miércoles, 31 de diciembre de 2014

POSDATA

En el camino
Fotografía de José Manuel Vvilaboa Bernárdez
 
POSDATA
 
                                    En el camino
 
Hojas al viento;
palabras pasajeras
que dejen rastro.

lunes, 29 de diciembre de 2014

ENTREVISTA CON MIGUEL FLORIANO TRASEIRA

Puerto de Pajares (Asturias, 2014)
Fotografía de Adela Sánchez Santana

UN BALANCE PERSONAL DE 2014

(Entrevista de Miguel Floriano Traseira)

Querido José Luis, 2014 ya expira sus últimas bocanadas de aire, procurándonos en este día la gustosa oportunidad de compartir un espacio natural y propio, desde el cual echar juntos la vista atrás y hacer resumen. Así es que, bajo la calidez armónica del Willy and the poor boys, mi disco favorito de la Credence, me dispongo a proponerte unas breves cuestiones:

- ¿Cuáles han sido las lecturas más gratas, más fértiles de este 2014?

Son muchos los libros leídos y resumir es un asunto complejo. Pero voy a céntrame en los trabajos más relevantes, con los que he pasado más tiempo. De mis lecturas de 2014 me quedaría con la obra completa de Eloy Sánchez Rosillo, con las novelas de Patrick Modiano, y con la poesía de Víctor Botas, que volví a leer con el placer de siempre.

- ¿Qué cambios globales, qué iniciativas particulares, qué predilecciones estéticas has podido percibir en este año 2014, a grandes rasgos, en el universo literario –y más concretamente en la poesía- desde tu condición de centinela lírico?

Nada nuevo bajo el sol y, sin embargo, la misma convivencia entre tradición y originalidad de cualquier época. Los libros perpetúan itinerarios anteriores porque es la mejor manera de llegar al destino más luminoso. En poesía conviven varias generaciones en activo, desde la multipremiada Generación del 50 hasta los veinteañeros que dejan en las estanterías su primer fruto, y en todas ellas hay nombres relevantes y de interés.

- Como asturiano bizarro que soy, tampoco debo ni puedo resistirme a preguntártelo: ¿qué opinión te merece esta última generación de poetas jóvenes asturianos, cuya actividad se ha intensificado en este último año? ¿Cuán fecundo te resulta su desenfado, su afán por el progreso, su ambición, todo ello hecho ya palabra poética?

Miro con perplejidad la incansable cantera asturiana y espero lo mejor de sus alineaciones en cualquier césped. He reseñado nombres nuevos que muestran una notable madurez y que dejan en sus páginas excelentes indicios de buena poesía. No exagero, ahí están los libros de Rodrigo Olay, Jaime Martínez, Néstor Villazón, Pablo Núñez, Carlos Iglesias, Alejandro Fernández-Osorio, o el tuyo, que acaba de ver la luz con una edición maravillosa… José Luis Piquero, Martín López-Vega y Javier Almuzara tienen  continuadores talentosos.

- En los últimos tiempos, al menos desde el punto de vista de quien ahora te entrevista, parece que el  lenguaje sufre una fatiga de significación, una demasía de connotaciones que dificulta el arraigo de nuevas ideas. Lo propuesto, sobre todo en el discurso político, parece una reiteración molesta o una maniobra especulativa y falaz: ¿Crees que el lenguaje literario gana ímpetu y robustez cuando el ordinario -el convencional- padece una grave crisis de trascendencia, debido a ese empleo codicioso y utilitario que forzada y sistemáticamente se le ha venido dando en los últimos años? ¿O piensas que, por el contrario, también el lenguaje literario, su potencia, su eficacia, se ve resentida por este suceso?

Vaya, más que una pregunta parece una conclusión de tesis doctoral, así que tal vez mi respuesta no esté a la altura de un ala-pivot. El lenguaje tiene una salud envidiable y su eficacia solo depende del usuario que lo emplea. Si es un tipo solemne de púlpito y dogma dominical sonarán las palabras con peso claustral; si el utilitario es rácano y propende a los monosílabos el lenguaje solo alcanzara la elevación rampante de una cometa sin vuelo. Y lo mismo sucede con el lenguaje literario porque sigue al dictado  normas de uso similares. No soy nada pesimista: el lenguaje está ahí, confidencial y cómplice, con la espera paciente del compañero de viaje.

- Es cierto también que durante este último año la poesía ha tendido a mezclarse mucho con la vida, en el sentido de que se ha vuelto, cándidamente, más comunicativa: ¿crees que este es un buen camino a seguir, o te parece peligroso no mantener las fronteras bien rotuladas y emancipadas?

Soy de los que piensan que vida y literatura son la misma cosa porque en mí son actividades complementarias. Mar y arena sin diques. Y el propósito comunicativo es la cualidad que acerca al lector y le permite compartir la emoción del poema. Pero el propósito comunicativo se puede lograr con estrategias lingüísticas diferentes, entre el hermetismo y la claridad. Hay oscuros que son puertas francas y poetas de realismo telegráfico que solo conducen a la escombrera y al punto de reciclaje. Vida y literatura habitan en el mismo portal y supongo que duermen juntos (al menos hasta que uno de los dos aleje al otro con sus ronquidos).

