miércoles, 30 de abril de 2025

CON VOZ DE DIARIO ÍNTIMO

Yacimiento vetón de las Cogotas
Fotografía
de
Rubén Sánchez Santana

 

CON VOZ DE DIARIO ÍNTIMO


Escritura y docencia; un vecindario avenido que multiplica las versiones de mí.

Una lástima. Cada vez hay más escritores que sustituyen la Literatura por la Sociología

Fugitiva, la poesía no cae del cielo sino de las estanterías.

Cada libro oculta un fracaso premeditado, una forma de bordear el silencio sin renunciar a las palabras.

Me llega la reclamación de un haiku descontento con sus límites formales.

 Aceras que congregan un contagio de prisas.

 Alguien habla en voz alta. Otro asiente a intervalos. Una multitud conectada con un oído atento en la distancia. Solo yo permanezco fuera de cobertura.

Elijo un ventanal que testifica el tránsito incesante. Saboreo la vida que no es. Frente a mí un asiento vacío y esa caligrafía de la ausencia que escribe en pasado.


(Tinta invisible)



martes, 29 de abril de 2025

PABELLÓN DE INTERNOS

Espera
Fotografía
del archivo general de internet

  

PABELLÓN DE INTERNOS 
 
   Regreso al Pabellón de internos. Sobresale de su alambrada hostil una fila de adelfas florecidas. Dentro no cambia nada. Algunos internos deambulan dubitativos, mirando mi presencia con desconfianza. Después se aproximan; me piden euros y tabaco y premian la generosidad con confidencias. Alguien, susurran, empujó al celador en la escalera central; hubo suerte, aunque sobrevivió se fracturó la cadera y estará lejos varios meses.
   En la tapia de entrada, siguen juntas las dos sillas de plástico que miran la avenida. 

(Del libro de microrrelatos Fuera de guion, Lastura, 2024)


 
 
 

sábado, 26 de abril de 2025

RICARDO DE LA FUENTE. EL TIEMPO TODO LO OSCURA

El tiempo todo lo oscura
Ricardo de la Fuente
Ediciones de la Isla de Siltolá
Colección Aforismos
Sevilla, 2025

 

AÑOS SIN POSOS


   Abundan los escritores que han elegido el tiempo de madurez para mostrar su vocación literaria en torno al género aforístico. Sin duda, dos de los que caminan con firme solvencia son Manuel Feria (La Laguna, Santa Cruz de Tenerife, 1949) y Ricardo de la Fuente (Sacramenia, Segovia, 1956). Además muestran afinidades comunes al compartir un largo trayecto docente incardinado a una formación científica. El profesor Feria ha sido, durante décadas, catedrático de Farmacología de la Facultad de Medicina de la Universidad de la Laguna; y Ricardo de la Fuente sigue como catedrático de Sanidad Animal en la Facultad de veterinaria de la Universidad Complutense de Madrid.
   El periplo individual de Ricardo de la Fuente comienza con el libro de aforismos Andar en la niebla (Cuadernos del Vigía, 2017), reconocido con el IV Premio Internacional José Bergamín de Aforismos. Aquel despertar hizo posible una presencia más continua en revistas, ensayos y publicaciones digitales y ha impulsado también la nueva salida El tiempo todo lo oscura, cuyo título, contradiciendo al refranero popular tan arraigado en el pensamiento colectivo castellano, acierta de pleno al describir los sombríos efectos secundarios del atardecer vital.
 Un tema clásico del jazz, compuesto por Herman Hupfeld,  “As time goes by” (A medida que pasa el tiempo), de la inolvidable película Casablanca es el aserto que aglutina el primer tramo sentencioso. De inmediato se percibe el epitelio reflexivo de los mínimos enunciados y su alineación en torno al yo transitorio. La madurez perfila un yo moldeado por la finitud y la carencia, por esas claves de pequeñas miserias que vamos recolectando en nuestras arquitecturas de la memoria: “pasamos sin más de solar en construcción a amenaza de ruina”. Tomar conciencia de lo que significa madurar genera en el ánimo un vigoroso escepticismo, una nutrida defensa del yo individual como persistente refugio de unas cuantas certezas objetivas que hay que defender en la sosegada soledad del tiempo crepuscular. La desaceleración del vértigo alienta un cauce reflexivo proclive a la calma; a dispersar entre las cosas una mirada distante, como si su vecindad solo requiriese una cortesía distante, ajena al afecto de lo sentimental: “Muchas de las lecciones que da la vida están fuera del temario”, “El arte de hospedar los desengaños”, “El tiempo todo lo oscura”.
   Una contingencia en torno a un viaje de Albert Einstein, relatada por el autor, sirve para denominar la segunda compilación de enunciados mínimos “Glándulas de la relatividad”. El empeño de razonar en torno al hablante y su contexto sigue fuerte, como si fuese capaz de ignorar cualquier obsolescencia programada: “Conocer conforta, saber inquieta”. Advienen el desinterés y la indiferencia; las expectativas se cultivan con poca luz, como aspiraciones frágiles que pueden disolverse en cualquier momento.
   Con el descubrimiento verbal “Un mundo en el hueco”, acaso originado por un lapsus estudiantil, que Juan Mayorga aprovechó `para incluir en su discurso de ingreso en la RAE, aparece por primera vez en la entrega el vuelo metaliterario: “El aforismo apunta a la cabeza, pero acierta más cuando da en el corazón”. La idea engloba un ideario emotivo que hace de lo sentimental la víscera principal del aforismo, más allá del simple afán racional. Pero la temática apenas enraíza y todo el apartado destila variados intereses que miran dentro y fuera y que persisten en los rasgos distintivos ya señalados: formato clásico en los aforismos desde la brevedad, la precisión y la poda de cualquier divagación y un itinerario argumental asistemático, que conecta con el legado de contingencias que el presente se apresura a mostrar en sus escaparates: “La literatura sí da para vivir muchas vidas”.
   La coda final “Egometría II” parece argumentar que el sujeto concreto se convierte en un referente; propicia su proyección en los mapas del recuerdo y en el estar. Quien habla habita habita un presente con creencias cada vez menos firmes y con incoherencias cada vez más numerosas. Es la etapa que la escritura clarifica y dota de variedad narrativa: “Dicho queda lo dicho sin la menor sombra de certeza”.
   Cierra el libro una contracubierta de Miguel Ángel Arcas que clarifica el estilete verbal de Ricardo de la Fuente en sus aforismos: “En ellos se produce una crisis de lo aparente, una fisura por donde naufraga la realidad, donde todo es posible y se agita el descubrimiento felicitario de una verdad, algo que te atreves a hacer tuyo no sin antes ponerlo en cuestión”.
   El tiempo todo lo oscura se define como un cúmulo de verdades momentáneas entre la meditación y la búsqueda; muestra el vitalismo perceptivo de quien trata de llenar los vacíos biodegradables del discurrir. Da voz y silencio a la conciencia desvelada del protagonista secundario de una existencia al paso mientras trata de entender su movimiento pendular y capturar sus estratos sensitivos en la diáspora del tiempo.


