022)
 
                             

miércoles, 23 de noviembre de 2022

LAURA RAMOS. LA VERDAD ES QUE ESTOY SOLA Y QUE ESTOY ARDIENDO

La verdad es que estoy sola y que estoy ardiendo
Laura Ramos
Ediciones de la Isla de Siltolá / Poesía
Sevilla, 2022 

UN PACTO DE FICCIÓN


   Una de las sendas más transitadas del espacio lírico contemporáneo es el intimismo, una estética de normalidad en la que el poeta focaliza la subjetividad como mapa de significaciones. Quien escribe se siente cómodo el aporte experiencial de lo diario y entre un abanico de lecturas que funciona como fuente nutricia de la propia creación. Laura Ramos (Avilés, Asturias, 1996), Licenciada en Filología Hispánica y profesora de Literatura, titula su amanecida La verdad es que estoy sola y que estoy ardiendo, un aserto confidencial, alejado de cualquier solemnidad retórica, cuyo alcance expresivo  define, según escribe Rodrigo Olay, en la nota de contraportada: “Una pequeña cosmogonía cuajada de mitos propios, hasta construir una leyenda, un lenguaje y una lógica personales en el espacio imaginado de Nonú”.
   Antes de iniciar el trayecto poético, también resultan sugerentes los datos previos sobre la identidad del sujeto poético definidos en la Nota de la autora: “colocar a la niña o al robot (a poder ser / muy cerca del agua de un estanque / pactarlo todo / como un milagro”. Desde esa ubicación reflexiva que invita a un pacto de ficción llegan las citas de Rodrigo Olay y Ausiàs March, como aperturas del apartado “Cuatro poemas sobre amar y morir”. Los materiales líricos enlazan directamente con el epitelio sentimental del sujeto. Todo gira en torno al discurrir afectivo, vértice central del laberinto existencial, pero las contingencias de esa relación con las emociones mantienen una clara sensibilidad onírica, a trasmano de una realidad estable y convencional: "el día que te conocí dispuse un telar en el centro de mi cuarto / con cuidado peiné los hilos, ásperos como salidos de la tierra / Penélope y yo guardamos raíces comunes / erguidos como varillas de acero / nos reconocemos en el telar". Hay poemas que remiten al clima de las leyendas medievales, a esa trama reticular de caballeros y damas. Enfrentados al cauce azaroso del destino, prodigan gestos de valor, elementos mágicos y versiones ficcionales, como relatos de final abierto, junto al fuego, donde todo lo que ocurre solo es percibido en espacios dormidos en el alféizar de lo cotidiano.
 En ese yo parapetado en las profundidades de la imaginación afloran personajes con voz propia como Elisena y Sissi, y espacios geográficos, ajenos a cualquier mapa conocido, como la tierra de Nonú, un punto ciego abierto donde cobijar sagas perdidas en las manos del tiempo, e historias con grietas a la fantasía. De este modo, cobra vida un transitar evocativo, ajeno a la cronología del ahora.
  El paisaje conforma una experiencia lingüística. Se trata de inventar y construir, de ubicar en esa cartografía ficcional emplazamientos para el amor, la ausencia, el deseo o la soledad.
   Apoyado en citas de Wallace Stevens y Anne Carson, en el apartado final “La alegría y la mecenas” la temática metaliteraria de algunos poemas refuerza el carácter experimental del libro. No hay un hilo argumental que paute un planteamiento, nudo y desenlace, sino un cúmulo de composiciones en el que cada texto, incluso en los poemas fragmentados, tiene una autonomía expresiva, con distintos estratos de significados. Conviven el relato textual de lo anecdótico y la alegoría, los recuerdos y el magma cultural de la lectura.
   La verdad es que estoy sola y que estoy ardiendo de Laura Ramos contiene una propuesta compleja en sus procedimientos formales, que invita a la interpretación crítica. La poeta niega certezas al limitado mundo de lo figurativo. Escribe, disfraza la anécdota, busca tras el lenguaje la recreación de lo desconocido. A veces, los significados caminan tanteando entre imágenes oníricas, aunque sin perder la carga orbital de lo emotivo, como si el amor y el deseo ganaran definitivamente la partida al lenguaje para volver hacia la amanecida. Quien mira hacia dentro habita un cuarto exiguo, vital e intuitivo, en constante transformación y movimiento; en él dibuja una espiral que busca su centro, ese lugar donde se definen las vibraciones del amor,  el pactado camino del poema.
 