-¿Crees que tiene esto algo que ver con el nihilismo tenaz que sobrelleva el ciudadano español?

El españolito de clase media, nómina del montón e hipoteca perpetua no tiene entre sus preocupaciones más inmediatas la cuestión hormonal entre vida y literatura. Le preocupa la corrupción abrumadora, la gestión calamitosa y la boina excluyente de los nacionalistas periféricos que ponen a la Constitución un traje descolorido. De ahí el nihilismo o la esperanza en la varita mágica de la demagogia.

 - ¿Qué postura crees que debería adoptar el poeta ante toda esta aciaga coyuntura? ¿Crees que su labor como artesano del lenguaje puede asistir de algún modo a la recuperación y el resarcimiento sociocultural?

 El poeta no es una especie tropical protegida, es un ciudadano completo con las mismas obligaciones que los demás. Así que debe estar en el tajo laboral con la máxima responsabilidad, usar el lenguaje y las pancartas, hacer reclamaciones y mantener el optimismo tácito de que uno más uno son muchos. La torre de marfil hace tiempo que es un solar derribado, una escombrera en la que no habita ninguna aristocracia evanescente.

- Este 2014 ha sido un año de enorme actividad literaria: presentaciones, conferencias, coloquios… ¿Qué eventos recuerdas con mayor afecto y cariño?

Lo he pasado muy bien acumulando sociología y  páginas. Siempre es un placer estar en los actos culturales de Rivas, el paseo por Madrid con Raquel Lanseros, la lectura en la Librería Alberti con el poeta y editor Javier Sánchez Menéndez, la tertulia en la Feria del libro con Ramón Eder, Abelardo Linares y Karmelo C. Iribarren,  las charlas culturales con mis alumnos del instituto… Y sobre todo los regresos a la buhardilla, con un poco de jazz en la pletina y nuevos libros… Falta que prontito podamos compartir tapas y copas por Madrid o unas fotos en Oviedo, querido Miguel, junto a la paciente estatua de Woody Allen.

Gracias por la entrevista. Ha sido un placer.

domingo, 28 de diciembre de 2014

DETALLES

Hojas
Fotografía de Toledo Llaboratory

 
DETALLES
 
 
Al despertar
los ojos recomponen
teselas sueltas.

sábado, 27 de diciembre de 2014

CAUSAS Y EFECTOS

Fuente de Jorge Oteiza (Alzuza, Navarra)
Fotografía de Toledo Llaboratory
CAUSAS Y EFECTOS

El centro del silencio me ha enseñado
a aceptar como un juego que la vida
es una sucesión aleatoria de causas y efectos
sobre las dunas de la realidad.
Aparecen las causas simultáneas,
inflexibles, anónimas,
y los efectos manan disueltos en los días,
con cauce renovado y variable,
cuyo curso ninguna voluntad puede eludir.

Cada mañana tiene leyes propias.
Es el azar la fórmula cifrada
que descubre sus vínculos.
Un extraño rumor nos configura,
encubre quiénes somos, quién seremos.

Causas y efectos pasan, se suceden.
Articulan el tiempo. Y eso es todo.

              Causas y efectos, Sevilla, 1997

jueves, 25 de diciembre de 2014

REFLEJOS AL PASO

"Reflejos al paso"
Fotografía de José Manuel Vvilaboa Bernárdez
REFLEJOS AL PASO ( AFORISMOS)

Cuando no sé por dónde comenzar, empiezo por mí.

A campo abierto, el espacio gris de lo diario exhibe un cromatismo pintoresco.

Para indagar en las motivaciones vitales de la realidad conviene buscar a la inteligencia un retiro ocasional.

Algunos paisajes refuerzan la sensación de pertenencia.

Los que guardan afectos en los charcos. 

miércoles, 24 de diciembre de 2014

ANTONIO RIVERO TARAVILLO. TRADUCTOR.



ANTONIO RIVERO TARAVILLO: TRADUCTOR

  La traducción permite que ninguna lengua sea insular y que se multipliquen los diálogos entre geografías, autores y títulos. Es conocida la perspectiva plural de Antonio Rivero Taravillo, poeta, narrador, ensayista, crítico, director de la revista Estación Poesía y traductor…Esta conversación explora esta última faceta del escritor. 

En la casa de tu escritura hay muchas habitaciones. ¿Alguna quita sitio a las demás?

La que siempre tiene las llaves es la poesía. De ella surge todo y ella entra y sale cuando quiere. Mis primeras traducciones fueron de poesía. Luego he ido ampliando el campo y desde hace años, casi siempre por encargo, también traduzco libros de prosa. Con la escritura de novela he empezado hace solo tres años: es un trabajo muy absorbente, que parece exigir todo el tiempo y atención. Con todo, cuando surge la idea de un poema este interrumpe lo demás. Hasta publicar la biografía de Cernuda, sentía que la labor de traductor oscurecía mis otras “habitaciones”. Lo publicado después ha ido abriendo puertas, y hoy me siento my a gusto tratando de mantener uan casa tan espaciosa. 

