Al margen Fotografía de Javier Cabañero Valencia |
miércoles, 31 de julio de 2024
VIVIR AL MARGEN (Diario)
martes, 30 de julio de 2024
ALICE MUNRO. LA HUMILDAD DEL RELATO
Alice Munro Premio Nobel de Literatura 2013 Fotografía de Derek Shapton |
ALICE MUNRO. LA HUMILDAD
DEL RELATO.
Como enunciara la escritora en entrevistas y tertulias literarias, su existencia sólo cobra sentido en la escritura, donde no pocas veces la letra pequeña de lo autobiográfico actúa como venero temático. Es en el cuento, un género mayor del siglo XX, donde habita lo esencial del sentir literario. En Alice Munro el cuento tiende a describir historias sin épica, con el énfasis apagado de lo cotidiano. Así sucede en su colección de cuentos Demasiada felicidad, cuyos trayectos accionales requieren un desarrollo temporal de media extensión para precisar las circunvalaciones de actitudes vivenciales siempre de paso. Los cuentos abordan instantáneas de protagonistas y secundarios empeñados en una carrera de fondo de metas difusas. Lo contingente acecha. Siembra estados de angustia capaces de cambiar el rumbo de una voluntad que no se guía por ideas abstractas sino por motivaciones de escasa relevancia. Y lo mismo ocurre en su última entrega Mi vida querida, donde volvemos a percibir la estética singular en el aliento creativo de la escritora canadiense.
Ni espacio ni tiempo precisan datos exactos. De esa atemporalidad emerge la geografía vivencial de lo doméstico. Son territorios para supervivientes que reiteran tareas habituales en intervalos cronológicos en los que apenas cabe la sorpresa. Y, sin embargo, ésta reclama un espacio secreto de la intimidad individual como si fuera materia central de un submundo hermético.
En los cuentos de Alice Munro cobran relieve los perfiles femeninos, siempre llenos de complejos estados emocionales, obstinados en la paciente espera de lo extraordinario. Mujeres atentas y receptivas crecen hacia dentro mientras muestran su cansancio ante una realidad manipuladora y llena de cicatrices, que de cuando en cuando se ilumina con una relación personal, con un deseo cumplido, con la calma resolución de un conflicto sin tregua, o con el espejismo de una felicidad que nunca dura demasiado.
Cada género literario tiene un selecto grupo de voces mayores que ratifican la mena central de una estrategia expresiva. En el cuento estará siempre la humildad de Alice Munro, la incontestable honestidad de quien siembra el asombro con manos de mujer en la piel del desierto.
JOSÉ LUIS MORANTE
domingo, 28 de julio de 2024
LA MIRADA OCASIONAL
Interiores Fotografía de Javier Cabañero Valencia |
LA MIRADA OCASIONAL
(Naturaleza y poesía)
No toda mirada es capaz de engendrar visiones
MARÍA ZAMBRANO
Para establecer un punto de partida conjetural sobre el diálogo entre
filosofía y poesía en el que se integra la indagación sobre la naturaleza en el
tiempo, podríamos decir que la mirada filosófica es aquella que contempla en el
mismo plano el sentir y el pensar. Ambos conforman un espacio de meditación sin
rupturas, un recorrido que busca entender y propicia una liberación personal y
colectiva, espigando prejuicios y dudas, ataduras y sombras.
Esta concepción del quehacer poemático requiere un espíritu de fe en las
posibilidades del lenguaje como manifestación y reflejo del ser, como razón
extrañada entre pensamiento y sentir, capaz de sistematizar y definir, de
alentar un espacio de comprensión y estimular la eclosión abierta de los
sentidos.
La poesía filosófica enciende una reflexión plural que diserta sobre las
razones de su escritura, repasa el legado de la tradición y deja constancia de
una cala en profundidad sobre el sujeto concreto y el contexto social donde se
mueve. De este modo, establece un perfil íntegro y total, una concepción ontológica
completa que siembra indicios sobre el dinamismo de lo vital.
Asunto central del acto de escribir es construir una interpretación de
lo real, en la que cada elemento adquiera su sentido y se ubique en el
laberinto relacional que le corresponde. Este enraizamiento cognitivo alza en
el tiempo una arquitectura mudable, donde queda inmersa nuestra experiencia
vital.