                                                                              JOSÉ LUIS MORANTE 

martes, 22 de noviembre de 2022

CONTRA EL TIEMPO

Ayer
(Archivo general de internet)



 CONTRA EL TIEMPO

Tímido asombro frágil
de un mudable escenario,
cuando niño tenía
la seriedad de luto de unas gafas de concha,
templanza en la sonrisa
y el flequillo uniforme 
del quehacer laborioso.
Sobre el llano gastado del pupitre
iniciaba  abordaje
un revolar de páginas;
despliegues de raíces
sobre un papel manchado,
cuya savia desdice la grisura.

El tiempo con sus dedos de catástrofe
oxidó aquel aspecto.
Pero bajo la piel desangelada
del amargo presente
sigue firme
el ámbar del destello
que anticipa el incendio;
la soledad incierta
que alza sueños a mano
y que no cede nunca al extravío
de perder la inocencia.

     (De  Nadar en seco, 2022)





lunes, 21 de noviembre de 2022

ALFREDO PERÁN PÉREZ. HABITACIONES DE INVIERNO

Habitaciones de invierno
Alfredo Perán Pérez
Olé Libros / Poesía
Valencia, 2022

 

JIRONES DE AYER

 

   Hace unos meses, en ese intermedio preventivo de la pos pandemia, conocí a Alfredo Perán Pérez (Elche, 1976), Licenciado en Filología Inglesa, estudiante de otras especialidades y profesor. Era primavera en Madrid y disfrutamos de un cálido paseo por la Cuesta de Claudio Moyano, donde ojeamos revistas literarias, compramos libros de ocasión y compartimos un tiempo común de afecto y complicidad. Asumí de inmediato lo evidente: su vocación de tinta fresca. En la mesa de otoño, encuentro ahora su primera entrega, Habitaciones de invierno (Olé Libros, 2022), libro que incorpora una introducción del poeta, crítico y profesor F. Javier Gallego Dueñas. El texto se adentra en la casa poética enunciando los pilares de cimentación que alzan esta amanecida. Se cita, por ejemplo, a Cernuda, Rosales, Ángel González, Luis García Montero, Joan Margarit o Karmelo C. Iribarren, entre otros. Pido disculpas por no añadir la lista completa de influencias que, por otra parte, siempre sería fragmentaria, dado el empeño lector. Las voces enunciadas son afinidades enlazadas; aproximan esta entrega de Alfredo Perán Pérez a una travesía lírica meditativa y experiencial. En ella, el decir figurativo concede presencia a un protagonista verbal cercano, dispuesto a la confidencia; empeñado en actuar como espectador introspectivo. En suma, y enlazo con el buen hacer del prologuista: “el poeta aparece como un sujeto escindido entre la realidad y el deseo, entre el amor y el olvido, entre la carne y el poema”.
   El viaje poemático comienza con “Habitaciones interiores”, un enunciado significativo para postular la querencia del hablante verbal por la autopercepción. Caminar hacia dentro significa sumar pasos hacia la esencia del ser; explorar los rasgos que asoman en los espejos de la rutina y buscar los tanteos de una temporalidad que oferta a los sentidos una panorámica sombría, un estar animico en blanco y negro. En este desvelo, la realidad muestra su intemperie, un espacio áspero, donde el sujeto no tardará en adquirir la inquietante condición de náufrago: “Desnudo de piel, calor y sueños, / arrastrarás tus pies / con el bagaje de todos tus pasos / hasta el patio donde surge el día. / Y allí, vestido de sol, / observarás tranquilo / tu minúscula existencia”. La soledad intensifica el rastrear de la conciencia, esa mirada hacia los espejos que percibe el fondo de lo lejano, una oquedad casi deshabitada, que acaso persigue la caricia de otra piel.
   Unos versos de Karmelo C. Iribarren abren, con nítido sustrato irónico, el tramo “Habitaciones desalojadas” –aserto que recuerda mucho a uno de los títulos centrales de Luis García Montero, otro de los magisterios, como se ha dicho, del poeta. La soledad explora cada rincón del mapa sentimental. La estación de llegada no está; es ausencia y prueba contundente de un estar vacío, donde la luz queda al otro lado. Es tiempo de evocación y desvelo, mientras siguen abiertas las heridas de la memoria. Pero la vida continua y poco a poco comienzan las erosiones del olvido.
   En el apartado de título lacónico “Tránsito” la idea del discurrir temporal forja el relato del superviviente: “Siempre hay un punto del recorrido / en que la vida trata de abrirse paso, / abandonando el miedo / a lo que no entendemos, a que nos encuentre el tiempo / ya de vuelta…”. Partir entonces es también reencontrarse, aunque el horizonte abierto ante los sentidos sea un recorrido deshabitado; y manche los labios una ceniza estéril. Todo queda lejos, desvaído, sin luz, como si el paisaje hubiese borrado los surcos comunes, aquellos que abrieron los dedos limpios del amor. Se impone la esterilidad arenosa del barbecho, la incertidumbre de que acaso lo vivido no fuera sino un sueño, un difuso lugar para la espera. Caminar es solo abrir distancias.
   Despojado y sombrío, el otoño se instala en lo diario ahuyentando los sueños. Solo quedan jirones, restos que no saben que todavía hay luz para encontrar al borde del camino una habitación con vistas, compartida: “Sé que estás. / Ahí. / Al otro lado. / Albergando instantes / que pretenden ser / más allá de lo que abarcan. / Desandando la distancia / entre la voz y el silencio”.
   Como capturas en la retina de quien camina de noche, Alfredo Perán Pérez busca en los poemas de Habitaciones de invierno el semblante sombrío de la pérdida. Con sustrato realista, la palabra transita por la memoria, sin entorpecimientos retóricos, para mostrar evocaciones y sentimientos. Incertidumbres de un sujeto poético sumido en las contingencias de quien está solo y vuelve sus ojos hacia dentro, esperando que el silencio tome la palabra y ponga luz en la secreta senda del retorno.
 