En mis manos tengo el libro que me ha sugerido esta entrevista. Tu traducción de los sonetos de W. Shakespeare. ¿Cómo nace esta edición?

Nace en la prehistoria podríamos decir, casi antes de que naciera el propio Shakespeare, me parece. Era yo estudiante de primero de Filología Inglesa, y me topé con un par de sonetos suyos. Me puse a traducirlos de una forma pedestre gracias a la cual me di cuenta de las exigencias del ritmo y de la necesidad de la condensación: no podía hacer líneas de veintitantos versos fofos, sin nervio, para sus pentámetros yámbicos. Puedo asegurar que aprendí a escribir verso castellano traduciéndolo a él. Con el tiempo, y a lo largo de muchos años, fui traduciéndolos hasta completar la serie de 154 (que no todos son sonetos, pero bueno). Tuve la suerte de que Renacimiento se interesara por ellos. Esa es la primera edición. Luego, con algunas modificaciones (siempre buscando mejorarlos) salieron en la colección de bolsillo de Alianza Editorial y, junto con el resto de la poesía del Bardo (Venus y Adonis, La violación de Lucrecia, etc.) posteriormente en la bella edición de la Biblioteca de Literatura Universal bajo la dirección de Luis Alberto de Cuenca.

Mi modelo fue Manuel Mujica Láinez, que para el tercio de los sonetos que llegó a publicar, empleó el endecasílabo blanco. A día de hoy, me sigue pareciendo la mejor solución métrica.

Son muchas tus versiones al castellano; ¿de cuál guardas un mejor recuerdo?

Quizá, de los proyectos que más tiempo me han acompañado, como el de Shakespeare, el de Yeats, o mi antología de poesía gaélica medieval que sacó Gredos: Antiguos poemas irlandeses.

¿Qué autor te ha parecido más complejo, más desajustado entre las dos lenguas?

Naturalmente, los traductores que prestan especial atención al lenguaje, sea en poesía o en prosa. Los irlandeses que escriben en una variante del inglés no son fáciles de traducir al español: pienso ahora en Flann O’Brien o en Jamie O’Neill.

Es un tópico vivo de la discusión literaria, una polaridad inagotable que siempre divide a los traductores: ¿fidelidad al texto y a sus elementos estilísticos, o empeño en  preservar el espíritu de autor?

Preservando el espíritu del autor se defienden los elementos estilísticos y a la postre el texto. Esto es particularmete cierto de la poesía, donde el qué no puede desvincularse del cómo y donde la traducción más “fiel” a lo literal es la más infiel en realidad.

Respiramos un hondo cambio en los formatos literarios por la imposición aplastante de las tecnologías.  Tiempos nuevos de blogs, revistas y  libros digitales, internet… ¿Afecta esta situación a la traducción?

 Afecta en general para una más amplia difusión de todo, pero tiene efectos no deseados como la piratería de libros enteros o al por menor: a menudo me he encontrado una traducción mía sin atribución, como si el autor hubiera publicado directamente en español.
 
También es un tiempo de continua revisón del discurso crítico de la literatura. Aquel aserto de John Donne parece premonitorio: “Todo está en pedazos, se ha perdido toda coherencia”. ¿Percibes como escritor esa sensación de disgregación y agotamiento?

Varios siglos después, Yeats escribió algo parecido en su poema “El segundo advenimiento”, donde se queja de que “todo se desmorona; el centro cede; la anarquía se abate sobre el mundo”. Son versos que me sé de memoria entre otras cosas porque los traduje para la Poesía reunida del irlandés que publicó Pre-Textos. Hace unos años lo habría afirmado yo también. Ahora, sin embargo, soy más consciente de que siempre se está produciendo un cambio gradual de paradigma. Siempre se está creando literatura valiosa, lo difícil es distinguirla en el profuso maremagnum, agudizado por el fenómeno reciente de la eclosión creativa de quienes renuncian a ser buenos lectores de lo ajeno para ser malos escribas de lo propio.

La traducción como  labor creadora, ¿necesita una nueva filosofía o sigue siendo un meridiano fijo en la esfera de lo clásico?

Nunca se ha teorizado tanto sobre la traducción como en el presente pero, como suele decirse, el movimiento se demuestra andando. Lo importante no es la tramoya de los estudios sobre la misma, sino la puesta en práctica de una traducción solvente, que a mí solo me interesa (más allá de las respetables razones pecuniarias) como una prolongación de mi propia creación.

¿Alguna nueva traducción en marcha?

Muchas. De Harold Bloom, Margaret Drabble y James Merrill entre otros. Y quiero volver, cuando tenga una tregua, a “mis” escritores en lengua irlandesa, que me están esperando en el pub y no sé cómo me los voy a encontrar después de tantas pintas.

lunes, 22 de diciembre de 2014

ANTONIO DEL CAMINO. PARA SABER DE MÍ.

