La Torcada, Rivas (Madrid) |
Desde Atlanta, un vuelo interminable, que coincide con la fecha de mi cumpleaños, nos deja en Barajas, a las nueve de la mañana. Media hora más tarde estamos en Rivas. La casa recuperada y con ella las sensaciones habituales; el andén de regreso a la tierra firme de lo conocido. Las vivencias de las últimas semanas en Florida pasarán a integrarse en esa geografía idealizada que forman los recuerdos. Sé -todos lo sabemos- que el espacio cercano tiene a menudo la apariencia de un trayecto secundario, con baches y circulación restringida. Del mismo modo, el tiempo continental, austero y machadiano, carece del atractivo que generan los días largos y húmedos del trópico.
Abro la puerta. Vacío el buzón. Abro de nuevo el blog. Miro un calendario de días contados, camino de septiembre. Llega un ahora repleto de cosas pequeñas que, entrometido, busca el primer plano.
Ya decía yo que alguna razón importante te mantenía lejos del blog. Seguro que ese viaje dará sus frutos, para gozo de tus lectores. Bienvenido de nuevo.
ResponderEliminarFuerte abrazo.
Querido Antonio, viajé a Florida para disfrutar de unas semanas de sensaciones y descubrimientos con la familia. El viaje siempre enriquece los sentidos y el espíritu.
EliminarYa estamos en casa, con la alegría cercana de amigos como tú.
Un fuerte abrazo.
La vuelta es la constatación de que hemos estado fuera, ahora toca repasar lo vivido para deleite de uno mismo y por supuesto de los amigos.
ResponderEliminarEn tu ausencia he estado leyendo -y sigo- Los renglones torcidos de Dios, de Torcuato Luca de tena, si José Luis Sampedro me sorprendió con su Sonrisa Etrusca, esta novela de Torcuato no le va a la zaga. Bueno, te dejo con tus maletas que estarás muy ocupado.
Un fuerte abrazo.
Tantos días sin tu presencia cercana me parecen extraños. me alegra mucho tu dedicación a la lectura. es la fuente natural del buen escritor. Un abrazo y seguro que poco a poco irán aflorando impresiones de lo vivido; ahora, con las maletas derrengadas de cansancio, es bueno apurar el sosiego.
EliminarQuerido Paco, seguimos.
La llegada al territorio conocido enciende las luces de posición. Es un momento cenital. Acostumbrarse de nuevo a la costumbre tenaz. En definitiva no somos más que tenaces construcciones cotidianas. Te echábamos mucho de menos!
ResponderEliminarUn abrazo!
Yo también añoré las interminables conversaciones de literatura, tus días de concierto y sobre todo el afecto continuo de tantos años. El regreso es también el hueco que nos llena. Abrazos y gracias por estar.
EliminarAbro la puerta. Vacío el buzón. Abro de nuevo tu blog. Ya estoy aquí de nuevo. Aunque realmente nunca me he ido. Tú tampoco. Apenas nos hemos "reseteado"...Pero al menos por unos días todo parece casi nuevo, o al menos diferente.
ResponderEliminarRecuperamos de nuevo el encanto de las cosas sencillas, esa guardia pretoriana que convierte la casa en un planeta a la medida del yo.
EliminarFeliz regreso.