Las cosas que no son Los aforistas y Dios José Luis Trullo (Edi.) Libros al Albur Sevilla, 2018 |
SER Y ESTAR DE DIOS
Hace unos meses, el editor y coordinador de la revista digital El Aforista me hizo partícipe de su
proyecto de impulsar una selección monográfica de aforismos cuyo asunto
cohesionador fuese Dios. Ya entonces,
el empeño me pareció complejo por ser un tema atemporal y laberíntico cuyo
protagonista principal tiende a desdibujarse en la polarización entre nihilismo
y creencia. Suponía yo que el proyecto originaría una disparidad de
planteamientos no exenta de polémica, en el ambiente de escepticismo radical
que define nuestro tiempo, tan necesitado de dogmas sólidos. El libro
requeriría variantes interpretativas y un amplio nivel de tolerancia literaria
que no banalizara el cauce argumental y que hiciese de su contenido un espacio
de convivencia ideológica.
El prólogo de José Luis Trullo viene precedido de una cita de José Camón
Aznar que pone luz al título: “Una definición de Dios: el que conoce las cosas
que no son”. El liminar hace una síntesis concisa de las razones impulsoras de
la antología: la necesidad de otorgar en el tiempo histórico un sentido a
nuestra existencia a partir de la idea de Dios y de la relación del hombre, como
sujeto concreto y como ser colectivo, con la divinidad en todas las culturas.
En esa necesidad de la condición humana han vadeado nombres clásicos del
aforismo como Pascal, Joubert, Unamuno,
Nicolás Gómez Dávila, Camón Aznar y Andrés Ortiz, quien reúne en su obra
Filosofía del aforismo un destacado
aporte aforístico sobre Dios. El editor sospecha que el núcleo reflexivo que
genera el ser y estar de Dios sigue vivo en la emoción y el pensamiento y para
demostrarlo ha completado una nómina de escritores actuales que abordan con
solvencia el enigma conceptual de la divinidad.
El editor logra un representativo plantel de cultivadores del decir
fragmentario, que encabeza Gabriel Insausti (San Sebastián, 1969). Profesor de
la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Navarra, poeta,
novelista, crítico y aforista, Insausti ha conseguido abundantes
reconocimientos literarios, entre ellos el Premio Internacional de Aforismos
José Bergamín. Los textos acogidos aquí crean un discontinuo conjunto en el que
se focaliza tanto la fachada matérica de nuestro presente y su tendencia a desacralizar y ese papel
difuso que la ontología concede a un protagonista invisible: “Dios es siempre
otra cosa”, “Lo malo del ateísmo son los sucedáneos de Dios”, “Nos queda de
Dios esa comezón que siente el mutilado con el miembro fantasma”.
El perfil literario de Gregorio Luri (Azagra, Navarra, 1955) también
está marcado por una extensa práctica docente, lo que concede a sus trabajos
sobre política, filosofía y pedagogía un continuo epitelio didáctico. El
acercamiento de Luri al tema de Dios tiene la objetividad distante de un
experimento de laboratorio: “El auténtico hombre religioso tiene más poder que
Dios. Si Dios creó el mundo de la nada, él crea dioses a partir del mundo”, “En
una vida solo hay espacio para un Dios”, “Decimos que algo está dejado de la
mano de Dios cuando va a la deriva”.
Jesús Cotta (Cártama, Málaga, 1967) cursó Filología Clásica. Reside en
Sevilla donde trabaja como docente impartiendo filosofía en un instituto.
Practica una escritura abierta que aglutina ensayo, novela poesía y aforismo.
Sus textos aglutinan literatura y fe; expresa un sentir implicado que proyecta
sus creencias con la naturalidad de quien no concibe las huellas efímeras de la
temporalidad sin la presencia de Dios: “Dios no creó el amor. Es el amor” ,”Cuanto
menos Dios hay por las calles, más trabajo me cuesta esquivarlo”, “Dios es un
poeta que, con tal de que hubiera arcoíris, consintió la tormenta”.