                                                                                   JOSÉ LUIS MORANTE

domingo, 20 de noviembre de 2022

UNA CASA CON NADIE

Castillo de Magalia
Las Navas del Marqués, Ávila, 2022 

 

LA CASA 

  Me gustan las casas sin cerrojo, donde nunca sucede nada inquietante. Solo el rostro narcisista de algún desconocido en mis espejos, lámparas que se encienden o apagan a su arbitrio y esa quietud doméstica del rincón. Es lugar predilecto. Allí me siento a observar lo que pasa en una casa vieja, llena de voces sedentarias. Yo no hablo con nadie, pero los ausentes ejecutan múltiples gestos, errancias fugaces y este remedo del derrumbe que me impulsa a vivir aquí.


(De Cuentos diminutos)




 

sábado, 19 de noviembre de 2022

HOMBRES COMUNES

Una grieta en la piel
Archivo general de internet

 

HOMBRES COMUNES

 

Los que escriben autobiografías ajenas.
Los ambiguos y estoicos.
Los que inventan idiomas para callar a tiempo.
Los generosos en el error.
Los que incuban en el microondas
amanitas phalloides.
Los equilibristas.
Los que dicen palabras que pesan como piedras.
Los que guardan su yo
como santa reliquia 
y se convocan como certezas únicas.

Los que dibujan contornos a charcos de cristal

en cuyo fondo limpio salta un haiku.
Los que, rotundos, se oponen por principio
y caminan en dirección contraria.
Los que corren tras el sombrero de la vejez.
Los ausentes

y  los que habitan fugaces y en voz baja

una conversación de sobremesa.

Los otros.
                Los demás.

Hombres comunes de una desbandada
que dispersa el tiempo.


Lacónicas monedas de metal

que el aire cuenta
en el cielo cansado del domingo.

