Mark Strand (1934-2014) |
POESÍA NECESARIA
Dos compilaciones de Mark Strand
(Summerside, Prince Edward Island, Canadá, 1934, New York, 2014) me han acompañado estos
años con la eficacia cálida de la buena poesía. La primera, Aliento es una muestra con traducción y
prólogo de Julián Jiménez Effernan, editada con gusto de coleccionista en el
sello Cuatro estaciones, al cuidado de Manuel Lara Cantizani y Juan Carlos
Reche; la segunda, Sólo una canción fue preparada por Eduardo Chirinos,
responsable de la selección, traducción y prólogo, y se integró en el catálogo
de Pre-Textos. Las dos son arcos representativos y se adentran con acierto en
las complejidades del quehacer lírico de Mark Strand, poeta laureado, docente
universitario, viajero continuo, lector de Alberti y Borges, traductor de
Carlos Drummond de Andrade y amigo de poetas como Octavio Paz,
La poesía de Mark Strand se
reconoce de inmediato y sumerge al lector en un estado de ánimo indeciso, entre
la angustia y el desconcierto, no tanto por su carga autobiográfica –al cabo,
el transcurso existencial es un
incansable venero temático para cualquier creador- sino por el extravío que
suscitan en el lector esas mínimas crónicas de soledad que narran sus poemas.
Lo cotidiano esconde un lado fantasmal, una sombra nebulosa que incide en
mostrar itinerarios nuevos en el espectador, a pesar de reiterar de modo
obsesivo conocidas preocupaciones: la identidad del yo, el discurrir temporal,
la fragilidad de la existencia, los retratos de seres cercanos, o la extraña correspondencia entre sujeto y entorno.
Como en la literatura de Kafka,
en los poemas de Mark Strand la realidad es siempre imprevisible; no cuestiona sus
hábitos rutinarios pero en cualquier momento una estela vacía se llenará: “El
tiempo me dice lo que soy. Cambio y soy el mismo. / Me vacío de mi vida y mi
vida permanece”. De esa aparente contradicción manan los argumentos: quien mira desde la casa a un hombre parado en el jardín, es el mismo
hombre que se siente espiado desde algún sitio; el paseante a la luz del
mediodía es invisible; solo en la sombra se revela precisa la silueta del yo desdoblado.
Felicidades, magnífica reseña por lo escueta y certera.
ResponderEliminarEl poeta es una de las voces mayores de nuestro tiempo, querido Julio, así que su poesía no requiere una divagación sino el compromiso feliz de la lectura.
EliminarMuy agradecido por tus palabras y por tu presencia en este puente de papel. Abrazos y feliz día.