sábado, 31 de enero de 2015

HAIKU DE REGRESO


HAIKU DE REGRESO

                          Eros 

Huele a rocío,
bajo la felpa blanca
del albornoz.  

viernes, 30 de enero de 2015

ALEJANDRO FERNÁNDEZ-OSORIO. MAGAYA

 
Magaya
Alejandro Fernández-Osorio
Impronta, Oviedo, 2014


OLOR A MANZANAS
 
 
  En la relativa modernidad del poema en prosa se dan cita dos estaciones de imprescindible recorrido porque han propiciado su asentamiento en la tradición: Juan Ramón Jiménez y Luis Cernuda. Ambos evitaron la ensayística complementaria sobre la entidad del género y los asuntos derivados de su empleo, el lirismo y la prevención ante lo prosaico, la adecuación a la idea narrativa y la exigencias técnicas. Son cuestiones de las que se deriva una práctica minoritaria del poema en prosa en el ahora. Alejandro Fernández-Osorio (Villayana, Asturias, 1984), autor de La exactitud del instante y Frontería emplea esa forma en su tercera salida, Magaya, una colección de poemas en prosa editada por Impronta con formato bilingüe, en bable y castellano.
  Un apunte de partida clarifica el sustantivo del título: “magaya es la masa de la manzana después de ser triturada, antes de exprimirla”. Esta oportuna aclaración recuerda también la semántica simbólica del nombre: “magaya es lo que vale y no vale. La posibilidad y el residuo”.
  Desde su apertura, el poemario se define como un cuaderno sentimental, construido con fragmentos. No son meros esquejes descriptivos sino alusiones meditativas que entremezclan experiencias vivenciales y reflexiones, con un lenguaje natural y comunicativo, rico en asociaciones para construir una nueva realidad.
  Asistimos en los textos a un ejercicio introspectivo, de recuperación de una tarea en la que habita el pasado. Son secuencias que dejan en el ahora la inmersión en otro tiempo que tiene algo de telurismo ancestral porque en él se define una conciencia colectiva, un rostro con facciones reconocibles, que conforta y crea una sensación de pertenencia.
   Frente a la habitual tendencia de utizar el callejero urbano como marco poemático, en la lírica de Alejandro Fernández-Osorio el territorio que habita la memoria es rural, un entorno que hace posible el contacto directo con la naturaleza, aunque en una sociedad global y tecnológica, prodiga síntomas de soledad y abandono. Aclaro que los poemas de Magaya nada tienen que ver con la poesía bucólica dictada por el escapisto de los que encuentran en el campo un paraíso perdido y hacen de la ciudad un decorado decadente.
   Magaya es un poemario de corte autobiográfico de quien se detiene en el tiempo para mirarse en los otros, para explorar la textura de esas raíces de hondo rumor humano que tiemblan invisibles, que ayudan a conocerse desde dentro y que sujetan firmes la existencia.
 
 

 

 

 

 

miércoles, 28 de enero de 2015

A MEDIA VOZ...

Casa de Cristal (Madrid, 2015). Fotografía de Javier Cabañero


 
A MEDIA VOZ

   Casi toda mi poemas se compilan en Mapa de ruta, una antología editada por Maillot Amarillo, en 2010, con prólogo del poeta y crítico Josep María Rodríguez. En su cartografía se definen motivos recurrentes: la construcción del yo verbal -un personaje dubitativo-, el paso del tiempo, los claroscuros de lo cotidiano y esa pupila social que guarda sitio, desde la ética,  a disonancias y afinidades.
   Creo que los géneros literarios son habitaciones que se comunican. Los rasgos identitarios de mis poemas tienen un aire de familia con mis relatos breves y con los aforismos de Mejores días y Motivos personales. Todos son textos con vocación dividida entre el pensamiento lírico y la reflexión social. 
   Sé cuál es la naturaleza esencial de la escritura: hablarnos con luz peculiar de un personaje y sus alrededores. Intimismo biográfico, dicho a media voz.