El poeta tiene en la infancia un despertar privilegiado, una amanecida
en la que el entorno se muestra con sencillez, sinceridad y autenticidad. Estas
cualidades aluden a una perspectiva de la naturaleza conocida por intuiciones
vitales directas. El paisaje se presenta conectado al asombro, entendiendo el
asombro como pujanza energética para preguntarse por el cuerpo ontológico de
las cosas. La realidad se interioriza en el sustrato emocional del yo como una
topografía viva, resistente, tenaz. En ella se vislumbra lo insólito, un
trasfondo que enriquece y muestra sus espasmos más íntimos. Con los años, aquel
horizonte moldea una dimensión irrenunciable. Pero es un lugar insular,
perdido, que ha de revelarse poco a poco mediante la evocación y la elegía y
que se habita desde la memoria, adaptándose a las distintas etapas vivenciales
del hombre.
En los años juveniles, con el comienzo de
la formación universitaria, la naturaleza se desvanece en el itinerario
biográfico. Personifica un sueño que oculta su tamaño en otra realidad en la
que el hablante poético toca fondo y debe hacerse hueco. La ciudad mineraliza
su espacio, vinculado a la contingencia temporal y cercanía del yo colectivo.
En la urbe se construye un nuevo escenario reflexivo protagonizado por otros figurantes
del pensamiento; el yo se transforma en un sujeto pensante, menos intuitivo,
empeñado en ordenar y reubicar lo que sucede en la ciudad como silueta
poligonal de encuentros.
El paisaje entonces se deja oír
en estilo indirecto, tiene los trazos de una ausencia concreta y mantiene con
la situación vivencial del yo una metamorfosis de rasgos que conlleva una clara
idealización. Muchas veces el pensamiento se hace grito ensimismado, caligrafía
abierta de poemas escritos para cauterizar el dolor, para dejar constancia de
que la existencia es sólo un hilo frágil. Cada vez es mayor la conciencia del
tiempo. El paisaje queda al margen, se recuerda como un acto de fe, cuya
belleza se muestra como una razón persuasiva, una creencia que ensancha el ser
del hombre.
La ciudad moderna contempla la naturaleza desde la carencia, lejos de sus
procesos naturales y con un escaso tacto ecológico. La arquitectura habitual
desnaturaliza y relega los espacios verdes a la periferia, condicionados por
las construcciones y la movilidad. Perece la singularidad de los paisajes y
nace un tablero visual de elementos uniformes seriados, que crean la sensación
de ser parques temáticos, copias miméticas o extravagantes. La naturaleza
urbana se torna insulsa o neutra y con poco peso específico en lo literario.
A veces, sin embargo, la
naturaleza se reafirma de nuevo desde la elegía. Mediante la contención
expresiva, la hondura y la vibración anímica, se da una nueva temporalización a
lo perdido, se recorre al paso la geografía familiar y el pretérito encuentra
expresión emocionada y temblor humano en el material poético. La naturaleza
retorna cargada de fuerza, con plena densidad significativa, como un ámbito
humanizado en el que la intimidad del poeta germina en su lugar preciso.
La voz poemática ya no es la de un yo desubicado y desvalido, en la
intemperie, sino la de un sujeto activo que abre la claridad a sus recuerdos, a
esa estela vital de lo vivido. El
gesto de reconstruir puebla el poema de símbolos, renacen los ciclos
estacionales y se alzan puentes que unen las riberas del pretérito con el
latido indagatorio del ahora. Las
palabras se arropan en una sensibilidad meditativa que haya en el pensamiento
un refugio protector, un rastro de intimidad y meditación donde se escuchan las
señales del tiempo.
La escritura personal suma en su discurrir anotaciones e incertidumbres,
pasos que conforman en cada entrega una manera de andar y de sentir. Los poemas
esclarecen una concepción poética en tránsito, que parte del confesionalismo
cotidiano y despliega en su madurez un entrelazado espiritual, en el que resulta
eje central la esencia del entorno. Su coherencia modula una cosmovisión más
racional que expositiva; la poesía concede a la conciencia del ser un carácter
trascendente y revelador, pasado por el filtro de la conciencia. Es el abrazo
pleno del yo con el velado horizonte de lo esencial; la certeza de que cada
hoja caída busca de nuevo rama y reverdece.
El material lírico aspira el olor de la tierra, la carga sinestésica de
un no lugar que transciende cualquier alabanza de aldea para sumirse en un
estado de contemplación ascética que propicia un estar ensimismado. La
percepción se consolida. Culmina caligrafías sensoriales; invita a tender las
manos del pensamiento para retener lo que ofrece el transcurso del tiempo para
incidir en la condición de ser en medio de los ciclos naturales.
