martes, 3 de diciembre de 2024

NANCY DEBS RAMOS. FORMAS DE MARCHARSE

Formas de marcharse
Nancy Debs Ramos
Imagen de cubierta de Rafael Trelles
Isla Negra Editores
Colección El Rostro y la Máscara
San Juan, Santo Domingo, 2024

 

DERIVAS

 


   La biografía personal de Nancy Debs Ramos parece alentar una celebración del nomadismo. Se escribe en movimiento continuo. Hija de madre española y padre libanés, nacida en Cuba, puertorriqueña de corazón y residente en Carolina del Norte (EE.UU), cursó una Maestría en Creación Literaria de la Universidad del Sagrado Corazón en San Juan y ha dejado en su taller poemas, cuentos, artículos de prensa y microrrelatos, algunos de ellos reconocidos con importantes premios.
   Su entrega más reciente Formas de marcharse se publica en Isla Negra, la vitalista editorial caribeña dirigida por el poeta Carlos Roberto Gómez Beras, quien también impulsó la publicación del primer libro de minificciones y cuentos breves La fragilidad de las cosas (2018). Con aquella entrega, comenzaba a fluir un manantial narrativo que mantiene un cauce fuerte, como ratifican los casi treinta textos compilados en Formas de marcharse. La entrega  tiene una llamativa imagen de cubierta del artista Rafael Trelles que se inspira en las rutas expresivas de Franz Kafka. Aquel inolvidable insecto de la Metamorfosis calza un botín para salir al paso de la amanecida y pasear su nueva condición vital con un trazo figurativo que convierte las secuencias de la realidad en el definido desorden del asombro. También del escritor de Praga es la cita de apertura, cuyo enunciado tanto recuerda al decir lapidario de los aforismos: “Formas parte de mí, aunque no vuelva a verte nunca”.
  La cosecha argumental de Nancy Debs Ramos está ligado a ese cúmulo de absurdos y acontecimientos insólitos que la normalidad laboral deposita a diario sobre nuestros actos más elementales: comer, pasear, dormir, habitar las rutinas o trazar esas líneas difusas de las relaciones personales. Son estratos que también abordan temas actuales como los malos tratos, la soledad, el rumor violento de lo sesapacible o la pandemia.  Los relatos conviven con minihistorias de resolución inmediata que consiguen excelentes resultados narrativos en “La intrusa” o en “Rompecabezas”. Las tramas rastrean secuencias de vida, en las que se aposa la perplejidad como norte de nuestra condición transitoria. Así sucede en el cuento inicial “Buenos amigos”, donde la confusión siempre está cerca para sondean el sentido existencial del ser, o meditar sobre la remansada superficie de la amistad. Entender actitudes ajenas es ayudarnos a comprender al extraño que nos habita. Lo cotidiano no es un remanso transparente; muestra una superficie en vela, convulsionada por los guijarros del pensamiento. La incertidumbre del yo toma conciencia, sabe, que acecha el vuelo de una soledad involuntaria que obliga a percibir afinidades y coincidencias con los demás, y que desdobla los latidos del tiempo, unificando pretérito y ahora, o mirando la espera del futuro con ojos de escepticismo y desconfianza. 
  La escritora convierte a algunos escritores, como Raymond Carver, o artistas, como Rafael Trelles, en presencias narrativas, integradas con naturalidad en los estratos escriturales. El volumen toma el título de un cuento, fragmentado en dos momentos, que hace de la casa un personaje más que marca el destino de sus moradores con sus secretos en manos del tiempo. La experiencia vital desazona, parece que tuviera fecha de caducidad; y a ese estar siempre en el borde de lo vulnerable, donde la muerte descubre su verdad, dedica Nancy Debs Ramos cuentos como “Saber cuándo”, “No hablar” o “Gregorio Samsa lo sabía”.
  Otros textos descubre que la tranquilidad de lo diario depende de un hilo frágil que alguna contingencia rompe para siempre Así sucede en el relato inspirado en “casa tomada” de Cortázar, donde la epidemia provoca un encierro interminable que sólo concluye con la inesperada aparición de invencibles ejércitos de hormigas.
  Formas de marcharse sorprende por su heterogénea amalgama de asuntos; pero también por su empeño expresivo de narrar cada historia con una prosa limpia y comunicativa, poco contaminada de figuras retóricas y digresiones. Una dicción de calado emotivo para que afloren las incongruencias que rompen las costuras de la lógica. Como escribiera Elena Poniatowska y recoge en uno de sus cuentos Nancy Debs Ramos, la voz del escritor es la pregunta; el patrimonio de las palabras contiene la sencilla tarea de objetivar el conocimiento del ser y del mundo, de dar al calado sentimental de cada existencia sus sorprendentes versiones; aquello que convierte un acto anodino en una estela en vuelo de lo extraordinario.
 
