Sol de hogueras
Ricardo Virtanen
Renacimiento, Sevilla, 2010
Hace tiempo que el haiku logró aclimatarse a la tradición literaria autóctona. La forma poética tiene practicantes con criterios estéticos divergentes lo que origina que la severa pauta silábica –dos pentasílabos y un heptasílabo central- prodigue matices y busque ensanchar los efectos literarios. Desde el inicio de su labor creadora Ricardo Virtanen (Madrid, 1964), poeta, ensayista, antólogo y músico, usa este esquema métrico; incluye cuarenta y ocho haikus en La sed provocadora y otros catorce en Notas a pie de página. En Sol de hogueras, título editado con su característico buen gusto por Renacimiento, se emplea como única estrofa.
El haiku remite a precisión lingüística y al uso de las palabras justas, sin concesiones al tanteo digresivo. Sin embargo, esta economía debe permitir que aflore el sentido estético y que los mínimos argumentos sean accesibles al lector; además su levedad debe fomentar una impresión duradera. Escrito en un paréntesis temporal relativamente corto, entre 2006 y 2007, Sol de hogueras compila un amplio muestrario distribuido en cuatro apartados. El de arranque, “De natura” integra una cita de Issa Kobayashi, autor canónico de la escuela impresionista, con tendencia a dibujar el entorno con mínimo trazo. La escritura percibe; lo vivido genera memoria: “La hierba joven / brota sobre una tumba / desconocida”; pero esa sensación forma parte de un trascurrir, es una huella más de lo fugaz: “Mientras espero, / la corriente del río / se lleva el día”.
“De animalibus”, segunda sección, puebla la calma del paisaje con una fauna dispersa que se define como apunte móvil de belleza. Despertar vitalista; alondras, saltamontes, ánades, peces, sapos, libélulas, mariposas, moscas y gorriones liberan la sensibilidad; la voz poemática se integra en un rumor sonoro y colectivo. La subjetividad aprende silencio para escuchar los ecos de un diálogo sensorial y liberador; lo externo adquiere un sentido armónico.
Un contexto vivencial mudable es el núcleo argumental del apartado “De Persona”; el cambio y transcurso son rasgos definitorios de una identidad frágil en el continuo ciclo de amanecidas y ocasos. Los recuerdos pautan la evocación, ese puente que nos une al pasado: “mi dedo escribe / sobre el cristal mojado / sombras de plata”.
Cierra el poemario “de profundis”, un trecho que pauta el discurso del pensamiento. Si los haikus anteriores, en su variedad, nos acercaban un horizonte próximo y abierto, “De profundis” sondea el interior del yo para advertir fisuras, para poner la conciencia ante el espejo de la temporalidad en la busca de sentido y transcendencia.
El pautado avance de Sol de hogueras nos deja la impresión de un libro orgánico, muy estructurado, cuyo itinerario alternativo concilia la introspección y el conocimiento de la realidad externa. Versos que propician una emoción directa. Poesía de estaciones, frágil sensibilidad que comunica un estado de ánimo.