José Luis Morante




viernes, 25 de abril de 2025

LA EXPERIENCIA DE LA LIBERTAD (Entrevista)

Feria del Libro de Madrid
(Firma de la edición crítica sobre Joan Margarit,
Arquitecturas de la Memoria, 2019

 

Entrevista

LA EXPERIENCIA DE LA LIBERTAD — GACETA

 

José Luis Morante

 

 ¿Qué  motiva a escribir? ¿Necesita algo en especial para hacerlo, taza de café, cigarrillo…?

Creo que el mejor umbral de la escritura es la lectura. Es el cauce que permite poner en marcha un proceso creador, siempre complejo y con muchos elementos aleatorios. No suele ser lo mismo abordar la poesía que el ensayo, el cuento que la narración autobiográfica. Cada género impulsa un tratamiento singular. Me acompañan en ese diálogo con las palabras algunos cuadernos blancos, abundantes lápices y libros abiertos sobre la mesa.

El proceso de la escritura ¿es disfrutable o agobiante?

Para mí la literatura resulta un quehacer sumamente grato. Contiene en su geografía una manera de ver el entorno y, por tanto, es una piel natural que cobija cada uno de los actos del proceso de escritura. Con frecuencia los resultados no están a la altura y entonces se produce una evidente frustración que requiere nuevos esfuerzos.

¿Qué escritores han influido más en usted?

Como poeta he sentido siempre como norte la generación del 50. En ese grupo literario suenan fuerte las voces de Jaime Gil de Biedma, Ángel González, José Manuel Caballero Bonald… Pero no son únicos referentes; mis poemas deben mucho a la mirada ética de Antonio Machado, al intimismo confesional de Luis Cernuda y a poetas figurativos que me han ido dictando los rasgos comunes del poema: esa aleación de sentimiento y avance reflexivo que marca el territorio del yo.

¿La inspiración es algo fundamental en un poeta?

Es un concepto prestigiado por la tradición que alcanzó un culto casi conventual en el romanticismo. Hay que ser cauto con esa voz ajena que parece tomar posesión de nuestra identidad y hacer que las palabras leviten. Si es bueno que un impulso desconocido deje el temblor del verso, mucho más efectivo resulta que el chaparrón nos pille bajo el techo de la biblioteca, en esa mesa sosegada donde las palabras caminan, buscan sitio, se empeñan en decir… 

 ¿Cuál debe ser la actitud del creador en relación con el lenguaje?

Como elemento natural, necesita un cuidado extremo en su empleo. El lenguaje es un caladero de amplia riqueza matérica. Pero la poesía es más que palabras. Transmite ideas, sensaciones y sentimientos, desvela incertidumbres, formula preguntas y clarifica conocimientos y extravíos. Es un lenguaje más allá del lenguaje.

¿Hasta qué punto es trascendental en su obra la niñez?

La infancia es un asunto literario de amplio tratamiento en la poesía contemporánea; pero no tiene una caracterización trascendente en mi trabajo. Convive con otros motivos de la experiencia existencial como la percepción del tiempo, el declive de los sueños, la firmeza del afán colectivo, el amor y la muerte… Son los temas de siempre, esos que una y otra vez afloran en cada escritor para que se vayan revitalizando con esquejes y brotes.

¿Para poder escribir poesía considera necesario enmarcarse dentro de un contexto literario? ¿Conocer a Rilke, Baudelaire, Neruda, Rimbaud, Horacio?

Sí, no existe el poeta adánico, nadie viene del vacío y echa a andar como un Lázaro etéreo sobre la superficie del lenguaje. La poesía es conocimiento y técnica, formación y experiencia. En ese largo proceso se van afirmando estaciones fuertes, como las que usted cita, y rincones más secundarios que también aportan miradores creativos llenos de interés.

¿Cuál es la función de la poesía?

Descubrir en su devenir que el poema no tiene objetivos pactados para ser poema; en su escritura se van sumando hilos argumentales que sirven para que el sujeto se conozca a sí mismo, sea un ciudadano comprometido con su tiempo y haga una lectura histórica de su papel y comunique a los demás aquellos silencios interiores que nos definen.

¿Necesita el escritor poseer conciencia social?

En la medida en que el hombre no es un náufrago solitario, perdido en el océano del tiempo, existe una conciencia social que define el ser colectivo. Y en esa conciencia social el sujeto focaliza su papel de ciudadano, aprende a compartir incertidumbres, arrima el hombro a la causa de todos.