Para saber de mí
Antonio del Camino
Libros del Consuelo, LF Ediciones
Béjar, 2014


RINCONES DEL YO

  La objetividad del cronista requiere asentamiento distanciado, la búsqueda de un mirador a resguardo para indagar desde lejos, sin tomar parte activa en lo que se cuenta. Desde ese enfoque, el título de este poemario, Para saber de mí, sugiere un verbo confesional, un muestrario de confidencias ante interlocutores receptivos. Así vislumbramos el nuevo libro de Antonio del Camino (Talavera de la Reina, 1955), autor de una obra lírica que aglutina más  media docena de entregas presentes en varias antologías.
  Antes de abordar el discurso poético de Antonio del Camino conviene recordar algunas pautas de su estética que perduran en su forma de entender la escritura. La voz poemática postula un discurso sentimental y emotivo que se acerca con ojos limpios para guardar memoria de los días. Es una lírica de línea clara y textura diáfana, que aborda el intimismo del yo frente a sí mismo para explorar los trazos de la propia identidad. En esta tarea, las palabras encuentran su razón de ser porque la existencia alcanza a través de ellas plenitud y significado. Los versos se convierten en huellas del discurrir, insuflan voz y latidos;  engloban en su semántica un significado plural: hallamos la voz del caminante y el eco del discurrir, la senda  y el espejo: “Hoy, sin embargo, mi caligrafía / insiste en adentrarse en los rincones / silentes del la sed. Así decido / traspasar el umbral de las palabras / y caminar, / para saber de mí”.
   Lo transitorio encuentra en el poema un lugar perdurable, un rincón diáfano en el que se remansa lo vivido. El verbo fortalece la identidad del yo, permite el sondeo en los estratos más profundos de la conciencia y emana hacia la luz como un manantial claro que comparte la sed, mientras aguanta los vaivenes del tiempo.
   Una y otra vez, se multiplican razones para el canto. La escritura deviene búsqueda y esperanza, un trazo marcado en la deriva que permite sumar pasos a una voluntad que preserva el pasado y sondea en el ahora itinerarios no hollados. En ese estar del sujeto en su continuo diálogo con el tiempo, la evocación es una seña de identidad. El rumor del tiempo nunca duerme, vela insomne para mostrarnos los retazos vividos, el ser de la nostalgia.
  Con claridad serena, el verbo de Antonio del Camino pronuncia afectos. Con voces cotidianas y esenciales dibuja las orillas del mañana, ese río del tiempo que nos lleva: “ Así es la vida: en resumidas cuentas, / el bagaje que cabe en la distancia  / que mide el tiempo mientras nos convive / desde que una brumosa madrugada / nos echamos a andar hasta que un día / sin rostro y sin edad el tiempo calla. “

domingo, 21 de diciembre de 2014

CARÁMBANOS

 
CARÁMBANOS
 
                                          Para Susana Benet  
 
En los aleros
carámbanos brillantes.
Soplo mis manos.

viernes, 19 de diciembre de 2014

SOY OTRO

Identidades  (Madrid, 2014)
Fotografía de María Jesús Jiménez Aguayo

 
HETERÓNOMOS
       

Dentro de mí conviven, abocados
a una inmensa rutina sedentaria,
el yo que pienso y otro, el que parezco.
Un pacto, que firmaran con los ojos,
les conmina
a respirarse en cierta tolerancia,
y ambos han sido absueltos
de mencionar, siquiera,
cuál fue la última causa
que les diera la vida.

Cada uno tiene ya su enclave exacto:
el yo que pienso
habita, día y noche,
la intimidad de estas cuatro paredes.
Es semejante a un niño que olvidara crecer,
y por lo mismo
nada en el mar de una sabia ignorancia.
(“Acaso sea el invierno…
es razón suficiente para explicar el cosmos “)
Y balbucea. Ríe.
Se pierde en los espejos. Gesticula.
Colecciona recuerdos como si fueran conchas
que ha enterrado el olvido.
 
A veces llora, y viste el jersey gris
de la melancolía;
entonces toma un folio,
donde inicia el galope un sentimiento
y se hace reo de pertinaz tristeza,
hasta que traspapela la mirada
y descubre, cansado,
que afuera cae la lluvia
y mojan su perfil
unas livianas gotas de mi nube.
 
El que parezco
está en la calle de continuo.
Todos le conocéis
pues con todos comparte ese pan y esta sal
que, bajo el brazo, trae la vida;
las cotidianas dosis
de angustia existencial, trabajo y ruido.
Con él tropiezo,
una tarde cualquiera,
al doblar una esquina,
y tras justificarme torpemente
"Hallé la puerta abierta
y me aburría ",
 me despido gozoso y luego marcho
-el paso lento, sepultadas las manos
en los amplios bolsillos del vaquero-
a ver, sin más, el mundo por mis ojos.