La naturaleza propicia una sensación de estatismo, un devenir que
alienta la quietud y el despojamiento y que halla en la imagen de cualquier elemento natural el reflejo de la
propia esencia de vivir; se van agotando los afanes y las pretensiones, los
elementos del paisaje muestran una común actitud de calma que acrecienta la soledad del que contempla o
ese desamparo que lleva a buscar el abrazo del otro para librarse del
escalofrío.
La poesía adquiere el tono justo de la confidencia; no levanta una voz
que apenas cambia con el tiempo, otea el horizonte y se encoge de hombros,
convencido de que la naturaleza tiene un destino marcado, una cadencia que
invita a reflexionar sobre los signos de lo
mudable y a guarecerse a cielo
abierto, detrás del pensamiento.
JOSÉ LUIS MORANTE
sábado, 27 de julio de 2024
AUTOBIOGRAFÍA SIN MÍ
En casa Fotografía de Adela Sánchéz Santana |
con la televisión en blanco y negro.
La realidad mermada,
cobró lustre ficticio entre las vísceras
del dichoso artilugio.
Retraído el asombro,
poco tiempo después holló la luna
el ballet pintoresco del primer astronauta.
La guerra de Vietnam sembró de rojo
el miedo del monzón;
la tristeza alargó su cinta métrica
con inborrables signos,
y el niño que yo fui cruzó la calle
para desvanecerse.
que aventara las ramas
con una floración de duermevelas,
devanaron los años
una quietud insomne,
repleta de tareas.
Nada sobra al olvido.
la dudosa verdad de vuelo corto
y ahora lo vivido es una polvareda
que se oculta detrás.
La nada vuelve.
Soy un mapa menguante
enclavado en la espera.
Ya no quedan preguntas perentorias.
El futuro es de otros.
jueves, 25 de julio de 2024
CUERPOS AL SOL
Espera Fotografía de Adela Sánchez Santana |
Ser poeta hasta el punto de dejar de serlo
CÉSAR VALLEJO
El deseo, esa moneda que se lanza al aire y permanece
flotando.
La voz dubitativa del pudor suena a invierno; escarcha la
piel.
Si te miro, la pupila es incisión, herida.
Persuasión pedagógica de la paciencia; solipsismo solo
atento al temblor sigiloso de los astros.
Siempre en la mano, la pequeña magia del final.
Hay cuerpos que consiguen poner la noche en claro.
Esa parte de ti dispuesta a compensar la inoperancia cromática
del día laborable.
El vaivén tranquilo del mar del tiempo intenta desmentir que
soy un náufrago.
Mientras duermes el
misterio de la insinuación, el no sé qué que queda balbuciendo.
(Celebración solar)
miércoles, 24 de julio de 2024
PÉTALOS SUELTOS
Texturas Archivo general de internet |
TALLER DE AUTOR
Sobre la mesa del taller creador, la noción del oficio, el empeño para dominar la técnica. Que fluya mansa e invisible, eficaz.
Nunca sé dónde nace ese soplo inicial que dicta la amanecida
del poema. Parece una grieta cerrada a la inteligencia discursiva. Pero está.
Viene conmigo –equipaje en el tiempo- este acierto crítico
de Octavio Paz: “El haiku fue una
crítica de la explicación y la reiteración, esas enfermedades de la poesía; el
renga es una crítica del autor y la propiedad privada intelectual, esas
enfermedades de la sociedad”.
Suele aburrirme el vuelo ascensional de lo trascendente. Soy
de los que abrazan el poema que cumple la ley de gravedad.
En la sensibilidad oriental se amalgaman Buda, Lao Tsé, Bashô, Omar Kayan, Hafiz van… Sustratos que entremezclan el escueto andamiaje del haiku, los jardines florecidos con pétalos sueltos.