¿Cuál le parece a usted que es la fuerza y cuál la fragilidad de la poesía?

Las palabras están ahí; definen al sujeto que las pronuncia, hacen de la poesía una voz en el tiempo capaz de transportar un mensaje que aspira a lo perdurable. Muchas veces ese mensaje se borra en el devenir, se convierte en una estela leve en la superficie del agua. Y así da fe de su fragilidad, de que cada paso que damos nos acerca un poco más a un horizonte de ceniza y polvo

 ¿Quién le interesa más de los jóvenes escritores, de las nuevas voces?

La vigencia de lo digital ha convertido el campo poético en un incontable vivero de nombres propios; así que cada enumeración sería siempre un ejemplo parcial de jóvenes que inician ruta. Hay que ser humildes y saber que solo dominamos pequeñas parcelas creativas. Queda mucho por descubrir. En cuanto a nombres propios concretos, hice mi apuesta como crítico publicando la antología Re-generación (Valparaíso Ediciones, Granada, 2016), una selección de jóvenes poetas españoles que empezaron a publicar a comienzos del 2000 hasta 2015.   

¿Qué hay que hacer para merecer el nombre de poeta?

Mirarse al espejo de lo diario con humildad para no confundir nunca la poesía con un mercadillo verbal. El poeta es, no se deja la piel por estar; no importa si no consigue visibilidad, si tiene poca repercusión lo que hace, si el mercado da la espalda… Hay que alentar palabras y conseguir, como soñaba Juan Ramón Jiménez, que las raíces vuelen y las alas arraiguen.

¿Cuál es para usted el mejor escritor?

El que se define a sí mismo como protagonista de un quehacer inacabado y complejo, que a menudo parece un callejón sin salida, el que cada amanecida echa a andar para encontrar a cada palabra el sitio justo. El que después de tanto esfuerzo sabe que el fruto es mínimo y da las gracias, duerme y vuelve a caminar al día siguiente por el surco abierto de la búsqueda.

Madrid, 15 de marzo de 2019

 

jueves, 24 de abril de 2025

DEFINICIONES SIN VUELO

Soplo de luz


 

EN EL DESORDEN
 
 
Inteligencia: farol que ilumina lo que la duda ensombrece.
 
Cruce: abrazo de itinerarios que no llevan a ningún sitio.
 
Equidad: acción de autonombrarse maquinista del último tren.
 
Adolescencia: torbellino hormonal de granos y móvil.

Sandez: veleta que culmina el edificio fallido de una idea.
 
Marx: callejón entre Groucho y Karl
 
Reseña: crítica urgente sobre un libro, cuya carencia provoca la ausencia cejijunta del autor.
 
Ásperos: receptores de trajes regalados cuya primera tarea es comprobar si los botones están bien cosidos.
 
 
 (CUADERNO DE CAMPO)
 


miércoles, 23 de abril de 2025

VOCES EN EL ESPEJO

Habitación de hotel
Fotografía
de
Adela Sánchez Santana

 

GENTE CONMIGO

 
   Viajo mucho a ciudades lejanas que desflecan sus encantos urbanos. Pero casi nunca abandono la habitación de hotel donde me alojo. Es una costumbre que espolea mi voluntad. Nació el día en que encontré en el espejo de mi cuarto de baño el rostro del huésped anterior. Fue él, con gesto tranquilo, quien me desveló su identidad. Tras una larga charla, cuajada de desvalimientos y olvidos, me facilitó el contacto con huéspedes encerrados en otros espejos. Todos resultan interlocutores amenos, que buscan la liberación inesperada de la confidencia. Sigo en ruta. También la soledad que absorben los espejos es una calle que espera transeúntes.

(Del libro de microrrelatos Fuera de guion, Editorial Lastura, 2024)




martes, 22 de abril de 2025

EL POEMA FELIZ

 

búsqueda
Fotografía
de
Javier Cabañero Valencia





EL POEMA FELIZ
 
Cardinal necesario,
me aplico en escribir un poema feliz,
que mire con los ojos
claros del mediodía y difunda su júbilo.
Que salga indemne,
y no contenga lastres,
o  invente los remedios
contra el galgo famélico
de cualquier decepción.
 
Que asordine la angustia
y no pierda sus pasos
en la tierra de nadie
del chantaje afectivo.
 
Que tenga la avidez
severa de  los dioses
y doblegue a su paso
toda asepsia expresiva.
 
Que soporte la ley gravitatoria
y se mantenga etéreo,
como un don disponible
que mira en el espejo
y se hace claro y bosque
y todo empieza.  
 
   
 
     (Variaciones del libro Nadar en seco, 2022)



 
 

lunes, 21 de abril de 2025

MARIO MONTALBETTI. EL PENSAMIENTO DEL POEMA

El pensamiento del poema
Mario Montalbetti
Pólvora Editorial, Marginalia Editores
Santiago, (2ª Edición) 

 

CONTORNOS TEÓRICOS

 