 

                                     (De Nadar en seco, 2022)



 


 

viernes, 18 de noviembre de 2022

SIHARA NUÑO. LA FILTRACIÓN DE LA LUZ

La filtración de la luz
Sihara Nuño
Chamán Ediciones
Colección Chamán ante el fuego
Albacete, 2022

 

 MOLDES DEL POEMA

 

  
   Gestora cultural, librera, firma habitual de publicaciones digitales y autora polivalente, Sihara Nuño (México, 1986) abre la propuesta poética de La filtración de la luz a las incertidumbres del conocimiento lector mediante el prólogo “Dudario”. Es la investigación en torno a las fuentes energéticas de la palabra y a su vértigo continuo; a la necesidad de rescatar evidencias y desplegar una estructura argumental sobre la inexplorada información genética de la poesía. Si la conciencia nos permite trazar recorridos para indagar en las cuestiones básicas de cómo somos, qué elementos nos conforman y cuál es su funcionamiento, hay que hacer posible que nuestras reflexiones colonicen campos definidores de la personalidad completa del yo y de la naturaleza en su conjunto. Hay que buscar en lo inaprensible principios y leyes físicas, conocer, advertir, indagar, porque nada está aislado y hay que adentrarse en sus claves a través del lenguaje, un embalaje nunca exento del riesgo de la recusación y el enfoque subjetivo. El pensamiento emplaza teorías e hilvana otras aportaciones. Las motivaciones de La filtración de la luz alzan propósitos que no quieren ser sino un boceto de divulgación poética, aunque sean evidentes las relaciones cualitativas con la ciencia. De este modo, las cavilaciones de Sihara Nuño advierten en nota final: “la médula de este libro es la vida, la física y la poesía”.
   El avance escritural elige como disposición orgánica del conjunto una subdivisión en tramos, cuyos títulos parecen desbordar los núcleos del territorio literario para acoger contenidos conceptuales de la física, concretamente para protagonizar un sugerente “juego intertextual” con el libro Seis piezas fáciles de Richard P. Feynman. Es uno de los físicos más notables del siglo XX y en sus investigaciones sobresale la elaboración de los diagramas homónimos, una forma intuitiva de visualizar las interacciones de partículas atómicas en electrodinámica cuántica mediante aproximaciones gráficas en el tiempo. Por ellas recibió el Premio Nobel de Física en el año 1965, por sus contribuciones al desarrollo y aplicación de la electrodinámica cuántica.
   La dicción poética se volatiza para integrar en su punto de mira el lenguaje científico y los relieves conceptuales de la introspección. Si durante siglos, la poesía ha sido uncida a la evanescencia con las aleatorias coordenadas de la inspiración, ese arrebato sutil  que da lugar a un vuelo místico que trasciende la propia intimidad del poeta para trasportarlo a otra dimensión de la identidad, la ciencia define una estela de precisión que forma parte del conocimiento. Ambas disciplinas forman parte de un saber complementario; su cercanía adquiere en el quehacer literario de Sihara Nuño un puente integrador.
   La poeta cree en las posibilidades de la cohabitación. Defiende que en el pensamiento científico hay elementos líricos y, desde esas afinidades electivas, construye vínculos para alumbrar un espacio reflexivo indivisible, un juego interpretativo en el que la ciencia convence y la poesía conmueve. Ambas olvidan las tradicionales convenciones genéricas como si la escritora hubiese conseguido una aleación de palabras con una semántica nueva, como en aquel hermoso aforismo de Kafka: “Una jaula fue en busca de un pájaro”.  Se define así una fenomenología estética, desde la reflexión fragmentada en la que se filtra una amplia variedad de fenómenos físicos. Las explicaciones se hacen trazos y aproximan sus respuestas al ensayo. El verso alienta aperturas, recorre otras dimensiones capaces de definir una llanura intelectual, donde la poética nace desde el desconocimiento de las cosas.
   Las composiciones establecen una física básica, hecha de núcleos, partículas y palabras. El binomio ciencia y poesía estudia procesos, conexiona partículas de una realidad incomprendida y dinámica. La escritura realiza un continuo trasvase de principios físicos como si la lírica necesitara, en su inquietud, una estimulación de componentes verbales. Justo en ese trasvase se percibe una interrelación de la física con otras ciencias como la biología y la química.
    Sihara Nuño empuja a reaprender; obliga a la escritura a ser generadora de conocimiento; busca relaciones entre realidad y experiencia, con criterios clarificadores y capaces de superar el simple emerger sensible de las cosas. Se trata de “Socializar la ciencia a través de la poesía.  De este empeño de clarificar el olor del espacio afloran las palabras, como embriones que colonizan el centro de todo. En su quehacer buscan sensaciones, desdeñan el todo pensado que pretende establecer el logos como columna, para crear un nuevo discurso desde el pensamiento y la contemplación.
    Sobrevive en la mirada poética de La filtración de la luz de Sihara Nuño una necesidad de explorar fronteras y romper moldes. Así lo ratifica en el epílogo Gustavo Ariel Schwartzl. Más allá de la soledad creadora está el mestizaje de géneros, las exploraciones de las vanguardias, la necesidad de que se enreden y articulen nuevas sendas expresivas. En La filtración de la luz toma cuerpo un estilo y una actitud. El sosegado hablar del lenguaje tradicional se hace volátil para escribir desde el prosaísmo de la indagación científica. Nace así un estilo propio, vinculado a la observación y análisis de las infinitas páginas “escritas con la variación del átomo” que sumirá a muchos lectores en la perplejidad ante la contundente sintaxis científica. El poema se asoma al espejo para dar voz a su razón de búsqueda: “Yo sueño con saber. / Con el sueño lúcido y soportable. / Con una realidad utópica, con un pesimismo realista / que, pese a la falta de esperanza, no deja de buscar la fórmula”.  
 