(Del libro "A punto de ver", Editorial Polibea, 2018)
martes, 23 de julio de 2024
JAULAS DE CRISTAL
Transparencias |
domingo, 21 de julio de 2024
AFORISMOS CON PASADO IMPERFECTO
Feria del Libro de Madrid, 2006 Fotografía de Adela Sánchez Santana |
Nacido en El Bohodón, Ávila, en 1956, José Luis Morante ha escrito una decena de poemarios, recopilados en las antologías Mapa de ruta (2010), Pulsaciones (2017) y Ahora que es tarde (2020), con reconocimientos como el Premio Luis Cernuda, el Internacional de Poesía San Juan de la Cruz, o el Premio Hermanos Argensola. Entre sus entregas en prosa están el diario Reencuentros, el libro de entrevistas Palabras adentro y Protagonistas y secundarios, selección de artículos y reseñas. Ha preparado las ediciones Arquitecturas de la memoria, de Joan Margarit, Ropa de calle, de Luis García Montero, e Hilo de oro, de Eloy Sánchez Rosillo; también prologó libros de Luis Felipe Comendador, Herme G. Donis, Javier Sánchez Menéndez y Karmelo C. Iribarren. Ha publicado los volúmenes de aforismos Mejores días (2009), Motivos personales (2015), Planos cortos (2021), la antología de aforismos Migas de voz (2021), la edición de Aforismos e ideas líricas (2018) de Juan Ramón Jiménez y la antología 11 Aforistas a contrapié (2020). Sus obras más recientes son la colección de microrrelatos Fuera de guion (2020) y el ensayo-antología Paso ligero. La tradición de la brevedad , un estudio en profundidad sobre el desarrollo del aforismo en castellano durante los siglos XX y XXI.
sábado, 20 de julio de 2024
EPIFANÍA
Amanecida Fotografía de Javier Cabañero Valencia |
la pulcritud se aplica en dar textura y forma
al poema feliz.
Es palabra con alas que despierta
el hilo en el ovillo
de los sueños.
anuda pies en la belleza
y remoza pequeños propósitos baldíos
pues no contiene lastre
y conoce remedios
contra el cerco de cualquier decepción.
asordina la angustia
y no marchita pasos
en la tierra de nadie
del chantaje afectivo.
que tenga la avidez
salina de lo intenso
y disloque en el aire
toda asepsia expresiva.
Que soporte la ley
gravitatoria y se mantenga
sobre la cuerda frágil de sí mismo,
como un don disponible
que sostiene el azul
y todo empieza.
hecho gesto final,
guardar los extravíos
bajo el techo solar
de la esperanza.
viernes, 19 de julio de 2024
EN FAMILIA
EN FAMILIA
En casa no nos gusta incomodar a nadie, señor comisario. Las cosas son como son. No hay más indicios, pero todos buscábamos algo. Mi madre buscó siempre el sosiego en la farmacia; mi padre en la mudez de un cigarrillo, convencido de que el cansancio y el frío están en las palabras, pero son otra cosa; mi hermana, cuando niña, en el reclinatorio de la ermita y después en la esquina más rentable del polígono sur. Yo que no busqué nada, encontré un libro y en él sigo. Vivimos juntos el abuso feliz de sentirse en familia. Repare usted, señor comisario, que en nuestra casa los sueños nunca dieron ningún paso.
(Del libro Fuera de guion, Lastura, 2024)
jueves, 18 de julio de 2024
miércoles, 17 de julio de 2024
MIGUEL SÁNCHEZ-OSTIZ. ESPUELAS PARA QUÉ OS QUIERO
Espuelas para qué os quiero Miguel Sánchez-Ostiz Pamela Editorial Pamplona, 2022 |
SEGUIR A SOLAS
lunes, 15 de julio de 2024
ACERCA DEL SUEÑO
Verano Fotografía de Javier Cabañero Valencia |
ACERCA DEL SUEÑO
con la abrumadora ingenuidad
de quien me presupone una respuesta.
Y yo salvo el escollo
modulando una frase convulsa
en la retórica de los desconciertos.
Te digo: el generoso don
que la fatiga obtiene de la noche,
una brizna de luz escalando la sombra,
el envés de una historia
cotidiana y absurda;
tú misma, hija mía,
cada palabra tuya, cada gesto.
No sé si el sueño
es potestad del hombre
o comparten los sueños animales y cosas.
Ignoro de igual modo qué hilo teje
su textura de seda,
qué alzada confabula
su hermética apariencia
o qué brújula guía
la estela de sus viajes.
Sé que hay sueños tristes y gozosos,
oscuros y diáfanos,
ocasionales y obsesivos;
sé también que hay sueños tan hermosos
que el tiempo los indulta y perseveran,
y no envejecen nunca.
consumen su existencia
y otros que se prolongan con los días.
Simulan los primeros
una especie común de lepidópteros
y acaban siendo pasto
del trastero y del polvo,
como un experimento vanguardista.