Rotonda con estatuas, Madrid, 1990 

miércoles, 17 de diciembre de 2014

MARÍA SANZ. FE DE VIDA

La paz del abandono
María Sanz
Renacimiento, Sevilla, 2014
 
FE DE VIDA
 
   El discurrir, como marco de pensamiento e introspección, impulsa casi siempre una voz elegíaca, la inquietante impresión de que el trayecto existencial está signado por lo transitorio. Al cabo, todo poema, con el tiempo, como  escribiera la voz sabia de Jorge Luis Borges, es una elegía. Con ese registro se escriben las composiciones de La paz del abandono, obra de María Sanz (Sevilla, 1956) reconocida con el XII Premio de poesía  Vicente Núñez.
   Desde la amanecida, vislumbramos un viajero en tránsito que ha consumido ya una larga senda y que camina solo, con la silenciosa compañía de un puñado de convicciones: “Sólo quien ha sabido convertir su fracaso / en un suave paseo a la luz de la duda, / puede cantar victoria entre las alambradas / que le siguen brotando por ir contra corriente.” Atrás quedaron, entre la maltrecha hojarasca de las horas gastadas, ilusiones y sueños, una raya de tiza que se borra con la sensación de fracaso y convierte al ahora en un espacio de incertidumbre y naufragio. Pero la voluntad prosigue senda, el itinerario se abre hacia la claridad del mediodía y es necesario recuperar impulso. Hay que reconvertir la sombra en luz, aunque en la última vuelta de tanto caminar fugitivo esperen impacientes la nada y la ceniza. Cada gesto deviene empeño inútil; solo es tangible la oscuridad del otro lado.
   Persiste sonando en la conciencia la voz del tiempo, un personaje verbal que vuelve los ojos hacia su propia identidad para clarificar señales e indicios, como si fuese imagen de un lugar arqueológico, vencido por el desgaste y la erosión, mostrando un trágico abandono, su memoria  desfigurada. De la historia clásica de Roma regresa el nombre de Iulia Felix, cuya casa en Pompeya, tras el terremoto del año 62 d.C., fue reconvertida para albergar dependencias de uso público para los más desfavorecidos; o la casa de los hermanos libertos Aulo Vettio, en cuyo espacio persiste todavía el famoso fresco de Príapo; o el Huerto de los Fugitivos, un espacio abierto que preserva las formas de los que huían de la erupción. Los enclaves pompeyanos son huellas de otro tiempo que sirven a la voz poemática para evocar el propio tránsito, la incierta historia de cada conciencia en el terco aprendizaje del vivir,  o la fugacidad del placer que acaba por rendirse al silencio.
   El aprovechamiento de Pompeya como marco reflexivo no es la única apoyatura cultural del libro. También la biblioteca contemporánea está presente en los préstamos de dos nombres propios, Andrés Mirón y Claudio Rodríguez, cuyos versos son venero para extraer los títulos de sus composiciones.
  La paz del abandono  dibuja el proceso de  cada destino, ese camino a lo esencial en el que la existencia se desdibuja, fragmenta su textura y se hace olvido; palabras que remarcan con voz crepuscular la mirada al tiempo desde una ventana solitaria que siempre descubre en su visión que cada pérdida es un paso más.

martes, 16 de diciembre de 2014

UN REGALO PERSONAL

Libros y afectos

 

REGALO PERSONAL
 
   Han pasado los años y sobre la mesa de trabajo se acumula las ediciones de libros propios. Pero lo más valioso que me ha concedido la literatura -y sé que me repito, como la lluvia mansa del otoño- son los afectos. En el libro Para saber de mí del poeta Antonio del Camino encuentro este entrañable regalo personal.
 

OTRA INFANCIA: MI INFANCIA

                           A José Luis Morante,
                           tan machadiano.

Mi infancia son recuerdos de patio y de tebeos,
de juegos en la calle y baños en el río,
de una novia secreta y secretos deseos
que de noche mudaban en leve escalofrío.

Mi infancia es ese espacio que guardo entre mis cosas
más intimas, más claras, más bellas y queridas.
tiene la transparencia y el color de las rosas,
y siempre va conmigo, aunque tuve otras vidas.

Mi infancia es como un fuego que jamás se consume
y da calor al hombre que dejó atrás su infancia.
En el eco del tiempo conserva su perfume,
imán que por el aire deshace la distancia.

Mi infancia me acompaña cuando ya estoy tan lejos
de aquel niño que fui y se llevó el olvido.
A veces, me rescata de mí, si en los espejos
naufraga la mirada del hombre en que me mido.

                                                   Antonio del Camino
                                                    Para saber de mí, pág.  36
           