martes, 27 de enero de 2015

HAIKU PARA POETA EN NUEVA YORK


POETA EN NUEVA YORK

                                   Para Hilario Barrero,
                                 poeta en Manhattan

Acaban turno
los taxis muy temprano.
A pie, la nieve.

lunes, 26 de enero de 2015

MIGUEL FLORIANO. SIGNOS PROPIOS

Tratado de identidad


SIGNOS PROPIOS

Tratado de identidad
Miguel Floriano
Ediciones Oblicuas
Barcelona, 2014

   Toda poética es el trazado de una realidad cambiante, una evolución que acoge las vivencias de lo cotidiano y el legado lector. En los signos vitales el tiempo sedimenta su acontecer. Y es el aporte cultural el que reconduce al barrio antiguo de la tradición, Así adquiere refrendo una sensibilidad autónoma, tendente a insistir en un núcleo de obsesiones al definir la identidad del “yo que nos suplanta entre renglones”. El personaje verbal es visto a distancia, como si formara parte de una exposición objetiva.
   Miguel Floriano (Oviedo, 1992) estudia Filología Hispánica. La precoz vocación literaria se confirma en los libros Cuentos para adornar los sueños, volumen de relatos, Diablos y virtudes, compilación de poemas. Ya en el cierre de 2014 edita su tercera entrega Tratado de identidad, que comienza con unas palabras introductorias de quien escribe esta reseña. Más que por un análisis crítico pormenorizado del poemario, el liminar cuenta las impresiones personales de un lector cercano y el contexto afectivo.
   Desde el comienzo de Tratado de identidad queda claro que Miguel Floriano es un disidente del etiquetado figurativo, tantas veces lastrado por la epigonía y lo mimético. El ovetense busca espejos donde reflejarse, prefiere la ruta poco hollada. En su travesía, precisa el carácter del discurso lírico a partir de una cita de Miguel d’Ors que tiene como cierre estos versos: “Y eso que todos hacen a espaldas de sí mismos, / eso precisamente, es la Poesía”. Tras una larga práctica acumulando virutas en el taller literario, el poeta y profesor saca esta conclusión: la poesía es ese inefable no sé qué que queda balbuciendo; los versos son hijos del azar y se burlan del voluntarioso trajinar sobre el papel. Dejo al lector que medite sobre la sugerente puerta que abre esta declaración de principios del poeta antologado en Las voces y los ecos, aquella propuesta de José Luis García Martín que mostraba el envés de la trama novísima con otras convicciones estéticas.
  Miguel Floriano en “Introito” busca la razón del poema en el misterio, en ese azar que lleva a lo impreciso; propone incógnitas al pensar para que se llene con su niebla comprensiva. Comienza así un fértil viaje por el acontecer y su latido, en el que las palabras recolectan explicaciones y hacen del amor el sustrato primigenio del presente: “Pero es verdad, lo juro: únicamente quise / después de enamorarme propagarlo / como único / método de amor, para así vivir acorde / a los latidos que me nombran…”. El verso parece aproximarse a la realidad biográfica y hace del sentimiento amoroso una vivencia central, incluso en la pérdida y el fracaso.
   Al disponer el avance argumental de Tratado de identidad, el poeta conoce los riesgos del verso previsible y el esquema estrófico manoseado. Pero no existe otra alternativa; Miguel Floriano no teme recurrir a las posibilidades expresivas del soneto, deja en las páginas algunos haikus y mira complacido a modelos literarios de cabecera como Víctor Botas –magisterio central junto a Miguel d’Ors- para conformar su escritura; así ocurre en el poema “Conato de redención”. También emplea el rigor del aforismo, ese estar disponible para despejar incógnitas con lúcida economía. En “Elogio de la pereza” leemos: “Portamos la herida y ya se sabe / el resto del poema.
   En la sección de arranque perdura el rastro de una voz confesional que soporta a diario el trémulo desorden de una realidad hecha de sugerencias. El entorno dilata los límites del desconcierto porque está lleno de pasadizos inesperados. El segundo apartado es una sonora incursión en lo musical. Todos los títulos y citas aluden a referentes culturales. En este tramo cobra entidad el verbo reflexivo, aunque los apuntes sobre lo existencial no sean ajenos a la mirada escéptica y a ciertas dosis de ironía. El poeta subtitula este conjunto de poemas “Paréntesis armónico”, como si tras el derrumbe amaneciera una cierta catarsis emocional. El confidente lírico se aplica a un ejercicio de sosiego y claridad; halla amparo efectivo en las propias convicciones. Escribe en “Obertura platónica”: “Ni realidad convicta ni estupor / que luego trae palabras. Ni consigna / amparada por el tiempo, ni paraje / donde citarse con la eternidad. / Ni siquiera este ahora y su partir.”
   El planteamiento sobre la identidad del sujeto se fortalece en el apartado final. “Libro tercero” vuelca sus pasos en la vía interior y en la sensación de nomadismo hacia ninguna parte de quien carece de asideros sentimentales. Tampoco falta la preocupación metapoética, en la media distancia entre el arte y la existencia; el poema es el empeño de convertir el espacio subjetivo en escritura. 
   El andar temprano de un poeta suele estar repleto de tanteos, protagoniza incursiones aleatorias hasta que el transcurso aparece, recto y continuo. Miguel Floriano, en Tratado de identidad ya está con paso firme frente al despejado paisaje del futuro, habita ese momento en el que la escritura pulsa una cuerda invisible y sale música.