Levísimos planetas alumbran los segundos,
como estrellas fugaces que convocan
múltiples y azarosas travesías.
Ante nuestra mirada sus figuras componen
un paisaje celeste,
intangible materia en sereno reposo,
donde habita la luna del deseo.
sábado, 13 de julio de 2024
ABRIR LAS ALAS (AFORISMOS)
En vuelo Fotografía del archivo Istockphoto |
viernes, 12 de julio de 2024
CASA VACÍA
Fuera de guion (Casi cien microrrelatos) José Luis Morante Editorial Lastura Madrid, 024 |
CASA
VACÍA
En
esta casa ya no vive nadie, aunque están todos los moradores que ocuparon sus
habitaciones. Escucho su fisiología desperdigada en pasos, susurros, toses o
gemidos. De cuando en cuando callan, como si se hubiesen mudado por unas horas
a otro lugar. Siempre regresan. Esta noche olvidaron cerrar la puerta de
la entrada y apagar luces. Alguien me despertó. No supe qué decir; me
siento un extraño ocupando una casa vacía. Ellos me reconfortan y justifican mi
presencia: “alguien debe soñarlos”.
( Del libro Fuera de guion, Lastura, 2024)
martes, 9 de julio de 2024
ANTÓN LOPO. DIARIOS (1) AZUL MONFORTE
Diarios (1) Azul Monforte Antón Lopo Traducción al castellano de Ismael Ramos Ediciones Papeles Mínimos, Colección Poesía, 16 Edición bilingüe gallego-castellano Madrid, 2024 |
ANDAR AL PASO
Su entrega poética Diarios (1) Azul Monforte ha sido reconocida con el Premio de la Crítica, convocatoria anual, impulsado por A Asociacion Gallega da Crítica, y ya tiene versión al castellano a cargo del poeta y traductor Ismael Ramos en la colección de poesía de Papeles Mínimos.
El título aclara de inmediato las claves escriturales de esta salida. Es la autobiografía sentimental de un hablante lírico, cuya voz anota el andar al paso. La palabra asume de inmediato una visión enunciativa; la visión de un viajero en el tiempo que entrelaza percepciones y vuelve los ojos hacia el páramo de los días idos. La reflexión empieza vislumbrando el ser transitorio de la conciencia. La huella de la lectura, como sucede con el diario del escritor y fotógrafo barcelonés Jordi Esteva, desgrana secuencias vitales hechas patrimonio en la terquedad del tiempo. Una travesía iniciática, fragmentada en momentos, que adquiere al ser interiorizada densidad matérica. La línea confidencial de lo autobiográfico contamina al lector con un epitelio vital de gravedad y desasosiego; así sucede también los diarios de Rafael Chirbes, cuya experiencia lectora depara un aprendizaje cognitivo que fortalece y redacta un didáctico manual de supervivencia; un ideario escrito con la tinta clara de la lucidez que alumbra el propósito escritural de Antón Lopo: “ Yo quería escribir lo que no se escribe (lo invisible). / Darle cuerpo a lo que no existía. (Write me on )". Desde esta arquitectura evanescente de la memoria comienza el poema. Las palabras aprenden a construir desandando, buscan en el cielo raso del pasado el vuelo de la evocación, como sucede en el excelente poema que da título al libro “Azul Monforte”, en el que la figura materna se convierte en identidad referencial. Lo mismo sucede en el texto “No era consciente de lo que se avecinaba”, en el que se versiona el deterioro físico que lleva a la mirada crepuscular que anticipa el olvido: “… Llevo nueve años inventando / la supervivencia de una mujer desahuciada y me / pregunto si tiene sentido algo de lo que he hecho”.
El acontecer del entorno también se ubica en las composiciones, abriendo la trama argumental con estratos heterogéneos. Una mirada al obituario, el rescate de algunas presencias de la intrahistoria cultural, como Ernesto Guerra da Cal, o imaginativas estampas familiares conviven en las anotaciones, comentando los trabajos y días del sujeto verbal, cuyos caminos interiores, plenos de percepción emocional, son las más fértiles vetas argumentales. La observación directa de la realidad convencional y los estados de ánimo conceden a los textos un significado testimonial, un aire limpio de certeza y verdad que enlaza quehacer literario y travesía biográfica. Comprender es entender que el carácter ficcional es la propuesta central de la escritura, aunque “todos mentimos demasiado sobre la Verdad”.
