Pájaro en la luz César Rodríguez de Sepúlveda Prólogo de Samuel Serrano Serrano Mahalta Editorial Ciudad Real, 2023 |
SOBRE LA RAMA
La introducción de Samuel Serrano Serrano “Océanos de tiempo, instantes” evoca de inmediato esa condición germinal de la poesía como metafísica del instante, de la que hablara Gastón Bachelard en las páginas de El derecho de soñar. La persistente tarea del poeta es un empeño en dar vida a los sueños en vuelo de la imaginación que expanden nuestra existencia y marcan los pasos del taller. Sobre la senda interior del poemario, según apunta el prólogo, “asistimos al descubrimiento asombrado de la vida, a la angustiosa lucha con las palabras ante la página en blanco, a los primeros esfuerzos por emprender vuelo”, ya sea a través de la recuperación del mito como punto de partida, las referencias culturales, o desde las claves personales de la experiencia. Así se forja la oscura travesía hacia la transcendencia, el empeño del lenguaje por convertir lo fugaz en caligrafía resistente
Tras las emotivas dedicatorias, la mirada indagatoria de Pájaro en la luz asienta como umbral la composición “Hermosa catástrofe”, un canto de celebración amorosa que proclama el alud de efectos secundarios que da pie a convertir el estado amoroso en tránsito perplejo hacia el caos. La palabra poética establece en el libro dos tramos, “Nociones de vuelo” y “Lectura de las sombras” con un similar número de composiciones. En el primero, la preocupación metaliteraria sirve de amanecida argumental. El poema “Mester de vidriería”, dedicado a Francisco Caro, poeta y director literario de Mahalta, reivindica el carácter artesano del arte, la búsqueda de la belleza desde la persistente voluntad creadora que proclama el trabajo continuo y el “no sé qué que queda balbuciendo” que sostiene, sin fatiga, en el aire: “Porque es toda belleza / el misterioso encuentro / de la lenta fatiga de los días / y una luz misteriosa que viene de muy lejos”.
Se acumulan las instantáneas poéticas que emanan de la lectura y remiten a estratos de aliento clásico inspirados en la mitología helénica, la biblia o la contemplación artística. También la naturaleza postula secuencias animadas que propician el paso del poema, como sucede en “Elogio y elegía del vencejo”. Todos son ecos que zarandean el lenguaje y abren el rumor cálido de la poesía, la incansable tarea de seguir escribiendo.
La ironía busca en el libro su rincón habitable para mostrar, sin el grito estridente del sarcasmo, un punto de vista que refleja el desasosiego del ahora contemporáneo. Así se constata en el poema “Fuera de juego”, basado en un símil entre la feroz competencia del deporte y el capitalismo. El poema, con excelente cambio de tercio en el cierre, asume las contradicciones de un estar alógico y desconcertante.
Los poemas recorren un abierto mapa de hilos argumentales. Clarifican un sólido patrimonio de intereses, desde la apatía de Bartleby y sus elusivas maniobras para llegar a la renuncia, al prolífico inventario de personajes de la literatura popular, o al esfuerzo del yo para desmigajar las instantáneas de lo cotidiano sin metafísica, en ese salón de estar de la ironía, marcado por la sombra y la extrañeza.
Las composiciones del segundo apartado “Lecturas de las sombras” abren un mundo reflexivo sobre identidades líricas del canon clásico. El poema se convierte en homenaje y recuerdo, donde se oye, emotiva y densa, la voz de la memoria y el lirismo ensimismado de la elegía, como leemos en “Una lápida más en Spoon River”.
Pájaro en la luz muestra la vastedad cultural de César Rodríguez de Sepúlveda; es un libro que enaltece el perfil de un gran lector. Pero es también la fruta en sazón de una poética, plena de lucidez e inteligencia, que convierte los itinerarios del lenguaje en un tiralíneas dispuesto a dibujar contundentes metáforas, imágenes de cálido cromatismo y el eterno diálogo con la emoción de un verso claro empeñado en rescatar el luminoso ramaje de los sueños.