 Gracias al esfuerzo prometeico de Ediciones Liliputienses y al empeño de su director José María Cumbreño para enlazar la poesía en castellano de España y Latinoamérica, tuve la fortuna de conocer Lejos de mí decirles, el corpus lírico del lingüista y poeta peruano Mario Montalbetti (Callao, 1953). Fue la necesaria entrada a la complejidad de su obra literaria. Profesor universitario de Lingüística, director de QWXY, Seminario permanente de Filosofía del Lenguaje y fundador, con Mirko Lauer y Abelardo Oquendo, de la revista Hueso Húmero, es un escritor intenso y consagrado por completo a la interpretación del hecho lingüístico.
  Montalbetti inicia su trayecto creador en 1979 con la entrega Perro negro, 31 poemas. Después adviene una escisión, rota en 1995 con la obra experimental Fin desierto. Tampoco ahora el quehacer poético se hace rutina, pero en la década siguiente el trayecto se consolida con andenes como Llantos Elíseos, Cinco segundos de Horizonte, El lenguaje es un revolver para dos y Ocho cuartetas contra el caballo de paso peruano. Siempre consecuente con la percepción del lenguaje como magma exploratorio, publica en 2012 Cajas, un estudio especulativo sobre sentido y estética con sondeos nucleares sobre los espacios del poema. Esta faceta crítica aporta en 2014 la recopilación ensayística Cualquier hombre es una isla, trabajo que postula otro viaje interior a las cavidades semánticas del lenguaje, y en 2016 El más crudo invierno, monografía sobre un poema de Blanca Varela. La visión de análisis perdura con El sentido y la ceguera (2018), Epiciclos, escrito en colaboración con Marc Belderbos, y El pensamiento del poema, reeditado por segunda vez en 2024.
  En su quehacer poético, Mario Montalbetti busca la intersección y el corte, supone que el lenguaje deconstruye y no comunica. Los poemas buscan los márgenes del significado, por ello necesita símiles clarificadores para impulsar algo de luz entre el vacío y la sombra. Las claves significativas inquieren argumentos sobre la naturaleza de las palabras para no decir: “Escribo para contener / mi distancia con lo humano. / Escribo para estar solo, / para no ser poeta”.        
 Las meditaciones germinales de El pensamiento del poema remarcan una estela crítica en torno al material verbal como objeto teórico, aunque la construcción sienta, imagine o sea capaz de simbolizar. Aquí, Montalbetti parte de la propuesta analítica del filósofo francés Alain Badiou, formulada en 1988 en El ser y el acontecimiento: “El poema es una forma de pensamiento”. Desde ese enfoque Montalbetti se propone elaborar una serie de variaciones libres en torno a la formulación inductiva. No se trata de reconstruir la teoría filosófica de Badiou sino de avanzar en los caracteres ambiguos que proyectan un dibujo fragmentario sobre el poema. “El poema piensa parece un vehículo que ingresa a contramano en una calle de sentido único…”.  Sus divagaciones adquieren una cadencia discontinua, una percepción laberíntica del transitar del pensamiento. La temática se convierte en una operación sobre el lenguaje, como este axioma sobre la poesía: “Todo lo que participa del ser, sea simple o infinitamente múltiple, tiene un nombre. Lo difícil es inventarlo”.
  Aunque la sintaxis no es poetizable, queda patente la inquietud analítica, el discurrir más allá de la catalogación experimental que engloba cualquier huida de lo previsible para incorporar al poema rupturas léxicas, sustracciones sintácticas a partir del replanteamiento teórico de un poema de Trilce de César Vallejo, cuyos versos sostienen el deseo de abrir espacios y el afán de buscar puertas tras la puerta. La creación, como precisa Giorgio Agamben, se convierte en un acto de resistencia, en liberación de una potencia interna.
  En los vectores de sentido de Montalbetti las conclusiones se guardan fuera, como si pretendiera percibir el lenguaje con una cierta perspectiva de lejanía y futuro, como si se gestara desde una realidad con diferentes niveles de ficciones conceptuales. “El significado no clausura el lenguaje”; por eso “interpretar un poema es desandar el camino que quiso llevarnos fuera de él”, aunque sea atravesando una explanada de metapoesía donde se dan cita procesos lingüísticos, repletos de matices y argumentaciones.



JOSÉ LUIS MORANTE



 
 
 

domingo, 20 de abril de 2025

CASA VACÍA

Las horas lentas
Fotografía
del 
Archivo Fotocommunity

 

CASA VACÍA

 

   En esta casa ya no vive nadie, pero están todos los moradores que ocuparon sus habitaciones. Escucho una fisiología desperdigada en pasos, susurros, toses o gemidos. De cuando en cuando callan, como si se hubiesen mudado por unas horas a otro lugar. 
   Siempre regresan. Esta noche olvidaron cerrar la puerta de la entrada y apagar las luces. Alguien me despertó. No supe qué decir; me siento un extraño ocupando una casa vacía. Ellos me reconfortan y justifican mi presencia: “Alguien debe soñarlos”.

(Del libro de microrrelatos  Fuera de guion, Lastura, 2024)




sábado, 19 de abril de 2025

PIEDRA CALIZA

Disgregación
(Piedra caliza)
Fotografía del
Archivo Limestone

 

 

PIEDRA CALIZA

     (Epitafios)

 

    Debo el título a un poema de W. H. Auden;  PIEDRA CALIZA es una roca cuya aparente dureza se disgrega con facilidad.

 

 

 

He soñado con la realidad. Con qué alivio me he despertado.

                                                                                              STANISLAW  J.  LEC

 

 
La muerte no  es nada,
cuando existimos ella no existe
y cuando aparece, nosotros desaparecemos.

                                                                                       EPICURO
 
 
 I
 
En su artesana construcción del silencio,
la muerte no reconoce
ninguna otra verdad.
 
II
 
Otra noche.
Sobre mí  prosigue su labor
la luna quieta.
Carezco de otra luz.
 
III
 
Queda mi nombre
y la serenidad de este paisaje
que no sabe quien fui.
 
IV
 
Agudizo mi vocación fantasma.
Miro sin comprender
y reclamo razones para estar en la nada.
No hay respuestas;
la pureza del aire
habita el desamparo.
 
V
 
Un manto de raíces y una brizna de sol,
pero las formas se han desvanecido
en el escaso jugo de una tierra estéril.
Estoy con otras sombras y nos une
la mansa convivencia,
el aire de familia
de los que nada piden al futuro.