                                                                     















     
  


sábado, 24 de enero de 2015

ÁNGEL PETISME. TREINTA AÑOS DE MÚSICA Y POESÍA



TESTIGO CON LÁPIZ: ÁNGEL PETISME EN EL ATENEO


    Ayer viernes, estuve en el Ateneo de Madrid, en el papel el papel de testigo con lápiz que ocupa un asiento difuso de las última filas. Desde allí, sin el micro encendido y el estrado con agualos actos literarios parecen más largos e imprevisibles, con un punto de tedio por la impuntualidad y la inquietud del calor tropical que tanto solivianta en aforos completos. Ángel Petisme, con treinta años de dedicación musical y literaria, presentaba, con nutrido acompañamiento, su poemario El lujo de la tristeza. El aragonés concita muchos afectos y la sala se llenó de inmediato. Los asistentes que no encontraron asiento reclamaban el traslado al salón de actos y un poco de luz para ver a los contertulios. Miguel Losada, responsable del ciclo de lecturas de la Cacharrería, puso excusas y orden y la presentación se inició con un cantautor feliz y con sonrisa grande. Estaba ufano con la respuesta del público, con el abrazo solidario de otros escritores y músicos, y con el verbo cálido de una mesa repleta. Mucha gente para hablar y más o menos prisa por plasmar en dos o tres pinceladas ingeniosas la relación personal y ese jugoso anecdotario de la memoria fiel. Tantos años en el camino han dejado una copiosa estela.
   En un acto tan emotivo, aumentó la temperatura sentimental del público el vídeo Mi gigante preferido, un trabajo muy bien resuelto dedicado a Alba, hija del poeta. Después tomaron la palabra Luis Eduardo Aute, Luis Antonio de Villena y Ángel Guinda. Aute, tímido, modesto y siempre al alba, recalcó afinidades con aquel joven cantautor seleccionado en la antología Postnovísimos que representaba la sensibilidad del rock y ensalzó la estatura de niño gigante; Ángel Guinda dejó una buena definición sobre el carácter del homenajeado: es un aglutinador de personas, comentó. Y Luis Antonio, con aire teatral, paró el reloj para viajar hasta los pasos de un Petisme juvenil que se ha ido haciendo autónomo y mayor entre libros y canciones. Luis Antonio es un conversador incansable y divertido.
  Llenaron los intermedios Ana Labordeta y Pilar Bastardes con una representativa selección de textos,  para clausurar con otra mesa formada, entre otros, por Fernando Beltrán y Raquel Lanseros. Fernando resumió el asunto en una troika aragonesa: “Goya, Buñuel, Petisme” (con permiso de otras troikas del valle del Ebro de igual altura), mientras que la belleza de Raquel Lanseros recurrió a la sensibilidad del hombre y a esa invitación a la alegría que aporta Ángel como razón de ser de cada encuentro. También hubo música en directo, móviles a pleno uso, foto de grupo, agenda abierta para citas cordiales y merecidas felicitaciones al autor de El lujo de la tristeza. Me traje además ese abrazo de Ángel Petisme al dedicarme su obra, mientras hablábamos de una lectura próxima en Rivas, programada en Covibar por Ricardo Virtanen.
   Después era muy tarde y hacía frío. Me refugié detrás de la bufanda y recorrí la luna de Madrid con Fernando Beltrán y la nostalgia común de amigos y viajes. En la autopista del regreso ví en el retrovisor la imagen de un acto para recordar. Ya en casa, abracé a Adela y puse en la mesa de trabajo de la buhardilla El lujo de la tristeza. Espera turno de lectura con mirada cómplice. He disfrutado estos años con la poesía de Petisme y  el poema "Ponle luz a este mundo" con el que cerró la cita del Ateneo me pareció extraordinario.
   En el azul de la cubierta, miro el título. Lo leo en voz alta y asiento. Es verdad, la tristeza todavía es un lujo al alcance de todos.