lunes, 15 de diciembre de 2014

PATRICK MODIANO. GENEALOGÍA SENTIMENTAL

Un pedigrí
Patrick Modiano
Anagrama, Barcelona, 2007
 
GENEALOGÍA SENTIMENTAL

   El novelista francés Patrick Modiano (Boulogne-Billancourt, 1945) es el galardonado con el Premio Nobel de Literatura 2014, según la Academia Sueca “por su arte de la memoria con el que ha evocado los destinos humanos más difíciles de retratar…”. Por eso, la mejor puerta de acceso a la extensa producción narrativa de Modiano es la novela Un pedigrí, que Anagrama editó en 2007 y que pude leer aquel año, no como si fuese una novela sino una documentada crónica personal en la que el autor se elige a sí mismo como protagonista principal para exponer con voz directa los pormenores biográficos.  Intenso, meticuloso y con una atención desvelada hacia el detalle,  Patrick Modiano parece un dietarista soliviantado con la incontinencia de lo cotidiano. Ahora, tras la concesión del Premio Nobel, vuelvo a recuperar su escritura y la impresión persiste: en las tramas hay una fusión estricta entre el yo literario y el sujeto biográfico, mientras se buscan puntos de referencia en el pasado para establecer, como esos caniches de raza, un supuesto pedigrí genealógico.
   La voz narrativa camanina sin identidad y sin el peso del recuerdo. Quiere conocer sus orígenes y lo que descubre no se oculta, es contado con la gelidez de quien camina sobre el suelo inestable y movedizo del fango. Sus padres lo rechazan, su madre nunca está, su hermano murió con apenas diez años y su formación académica es una sucesiva clausura en internados lejanos en los que nunca hay sitio para la ternura.  No hay pedigrí sino un ahora al paso en el que el yo pasa lista en un cuartel vacío. Se ha dicho muchas veces que los días de infancia constituyen ese temprano paraíso que nunca se abandona porque concede a quien lo sueña seguridad y refugio. El autor francés es drástico en su evocación de la infancia y de los primeros años juveniles. No existe el paraíso, solo un espacio que acumula sin orden retazos de un paréntesis vital, en el que solo tuvo cabida el desconcierto. Quien se mira en la lisura gris de los espejos nunca fue un aspirante a la felicidad.

viernes, 12 de diciembre de 2014

CON VOZ DE AGUA

"Con voz de agua"
Fotografía de José Manuel Vvilaboa
 
CON VOZ DE AGUA (AFORISMOS)
 

La belleza física piensa que el tiempo es sobornable.

Los rasgos del ayer conforman la fisonomía del presente.

He aprendido a desandar la sed.

Imagino un dios cuyos ojos vigilan las grietas de los días.

En los lugares solitarios el temor proviene del encuentro con nadie.

Avanza, aunque no encuentres nada.

La mímica del viento improvisa agitación en la hojarasca.

                   (Mejores días, de la luna libros, Mérida,  2009)

jueves, 11 de diciembre de 2014

PILAR BLANCO. RUMOR DE HOJAS

Raíces de la sangre
Pilar Blanco
Eolas Ediciones, 2014 

RUMOR DE HOJAS

   En el recorrido lírico de Pilar Blanco (Bembibre, León) el sustrato sentimental es una constante que aglutina afectos, emociones y hace de la presencia del otro una necesidad profunda, un impulso cognitivo que empuja a la búsqueda. Está presente en las salidas iniciales, Voz primera. Poemas de amor y desamor, Mundos disueltos y  Vocabulario íntimo, y vuelve a reclamar un papel relevante y activo en sus libros más recientes, Alas los labios y en la entrega Raíces de la sangre.
  Aparecida en la colección Eria, en el catálogo de Eolas Ediciones, esta compilación de poemas aporta  un título sugeridor: Raíces de la sangre. La raíz como elemento básico de un todo se empeña en una labor invisible de sostenimiento y equilibrio; está ahí, presentida y tenaz,  inadvertida bajo la superficie visible, en afanoso ejercicio de captación de la nueva savia. También el paratexto de Juan Gil-Albert alerta sobre el intimismo confesional del yo poemático, ese deseo de ser que abre a la identidad un poco de luz; la sed es tanto la consecución del sorbo vivificante como la medida de un sueño alcanzable.
  Así arranca una escritura reflexiva y fluida, cercana a la prosa poética por la cadencia de sus largos versos, formada por diecinueve composiciones y organizada en dos apartados. El primero da voz a un paréntesis vital de desposesión y estancia en la intemperie. Caminar requiere marcar huellas interiores, hacer de las entrañas del sujeto verbal una estación de llegada y leer en el lenguaje oculto de lo transitorio que la pérdida es el cobijo de un rumor de hojas que agostaron al paso de los días. De esa conciencia de ensimismamiento y soledad emanan los poemas del apartado de arranque, “Haz”, donde se cobijan algunos referentes culturales que fortalecen la voz propia de Pilar Blanco para alumbrar las brasas del presente. El ahora es una tierra estéril, un lugar de ceniza, una estación deshabitada.
   Pero cualquier senda ofrece una distancia en el regreso y hallamos en “Envés”  la crecida de un sentimiento de aceptación y reencuentro. La calma tiene esa apariencia leve de una semilla que vuelve a germinar y se contempla a si misma con trazos de esperanza. Como escribiera Luis Rosales “el dolor es un largo viaje” y es necesario aceptar que tras el deambular por la sombra apuntan los destellos de la amanecida. La pupila renace: “Solo es preciso reblandecer, amasar, eliminar, aristar. / Para ser otra cosa. / Germinar”.
   Raíces de la sangre  culmina un itinerario sentimental con dos estaciones en las que el protagonista verbal toma conciencia de una sensibilidad  marcada por lo contingente. En ese viaje interior el sujeto comparte el aliento frío del aislamiento y la pérdida y, en el atardecer, esa esperanza de una nueva raíz que aporte savia para seguir en pie. 
   