VI
 
Vuelven los ecos y dibujan mapas,
un recorrido de memoria y sueño
que convierte al que fui
en terco pasajero de otra ruta
que ya no identifico.
El pasado se puebla
de restos arqueológicos.
 
VII
 
Ahora vivo debajo de las cosas,
con vocación de sima.
A tientas me desplazo
sin que se marquen huellas
ni dejen una imagen
los lugares de paso.
Nada sucede aquí;
nada sucede.
 
VIII
 
Callé.
Después de todo,
cobijo la pereza.
En el silencio, nadie;
un estar sin contornos que tantea
 y mide con desgana
el transcurrir del tiempo.
 
 
IX
 
Camino dentro
de un dédalo de calles
y paisajes extraños
tras un rastro invisible.
Prosigue la deriva;
es terca voluntad
que empuja hacia otra parte.
En un tiempo sin tiempo,
ensordecido,
busco un lugar
para empezar de nuevo.
 
 
 X
 
Epitafios;
un triste empeño en seguir hablando
cuando  se consumió
mi turno de palabra.
 
 
                                   JOSÉ LUIS MORANTE
 
                                  

viernes, 18 de abril de 2025

EN CLAVE AUTOBIOGRÁFICA

Arquitectura tradicional
Fotografía
del 
Archivo Depositphotos

 
EN CLAVE AUTOBIOGRÁFICA
 
 
Yo nací (perdonadme)
con la televisión en blanco y negro.
La realidad mermada,
cobró lustre ficticio entre las vísceras
del dichoso artilugio.
Retraído el asombro,
poco tiempo después holló la luna
el ballet pintoresco del primer astronauta.
La guerra de Vietnam sembró de rojo
el miedo del monzón;
la tristeza alargó su cinta métrica
con inborrables signos,
y el niño que yo fui cruzó la calle
para desvanecerse.
 
Como soplo de aire
que aventara las ramas
con una floración de duermevelas,
devanaron los años
 una quietud insomne,
repleta de tareas.
Nada sobra al olvido.
 
Envejeció conmigo
la dudosa verdad de vuelo corto
y ahora lo vivido es una polvareda
que se oculta detrás.
La nada vuelve.
 
Sigo al borde de mí;
Soy un mapa menguante
enclavado en la espera.
Ya no quedan preguntas perentorias.
El futuro es de otros.

    (Del libro Nadar en seco, 2022)



jueves, 17 de abril de 2025

INQUISICIONES

Mario Vargas Llosa (Arequipa, 1936-Lima, 2025)

INQUISICIONES

   Tras el fallecimiento del escritor peruano Mario Vargas Llosa el día 13 de abril de 2025, he asistido a la apresurada fermentación de opiniones polarizadas. Escucho el abrazo entre pensamiento y poesía del aforismo:

. Cuánta bilis en los objetores de la inteligencia.

. ¿Los que cuestionan a quienes han leído a Mario Vargas Llosa, conocen el legado del peruano universal, o son también una mentira de la literatura?

. A distancia los chismorreos del folletín sentimental tienen la limitada consistencia de un argumento ficcional.

. Ajenos al placer lector, quienes no leen remarcan de entrada la ideología discutible, el pensar distinto.

. Tergiversar el periplo biográfico del hombre no minimiza la obra.

. Para la adhesión ideológica al partido, el respeto es un inesperado inconveniente.

. Quienes dictan sentencia creen saber lo que hay en la zona interna del sujeto y lo que no hay.

. Hay egos que suponen que el único patrón métrico son las convicciones propias.

. En los microorganismos cerebrales la pretensión risible de ridiculizar al microscopio.



(Apresuramientos y afectos)





.

miércoles, 16 de abril de 2025

MANUEL FERIA. EL RÍO DE LA PERPLEJIDAD

El río de la perplejidad
Maanuel Feria
Prólogo de Javier Recas
Apeadero de Aforistas
Sevilla, 2023