AUTOBIOGRAFÍA CON SOL

En Ávila, enero de 2015
AUTOBIOGRAFÍA

También soy yo
por la fidelidad a mis contradicciones,
por permitir gozoso,
cuando las plazoletas solitarias
reivindican el silencio y la sombra,
que un recuerdo me asalte en el espejo
como un rastro de luz, leve, intangible,
e inicie una liturgia
con frecuencia de rito
de nombres, fechas, gestos
y túmulos de sueños
nadando alborozados en el mar
de una cronología sospechosa.

Tanta dulce mentira esconde a otro.  

          Poesía (1990-1998)
          Encuentro, Rivas-Vaciamadrid 

jueves, 22 de enero de 2015

MERIENDA

Atardecer en Rivas (Madrid)

MERIENDA

                                                                           Para Oliver,
                                                  que buscaba haikus y frutas

Bebe la tarde
zumo de naranja,
y mancha el cielo.

 

miércoles, 21 de enero de 2015

LITORAL. MUSEUM (LA PINTURA ESCRITA)

Litoral. MUSEUM. La pintura escrita


Litoral,  nº 258 (Museum, La pintura escrita)
Revista de arte, poesía y pensamiento
Málaga, 2014
Dirección:
Lorenzo Saval
Asesores Literarios:
José Antonio Mesa Toré, Antonio Lafarque

   El catálogo de la revista Litoral ha convertido en rutina la amistad cordial de la poesía con elementos de la realidad o con disciplinas artísticas y científicas. Así se han ido sucediendo monográficos de la publicación que emparentan la poesía con la ciencia, el árbol, los viajes, la música o los espacios geográficos...
  Ve la luz en la amanecida de 2015 la edición de Museum, subtitulado La pintura escrita. El volumen explora -y hago mía la expresión de Lorenzo Saval - “la complicidad entre poesía y pintura”, una relación convivencial de envidiable solidez. Las diferentes secciones enlazan narratividad, lírismo y textura visual en un recorrido que visita todas las épocas artísticas, desde las pinturas rupestres del Paleotíco hasta las creaciones del arte contemporáneo. Resulta así un didáctico museo que fusiona emoción y belleza, que ilumina la exposición dual de imágenes y textos, ya sean estos breves ensayos indagatorios sobre el arte o poemas que se ajustan a  los cuadros que se han ido sucediendo en una incansable cronología creadora. Una vez más, los lectores de Litoral se encuentran con la propuesta feliz de una revista que muestra su excelente friso de colaboraciones. Lorenzo Saval y María José Amado, junto a un equipo de colaboradores formado por Antonio Lafarque, Miguel Gómez Peña, Rafael Godoy, Pilar Salado, Victoria Valmaseda y Carmen  Saval Prados, nos acercan un patrimonio escritural que amalgama clásicos y contemporáneos para dar voz perdurable al sosegado estar de la pintura. Un número para exponer, con sitio preferente, en todas las bibiotecas.