 
 

miércoles, 10 de diciembre de 2014

LOS OJOS DEL TIEMPO


LOS OJOS DEL TIEMPO
 
10 de dicembre de 1978
 
 
Los ojos grises
del tiempo lo confirman.
Caminan juntos. 

lunes, 8 de diciembre de 2014

UN NIÑO INADVERTIDO



UN NIÑO INADVERTIDO

                      A Monterroso, desde la Sierra de Gredos
 
   Hasta el día de su caída estrepitosa Q fue un niño inadvertido; pasaba las horas entre el chalaneo del mercado, o prodigando caricias a una gata de angora. Tras el golpe, su sistema nervioso adquirió un funcionamiento extraño. Soñaba incontenible con animales. No era raro que aquellas criaturas oníricas amanecieran deambulando entre los modestos muros de su cuarto. Con sentido práctico, los progenitores asumieron la patología y propusieron a las autoridades locales la creación de un zoo. Muy pronto, la originalidad de su fauna impulsó un flujo sin precedentes de curiosos foráneos y asentó en el pueblo una economía bonancible.
   Una amanecida de diciembre, del sueño de Q, escapó un dinosaurio.

viernes, 5 de diciembre de 2014

FELIPE BENÍTEZ REYES. PUNTOS DE VISTA

Felipe Benítez Reyes
La literatura como caleidoscopio
José Jurado Morales (ed.)
Visor Libros, Madrid, 2014

PUNTOS DE MIRA
 
   Si tuviésemos que establecer un canon por consenso sobre la poesía de los años ochenta habría una clara afinidad en torno a las voces singulares de Luis García Montero, Carlos Marzal y Felipe Benítez Reyes.
  Son escritores que protagonizan itinerarios fecundos y entremezclan géneros, poesía, narrativa, ensayo crítico y colaboraciones en medios de comunicación. Los tres evolucionan, sin virajes ni estridencias, en su sensibilidad creadora desde un punto de partida común, la poesía de la experiencia, y han conseguido en el transcurso de los años un sello individual y un sitio central en los escaparates de las últimas décadas.
   El volumen La literatura como caleidoscopio, coordinado por el profesor y ensayista José Jurado Morales, aglutina puntos de vista sobre el legado de Felipe Benítez Reyes. Recoge un amplio repertorio de estudios breves, precedido por las palabras del editor. José Jurado Morales contextualiza y deja un leve trazo de cada perspectiva crítica, y el propio escritor firma el liminar “Suposiciones en tres tiempos”. En su estar frente a sí mismo, Felipe Benitez Reyes recrea su biografía literaria, los años de aprendizaje y ese ideario que va ajustando la escritura a una forma concreta de percibir las relaciones entre sujeto y entorno; el escritor  encarna a un lector minucioso de la realidad.
   El tramo principal de este volumen colectivo lo constituyen las aproximaciones al perfil lírico del gaditano. Otra vez se recuperan aquellos debates en torno a los efectos secundarios de una etiqueta que algunos resentidos convirtieron en diana de todos los dislates, en los años ochenta y noventa: la poesía de la experiencia. Felipe Benítez Reyes aportó su propia antología experiencial y dejó en poéticas y colaboraciones de prensa impagables aproximaciones al debate, con una pirotecnia que no ha tenido parangón en otros críticos. Eligio Rabanera es irrepetible. Otros enfoques analizan los estratos más significativos que comparten los poemarios, siendo reseñables como temas la identidad, la disociación entre el yo biográfico y sus máscaras, la biografía ficcional del sujeto poético y la indagación metaliteraria desde un pensamiento poético dinámico y cambiante, ya sondeado en prólogos, como el de Poesía y poética. El pensamiento ha cristalizado en entregas  que comparten un nexo básico: “la poesía ha sido siempre –o casi siempre- mi forma de pensar, mi método interpretativo de las cosas del mundo, incluido, por supuesto, uno mismo, la fantasmagoría de la identidad”. 
  Con tinta humorística, Carlos Marzal justifica el ser plural de Felipe Benítez Reyes. El gaditano es  un “polígamo literario”. Su práctica escritural no se perfila en un solo género sino que recorre sendas de escritura con idéntico talento y con similares pulsiones. Novelas y cuentos han ido amaneciendo con una cadencia normalizada y se han sucedido reconocimientos críticos que dan a la obra narrativa una entidad principal. Ese talento narrativo es innegable y demuestra una producción equilibrada, con lectores asiduos en cada rama literaria.  
   Argumenta el escritor que a toda obra literaria le viene bien el estar clandestino, un lugar en la sombra que evite la insolación de monografías y tesis que hagan de cada cualidad un fósil. Y seguramente tiene razón, cada lector establece con sus autores sus peculiares puentes de papel; pero en literatura no hay dogmas y cualquier convicción es relativa y mudable; un abanico desplegado de conjeturas. El volumen La literatura como caleidoscopio, editado por el profesor José Jurado Morales, no anula el encuentro personal con los libros; por el contrario, es un privilegiado mirador natural para que se ajuste la pupila y disfrute de un paisaje lleno de enclaves únicos. 