JOSÉ LUIS MORANTE



 

 

jueves, 17 de noviembre de 2022

ACUARELAS


ACUARELAS
 
 
En casa, el toldo del tragaluz es un oxímoron.
 
Entre los misterios de su inteligencia, ese empeño en ocultarse a diario.
 
Un ejemplo de fidelidad  extrema; mantuvo siempre un inquebrantable compromiso con la estupidez.
 
Cuando aletea, el optimismo recuerda la mínima vibración de una libélula.
 
hay voces que ganan altura cuando callan.
 
Acabé identificando su belleza con el vacío; en ella, todo es nada.
 
Tan avaro que cuando respira se queda con el oxígeno y con el anhídrido carbónico.
 
(Aforismos inéditos)


 

    

miércoles, 16 de noviembre de 2022

RAFAEL SOLER. LOS SITIOS INTERIORES

Los sitios interiores
Rafael Soler
Cuadernos de la Errantía
Madrid, 2022
(1ª edición, Adonais, 1980)

 

AMANECIDA


   Siempre percibo en la poesía de Rafael Soler (Valencia, 1947) una significativa inclinación a la textura formal del texto y una lúcida conciencia para enlazar intimismo biográfico y temporalidad. Así se constata en los más de cuarenta años de vocación literaria compilados en el volumen Vivir es un asunto personal. Poesía 2021), itinerario creador que integra seis poemarios y que se completa con una densa obra narrativa que aglutina dos colecciones de relatos y seis novelas.
  El joven proyecto editorial Cuadernos de la Errantía recupera Los sitios interiores, una entrega cuya primera edición en Rialp apareció en 1980. La reedición, con ilustraciones de portada de Raúl Nieto de la Torre y Melissa Dillon, revisada y corregida, añade un pórtico epistolar que el poeta se dirige a sí mismo para evocar el largo tiempo transcurrido desde aquel primer viaje a la poesía. Luz de estreno, evocación, memoria de un tiempo que cumple su papel de ser testigo existencial. Entonces el poeta estrenaba voz y ahora mantiene su inalterable tono, como si las manos del tiempo no hubieran tenido el privilegio de erosionar nada. Poesía de amanecida que retorna con paso fuerte para constatar la certeza de estar vivo y de pedir la voz y la palabra.    
   El subtítulo del poemario Sonata urgente alude al procedimiento compositivo del libro y a su estructura argumental. Rafael Soler recobra el modelo clásico de la pieza musical y agrupa las composiciones en seis movimientos: Molto vivace, Alegro moderato, Intermezzo, Adagio, Andante y Largo y pianissimo sempre con un poema recapitulatorio final, a modo de epitafio conclusivo: “Hay que ser lo que se es o no ser nada”.
   Quien sale de amanecida tiene prisa. Elige al interpretar el decurso temporal una velocidad “Molto vivace”, como si el tiempo estuviese dispuesto a una consumación urgente, donde amoldar sentimientos y afectos, ese amor limpio y diáfano de la primera luz que tiene la piel de manzana de los días de infancia. Llama la atención en este tramo del libro el desafío ortográfico, esa libertad que busca en la grafía aleatoria de algunas palabras una reafirmación de lo subjetivo, del yo afirmándose en el propio discurso de su conciencia.