BALANCE

   Hay escritores que difunden, tras el tiempo ensimismado de la obra, una empatía natural, una lluvia en cursiva que empapa cualquier fronda. Su descubrimiento es una hendidura de alegría, que cobija la inteligencia y ocasiona gratificantes sensaciones de asombro. Así me sucede con el proyecto aforístico de Manuel Feria (La Laguna, Tenerife, 1949), Catedrático universitario de Farmacología y apasionado cultivador de la brevedad. Los fragmentos reflexivos del profesor canario nunca tuvieron prisa por visitar la imprenta. Llegan, con morosa cadencia, en plena madurez, alojados en cuatro entregas: Verlas venir (2015), En ascuas (2017) Diccionario imaginario de un irónico (2018) y Fe de vida (2023). Cada salida comparte la convivencia de la escritura mínima con las ilustraciones del artista visual Antonio Mauro García “Fanega” (La Laguna, 1952) y el cuidado molde de la diseñadora y maquetadora Irene Antón. Con el laborar común la publicación refleja singularidad y sello personal. Para el autor escribir es vivir, recuperar efímeros indicios desperdigados en el transitar. Desde la introspección, los libros sugieren un enfoque hacia las circunstancias, un estar lleno de vigilia y búsqueda, capaz de discernir la complejidad del ser humano. Su compromiso con el mapa de lo que sucede entrelaza emociones y pensamientos acumulados por la experiencia existencial.
   Sobre el balance del aforista, Javier Recas, el ensayista contemporáneo más cualificado en la teórica de lo conciso, edita y selecciona apuntes mínimos referenciales de la travesía creadora en la antología El río de la perplejidad. La compilación se incorpora al imprescindible catálogo de Apeadero de Aforistas y tiene como umbral el extenso estudio “Una radiante ironía”. Desde el comienzo de su análisis, el estudioso da solidez a la idea de que Manuel Feria es un autor a trasmano, ajeno al habitual afianzamiento de la estrategia expresiva mediante el quehacer editorial, los concursos literarios o la difusión en redes y publicaciones. La observación acerca al pensamiento el discurso fragmentado de lo que sucede. Y en ese estar tras la transparencia del cristal prevalece el detalle a contramano, el frescor del instante. Como advierte el investigador y filósofo, el recorrido interior no se disfraza de retórica cultural; no se busca la ornamentación verbal sino el vuelo alto de la intuición, las salpicaduras transparentes de la agudeza, “el río de la perplejidad”. No son rasgos únicos: el laconismo de Manuel Feria, sutil y luminoso, permite conocer un suelo argumental rico en estratos. En sus teselas se abrazan instantes evocativos y vibraciones. Alientan la simbiosis entre el oficio de vivir y la razón de escritura.
   Obviamente, el microtexto es un género cuajado de humanismo donde el sujeto siempre está presente en su doble condición temporal y metafísica. En ambas germinan temas universales como el amor, el deseo, el dolor, la vejez, el lenguaje o la muerte. Son sustantivos que se acercan a la pronunciación moralizante y al tono grave de lo solemne, como si revolotearan en ellos los pájaros de la transcendencia. Sin embargo, como apunta el prologuista, el enfoque desdeña púlpitos y busca el suelo firme de lo racional, el humor y la ironía: “A un gordo hay que conocerlo en ayunas”, “Antes del auge de la informática los ángeles ya estaban en la nube”, “Todos envejecemos, pero algunos se lo toman como algo personal”, “La incineración te dará la despedida más calurosa”. Son rasgos que potencian la mediación cercana entre hondura filosófica y calado lírico. Confieren también un posicionamiento ético, una defensa de principios y valores que tiende al compromiso y la marcada posición vital.  
  La nota a la edición explica el muestreo en la selección de cada libro. El río de la perplejidad es un botiquín básico de la obra aforística de Manuel Feria, todavía inédita en su mayor parte. Por tanto, Javier Recas, fuera de las autoediciones, nos deja la primera versión del despertar y reajusta los logros recurrentes. De este modo, la primera parte selecciona casi noventa aforismos de Verlas venir la entrega más temprana, donde se contenían las coordenadas que marcan huellas. Quien percibe interpreta una conciencia frente a la incertidumbre: “Uno no puede huir de sí mismo sin caer en el otro”, “Profundiza y discreparás”, “Para esconderse de uno mismo no hay que ir muy lejos”, “La soledad es la falta de uno mismo”. Son anotaciones que recuerdan la reconstrucción de una autobiografía con secuencias dispersas.
  Ese alguien, con aire de familia entre el escritor y el ser biográfico, aborda en el segundo conjunto aforístico Ascuas el recorrido entre luces y sombras de lo cotidiano; la expresión del entorno tiene una apariencia de grisura, pero vivir es siempre un proceso de conocimiento, una luz encendida que aleja la propia oscuridad: “Vivo en ascuas por saber si soy prueba o error”. ”Esté donde esté, sólo estoy de paso”, “El futuro suele decepcionar a la esperanza”. El cauce existencial se identifica como uno de los vértices centrales de este tramo y en su propuesta retornan recursos habituales de Feria, las fluctuaciones argumentales y lecturas irónicas de la paradoja, y la conciliación de contrarios. Los pensamientos muestran la geometría variable de un entorno que expande incertidumbres y despierta las inclinaciones subjetivas.  El destino es proclive al azar. En su dermis duerme la hermética caligrafía de lo que no tiene respuestas. Así nace una metafísica de la duda, las convicciones que apenas encuentran sistematización.
   Los aforismos de definición de Diccionario imaginario de un irónico exploran cavidades semánticas. Buscan rupturas del sema establecido y abren grietas para cobijar significados nuevos. Es el mismo propósito que alumbrara el quehacer de uno de los precursores de este formato aforístico, Ambrose Bierce; pero es también un acercamiento a nombres contemporáneos de interés como Miguel Catalán. Más que la definición precisa, interesa el vuelo del tiempo y sus versiones lúdicas. Abundan las comparaciones, metáforas, imágenes y es habitual el recurso al oxímoron. Así se logran efectos de perplejidad, dotando al decir conciso de las voces fuertes de la imaginación y lo hipotético: ”Adúltero. Alma de abeja”, “Almohada. Confidente de la otra mejilla”, “Bandera. Tela de colores representativa de los peores instintos de un colectivo”.
      Más cerca de la geografía humana de lo colectivo está la entrega Fe de vida. Sus apuntes componen un poblado testamento social, encendiendo farolas en los callejones de la convivencia. Tras conocer los propios límites, la complejidad ambiental requiere salir fuera. Airear conciencia y entendimiento. El vislumbre racional percibe la escucha del paisaje humano. Son continuas las mutaciones de la identidad que convierten al nosotros en un personaje desdoblado. Mientras las pupilas reflejan espacios habitables para la meditación y el paseo, “el buen aforismo reduce la realidad a su máxima expresión”. En Fe de vida abundan los fotogramas con mirada crítica, que buscan los relieves del dibujo final, las asimetrías del tapiz: “Los mediocres cazan en manada”, “Beberse de un trago la juventud produce resaca en la madurez”, “La masa diluye la razón”. Frente a una sociedad llena de asimetrías y crudeza se manifiesta el rumor fuerte de una filosofía crepuscular. El pensar propio ha hecho suya la idea de que el estar cotidiano se debate entre el espejoy la confrontación abierta con lo indefinido.  
   En los textos sentenciosos de El río de la perplejidad, aportados por la destreza intelectiva de Javier Recas, vislumbramos una resignificación permanente, una pluralidad de vías de sentido. Más allá del discurso cerrado  de una artificiosa realidad, emergen claves interpretativas que conforman una peripecia analítica, ese empeño continuo de dislocar los ateridos miembros de lo gregario y hablar de lo imposible; de aquello que no se puede decir. El yo afronta el destino con la incertidumbre de salir a un día de límites difusos donde es preciso rastrear la improbable destilación del devenir.
 