Quien habita en los poemas apuntala su memoria y mantiene claras afinidades con el yo biográfico y con su carga de recuerdos, afectos olvidados y sucesos perdidos que afloran un instante, como si precisaran recuperar destellos. Esta certeza da pie a considerar al protagonista verbal como un yo desdoblado, como un certero dibujo especular. De ahí la fuerza expresiva y emocional que transmite, esa cadencia cómplice que origina un estado de recepción que libera de cualquier intemperie.
Creo necesario constatar el empeño metapoético de la composición “Embelga”. Dado el carácter anfibio de la escritura entre la poesía y la prosa, el ámbito sosegado del escritor se pregunta a sí mismo: “¿Cómo hacer un poema que dure exactamente / el tiempo que el poema tarda en hacerse? / Un poema que se construye a sí mismo, / sin mecanismos literarios o rasgos estéticos / (sin voluntad sonora), legible / en cuanto a la apariencia aunque no posea fondo / y sea únicamente transcurso (movimiento)”. Las certidumbres dogmáticas del taller son mínimas; se trata de conceder a los versos la sensación de ser, un vuelo atemporal e inaprensible. Algo que pasa y solo tiene las coordenadas simbólicas de un espacio mental.
Henchido de recuerdos, el ayer se precipita para poblar con instantáneas la puesta en escena. Desde el fondo de la memoria se vislumbra de nuevo presencias llenas de ternura y mensurable transparencia; el tiempo se convierte en un horizonte repleto de señales cuyos reflejos alzan los diferentes estratos de lo real y los estados de conciencia; el patrimonio afectivo del yo que descifra mensajes, “esas claves ocultas de los hechos fortuitos”. Para el poeta la escritura es “registro de los huecos que crean las palabras”.
La recuperación de sensaciones e imágenes de Diarios (1) Azul Monforte hace evidente la pérdida, el suspendido rastro de ausencias que integra a los que no están y acoge en sus manos cambios y mutaciones,. Todo bajo un cromatismo indeciso, simbólico, que entrelaza cercanía y sueños. En el mapa azul de la memoria los espacios vividos ya no están en su sitio; se desplazan tangenciales para quedar sobre la caligrafía del tiempo, en esa página íntima y confidencial que deja dentro una mirada introspectiva de la temporalidad y la continua mudanza de lo cotidiano.
lunes, 8 de julio de 2024
NADAR EN SECO
NADAR EN SECO
En él, cada brazada recolecta
el secreto de la profundidad.
De cuando en cuando,
rasga la superficie un hueco húmedo
cuyo fondo merece
estelas de luciérnagas.
Mas un sudor salobre
desdice la quietud
e impulsa otra brazada
hacia el perfil exacto del trascielo.
se carcoma en reflejos.
Sacudo el agua ausente.
En los brazos maltrechos
hay jirones de mí.
viernes, 5 de julio de 2024
RAQUEL LANSEROS. EL SOL Y LAS OTRAS ESTRELLAS
El sol y las otras estrellas Raquel Lanseros XXVI Premio de Poesía Generación del 27 Editorial Visor, Colección Visor de Poesía Madrid, 2024 |
VOLVER AL DÍA
La poeta se inspira en un verso de Dante Aligheri, el inolvidable autor de la Divina Comedia, para hilvanar un poemario que hace del amor el campo semántico referencial. El motivo, de amplia tradición literaria, busca singularidad y establece nuevos itinerarios y matices para iluminar una travesía existencial siempre marcada por lo transitorio.
La apertura “Oda a la creencia” postula una sensibilidad formal reiterativa; los versos se construyen sobre la idea de la fe -una fe terrenal, sólida, que busca plasmar la lealtad a una creencia, y sus mutaciones en el discurrir, desde esa persistente inocencia inicial hasta el escepticismo de la experiencia que impide que el sujeto vuelva a sentir aquel soplo de vida y esperanza en manos de una realidad marcada por la contingencia y lo gregario. El amor confirma una sobrecarga de efectos secundarios. El puente hacia el otro anticipa una identidad renacida. Postula incertidumbre y desconcierto por la fuerte vinculación afectiva. Y exige a quien habita su entorno una constante vigilia.
El intimismo confidencial de Raquel Lanseros en torno al amor no se limita solo a la relación de pareja. Añade una perspectiva abierta que enfoca también la figura de la madre y su entrega abrumadora. El estar materno es un cuerpo de letra grande, un titular vital que abre el surco de la entrega total en cada instante hasta desvanecerse, con el empeño de “Amar sin abarcar / pero permaneciendo”. La deuda de gratitud filial no finaliza aquí, aflora también en el poema “Ese maldito día que exijo no vivir”, construido en torno a la idea insoportable de la despedida final y la ausencia, en ese tiempo sin argumentos que se define como “Ley de vida”.