lunes, 19 de enero de 2015

CLARISSE NICOÏDSKI. VOCES DE SEFARAD

El color del tiempo. Poemas completos



VOCES DE SEFARAD


El color del tiempo
Clarisse Nicoïdski
Traducción de Ernesto Kavi
Editorial Sexto Piso, Madrid, 2014

  Durante el Medievo, el paso de las comunidades judías establecidas en la península ibérica dejó su impronta. Aportaciones artísticas e históricas definieron un variado patrimonio cultural. Fueron siglos de convivencia quebrados con el forzoso exilio, tras la unificación religiosa impulsada por el centralismo de los Reyes Católicos. La expulsión disgregó círculos congregados en Toledo, Zaragoza, Valencia, Córdoba y Granada. Los judíos abandonan Sefarad para instalarsen en el norte de África y el este de Europa. Declinaba una etapa histórica. Solo en el idioma pervivió la conciencia de pertenecer a un pueblo cuyo esplendor efímero vivió etapas de fecundo intercambio con las otras confesiones religiosas y paréntesis de conflicto que alentaron destrucciones de aljamas y persecuciones indiscriminadas.
   La obra El Color del tiempo compila la voz en sefardí de Clarisse Nicoïdski (Lyon, 1938, París, 1996), traducida al castellano por Ernesto Kavi. Los poemas reconstruyen la íntima expresión de un pueblo en los rincones de la historia, y dan asiento textual a un sistema lingüístico con mínimas manifestaciones escritas. La reconocida escritora francesa practicó la autobiografía, hizo crítica de arte y firmó algunas novelas. Su obra lírica se ha traducido a varios idiomas, figura en antologías y ejerció un claro magisterio en poetas hispanoamericanos como Juan Gelman.
   La muerte de su madre provocó en Clarisse Nicoïdski una encendida toma de conciencia. Con el fallecimiento se quebraba el hilo de la infancia y todo el cauce infantil de los recuerdos. Fue el detonante para que amaneciesen palabras que ya nadie pronunciaría más. Este libro se constituye como testigo único y principal del sefardí, tras una diáspora repleta de vestigios orales que fomentaron la idealización de Sefarad y una ciencia conciencia mítica. Estos poemas completos están formado por dos títulos, Los ojos las manos la boca, fechado en 1978, y Caminos de palabras, editado en 1980. Ambos conjuntos mantienen señas compartidas, preferencias por el tono coloquial y el empeño narrativo, la reiteración de construcciones que parecen recordar canciones infantiles en su desarrollo y el cobijo de un amplio clima emotivo, como si las palabras tuviesen una semántica hospitalaria con los sentimientos.
   El primer libro se cierra con una elegía a Federico García Lorca, identidad perdida en los albores de la guerra civil. Es un canto hecho desde el dolor y la gratitud por las palabras que encendieron la lumbre de la poesía y que compartieron el ser hospitalario del poema. En la voz de Clarisse Nicoïdski, el pasado es un espacio luminoso; su visión genera de inmediato un canto elegíaco. Los versos pulsan el ayer y hacen de su epidermis una invitación al regreso, un itinerario onírico que no desaparece en la amanecida. Los breves cantos de Caminos de palabras se pronuncian desde la celebración y tienen un sustrato emotivo y evocador.
  Escribe Ernesto Kavi, responsable de la versión al castellano, “la poesía es una forma de restaurar el tiempo”. Este libro alza una arquitectura idiomática que tras su poda del árbol histórico del castellano siguió una evolución con latidos y esquemas de armonía confiados a la memoria; por tanto, se gesta así otro español, un idioma que dibuja el color del tiempo. Clarisse Nicoïdski, en el breve liminar, anota su razón escritural, a partir del periplo biográfico familiar; su poesía es el preciado testimonio de una lengua secreta.