 
JOSÉ LUIS MORANTE
 
     https://archive.org/details/manuel-feria-el-ri-o-de-la-perplejidad
 

martes, 15 de abril de 2025

LOS QUE ESPERAN

En compañía

 

LOS QUE ESPERAN


   Llegan temprano al parque, desde algún itinerario común y desdoblado. Caminan lentos, con un rumor zanjado de desgarradura en los zapatos y los ojos adustos, clavados en el suelo. De vez en cuando relatan vidas improbables, escapes de otra identidad que ahora parece tangencial y oscura. Cuando están en el parque nada ocurre en su anatomía, pero son más ellos, suspendidos en una actitud tallada por la artesanía el tiempo. Solo esperan.

(Del libro Fuera de guion, Lastura, 2024)




lunes, 14 de abril de 2025

MARIO VARGAS LLOSA. DESPEDIDA


 

                                          AÑOS DE APRENDIZAJE
 
Los cachorros
Mario Vargas Llosa
Edición de Guadalupe Fernández Ariza
Cátedra. Letras Hispánicas
 
   La abrumadora aportación de la literatura hispanoamericana al reciente legado del español actual alcanza su momento áureo en un puñado de figuras magistrales nacido al otro lado del océano. Máximo ejemplo de integración e identidad, en el idioma no se advierten fracturas.
   Mario Vargas Llosa es uno de esos nombres que marcan senda a nuestra realidad cultural. Nacido en Arequipa (Perú) en 1936, su vocación literaria arranca temprano. Tras los cursos en la Universidad de San Marcos de Lima viaja a Europa, donde publica en 1959 su obra auroral, Los jefes, y tres años más tarde La ciudad y los perros, título que supone su consagración y le concede sitio en la emergente literatura del “Boom”, un movimiento sin definición estética unitaria que aglutina propuestas de ultramar y descubre a escritores como Carlos Fuentes, Julio Cortázar, José Donoso, José Lezama, Gabriel García Márquez o el propio Vargas Llosa, quien alcanza su madurez narrativa en La casa verde, Los cachorros y Conversaciones en la catedral.
  En casi medio siglo de escritura, el autor ha ejercido una notable labor ensayística y ha entregado otras tantas novelas con múltiples reconocimientos y premios tan importantes como el Príncipe de Asturias, el Planeta, el Cervantes y en 2010 el Premio Nobel, concedido por la Academia Sueca “por su cartografía de las estructuras del poder y sus mordaces imágenes de la resistencia individual, la revuelta y la derrota”. En tan vasta producción Los cachorros, editado por primera vez en 1967, en la colección “Palabra e imagen” de editorial Lumen, se singulariza por la originalidad de un argumento de alta carga simbólica y que, como suele ser norma en la narrativa del peruano, comparte personajes con otras ficciones. La cronología de Los cachorros abarca un periodo temporal de veinticinco años. Comienza cuando los personajes se integran en el colegio Champagnat, un microcosmos representativo del barrio limeño de Miraflores, escenario urbano habitual de la clase media peruana. Este arranque de la educación sentimental en un centro religioso supone un largo aprendizaje en el que Cuéllar es el actor central. El discurso narrativo es una crónica en la que el narrador configura, ordena y  pone distancia al airear una voz colectiva de ritmo fluido. En ella se yuxtaponen diferentes niveles lingüísticos. El código oral de la infancia, tras el aprendizaje de normas y actitudes, muda los registros; quien relata parece una emanación del grupo y participa en cada una de las identidades. El aparato crítico de la edición permite  conocer los valores semánticos de muchos términos del habla coloquial miraflorino. Se logra trasmitir un efecto de verismo contextual incorporando locuciones exclamativas, giros enfáticos y frases de gran condensación expresiva que se suceden alternando las voces sin interrupción, como si el sonido ambiente envolviera. 
  En la historia de Cuéllar y sus amigos se cumple lo que escribía Antonio Muñoz Molina:  “Las grandes novelas de Mario Vargas Llosa funcionan como laberintos constructivos que han de ir siendo descifrados gradualmente por la inteligencia y la imaginación del lector”.



JOSÉ LUIS MORANTE




domingo, 13 de abril de 2025

ITINERARIOS DE REGRESO

San Francisco (California, USA)
Fotografía
de
Adela Sánchez Santana


MÁS ALLÁ
 
 
El final de ruta añade a la topografía habitual una fotografía desenfocada del paraíso.
 
*
 
La indecisión transforma cada paso en cruce de caminos.
 
*
 
El observador comprende cuando escucha la trama argumental del paisaje.
 
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Romeros digitales en el Camino de Santiago; peregrinos musculosos con equipación deportiva, publicidad en el casco y todo tipo de artilugios tecnológicos.
 
*
 
Ítaca y el impulso del viaje. No la meta sino el recorrido.
 
*
 
Se enamoró en plena escalada de la cara norte. Cota 2570. Músculos y nervios repetían que iba por buen camino.
 
*
 
Sin regreso el viaje es estéril.
 
*
 
Empleaba la lentitud del sedentarismo en diseñar rutas marítimas con olas fijas.
 
*
 
De algunos viajes vuelven otros.
 
*
 
El exilio. Un bosque de árboles trasplantados y especies exóticas.
 