jueves, 4 de diciembre de 2014

DESVARÍO

Autorretrato
Courbet

DESVARÍO
 
   Gritaba a ráfagas, mientras me acusaba. Era culpable único de un dolor desesperante. Teatral señalaba la nariz, el pómulo y otras partes corporales golpeadas por algún objeto que yo había arrojado sin percibir su cercanía.
   Mis palabras tartamudearon. Pretendían aclarar el error. Nada sabía del accidente; solo nos unía una coincidencia trivial: él estaba dentro de un cuadro soñado; yo dormía.

miércoles, 3 de diciembre de 2014

LOS QUE ESPERAN



LOS QUE ESPERAN

   Llegan temprano al parque desde algún itinerario común y repetido. Caminan lentos, con un rumor de brisa en los zapatos y la espalda encorvada por el peso tenaz de los recuerdos. Relatan a diario vidas improbables, hechos que ahora parecen tangenciales y oscuros. Cuando están en el parque nada ocurre, pero son más ellos.
   Su voluntad persiste en ese oficio que tan bien conoce: esperar.

lunes, 1 de diciembre de 2014

JOSÉ LUIS PIQUERO. ANTOLOGÍA PERSONAL

Cincuenta poemas
Antología personal (1989-2014)
José Luis Piquero
La Isla de Siltolá, Colección Arrecifes
Sevilla, 2014

ANTOLOGÍA PERSONAL
 
    En el umbral de Cincuenta poemas (Antología personal (1989-2014) José Luis Piquero se sitúa frente al espejo. Desde ese cristal gris hace balance y comparte los trazos de unas cuantas certezas: escribe una poesía de ritmo lento cuya cimentación nunca abandona los materiales autobiográficos para insistir en los análisis indagatorios de una realidad proclive a la erosión. En sus poemas, cada verso nace de la necesidad y no del taller de autor forjado con la rutinaria pericia de los años. En esta muestra está menos representado el tramo inicial, un paréntesis que integra las dos primeras salidas, y se compilan más poemas de los libros recientes, afines a la sensibilidad del ahora, donde la voz realista habitual incorpora matices de un coloquio moral proclive al objetivismo que precisa una lectura sosegada.  El amanecer de José Luis Piquero, Las ruinas, fechado en 1989, mostraba la fuerza y el impulso de un poeta joven, formado en la tertulia Oliver, bajo el foco exigente del poeta y crítico José Luis García Martín. Apenas tenía veinte años y su voz directa, reflexiva y adscrita a la línea figurativa, ya evidenciaba una mirada sobre lo real nada complaciente, en la línea de Luis Cernuda, Jaime Gil de Biedma, Víctor Botas y Juan Luis Panero. Esta genealogía perduraba en su segunda entrega, El buen discípulo. De nuevo el estilete de la inteligencia comparte la sensación de angustia ante las distorsiones de la intimidad, o al evocar emotivos rescoldos de la memoria.
   Aquel joven, que trataba de conferir sentido al contexto como espacio de representación y adecuada escenografía, no encuentra respuestas.  Es en Monstruos perfectos donde la poesía del asturiano configura su estética más definitoria. Lírica contundente que explora vetas de paos gastados para que afloren luces y sombras. El poema se hace un inventario de destellos donde se definen las relaciones del sujeto verbal con los interlocutores más próximos, esas presencias que, no pocas veces, resultan imágenes especulares; comparten una similar sensación de extravío en el recorrido de una senda cuyo trazado parece perderse en ninguna parte. Gente a solas con los propios fantasmas, que nunca faltan en los días de desolación.
   Enraizada en el estar, como un callejón que convocara a solitarios, perdedores y malditos, está la última entrega, El fin de semana perdido. En ella se suceden alter egos verbales que toman la palabra en lo sombrío. Así, en “Mensajes a los adolescentes” –un eco cercano a Ángel González- un yo moralista sube al púlpito para hacer el panegírico de lo maldito y de la trasgresión, con un fondo de ironía que nunca mitiga el reproche o el ajuste de cuentas intergeneracional. El empleo del monólogo dramático permite habitar la memoria de Judas, Caín, Lázaro, Rimbaud… Representativas identidades que hicieron de la soledad, el dolor y la herida rasgos propios. La razón de ser de la existencia no va más allá de ir formando un inacabable catálogo de demoliciones.
  Sirve de epílogo una muestra de inéditos. Al concluir su lectura, resaltamos el grado de asentimiento y coherencia por el trayecto lírico conocido, como si la superficie del poema fuera un incansable dibujo de círculos concéntricos.  En esta antología personal encontramos cincuenta poemas confesionales, compactos, meditativos, donde las palabras propician el ajuste de cuentas con el magro bagaje de los días comunes. El tiempo llega tarde casi siempre y hay que buscar a su torpeza expresionista una salida digna: el espacio habitable del poema.