Frente al chispazo ingenioso, Felix Trull opta por el pensamiento
remansado, en el que adquiere vuelo con precisa pincela una idea completa. El
aforista indaga en las cicatrices de un transitar tendente al laicismo y en el
dios por omisión del ateísmo. La refutación de la idea de Dios en la conciencia
del hombre convulsiona la armonía moral y especula con el funcionamiento de un
orden natural sin jerarquía externa, que es uno de los asuntos reflexivos
básicos del pensamiento de Nietzsche. Algunos textos relevantes de Trull: “Los ateos
son vagabundos por vocación, pero viven en un mundo tan pequeño que se encoge
con cada paso que dan”, “Cada vez que, para desembocar en el mar de Dios, tomo
la barca de la teología, acabo perdiéndome en los infinitos meandros de un
laberinto fluvial”, “La condena del ateo: creer que no cree. Y su imposible
enmienda: querer creerlo”.
Las dos colecciones aforísticas de Ander Mayora, La clemencia del tiempo y El
páramo clarifican el deambular de un
escritor que emplea los recursos expresivos de la brevedad con un nítido
sustrato emotivo. En la geografía textual de Mayora el pensamiento camina en
sintonía con los extravíos del cauce sentimental. Su aporte al tema de Dios es
muy brillante: “Los pueblos pueden no tener grandes hazañas, grandes hombres o grandes
obras, pero no pueden no tener dioses. Aunque los nieguen, esa misma negación
será su dios”, “Uno debe decidir entre sus garabatos mentales y la caligrafía
de Dios”, “Vivimos en la certeza del tiempo y en la sospecha de la eternidad”,
“Detestar las palabras, por anhelo de la Palabra”, “Cada vez pronuncio más la
palabra Dios, para poder decir algo con sentido”.
El nutrido quehacer literario de Juan Kruz Igerabide difunde un
esceptismo que funciona como cordón sanitario del texto frente a lo trascendente:
“Tu dios es tan poderoso que no le hace falta que creas en él”, “Dios fue un
hermoso juego de niñez que me gustaría seguir practicando con aquella
inocencia”. Su empleo en algunos textos de la ironía añade al aforismo una
estela de claridad cómplice: “Si Dios no hubiera hecho la vista gorda, Adán y
Eva no hubiesen podido hacerse con la manzana”.
José Manuel Camacho Vázquez (Huelva, 1983) es Licenciado en Filosofía y
su senda creadora suma poesía, traducción, artículos filosóficos y la obra Excursos, primera inmersión en el decir
lapidario. Su colaboración en esta antología monotemática es muy breve. Opta
por el destello: “Una amplitud sin mesuras: eso es Dios o el amor”, “Tan solo
amorosamente puede entenderse la nada”; “Soledad es el abrazo de Dios”.
Cierra la nómina Enrique García-Máiquez, quien hace unos meses editaba
un conjunto de aforismos poéticos extraídos del legado literario de Luis
Rosales. La amplia experiencia del sevillano le concede una voz firme, no
exenta de cierto dogmatismo, que no duda en emplear el humor como estilete de
la inteligencia. Siempre sugerente en sus propuestas verbales, el poeta sondea
con tino en la propuesta de Dios: “Cuando la poesía habla de Dios, juega en
casa. Si habla de la muerte, de visitante”, “Quisiera no hablar tanto de Dios,
pero decidme algo mejor”, “El tiempo es la paciencia de Dios”.
Más allá del pensar teológico que pondere la relevancia del concepto de
Dios y la verticalidad indagatoria en lo divino, Las cosas que no son da continuidad reflexiva a un centro de
gravedad del pensamiento en el que han dejado huellas clásicos y contemporáneos
con enfoques y perspectivas diversos. Dostoiesvski, siempre enfermo de un
pesaroso nihilismo existencial, justificaba esta continuidad divagatoria
recordando que “el hombre no puede vivir sin arrodillarse”; más clarificadora y
diáfana, la idea base que justifica la existencia de Dios es la dimensión
espiritual del ser, la aceptación de una naturaleza liberada de lo contingente
que expresa su confianza en el sentido último del recorrido vital. Los
aforistas aquí reunidos marcan sus aportes sobre el tema; expanden resonancias
sugeridoras que explican ese incansable movimiento del lenguaje entre el ser y
el no ser. A veces conviene soñar, aunque sea con la idea de Dios.
JOSÉ LUIS MORANTE