*
 
“Me gusta avanzar con paso firme”. Dijo frente al silencio de los acantilados.
 
*
 
Perseguir la estela del yo. Ir más lejos. Hacia dentro.
 
*
 
Ser testigo en el viaje de una realidad proteica, con haz y envés, ajena a la senda amañada del turista.
 
*
 
Antes de partir se apunta a un taller literario sobre el arte de novelar. Los recorridos aproximan pormenores reales y ficción.
 
*
 
El trayecto largo altera la identidad. La imagen en los espejos del hotel nunca es fiel al original.
 
(Aforismos en viaje)






 
 

sábado, 12 de abril de 2025

CONVIVENCIA

Quién soy
Fotografía
de
Javier Cabañero Valencia

  

CONVIVENCIA

 

   Nunca tuve conmigo una convivencia fraternal. Solo la compañía contingente de quien se desplaza con los mismos pies. Juntos aprendemos a no huir de mí y a cubrir a diario necesidades básicas. No me doy tregua. Habito en el perfil de mi costado. Tallado por la lógica, el tiempo nos iguala con un argumento funcional: sin mí estaría más solo.


(Del libro de microrrelatos Fuera de guion, Lastura, 2024)

 

jueves, 10 de abril de 2025

ENCUENTROS

Viajeros sedentarios
José Luis Morante
Editorial La Garúa
Colección Haikus
Barcelona, 2025

 ENCUENTROS

 
  
   De entrada, la materia poética del haiku muestra aparente sencillez y una severa pauta métrica. Su consolidación se remonta hacia el siglo XVII, aunque existían precedentes en el copioso cauce de la antigua poesía japonesa. El devenir asentó con paciencia los peculiares rasgos tonales y alentó una discreta evolución en las voces que enseñaron a sentir: Matsunaga Teitoku, Nishiyama Soin, Matsuo Basho, Yosa Buson o Kobayhashi Issa. En todas, la fuerza del poema se cimenta en la modesta química de lo instantáneo. El vuelo asegura una intensidad gozosa. Pupila abierta para cobijar argumentos transparentes, más allá de la supuesta condición de lírica estacional. La carencia de artificio retórico crea la sensación de chispazo inmediato, de fruta a punto.
  El equilibrio de la estrofa se ha ido aclimatando en espacios geográficos distantes. Desde principios del siglo XX se escriben haikus en Francia, España o Italia y comienza a ser registro expresivo habitual en países latinoamericanos como México, Venezuela y Ecuador. La diversidad de intentos advierte que no hay una sola modalidad sino un transitar que fecunda surcos y recrea asuntos alejados del tradicional enfoque temporal. Además, en sus versos se pueden escuchar las pulsaciones del hablante verbal, ya exento del velado biográfico que negaba al autor sus razones de vida.
  La observación –sea interior o exterior- concede al trío versal una savia más libre, un fluir pensativo, ajeno a penumbras intelectuales e impregnado por la cercana presencia del escenario. Así nace un haiku aposado en la percepción que refleja los principios canónicos y su cadencia musical.
  Sin pretensiones dogmáticas, el poema mira el horizonte donde ascienden sensaciones que buscan el levitar del aire. Desde lo inmediato, las palabras caminan hacia una amanecida renovada a diario. Las imágenes visuales se visten de víspera, mientras preservan los registros luminosos del contraste.
  Los haikus de Viajeros sedentarios acogen el contacto con lo efímero, el suceso mínimo cotidiano y la maraña de encuentros con protagonistas y secundarios de la vida social. Suman instantáneas. Despliegan rutinas y dibujan con trazo descriptivo la dermis del tiempo. Son eclécticos. Aluden a facetas dispares del aquí en el ahora, a esa aparente acción tocada por la contingencia que ya dobla la esquina.
 
 
José Luis Morante
Prólogo del libro Viajeros sedentarios
 
Rivas, invierno de 2024
 

miércoles, 9 de abril de 2025

VIAJEROS SEDENTARIOS


 La bruma fría
traspapela la tarde.
Pies indecisos.

Quema de cerca
el aliento de sombras.
Alguien detrás.

Dueños del eco,
los sonidos castigan
el viejo oído.

(De Viajeros sedentarios, La Garúa, 2025)





martes, 8 de abril de 2025

LECTURA DE FRANZ KAFKA

Franz Kafka (1883-1924) 



KAFKA Y YO

 

 
   Leo a Kafka con frecuencia alevosa. Para entender la piel translúcida del mundo y sus agrietadas variaciones. Para entenderme yo. Sé que el absurdo forma parte de lo cotidiano. Lo respiro con sosegado conformismo. Sin apremio, sin pánico. Los desnortes de la situación política, la perpetua idiocia nacionalista y su retaguardia militante, los asesinatos y la barbarie fundamentalista, los atentados contra la dignidad y la beligerancia de quienes manosean el sentir colectivo en los medios de comunicación son atajos de sentido único. Llevan a Kafka.
   La biografía del escritor disiente de su obra. Fue un modesto judío de Praga cuyo itinerario vivencial estuvo regulado por rutinas meticulosas. Las lentas caladas de su existencia no pueden interpretarse en clave literaria. Las relaciones con los demás fueron pobres, como si permaneciera en el umbral del otro, detrás de un cristal que asegurara un íntimo confinamiento.
   Borrado en lo diario, el hombre personifica el sopor del relato sin argumento. Observa el entorno y anota solo lo que sucede fuera. Desconcierta, porque el azar  legitima el absurdo. Sobre la mesa camilla de lo cotidiano leo a Kafka y el tiempo se deshace en nubes bajas. Pongo el brazo en su hombro y nos perdemos juntos en el espacio fértil de cualquier laberinto.
 

(Del libro de microrrelatos  Fuera de guion (Lastura, 2024)