   La sección “Allegro Moderato” concede un paso tranquilo a los recuerdos. Otra vez en la memoria la realidad se pierde en el imaginario de la fantasía para transformar al sujeto en personaje de tebeo que lucha a trasmano con las obligaciones impuestas por la disciplina escolar. Quien explora los sitios interiores descubre al niño asomado en el tiempo y descubre también el fuego en las entrañas de la plenitud amorosa. Pero acecha cerca un fondo oscuro y un largo historial de soledades, donde se pierde la música y llega el frio de quien no supo guardar su fértil patrimonio entre las manos.
   La existencia entonces parece un Intermezzo, un estar al margen, en torno un mundo bajo llave que se va difuminando en el tiempo, haciendo de la evocación un laberinto de  idas y regresos. El paisaje ratifica también su percusión afectiva; así sucede con enclaves como Torre Ambolo, en Jávea, o las alturas mediterráneas del Montgó, o el mismo mar, dormido en sus azules. Su callada quietud ratifica el incansable laborar del tiempo y sus incontenibles mutaciones.
    Los cinco poemas que componen el apartado Adagio recrean la deriva del yo, ese paso furtivo de quien continúa desvelando paisajes de la memoria. Un largo viaje por rutas interiores, siempre con la brújula de la nostalgia y con la ilusión de comenzar de nuevo un tiempo compartido. Todo el apartado recrea un largo soliloquio derramado, ese empeño testimonial de poner fin a esa guerra perdida de poner sentido a la existencia.
   El desgarro interior de un tiempo frágil no se mitiga en la sección “Andante”. El sujeto lírico asume un proceso de despojamiento y vigilia en el que la ausencia supone un brusco desplome, un grito elegíaco de quien se despide con un largo adiós. Rafael Soler echa el cierre de un libro intenso, oscuro y cercano al magisterio de Vallejo, con el apartado Largo e pianissimo sempre, como un epílogo conclusivo que traza la coherencia del yo en el laberinto del tiempo. Otra vez la indagación introspectiva en el mapa atemporal de la memoria y la pulsión del estar enamorado como única razón de vida, como brújula con luz para el regreso.

JOSÉ LUIS MORANTE


  

martes, 15 de noviembre de 2022

LOS QUE NO ESTÁN

Mediodía
(Calle en Cuevas del Valle)
Fotografía
de
Adela Sánchez Santana

 

LOS QUE NO ESTÁN…
 
 
Los que no están, se quitan la camisa blanca de las obligaciones y la tienden sobre la rama seca de cualquier excusa.
 
Los que no están, vacían sus bolsillos con gesto desolado para sacar la lista de lo que necesitan.
 
Los que no están, convierten en patrimonios envidiables las más escasas pertenencias ajenas.
 
Los que no están, elogian en privado lo que callan en público, porque creen más en el cinismo que en la coherencia.
 
Los que no están, escriben sus palabras de aliento con la caligrafía del iceberg.
 
Los que no están, nos miran desde lejos para que nuestra estatura disminuya.
 