El amor resguarda el ahora, como si todo lo vivido se sometiera a un código secreto que estructura y ordena bajo el arbitrio de una sentimentalidad impulsora y diversa. Aglutina esperanza y construye los cimientos fuertes que sostienen la casa del futuro. Es un lugar de esperanza que se hace inmune a las erosiones y desgastes de una conciencia mudable. Su tacto impregna cada amanecida, como un ser poderoso y ubicuo: “Es el amor, anfitrión permanente / música orbicular y soberana. / Es el amor, soy yo / eres tú, son todas las criaturas. / Amor, eterna rosa con su trono / que solo ven los sabios y los niños.”.
La hermosa elegía “Llama azul”, que entrelaza versos en castellano y alemán, formula esos nutrientes dubitativos que contiene el estar enamorado. Las imágenes se suceden para constatar ese diálogo interno, mantenido con la luz. Así lo confirma la fecunda terminología en la que el amor es lumbre, lámpara de fuego, destello encendido, vértigo… Son coordenadas de un imaginario hiperbólico, que toma distancia frente al férreo cartabón de lo previsible y consumen la normalidad sin matices de lo racional.
El sol y otras estrellas suma pasos argumentales en los que el verso libre deja sentir su huella de continuo. Su libertad formal aglutina sensaciones y pensamientos, emoción y dudas. Son contados los casos en que la poeta emplea estrofas cerradas, como el soneto “Lo llaman desencanto”, cuya lectura deja un preciso aire clásico; de esta presencia del legado canónico se nutre también el soneto “Desprendimiento” que lleva un subtítulo clarificador: “Revisitación libérrima del Siglo de Oro”. El cuidado formal ensaya otras propuestas expresivas como el poema en prosa, empleado en la composición “El secreto de los ángeles”, una hermosa composición que prologa una cita de Novalis.
La vereda lírica de la poeta está repleta de nombres clásicos, el paratexto emana de la tradición y acumula magisterios referenciales, desde la presencia auroral de Dante Aligheri hasta el rumor crepuscular de Kafka, hecho casi una advertencia aforística: “Todo lo que amas se perderá pero al final, el amor volverá de otra manera”. Dispersos entre las composiciones del libro resuenan los pasos de Goethe, Ovidio, Eliot, Dostoievski, Novalis, Shakespeare, Juan Ramón Jiménez o Borges. Sin embargo, el excedente culturalista nunca pierde la naturalidad expresiva y la dicción de línea clara, la voz hospitalaria que comparte reflexiones y vivencias con palabras de piel transparente.
El lenguaje pone luz al estar ensimismado, deja la voz dormida para que un día sea discurso de clausura que ponga un espejismo de vida en la ceniza, una ilusión fraudulenta de tiempo perdurable. El amor alimenta el sueño fértil de la gratitud a quienes nos precedieron en la tarea de dar vida e identidad al otro; así se plasma con excelente tino en el poema “Dos almas tutelares”.
La celebración creadora de esta entrega suma sensaciones que dejan en el respirar un aire nuevo. La escritura moldea el balance; forja un sueño de “roca y azucena” que hace del amor centro propicio. Sin su energía y su insólita fuerza “El sol no existiría ni las otras estrellas”.
jueves, 4 de julio de 2024
LARVA
Crianza Fotografía de internet |
LARVA
De cuando en cuando abre los ojos en la sombra y exige claridad, esa ilusión etérea de las cosas que muestran pujanza, tacto firme y cercanía.
La luz, acurrucada, nunca acude. Resiste. Deja lejos su cáscara vacía. Tiene miedo, también.
miércoles, 3 de julio de 2024
UNA POSIBLE TREGUA
Notas en el aire Imagen de Kataka |
pero nunca me tiende su solidaria mano
y ya me gustaría –como antaño a los pícaros-
cambiar si no de oficio de condición al menos.
Como suele ser norma,
hoy también ha fallado el desenlace
que vertebra la página del día.
Otra vez estoy triste; aún carezco
de imprescindibles labios
para firmar con nadie una posible tregua.
Cuando espesó la noche
acogió mi pletina la acuática de Haendel
y he recorrido hipótesis,
buscando explicaciones de papel.