 
JOSÉ LUIS MORANTE  
 
 



  

lunes, 2 de diciembre de 2024

MERCEDES MÁRQUEZ BERNAL. HUMANO INVENTO

Humano invento
Mercedes Márquez Bernal
BajAmar Editores
Gijón, Asturias, 2024

 

BORBOTONES

  
   Una vez más, la poesía deja una nueva voz en la mirada para ofrecer el sello de una vocación polifacética. Mercedes Márquez Bernal (Rota, Cádiz, 1959) teje en su activismo cultural una encrucijada de registros que aglutina arte visual y literatura. Poeta, articulista y escritora de relatos impulsó con Javier Gallego Dueñas el itinerario de la revista Voladas y ha participado en algunas antologías y proyectos interdisciplinares.
   Humano invento, con cita prologal de Pedro Salinas, marca el asentamiento de la escritora en el presente cultural. Desde el poema de apertura la voz poética dibuja un entorno intimista y afectivo, un espacio conceptual inspirado en la razón del poema, convertido en semillero de voz de la sensibilidad creadora: “Tengo palabras para romper / y deshacer corazones, / palabras para unir pensamientos, / susurros de deseo, / gritos de desamparo… /. La introspección busca en el viaje interior del lenguaje las cicatrices esenciales de la existencia, frente a la balanza del tiempo. La travesía vital es una senda dimensional de amplios efectos. La calma cotidiana abre grietas en donde se cobija el sabor del sufrimiento y los enigmas del logos, aquellos que perciben certezas de que la realidad y el ideal de los sueños habitan en distintas orillas, o que es imposible ignorar las sombras colectivas de nuestro tiempo, como la inacabable estela de pateras que llegan a las costas de Cádiz, empujadas por la mentiras y espejismos de mensajes vestidos de falsas esperanzas, que invitan a comenzar de nuevo.
  De las palabras, ese patrimonio de los humanos que propicia los mensajes de la lógica cotidiana, emanan flujos de pensamiento. Se comparten las convulsiones anímicas de un existir, zarandeado por sueños y miedos. Se muestran los repliegues de la memoria íntima o el pesado cansancio de pérdidas y decepciones. Son estratos de la experiencia del yo que acumula la sabiduría gastada de la edad. Formas de la condición de ser que se perciben a través de la voz emergente del sujeto poético. El lenguaje configura un discurso de amanecida y claridad: “Calor y claridad en la razón y en el sentir, / alegría en los sentimientos / sean alimento para el corazón, / alas para el alma. / Solo así se iluminará la mirada / y cambiará el rostro del mundo”.
   Para Mercedes Márquez Bernal el lenguaje contiene en sí una función terapéutica, capaz de difuminar sombras y decepciones; capaz también de poner voz a la materia viva o inerte. De las palabras emerge la voluntad de alejar el olvido y convertirse en memoria para reafirmar el heterogéneo legado del tiempo. Los asuntos interiores son señales de vida que pueblan un territorio desapacible, un espacio silente en el que brota el agua cristalina de los sentimientos. Quien escribe abre imaginación y lógica con el propósito de verbalizar el discurrir. Escucha las vibraciones de un mundo en pie, donde se conecta la subjetividad del yo con la dirección del viento, esa brisa fresca en la que susurra el vaivén cercano de los otros: “Con las palabras sellamos / la memoria / de un yo y del prójimo. / Entre las voces se dibuja / el sentir de uno / sintiendo al otro”.
   Esta continua meditación sobre el lenguaje de Humano invento reflexiona también sobre el propio ideario estético de la poeta. Las composiciones eligen el formato del poema breve, una concisión expresiva que no busca la originalidad argumental sino el calado de la desnudez. De un pensamiento poético que bascula entre el lenguaje y el tiempo fluye el agua clara del verso, emerge esa armoniosa melodía capaz de percibir la belleza en calma de un paisaje, o el sutil susurro de los sueños, capaz también de contener la esencia de quien escribe, ese eco repleto de memoria y olvido que exige la contemplación, el desvelo tenaz de quien pronuncia.

                                               JOSÉ LUIS MORANTE