Los que no están, dejan en mi memoria gotas de sangre seca, el daño que causaron para que nunca olvide que he de borrar la senda de regreso.


lunes, 14 de noviembre de 2022

LUIS FELIPE COMENDADOR. RESTAURANTE CHINO GRAN HONG KONG

Restaurante chino Gran Hong Kong
Luis Felipe Comendador
A Fortiori Editorial
Colección La Oficina de las Causas Perdidas
Bilbao, 2022

 

VIVIR A SOLAS

 
    El empleo descontextualizado del lenguaje publicitario fue una de las señas de identidad del ideario novísimo, cultivada por voces referenciales de los años noventa,  como Antonio Martínez Sarrión y Manuel Vázquez Montalbán. Recupera el registro Luis Felipe Comendador (Béjar, 1957) al titular su entrega Restaurante chino Gran Hong Kong, buscando un espacio concreto de representación a sus poemas y extremando la sensación de prosa de su discurso poético. Esa prosa, despojada de cadencia lírica, para subrayar el lenguaje plano de la realidad y sus efectos dialogales en el coloquialismo introspectivo del sujeto poético.
   Así nace una voz, coherente y macerada en el discurrir del tiempo, en el itinerario del autor, con un intenso bagaje cultural, cuajada de ironía y sarcasmo. Asoma un individualismo ético que apenas deja respirar al yo que se mira en el espejo o a la periferia social de los que piensan de otro modo o viven su normalidad y sus hábitos, ajenos al insistente empuje del rechazo y del resentimiento. Una voz que linda con el sarcasmo, pero también con la ternura desbordada de la gratitud existencial con el entorno familiar más próximo.
   Quien se adentra en los espacios poéticos de Luis Felipe Comendador no tarda en advertir que recorre un territorio incómodo. Hay poemas que, por su concepción social, exasperan; solo conceden la palabra a las llanuras de la desposesión y el abandono. Es esencial también saber que el escritor ha dejado los géneros tradicionales en el centro del páramo, en ese árbol del bien y del mal de la tradición clásica para que sus textos adquieran un formato líquido, maleable, capaz de dar paso al fragmento ensayístico. Germinan así parámetros centrales en el camino de búsqueda del ser literario: la estética individual, la originalidad y la epigonía, la ética y su diversidad y los sondeos del yo en sus búsquedas, junto al rechazo siempre de una realidad de contraluces y de anorexia intelectual; de conformismo y veneros estiados.  Al cabo toda ética personal, aunque duerma al raso, suele mirar desde el púlpito y tiene su propia colección de máscaras.
   Las hendiduras reflexivas alumbran el texto. El poema deja un espacio auroral a nuevos procesos mentales, a ondulaciones que sugieren que el decurso existencial es un incontinente recurso literario, o mejor: que la brújula para marcar senda y camino es la escritura, porque en ella lo real encuentra sentido, aunque sea un sentido ficcional, literario, meramente conceptual.
   En esta crecida temática la lectura es claridad e impulso, un alimento experiencial de máxima intensidad nutritiva. De ese hábito singular manan citas con capacidad para abrir la espita del texto propio. Se perfilan aforismos de extrema precisión lacónica, o se expanden estados de ánimo de un lector visceral, de una identidad que siente el tacto de una manera de vivir. Aunque –creo que el escritor bejarano asentirá conmigo- los estratos literarios más fértiles germinan desde la extrañeza, son los claros indicios de “El oficio de vivir”, como escribiera con magisterio intacto Cesare Pavese.
   Nace así “el desahogo de la discrepancia”, el derecho a la equivocación, la senda propia que lleva al atajo o a la circunvalación; la palabra desnuda que muestra el laberinto interior del yo y sus continuas turbulencias. La senda del libro recorre la inercia, es un avance entre prosa y poesía, entre anotaciones y prosemas que se dejan llevar por una estela de sensaciones, ideas y lecturas –siempre lecturas aristocráticas, incontestables, pura élite verbal: Montale, Brodsky, Cortázar, Pavese, Huidobro, Octavio Paz, Borges, Pizarnik-, capaces de moldear el sentimiento poético. La caligrafía de Luis Felipe Comendador en Restaurante chino Gran Hong Kong cobija la experiencia sensible y el patrimonio lector, las variables de un pensamiento poético empeñado en hablar en voz alta con el único interlocutor posible: el propio yo, ese yo bejarano del 57 que no suele esconder casi nada del mundo, casi nada de sí.
 

JOSÉ LUIS MORANTE