Desconozco tu nombre,
no sé medir el hueco que cabe en tu pupila.
martes, 2 de julio de 2024
JAVIER MATEO HIDALGO. ARQUITECTURA DEL SUEÑO
Arquitectura del sueño Javier Mateo Hidalgo Ilustración de portada de Eugenio Rivera Huerga & Fierro Editores Madrid, 2024 |
EN CONSTRUCCIÓN
La mirada poética es un recorrido de interrogantes, un insistir de la pupila que se detiene en un horizonte abierto, pleno de percepciones y sugerencias; de ahí que sea necesaria la brújula del pensamiento al clarificar la razón de ser de la escritura. De este modo, “El otro autor”, el que se analiza a sí mismo, para evitar confusiones divagatorias analiza las características principales de estos poemas y añade el mapa de ruta argumental: “Se trata de un volumen concebido a modo de edificio” que muestra, con el sosiego y la lucidez de la primera persona, una travesía lírica abierta a la interpretación. Este deambular se ha mantenido con natural coherencia en todas las secciones del poemario en una evolución pautada y unitaria.
El apartado “Se enciende la linterna mágica”, que inicia Arquitectura del sueño, sirve de arranque a una meditada reflexión sobre el despertar del ensimismamiento. Soñar despierto es abrir la caja de Pandora de anhelos y temores y propiciar que vuelen el intimismo y el apunte biográfico para convertirse en protagonistas de un destino incierto. Lo vivido trasciende su condición anecdótica y dejan su reflexión sobre la lógica de lo transitorio, siempre cargada de sugerencias e impulsos oníricos donde la niebla edifica un lugar enigmático.
El pensamiento concede a las cosas una nueva cimentación, otro plano de solidez que busca permanencia. En la sección “Cimientos” la escritura se convierte en rescate de un pasado que exhibe sus recuerdos como tatuajes. Descubrir el pasado es dejar que se compacte lo vivido en una masa opaca, en un mosaico hecho de escombros y ruinas olvidadas. Esta inmersión hacia el presente muestra una clara afinidad con las imágenes de época de la pantalla grande y con los habitantes de otro tiempo que ahora ocupan el sitio callado del silencio.
La voz del pasado también se hace fuerte en el apartado “En el claustro”. El protagonista poético expande su punto de vista por los sitios de esta arquitectura onírica. En “Portada” los caracteres de la piedra recuerdan nuestra condición finita, la caducidad en su exacta medida. Crean en el ánimo un vitalismo nostálgico, condenado a soportar el ruido del discurrir, desde la infancia hacia el gris de la derrota. Pero el recorrido es también interior, una vigilia que enseña a caminar hacia dentro y a percibir la realidad confidencial como fuente de conocimiento que conduce al hombre hacia sí mismo. El flujo de la conciencia se libera y marca nuevos caminos y encuentros. Lo que no es enseña su presencia, aglutina trazos divergentes de un patrimonio de recuerdos y vivencias. La soledad mantiene una nervadura metafísica. En ella se espera un despertar que invita a salir afuera para buscar la esencia de un tiempo estricto y paradójico, con olor a nostalgia.
“En la biblioteca: florilegio de miniaturas japonesas” permite abrir ventanas al haiku, la estrofa que guarda una sabiduría concentrada en su esquema versal. Sin embargo, el poeta no se atiene al esquema clásico de 5/7/5, sino que ensaya una estrofa nueva de cuatro versos, en ocasiones con rima asonante en los dos versos finales. En cambio, sí se preserva la condición estacional y el empeño de cobijar sensaciones cargadas de sinestesias.
Javier Mateo Hidalgo cierra su entrega con las composiciones de “Deambulatorio y salida”. Lo escrito hasta aquí se nos antoja un largo recorrido por alguna extraña arquitectura habitada por personajes inciertos. Volver al gregarismo de lo cotidiano significa percibir este viaje iniciático como un sueño que se va apagando entre la clara luz del despertar. El día después apenas recordará si lo vivido fue una vaguedad o una abstracción, el lazo inamovible que abre la cálida mano del poeta entre palabra y sueño en el que se proyecta la propia vida, una reflexión con matices especulativos, que aliente esas preguntas existenciales que se formula a sí mismo un sujeto errante, perdido en la penumbra de un exilio interior.
lunes, 1 de julio de 2024
DIVAGACIONES
Puerta de San Vicente |
Ejemplos del vacío, las estatuas carecen de secretos.